jueves, 31 de octubre de 2019

31 de octubre. Día de la Canción Criolla. / Que ya nunca morirá.


31 DE OCTUBRE
DÍA DE LA CANCIÓN CRIOLLA

QUE
YA NUNCA
MORIRÁ

Danilo Sánchez Lihón


Chabuca Granda

1. Geografía
del alma

El vals La flor de la canela que es un emblema nacional del Perú, su antora Chabuca Granda, siempre declaró que fue inspirado por la dama de raza negra Victoria Angulo Castillo de Loyola, vecina del distrito limeño del Rímac, y a quien Chabuca le ofrenda esta canción como regalo de onomástico el día que aquella señora cumplió años, y que fue un 21 de julio del año 1950.
El título es una frase que en el Perú se usaba desde principios de la época virreinal como expresión de finura, de preciosidad y exquisitez; de gracia, distinción y donaire; como de calidad y hermosura excepcional.
Se la decía para señalar a lo muy bien hecho y logrado, lo perfecto y acrisolado, como a lo impoluto y no contaminado, a lo cual se le decía “La flor de la canela”, como ahora ha quedado como una canción que nos representa.
Así como al interior de la canción hay otra frase típica, y cual es: “El puente, el río y la alameda” que la consagró el historiador Raúl Porras Barrenechea, dedicándola a Chabuca Granda a quien conoció de niña, y la orientó en el cultivo de un limeñismo sutil, galano y esencial.
La pergeñó para ella, como una manera de acercarse a esa geografía del alma que ella trataba de evocar y reflejar en sus canciones.


Raúl Porras Barrenechea


2. Ya nunca
morirá

Sin embargo, la canción fue lanzada a la fama un año después, en 1951, y a quienes les deparó la suerte tener este honor fue al trío Los Chamas. Para después ser interpretada por los más célebres artistas de la canción en el mundo.
Vals en donde ha quedado indeleble y encantada la Lima señorial, de mantilla y pañuelo, de sedas y tafetanes, de brocados y terciopelos, como de altares, procesiones y escapularios.
En ella ha quedado estampada la Lima de atavíos y celosías, de encajes y bordados, de paseos y estandartes y fiestas primorosas.
Aquella Lima elegante, de blasones y donaire, cuyo aroma por estar impregnada en esta canción ya nunca morirá.
Y que, más bien, irradiará eternamente cada vez que se module o entone la letra y los sones de esta melodía que ha pasado a ser un ícono nacional y un patrimonio universal.
Y que empiezan diciendo así:

Victoria Angulo

3. Aromas
de mixtura

Déjame que te cuente limeño,
déjame que te diga la gloria,
del ensueño que evoca la memoria
del viejo puente, el río y la alameda.
Déjame que te cuente limeño,
ahora que aún perfuma el recuerdo,
ahora que aún se mece en un sueño
el viejo puente, el río y la alameda.
Jazmines en el pelo y rosas en la cara,
airosa caminaba la flor de la canela,
derramaba lisura y a su paso dejaba
aromas de mixtura que en el pecho llevaba...

Plaza Mayor, de Lima

4. Realidad
y fantasía

Canción donde se recoge tal cual es el encanto de la limeña en el compás del balanceo de la cadera en el caminar.
Donde el centro, como imagen, además del hombre y la mujer, es “el puente, el río y la alameda”, seguramente aquel que cruza de la Lima antigua al barrio del Rímac popular, sufrido y aletargado en el tiempo.
Donde el río es sinónimo de devenir, de historia y tradición, y la alameda representa el paso de la vida simple, espontánea y cotidiana.
Canción airosa y galana, como los personajes que evoca, hombre y mujer, y todo lo que la canción recrea.
Donde no falta el preciosismo de las flores de la “Ciudad Jardín”, de la Lima señorial, con su carácter etéreo, sublime y de ensoñación.
Donde se juntan realidad y fantasía, el pasado y el futuro de la Tres Veces Coronada Villa de los Reyes, que se llama así porque ciertamente fue coronada tres veces, pero que al decir “Ciudad de los Reyes” no alude, esta vez, a los reyes de España sino a los Reyes Magos, bajo cuya advocación Lima fuera fundada.

La Costa Verde, en Lima

5. Adornada
con jazmines

Y continúa así la letra y música de la canción:
por la vereda que se estremece
al ritmo de su cadera,
recogía la risa de la brisa del río
y al viento la lanzaba
del puente a la alameda.
Déjame que te cuente limeño,
¡Ay!, deja que te diga moreno mi pensamiento,
a ver si así despiertas del sueño,
del sueño que entretiene, moreno,
tu sentimiento.
Aspira de la lisura que da la flor de canela,
adornada con jazmines matizando su hermosura,
alfombra de nuevo el puente,
y engalana la alameda,
que el río acompasara su paso por la vereda.

Oscar Avilés y el Zambo Cavero

6. Vereda que
se estremece

De tono lánguido y a la vez festivo, de ritmo evocador y a la vez tangible, donde está presente el hecho cotidiano, pero también el boato, la excelsitud y la gloria de una ciudad en muchos aspectos legendaria y mítica.
Donde está presente la arquitectura y la evocación de la memoria de la Lima dorada, de la Lima evocada con ribetes de leyenda, de aureola y de estampa palaciega.
Rememorando, seguramente, la Alameda de los Descalzos o el Paseo de Aguas de la Lima del Virrey Manuel Amat y Junyent, y de Micaela Villegas, La Perricholi, su amante presumida, casquivana y caprichosa.
Donde en la canción se vuelve a repetir:
Y recuerdo que:
Jazmines en el pelo y rosas en la cara,
airosa caminaba la flor de la canela,
derramaba lisura y a su paso dejaba
aromas de mixtura que en el pecho llevaba.
Del puente a la alameda, menudo pie la lleva
al ritmo de su cadera...

Paseo de Aguas, en el Rímac

7. Verdades
supremas

Y queriendo dar término a esta añoranza, evocaré algo personal e íntimo: Mi padre en la mesa a la hora de comer siempre nos refería acerca de hechos enaltecedores, de aquellos que nos hicieran sentirnos orgullosos por lo nuestro. Así, recuerdo nítidamente que a la hora del almuerzo cuando yo era niño, nos refirió sobre Chabuca Granda, siempre con reconocimiento y admiración, y aludió a un reportaje y entrevista que se le había hecho y difundido por la radio, que mi padre escuchaba siempre cogido a un lápiz y con una libreta de apuntes al frente, en donde anotaba todo lo que consideraba de importancia para después mencionarnos nombres de personas, lugares y fechas.
Nos refirió que en aquella entrevista a Chabuca Granda ella contaba que, al viajar a Nueva York, y visitar el Empire State Building, el edificio más alto del mundo en aquel entonces, su sorpresa al subir por uno de los ascensores fue que como música de fondo en ese momento se dejaba escuchar las notas de “La flor de la Canela”.
No he querido comprobar este dato. Lo escuché de mi padre, y fuese como fuese, quiero que quede así, intacto; tal y como a él lo escuché decir. Tal como ocurre con los enamorados, que se permiten todo lo hermoso que sea posible, y que lo dice él o ella, sean o no sean cierto, o verdad, las cosas que refieren, pero que quedan como certezas irrefutables, porque calzan y coinciden, sin someterlas a juicio, como son las verdades supremas de la vida. Y, tal como es la canción “La flor de la canela”, además de la gracia y el misterio que contienen, apunta directamente a lo que el corazón siente y demanda.


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miércoles, 30 de octubre de 2019

30 de octubre. Nace Miguel Hernández. Camino de luz.


NACE MIGUEL HERNÁNDEZ

CAMINO
DE
LUZ


Danilo Sánchez Lihón





1. Noción
de las cosas simples

El poeta Miguel Hernández nació un día como hoy, el 30 de octubre del año 1910 en Orihuela, en la costa mediterránea de España; de origen campesino fue en su infancia y juventud pastor de cabras, ovejas y vacas; y de los celajes y arreboles, de la luna bogando entre las nubes y las flores, y de los luceros del firmamento.
En cuanto al cultivo de su alma y de su mente fue un autodidacta, y es increíble que su formación literaria lo lograra leyendo fascinado entre correría y correría por atajar algún animal que no cayera en el barranco, o en amamantar a un cordero tierno, al mismo tiempo que pastoreaba, leía todo libro que pudieran coger sus manos.
Pero eso sí, oteaba esa línea temblorosa y sin color que divide o junta la tierra con el cielo infinito y que llamamos horizonte, en donde su ensoñación erigía cada tarde una casa grande que compartiríamos todos los hombres de la tierra, llevando consigo los libros que podía prestar y que deambulaban en las viejas casas.
Y bajo aquel cielo abierto de Orihuela leyó tan bien y nítidamente a los clásicos españoles y universales que le permitieron escribir poemas que pronto lo situaron a nivel de los grandes poetas líricos de su tiempo, sin que le hicieran perder ese candor y esa noción simple y sencilla de las cosas, ni le apagaran su decisión de aferrarse y buscar la felicidad para todos.


2. Amor
legendario

Poeta de corazón solidario, hermano natural del agua, bueno, noble y auténtico con todo lo verdadero y creado. Puro como una fruta, como una manzana, un arroyo o una fuente. Y límpido como una ciruela, naranja o cebolla
Por eso, al estallar en su país la Guerra Civil Española en el año 1936, supo a quién defender y se adhirió a quienes comulgan con los que sufren, con quienes están al lado del pueblo de la democracia.
Y enarboló, como lo hizo César Vallejo, la causa de la República Española con tanto fervor y pasión porque reconoció que esa opción era la que contenía aquella imagen de la casa grande en el horizonte que tanto había anhelado que se hiciera verdad en el ámbito social cuando pastaba sus cabras, ovejas y vacas.
Y se alistó como voluntario en el 5° Regimiento de la República, alentando a las masas a defender los principios de la legalidad democrática y de la justicia social. Y luchando como soldado apasionado en las batallas de Teruel, Andalucía y Extremadura.
En marzo de 1937 haciendo un alto en las acciones de armas regresó a su Orihuela nativa a casarse con la niña de la cual se había despedido dejándola en sollozos y cuyo nombre es Josefina Manresa, desde entonces nombre legendario porque es un amor a prueba de renuncias, de sacrificios y de fe absoluta en sus ideales.


3. Tanto
dolor

En esos días con ella conciben un hijo que nació hermoso, pero que cuando él estaba lejos en el frente de guerra, por el hambre, el frío y el cierzo que se colaban por la cabaña que Josefina cuidaba sola, murió cuando él luchaba en el frente de guerra; todos estos sacrificios y martirios que hacen que ambos encarnen uno de aquellos grandes amores legendarios de la historia humana, por la devoción y consagración con que se amaron y profesaron el uno al otro.
Pero, he aquí el poema que él escribe en homenaje a un amigo entrañable, donde consigna la siguiente dedicatoria: En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.): Poema titulado Elegía que empieza así:
Yo quiero ser llorando el hortelano
De la tierra que ocupas y estercolas,
Compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
Y órganos mi dolor sin instrumento,
A las desalentadas amapolas
Daré tu corazón por alimento,
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento
Un manotazo duro, un golpe helado,
Un hachazo invisible y homicida,
Un empujón brutal te ha derribado.


4. En este
y en el otro mundo

Y prosigue:
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
“Siento más tu muerte que mi vida”, le dice, porque se puede transitar de esta a la otra orilla, y cuando se quiere no hay problema de estar más que en este en el otro mundo. Y continúa el poema:

 5. Almas
de las rosas

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


6. Juntos
siguen abriendo

Miguel Hernández y César Vallejo se dieron el abrazo más hondo cuando ambos preguntaron por sus nombres con ocasión de coincidir en el 2° Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, realizado en Valencia en el verano de 1937. Desde mucho antes reconocían que ambos defendían los mismos principios y hacían flamear una misma bandera de identificación con el pueblo sufrido como militaban defendiendo los mismos ideales.
Y a ambos les cupo morir pronto consumidos por la misma pasión, defendiendo la España popular, César Vallejo en abril de 1938 y Miguel Hernández en marzo de 1942 en la enfermería de la prisión de Alicante, cuando apenas contaba con 31 años de edad.
César Vallejo y Miguel Hernández están indisolublemente unidos en el ejemplo de lo que es el compromiso vital con el hombre común, con la historia como signo y proceso para la plena realización individual y colectiva, abrazando la causa de los pobres y desheredados del mundo, alentando en la poesía los más altos y acrisolados valores humanos.


7. Clave
de ser

Poesía como resistencia cultural; para alterar, corregir e imponerse sobre las cosas del mundo.
Poesía como una victoria propicia. Para seguir viviendo, coherente con la raigambre vasta y profunda como es el Perú.
Poesía convicta y confesa, que no cante a la lluvia, sino que haga llover. Que no alabe al sol, sino que sea el sol mismo. Que no eleve proclamas, sino que ella misma cambie el mundo.
Que nos eleve, exalte, nos haga apasionados, con la capacidad y la clave secreta para sublevarnos.
Poesía valerosa, guerrera, audaz, inherente al ser del hombre, como clave de ser en el mundo.
Santiago de Chuco como capital de la poesía en el Perú deben erigir en la Av. de la Poesía situada al ingreso de esta ciudad andina la estatua de Miguel Hernández y de todos aquellos poetas en los cuales se reconozca su afinidad con César Vallejo, como Federico García Lorca y Rafael Alberti, que juntos siguen abriendo el mismo camino de luz sobre la faz de la tierra.


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martes, 29 de octubre de 2019

Lo que importa es la vida.


LO QUE
IMPORTA
ES LA VIDA

Danilo Sánchez Lihón




1. Peñas 
y boscajes

¿Qué contenía la poesía de César Vallejo –me pregunto ahora yo–, para que, a jovencitos de apenas doce a quince años, como éramos los que cursábamos la Educación Secundaria en mi comarca, y que fue la generación que tan apasionadamente lo asumimos, nos encandilaba tanto, mientras estudiábamos en el colegio que llevaba el nombre del poeta? ¿Cuáles eran las razones por las cuales nos atrapara, al punto de recitar su poesía a solas o acompañados, muchas veces en grupo, por calles oscuras o iluminadas, en las esquinas o bajo los aleros y balcones, y de andar por los caminos declamándola a los cuatro vientos!, ¡y esto a cualquier hora del día!
Y de evocarla aún más frente a la naturaleza misteriosa, encantada y hasta salvaje. Por ejemplo, nos encantaba decirla frente a un chorro de agua gigantesco y apabullante que hacía el río Patarata antes de caer en un revoltijo de hervores en una poza recóndita que en mi pueblo la denominamos hasta ahora La Pamplona. 
Y mucho más cuando sus aguas eran temibles, porque caían en turbiones y dando latigazos, tanto que todo el caudal del río en ese punto se torna una inmensa columna de espuma blanca que se eleva al cielo, mientras el agua se revuelve abajo atronadora y encima fantasmal. Ante ese fragor recitábamos a Vallejo. Como otras veces lo hacíamos frente a una hondonada llamada El Infiernillo, o más simplemente, frente a la pared de los cerros cubiertos de peñas y boscajes que repetían en eco los versos que les íbamos diciendo.


2. Para
siempre

Pero también ella estaba presente ante la turbación del amor juvenil que estallaba en esos días en nuestros corazones como se abre una flor en el día más radiante o en la noche más tenebrosa. Igual a lo que ocurre ahora, cuando constatamos en Santiago de Chuco a una juventud pletórica que vibra estremecida con la poesía de César Vallejo. Así, repetíamos, cuando dice:
MEDIALUZ
He soñado una fuga. Y he soñado
tus encajes en la alcoba.
A lo largo de un muelle, alguna madre;
y sus quince años dando el seno a una hora.
He soñado una fuga. Un "para siempre"
suspirado en la escala de una proa;
he soñado una madre;
unas frescas matitas de verdura,
y el ajuar constelado de una aurora.
A lo largo de un muelle...
Y a lo largo de un cuello que se ahoga!




3. Vida 
incipiente

Era por estas razones, entonces, la adhesión incondicional y el fervor sin cortapisas que le dedicábamos a César Vallejo, y del que veníamos hablando.
Pero hay algo más que trata de contestar con más propiedad las interrogantes planteadas y expuestas, del por qué tanto fervor. Y mi respuesta es:
Concitaba esa adhesión y vigencia un hecho, entre muchos otros, pero que quizás este sea el que más nos entusiasmaba y encantaba hasta ahora, a la juventud anterior y presente. Y este hecho era y es:
¡Por la vida que la poesía de César Vallejo explora, trasmite y trasunta! ¡Por la vida que a través de su poesía se cierne, se acrisola y se hace cada vez más inmensa! Es por esa intensidad de vida que tanto en su transcurrir diario con sus pasos, como en su poesía, alcanza a contenerse, a borbotar y trascender.
Es por la vida que se acumula, que se acrisola y estalla; y que en cada poema y en cada verso suyo se manifiesta, y que hace estallar al fondo de nuestro ser y delante de nuestros ojos la evidencia. La evidencia de la vida incipiente, pugnaz y pujante; que batalla y aparece por el enrejado de sus poemas que él nos lo ofrece, y del que vuelve a ser el detonador. Y que a nosotros nos envuelve y conmueve y compromete, hasta ahora.


4. Sangre 
tinta

Aquella vida que, por ejemplo, rezuma en el poema Ascuas, donde se expresa así:
ASCUAS
Luciré para Tilia, en la tragedia
mis estrofas en ópimos racimos;
sangrará cada fruta melodiosa,
como un sol funeral, lúgubres vinos,
Tilia tendrá la cruz
que en la hora final será de luz!
Prenderé para Tilia, en la tragedia,
la gota de fragor que hay en mis labios;
y el labio, al encresparse para el beso,
se partirá en cien pétalos sagrados.
Tilia tendrá el puñal,
el puñal floricida y auroral!
Ya en la sombra, heroína, intacta y mártir,
tendrás bajo tus plantas a la Vida;
mientras veles, rezando mis estrofas,
mi testa, como una hostia en sangre tinta!
Y en un lirio, voraz,
mi sangre, como un virus, beberás!




5. Sin 
horarios

Es el descubrimiento de la vida. De la vida en esencia y presencia, con más coraje y conciencia asumida. 
Aquello que nos convencía y sigue convenciendo en Vallejo es la vida, que en él se la ve tan concentrada y a la vez tan desasida; tan simple y a la vez tan honda y compleja; la vida tan poderosa y tan indefensa.
Aquí pasmada y sin saber qué hacer. O bien que corre a refugiarse. O bien que se expone o permanece. La vida aquí, que nos honra y apabulla. La vida como una herida abierta, y que sangra. 
La vida que es leve y es vasta, que tiene la hondura y la riqueza que Vallejo la supo dar, resultando él ser un vitalista.
Pero, ¿qué es la vida? Con Vallejo, ¿qué es la vida? Es vivir sin atajos y sin interferencias, descarnadamente. Es la vida pura, directa y sin ambages. 
Es vivir en vilo. Es vivir el día a día. Sin horarios ni tapujos. 
Y es poesía en defensa de la vida. Defendiendo lo vivido. Es hallazgo de la vida desde el principio y sin término.

Hotel El Arco en Trujillo, en donde residió Vallejo

6. Ya 
no llores

Como la constatamos en este poema:
VERANO
Verano, ya me voy. Y me dan pena
las manitas sumisas de tus tardes.
Llegas devotamente; llegas viejo;
y ya no encontrarás en mi alma a nadie.
Verano! Y pasarás por mis balcones
con gran rosario de amatistas y oros,
como un obispo triste que llegara
de lejos a buscar y bendecir
los rotos aros de unos muertos novios.
Verano, ya me voy. Allá, en setiembre
tengo una rosa que te encargo mucho;
la regarás de agua bendita todos
los días de pecado y de sepulcro.
Si a fuerza de llorar el mausoleo,
con luz de fe su mármol aletea,
levanta en alto tu responso, y pide
a Dios que siga para siempre muerta.
Todo ha de ser ya tarde;
y tú no encontrarás en mi alma a nadie.
Ya no llores, Verano! En aquel surco
muere una rosa que renace mucho...




7. El 
hombre

Todo ello hace que César Vallejo resulte ser un poeta fundamental para el aquí y para el ahora. Para la realidad circundante, cualquiera sea el lugar donde nos encontremos. Y ello es porque su mensaje es de naturaleza esencial para los tiempos presentes.
Y, ¿cuál es ese mensaje? El valor de la vida cotidiana, que en César Vallejo alcanza su nivel más elevado e inhiesto, nítido e imperecedero, como también la solidaridad.
Su mensaje primordial es que lo que importa en realidad es el torrente de la vida. Sus batallas, sus ganancias y sus pérdidas. Lo que importa es el aliento y el pálpito de lo que el corazón siente. 
Lo que importa es el borbotón de sangre. Y el abrazo. Lo que importa es reconocernos vivos y, en ese espejo o lago, reflejarnos íntegros.
Lo que importa es la mirada. La dicha como su reverso: no soslayar el mirar de frente a la desgracia que él encara, desnuda y combate, como lo hizo en Los heraldos negros que ahora celebramos.
Importa el camino, la noche y la alborada. 
Su mensaje en síntesis es el de un himno de humanismo indestructible, e indesmayable. Y dentro de ese núcleo y centro, ¡el hombre! Sus emociones y pensamientos. Y frente a la mecanización, importa lo humano siempre, aún más que Dios, a quien él, como ningún otro humaniza.


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