NACE MIGUEL HERNÁNDEZ
CAMINO
DE
LUZ
Danilo Sánchez Lihón
1. Noción
de las cosas simples
El poeta Miguel Hernández nació un día como hoy, el 30
de octubre del año 1910 en Orihuela, en la costa mediterránea de España; de
origen campesino fue en su infancia y juventud pastor de cabras, ovejas y
vacas; y de los celajes y arreboles, de la luna bogando entre las nubes y las
flores, y de los luceros del firmamento.
En cuanto al cultivo de su alma y de su mente fue un
autodidacta, y es increíble que su formación literaria lo lograra leyendo
fascinado entre correría y correría por atajar algún animal que no cayera en el
barranco, o en amamantar a un cordero tierno, al mismo tiempo que pastoreaba,
leía todo libro que pudieran coger sus manos.
Pero eso sí, oteaba esa línea temblorosa y sin color
que divide o junta la tierra con el cielo infinito y que llamamos horizonte, en
donde su ensoñación erigía cada tarde una casa grande que compartiríamos todos
los hombres de la tierra, llevando consigo los libros que podía prestar y que deambulaban
en las viejas casas.
Y bajo aquel cielo abierto de Orihuela leyó tan bien y
nítidamente a los clásicos españoles y universales que le permitieron escribir
poemas que pronto lo situaron a nivel de los grandes poetas líricos de su
tiempo, sin que le hicieran perder ese candor y esa noción simple y sencilla de
las cosas, ni le apagaran su decisión de aferrarse y buscar la felicidad para
todos.
2. Amor
legendario
Poeta de corazón solidario, hermano natural del agua,
bueno, noble y auténtico con todo lo verdadero y creado. Puro como una fruta,
como una manzana, un arroyo o una fuente. Y límpido como una ciruela, naranja o
cebolla
Por eso, al estallar en su país la Guerra Civil Española
en el año 1936, supo a quién defender y se adhirió a quienes comulgan con los
que sufren, con quienes están al lado del pueblo de la democracia.
Y enarboló, como lo hizo César Vallejo, la causa de la
República Española con tanto fervor y pasión porque reconoció que esa opción
era la que contenía aquella imagen de la casa grande en el horizonte que tanto
había anhelado que se hiciera verdad en el ámbito social cuando pastaba sus
cabras, ovejas y vacas.
Y se alistó como voluntario en el 5° Regimiento de la
República, alentando a las masas a defender los principios de la legalidad
democrática y de la justicia social. Y luchando como soldado apasionado en las
batallas de Teruel, Andalucía y Extremadura.
En marzo de 1937 haciendo un alto en las acciones de
armas regresó a su Orihuela nativa a casarse con la niña de la cual se había
despedido dejándola en sollozos y cuyo nombre es Josefina Manresa, desde
entonces nombre legendario porque es un amor a prueba de renuncias, de
sacrificios y de fe absoluta en sus ideales.
3. Tanto
dolor
En esos días con ella conciben un hijo que nació
hermoso, pero que cuando él estaba lejos en el frente de guerra, por el hambre,
el frío y el cierzo que se colaban por la cabaña que Josefina cuidaba sola,
murió cuando él luchaba en el frente de guerra; todos estos sacrificios y
martirios que hacen que ambos encarnen uno de aquellos grandes amores
legendarios de la historia humana, por la devoción y consagración con que se
amaron y profesaron el uno al otro.
Pero, he aquí el poema que él escribe en homenaje a un
amigo entrañable, donde consigna la siguiente dedicatoria: En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón
Sijé, con quien tanto quería.): Poema titulado Elegía que empieza así:
Yo quiero ser
llorando el hortelano
De la tierra
que ocupas y estercolas,
Compañero del alma, tan temprano.
Alimentando
lluvias, caracolas
Y órganos mi
dolor sin instrumento,
A las desalentadas amapolas
Daré tu
corazón por alimento,
Tanto dolor
se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento
Un manotazo
duro, un golpe helado,
Un hachazo
invisible y homicida,
Un empujón brutal te ha derribado.
4. En
este
y en el otro mundo
Y prosigue:
No hay extensión
más grande que mi herida,
lloro mi
desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre
rastrojos de difuntos,
y sin calor
de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano
levantó la muerte el vuelo,
temprano
madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a
la muerte enamorada,
no perdono a
la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos
levanto una tormenta
de piedras,
rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
“Siento
más tu muerte que mi vida”, le dice, porque se puede transitar de esta a la
otra orilla, y cuando se quiere no hay problema de estar más que en este en el otro mundo. Y continúa el poema:
de las rosas
Quiero
escarbar la tierra con los dientes,
quiero
apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar
la tierra hasta encontrarte
y besarte la
noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi
huerto y a mi higuera:
por los altos
andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de
angelicales ceras y labores.
Volverás al
arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la
sombra de mis cejas,
y tu sangre
se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón,
ya terciopelo ajado,
llama a un
campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro
de nata te requiero,
que tenemos
que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
6. Juntos
siguen abriendo
Miguel Hernández y César Vallejo se dieron el abrazo
más hondo cuando ambos preguntaron por sus nombres con ocasión de coincidir en
el 2° Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, realizado en Valencia
en el verano de 1937. Desde mucho antes reconocían que ambos defendían los
mismos principios y hacían flamear una misma bandera de identificación con el
pueblo sufrido como militaban defendiendo los mismos ideales.
Y a ambos les cupo morir pronto consumidos por la
misma pasión, defendiendo la España popular, César Vallejo en abril de 1938 y
Miguel Hernández en marzo de 1942 en la enfermería de la prisión de Alicante,
cuando apenas contaba con 31 años de edad.
César Vallejo y Miguel Hernández están
indisolublemente unidos en el ejemplo de lo que es el compromiso vital con el
hombre común, con la historia como signo y proceso para la plena realización
individual y colectiva, abrazando la causa de los pobres y desheredados del
mundo, alentando en la poesía los más altos y acrisolados valores humanos.
7. Clave
de ser
Poesía como resistencia cultural; para alterar,
corregir e imponerse sobre las cosas del mundo.
Poesía como una victoria propicia. Para seguir
viviendo, coherente con la raigambre vasta y profunda como es el Perú.
Poesía convicta y confesa, que no cante a la lluvia,
sino que haga llover. Que no alabe al sol, sino que sea el sol mismo. Que no
eleve proclamas, sino que ella misma cambie el mundo.
Que nos eleve, exalte, nos haga apasionados, con la
capacidad y la clave secreta para sublevarnos.
Poesía valerosa, guerrera, audaz, inherente al ser del
hombre, como clave de ser en el mundo.
Santiago de Chuco como capital de la poesía en el Perú
deben erigir en la Av. de la Poesía situada al ingreso de esta ciudad andina la
estatua de Miguel Hernández y de todos aquellos poetas en los cuales se
reconozca su afinidad con César Vallejo, como Federico García Lorca y Rafael
Alberti, que juntos siguen abriendo el mismo camino de luz sobre la faz de la
tierra.
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