31 DE OCTUBRE
DÍA DE LA CANCIÓN CRIOLLA
QUE
YA NUNCA
MORIRÁ
Danilo Sánchez Lihón
Chabuca Granda
1.
Geografía
del
alma
El vals La flor de la canela que es un emblema
nacional del Perú, su antora Chabuca Granda, siempre declaró que fue inspirado por
la dama de raza negra Victoria Angulo Castillo de Loyola, vecina del distrito
limeño del Rímac, y a quien Chabuca le ofrenda esta canción como regalo de
onomástico el día que aquella señora cumplió años, y que fue un 21 de julio del
año 1950.
El título es una frase que en el Perú se
usaba desde principios de la época virreinal como expresión de finura, de preciosidad
y exquisitez; de gracia, distinción y donaire; como de calidad y hermosura excepcional.
Se la decía para señalar a lo muy bien
hecho y logrado, lo perfecto y acrisolado, como a lo impoluto y no contaminado,
a lo cual se le decía “La flor de la canela”, como ahora ha quedado como una
canción que nos representa.
Así como al interior de la canción hay otra
frase típica, y cual es: “El puente, el río y la alameda” que la consagró el
historiador Raúl Porras Barrenechea, dedicándola a Chabuca Granda a quien
conoció de niña, y la orientó en el cultivo de un limeñismo sutil, galano y
esencial.
La pergeñó para ella, como una manera de
acercarse a esa geografía del alma que ella trataba
de evocar y reflejar en sus canciones.
2.
Ya nunca
morirá
Sin embargo, la canción fue lanzada a la
fama un año después, en 1951, y a quienes les deparó la suerte tener este honor
fue al trío Los Chamas. Para después ser interpretada por los más célebres
artistas de la canción en el mundo.
Vals en donde ha quedado indeleble y
encantada la Lima señorial, de mantilla y pañuelo, de sedas y tafetanes, de
brocados y terciopelos, como de altares, procesiones y escapularios.
En ella ha quedado estampada la Lima de
atavíos y celosías, de encajes y bordados, de paseos y estandartes y fiestas primorosas.
Aquella Lima elegante, de blasones y
donaire, cuyo aroma por estar impregnada en esta canción ya
nunca morirá.
Y que, más bien, irradiará eternamente cada
vez que se module o entone la letra y los sones de esta melodía que ha pasado a
ser un ícono nacional y un patrimonio universal.
Y que empiezan diciendo así:
3. Aromas
de mixtura
Déjame que te
cuente limeño,
déjame que te
diga la gloria,
del ensueño
que evoca la memoria
del viejo puente, el río y la alameda.
Déjame que te
cuente limeño,
ahora que aún
perfuma el recuerdo,
ahora que aún
se mece en un sueño
el viejo puente, el río y la alameda.
Jazmines en el pelo y rosas en la cara,
airosa caminaba la flor de la canela,
derramaba lisura y a su paso dejaba
aromas de mixtura que en el pecho llevaba...
4. Realidad
y fantasía
Canción donde se recoge tal cual es el encanto de la
limeña en el compás del balanceo de la cadera en el caminar.
Donde el centro, como imagen, además del hombre y la
mujer, es “el puente, el río y la alameda”, seguramente aquel que cruza de la
Lima antigua al barrio del Rímac popular, sufrido y aletargado en el tiempo.
Donde el río es sinónimo de devenir, de historia y
tradición, y la alameda representa el paso de la vida simple, espontánea y cotidiana.
Canción airosa y galana, como los personajes que
evoca, hombre y mujer, y todo lo que la canción recrea.
Donde no falta el preciosismo de las flores de la “Ciudad
Jardín”, de la Lima señorial, con su carácter etéreo, sublime y de ensoñación.
Donde se juntan realidad y
fantasía, el pasado y el futuro de la Tres Veces Coronada Villa de los
Reyes, que se llama así porque ciertamente fue coronada tres veces, pero que al
decir “Ciudad de los Reyes” no alude, esta vez, a los reyes de España sino a
los Reyes Magos, bajo cuya advocación Lima fuera fundada.
5. Adornada
con jazmines
Y continúa así la letra y música de la canción:
por la vereda que se estremece
al ritmo de su cadera,
recogía la
risa de la brisa del río
y al viento
la lanzaba
del puente a la alameda.
Déjame que te
cuente limeño,
¡Ay!, deja
que te diga moreno mi pensamiento,
a ver si así
despiertas del sueño,
del sueño que
entretiene, moreno,
tu sentimiento.
Aspira de la
lisura que da la flor de canela,
adornada con jazmines matizando su
hermosura,
alfombra de
nuevo el puente,
y engalana la
alameda,
que el río acompasara su paso por la vereda.
Oscar Avilés y el Zambo Cavero
6. Vereda que
se estremece
De tono lánguido y a la vez festivo, de ritmo evocador
y a la vez tangible, donde está presente el hecho cotidiano, pero también el
boato, la excelsitud y la gloria de una ciudad en muchos aspectos legendaria y
mítica.
Donde está presente la arquitectura y la evocación de
la memoria de la Lima dorada, de la Lima evocada con ribetes de leyenda, de aureola
y de estampa palaciega.
Rememorando, seguramente, la Alameda de los Descalzos
o el Paseo de Aguas de la Lima del Virrey Manuel Amat y Junyent, y de Micaela
Villegas, La Perricholi, su amante presumida, casquivana y caprichosa.
Donde en la canción se vuelve a repetir:
Y recuerdo que:
Jazmines en
el pelo y rosas en la cara,
airosa
caminaba la flor de la canela,
derramaba
lisura y a su paso dejaba
aromas de mixtura que en el pecho llevaba.
Del puente a
la alameda, menudo pie la lleva
por la vereda que se estremece
al ritmo de
su cadera...
Paseo de Aguas, en el Rímac
7. Verdades
supremas
Y queriendo dar término a esta añoranza, evocaré algo
personal e íntimo: Mi padre en la mesa a la hora de comer siempre nos refería
acerca de hechos enaltecedores, de aquellos que nos hicieran sentirnos
orgullosos por lo nuestro. Así, recuerdo nítidamente que a la hora del almuerzo
cuando yo era niño, nos refirió sobre Chabuca Granda, siempre con
reconocimiento y admiración, y aludió a un reportaje y entrevista que se le había
hecho y difundido por la radio, que mi padre escuchaba siempre cogido a un
lápiz y con una libreta de apuntes al frente, en donde anotaba todo lo que
consideraba de importancia para después mencionarnos nombres de personas,
lugares y fechas.
Nos refirió que en aquella entrevista a Chabuca Granda
ella contaba que, al viajar a Nueva York, y visitar el Empire State Building,
el edificio más alto del mundo en aquel entonces, su sorpresa al subir por uno
de los ascensores fue que como música de fondo en ese momento se dejaba
escuchar las notas de “La flor de la Canela”.
No he querido comprobar este dato. Lo escuché de mi
padre, y fuese como fuese, quiero que quede así, intacto; tal y como a él lo
escuché decir. Tal como ocurre con los enamorados, que se permiten todo lo
hermoso que sea posible, y que lo dice él o ella, sean o no sean cierto, o verdad,
las cosas que refieren, pero que quedan como certezas irrefutables, porque
calzan y coinciden, sin someterlas a juicio, como son las verdades supremas de
la vida. Y, tal como es la canción “La flor de la canela”, además de la gracia
y el misterio que contienen, apunta directamente a lo que el corazón siente y demanda.
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