SEGUNDO VIERNES DE OCTUBRE
DÍA DEL CUY
EL CUY,
LA RANA Y
EL COLIBRÍ
Danilo Sánchez Lihón
1. La vida
es preciosa
El cuy había vencido ya muchas veces al
zorro ladino, el animal más astuto y pícaro de toda la comarca, demostrando ser
más listo e ingenioso que él, y sin hacer daño a nada ni a nadie.
Cansado de sus correrías y aventuras el cuy
quiso tener a partir de ahora a verdaderos amigos y no solo a seres conocidos u
ocasionales, como el zorro o el zorzal, el asno o el gallinazo, con quienes a
veces se veía.
Sino que quiso contar también con sinceras
amistades, aliados para grandes empresas, leales y sinceros, con quienes
departir, realizar acciones conjuntas y en quienes confiar abiertamente.
Hasta ahora todo habían sido apariencias,
zancadas, burlas y hasta engaños, pero la vida no era eso. La vida es un bien
precioso que hay que saberlo atesorar.
Y hay que vivirla con lo mejor que tenemos
y con lo mejor que puedan ofrecernos los demás seres del universo, gracias a
que somos nobles, auténticos y honrados.
2. Se quedó
observando
Siempre al cuy le ha fascinado el mundo del
agua, su fluidez, su adaptabilidad y transparencia.
Incluso, el hecho de que algunos la
bebieran golosos y sedientos era un indicio de su beneficio. Pero, de que la
encontraran sabrosa y agradable, era inexplicable para él.
Él nunca había probado ni bebido una sola
gota de aquel elemento líquido, incoloro, inodoro e insípido.
Le bastaba mordisquear la hierba sana, roer
la panca de maíz, e inclusive carcomer la madera seca, menos atreverse a probar
el agua.
De allí que le causa inmensa curiosidad que
hasta las aves del cielo se lancen al agua y hasta arriesguen la vida por
beberla en alguna fuente.
De allí que se quedó observando atentamente
a una rana que a la orilla del lago se sumergía hacia el fondo, desaparecía y
volvía a aparecer plena y satisfecha.
3. Jardines
y bosques
Cuando quedó un momento posada en una
piedra tomando los rayos del sol aquella mañana de primavera, le preguntó.
– Disculpe su merced la curiosidad, señora
rana. –Le dijo el cuy–. Podría decirme ¿qué hay debajo del agua?
La rana lo miró sorprendida. Pero le
infundió simpatía aquella figura reposada y meditativa del cuy.
– ¡Abajo hay vida, señor cuy! –Le dijo.
– ¿Vida? –Se sorprendió el cuy–. ¿Vida cómo
aquí sobre la superficie?
– Mucho más que aquí. Abajo hay jardines y
bosques enteros de corales, algas, lirios y anémonas.
– ¡Solo del reino vegetal!
– No. Hay una variedad muy grande de moluscos
y crustáceos, de caracoles y tortugas. E infinidad de peces de todas las formas
y colores. Solo que cada día el hombre arroja más basura que daña y contamina
más y más los fondos marinos.
– ¡Ah!, exclamó el cuy, verdaderamente
alarmado.
4. Cada día
más
Otro día el cuy quedó maravillado por el
vuelo vibrante y vertiginoso de una avecilla parecida a una mariposa, que
crepita en el aire subiendo y bajando de flor en flor.
– ¿Quién es usted maravillosa y galana avecilla?
–Le dijo amablemente y con su mejor voz y talante el cuy.
– Soy el colibrí. –Respondió el pajarillo
detenido en el aire y agitando sus alas sin que se las note, aleteando a 55
veces por segundo.
– ¿Y qué hace hundiendo su pico en las
corolas de las flores?
– Sorbo el néctar que contienen sus
estambres y pistilos, porque es un alimento bueno para el cuerpo y para el
alma.
– ¡Oh maravilla que en esas copas de
exquisita belleza haya un sustento, como dice usted, para aves de extraordinaria
hermosura como es la suya!
– Gracias, muchas gracias. –Le respondió halagado
el colibrí–. Pero este mundo que es pródigo y bueno, oiga usted, está condenado
a morir por acción de los hombres, pues cada día las tierras, las aguas y los
aires están más y más contaminados.
5. ¿Qué
hacer?
– ¿Así? Eso mismo ha expresado la señora
rana respecto al fondo de los lagos y los mares. ¡Pero habrá algo que se pueda
hacer!
– Sí, hay mucho en realidad. Y no solo se
puede hacer esto o aquello sino ahora hay que hacer todo lo posible e imposible
para salvar al mundo, ya que en un plazo muy breve todo estará perdido y
nosotros y nuestros hijos sucumbiremos.
El cuy ha quedado muy impactado por este
informe del colibrí. Y él mismo se decide a salir y recorrer la tierra para
constatar el estado en que se encuentra. Y comprueba que cada día es más árida,
que las aguas de los ríos son ácidas. Y se han secado los manantiales.
Los campos se han tornado yermos por las
partículas de plomo que emiten las fábricas y los campesinos abandonan el
cultivo de las tierras que ya no producen buenas cosechas, porque hasta el aire
está envenenado con el anhídrido carbónico.
– ¿Qué hacer? –Se pregunta.
Medita, cavila y piensa. Cada quien que
haga algo. Pero nosotros, ¿qué podemos hacer?
6. Sensibilidad
y conciencia
Convoca un día a orillas del arroyo a la
rana y al colibrí, a quienes considera ya sus amigos y les habla de este modo:
– Entre nosotros representamos el mundo de
abajo, el de la superficie y el mundo del aire, o de arriba, tal como lo concibieron
nuestros antepasados
– Sí, es el urco, el kay y el hanan pacha.
– Y los tres mundos están sincronizados y
marchan juntos.
– Nuestros abuelos que fueron sabios y
tenían en relación a la naturaleza un respeto y veneración profunda y la
adoraban con amor consagrado, de ellos extraigamos lecciones y ejemplos.
– Sí. –Volvió a intervenir el cuy–. Tenemos
que volver a educarnos todos en una actitud de respeto total a la mama pacha,
la mama cocha y la mama atmósfera integrando nuevamente los tres mundos
– Pero, ¿qué y cómo lo podemos hacer?
– He pensado, –expresa el cuy– en abrir una
escuela en donde se vuelva a educar, crear sensibilidad y conciencia sobre
estos temas.
– E irradiar estas inquietudes por todos
los medios que estén a nuestro alcance
7. Manos
a la obra
– Y sobre todo buscando corregir las tendencias
en que se desenvuelve el mundo actual, como es el exagerado consumismo, forjando
un nuevo orden más equitativo y humano.
– Pero, ¿podemos los animales crear escuelas
para los hombres?
– Sí. Escuelas donde los animales eduquen a
los hombres.
– Pero si siempre ellos se han burlado de
nosotros y han dicho que somos brutos, ignorantes y faltos de inteligencia.
– Empezaremos corrigiendo esos prejuicios
que son los que han contribuido a generar el daño que tenemos.
– Además, no es hora de avivar rencores.
– Y qué tal si hacemos algo más efectivo
produciendo cuentos.
– Sí, cuentos que tanto les gusta a los
niños.
– ¡Decisión y acuerdos tomados! ¡Que se
haga y que se cumpla! Y, ¡manos a la obra! Y el primero que sea el que relate
nuestra amistad.
– ¡Sí!
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