sábado, 12 de octubre de 2019

12 de octubre. Día de los Pueblos Originarios. ¿Encuentro o desencuentro?


12 DE OCTUBRE
DÍA DE LOS PUEBLOS
ORIGINARIOS

12 DE OCTUBRE
¿ENCUENTRO O
DESENCUENTRO?


Danilo Sánchez Lihón



Sacsayhuamán, sinfonía de piedra

1. El cerebro
frente al corazón

La imagen del cóndor aleteando amarrado e hiriendo a picotazos el lomo sangrante del toro que corcovea, en esa expresión ritual y simbólica que es Yahuar Fiesta, es la representación más genuina del desencuentro entre las culturas originarias de América y la invasión del mundo occidental en nuestro ámbito en donde florecieron culturas de fábula.
Y es que son regiones o continentes, culturas o civilizaciones, no solo diferentes sino mundos que sintetizan cada uno realidades hasta opuestas y antagónicas, más que por la ubicación geográfica por los contenidos anímicos de que están conformadas y constituidas.
Pero no solamente es en ese orden, o en las órbitas de temas que cada uno de esos mundos simboliza, sino que también lo distinto se da por las actitudes, temperamento y tradición que los distingue: la razón ante la pasión, el cerebro frente al corazón, la ciencia y tecnología frente al arte y la creatividad; el cálculo ante lo imprevisible; y hasta lo frío y helado frente a lo cálido, impulsivo y ardoroso, entelequias que lamentablemente hasta ahora no se fusionan ni se encuentran porque son mundos que todavía se excluyen mutuamente.

Sacsayhuamán, en el Cusco

2. Jóvenes
en el espíritu

Y es que los europeos que participaron de la conquista del Nuevo Mundo y especialmente del mundo andino no entendieron ni comprendieron jamás la magnificencia de lo que aquí había ni la esplendidez de lo que destruían ni la grandeza de las culturas que avasallaban con su política euro centrista y genocida.
Expoliaron culturas que había decantado la experiencia humana con sabiduría suprema, tanto que cada día los seres humanos pertenecientes a dichas culturas en vez de envejecer amanecían más tiernos, sabios, candorosos e inocentes.
Por lo menos mil años de paz evidencia el testimonio de la cultura Caral, cercana al puerto de Supe en el Perú, donde entre los vestigios de su suelo no se han encontrado ningún tipo de armas, menos las de guerra sino más bien toda clase de instrumentos musicales.
Y no es que esta inocencia era así porque las nuestras eran culturas jóvenes o recientes. No, al contrario. Ahora se sabe que éramos o somos muy antiguos, pero jóvenes en el espíritu, en nuestras concepciones y valores con que hasta ahora vivimos.

Un mundo de fiesta y celebración

3. Canto
e himno

Y era así porque en el desarrollo de las sociedades que se organizaron aquí, en nuestro suelo, se extrajo lo bueno y se descartó lo malo y adverso. Y que, sin embargo, no ocurrió así en Europa envuelto en guerras y conflictos de todo tipo.
Aquí nos orientamos con un sentido cabal de lo que era el bien para todos, solidariamente; para lo cual no hay que ser geniales sino tener sentido común. Y lo grandioso es hacer del sentido común una Política de Estado, que es lo que se hizo entre nosotros.
De otro lado, somos una cultura que con su inspiración colectivista había sabido encontrar que el valor más alto para vivir juntos era el sentido colectivista de la vida y de la sociedad. Y en base a ese eje se organizó toda la realidad y lo que soñamos, tanto en las culturas anteriores a los Incas como, por su puesto, en la civilización Incaica.
Esa razón de ser y esa esencia cultural pervive hasta ahora, aunque asociada a poblaciones empobrecidas, pero alentando esos contenidos, aunque lacerados y atravesados de dolor, aunque también con un valor agregado supremo como es la hermandad, que un poeta como César Vallejo y un narrador como José María Arguedas lo han sabido interpretar y convertir en canto e himno de victoria. 

Andenes incaicos

4. Con la luz
del sol

Nosotros, por ejemplo, como cultura andina no somos ni lo hemos sido nunca guerreristas. No hemos arrasado pueblos ni hemos devastado territorios.
Y esta es una de las razones para que nuestras culturas sucumbieran ante invasores implacables en sembrar a su paso odio, destrucción y muerte, aniquilando comunidades y pueblos enteros, como ocurrió entre nosotros en la Guerra del Pacífico.
Como tampoco hubo aquí mendigos ni pordioseros, como nos lo impone ahora el capitalismo y la dominación. En el mundo andino no hubo miseria, ni suciedad, ni mugre ni sarnas, ni pestes que asolaran como sí ocurrió en Europa.
Tampoco hubo aquí brujería, magia negra ni quiromancia ni supersticiones. Es la nuestra una cultura diáfana, transparente y auroral. Es una cultura de alborada, matinal y de amanecida; de alumbrarnos y alentarnos con la luz del sol.
Léase en cambio la historia de cualquiera de los países europeos, y de cualquier siglo, y se comprobará una sociedad mísera, pobre de alma y de espíritu.

Se cultiva en las cumbres

5. Llenado
sus arcas

Las pestes no las incubamos aquí, sino que encontraron su caldo de cultivo en Europa por su desaseo y suciedad. Y debido a ello sufrieron devastaciones; primero ellos que las engendraron y después nosotros hacia quienes las transfirieron. Y trajeron todas las enfermedades endémicas y contagiosas.
En cambio, a costa del oro del Perú Europa se enriqueció de manera desmesurada. No obstante, ahora, desde su posición cómoda y holgada, obtenida en base a la usura nos miran sobre el hombro y se afanan en desconocer la historia que siempre nos otorga una posición elevada.
La relación de nuestro mundo con occidente devino así en una relación conflictiva de dominación y explotación de parte de ellos; de resistencia y búsqueda de modelos que pudieran ser síntesis de unos y otros para nuestras sociedades.
La actitud soberbia de Europa respecto a la América Latina entonces es injusta, porque hacia ellos siempre hemos actuado generosamente. Hemos llenado sus arcas de oro, de plata y de toda clase de metales, pero también de alimentos que se han tornado básicos en la dieta de cada día en el viejo continente. Y las seguimos llenando.

Choquequirao, construido dobre abismos

6. Un
porvenir

Como también hemos prodigado especies de plantas medicinales a tal punto que el 80 % de la farmacopea mundial proviene de las plantas curativas de las culturas originarias de América del Sur, y en mayor proporción desde el Perú.
Y ello, ¿a cambio de qué? Por ahora de un sentido mecánico del mundo y la vida y de un modelo nefasto de desarrollo que toma como eje el dinero, la plusvalía, el factor económico y financiero, aplicados a sangre y fuego hasta el día de hoy, y que encuentra su expresión en el fenómeno de la globalización.
Pero pronto se generaron entre nosotros movimientos de resistencia y de construcción de un porvenir promisorio para nuestros pueblos, en base a nuestros principios y concepciones del mundo, los mismos que están vigentes en el acervo y la fuente de lo que reconocemos como la Utopía Andina.
De nuestra parte nuestro vínculo con Europa ha sido siempre generoso. Hasta fines del siglo XIX aún eran continuas las oleadas de migrantes europeos que venían a nuestras tierras en condición de parias, y a quienes otorgamos tierras para que las produzcan y se tracen un porvenir en zonas como el Pozuso.

En Machu Picchu

7. Legado
y privilegio

Territorio el nuestro rico en historia. Donde ahora seremos todavía pobres superficialmente, pero muy ricos en ancestro, en bagaje cultural y en tradiciones.
Donde florecieron culturas de asombro y de fábula que no solo llegaron a un desarrollo científico y tecnológico muy grande, sino que alcanzaron un consumado desarrollo anímico y espiritual, de culturas de fiesta y celebración.
De las diez culturas más notables del ámbito sudamericano, las diez a lo largo de la historia, en diferentes épocas, florecieron en el espacio geográfico y cultural de lo que es ahora el Perú. Por eso tenemos un mensaje profundo que dar. Y este es un mensaje de paz.
Caral garantizó una paz de mil años. Por eso el hombre del ande baila, canta, festeja a la vida y es feliz, pese a la pobreza que las relaciones injustas con occidente han establecido.
Cultivemos, por eso, el gran honor y el orgullo de haber nacido y pertenecer al ámbito del mundo andino que es de utopía, hecho que constituye un verdadero legado, privilegio y desafío de trabajar a favor del evangelio de la solidaridad humana que forma parte de nuestra genética y eje de nuestra concepción del mundo y la vida.


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