12 DE OCTUBRE
DÍA
DE LOS PUEBLOS
ORIGINARIOS
12 DE OCTUBRE
¿ENCUENTRO O
DESENCUENTRO?
Danilo
Sánchez Lihón
Sacsayhuamán, sinfonía de piedra
1. El cerebro
frente al corazón
La imagen del
cóndor aleteando amarrado e hiriendo a picotazos el lomo sangrante del toro que
corcovea, en esa expresión ritual y simbólica que es Yahuar Fiesta, es la
representación más genuina del desencuentro entre las culturas originarias de
América y la invasión del mundo occidental en nuestro ámbito en donde
florecieron culturas de fábula.
Y es que son
regiones o continentes, culturas o civilizaciones, no solo diferentes sino mundos
que sintetizan cada uno realidades hasta opuestas y antagónicas, más que por la
ubicación geográfica por los contenidos anímicos de que están conformadas y
constituidas.
Pero no
solamente es en ese orden, o en las órbitas de temas que cada uno de esos
mundos simboliza, sino que también lo distinto se da por las actitudes,
temperamento y tradición que los distingue: la razón ante la pasión, el cerebro
frente al corazón, la ciencia y tecnología frente al arte y la creatividad; el
cálculo ante lo imprevisible; y hasta lo frío y helado frente a lo cálido, impulsivo
y ardoroso, entelequias que lamentablemente hasta ahora no se fusionan ni se
encuentran porque son mundos que todavía se excluyen mutuamente.
2. Jóvenes
en el espíritu
Y es que los
europeos que participaron de la conquista del Nuevo Mundo y especialmente del
mundo andino no entendieron ni comprendieron jamás la magnificencia de lo que
aquí había ni la esplendidez de lo que destruían ni la grandeza de las culturas
que avasallaban con su política euro centrista y genocida.
Expoliaron
culturas que había decantado la experiencia humana con sabiduría suprema, tanto
que cada día los seres humanos pertenecientes a dichas culturas en vez de
envejecer amanecían más tiernos, sabios, candorosos e inocentes.
Por lo menos mil
años de paz evidencia el testimonio de la cultura Caral, cercana al puerto de
Supe en el Perú, donde entre los vestigios de su suelo no se han encontrado ningún
tipo de armas, menos las de guerra sino más bien toda clase de instrumentos
musicales.
Y no es que esta
inocencia era así porque las nuestras eran culturas jóvenes o recientes. No, al
contrario. Ahora se sabe que éramos o somos muy antiguos, pero jóvenes en el
espíritu, en nuestras concepciones y valores con que hasta ahora vivimos.
3. Canto
e himno
Y era así porque
en el desarrollo de las sociedades que se organizaron aquí, en nuestro suelo,
se extrajo lo bueno y se descartó lo malo y adverso. Y que, sin embargo, no
ocurrió así en Europa envuelto en guerras y conflictos de todo tipo.
Aquí nos orientamos
con un sentido cabal de lo que era el bien para todos, solidariamente; para lo
cual no hay que ser geniales sino tener sentido común. Y lo grandioso es hacer
del sentido común una Política de Estado, que es lo que se hizo entre nosotros.
De otro lado,
somos una cultura que con su inspiración colectivista había sabido encontrar
que el valor más alto para vivir juntos era el sentido colectivista de la vida
y de la sociedad. Y en base a ese eje se organizó toda la realidad y lo que
soñamos, tanto en las culturas anteriores a los Incas como, por su puesto, en
la civilización Incaica.
Esa razón de ser
y esa esencia cultural pervive hasta ahora, aunque asociada a poblaciones
empobrecidas, pero alentando esos contenidos, aunque lacerados y atravesados de
dolor, aunque también con un valor agregado supremo como es la hermandad, que
un poeta como César Vallejo y un narrador como José María Arguedas lo han
sabido interpretar y convertir en canto e himno de victoria.
4. Con la luz
del sol
Nosotros, por
ejemplo, como cultura andina no somos ni lo hemos sido nunca guerreristas. No
hemos arrasado pueblos ni hemos devastado territorios.
Y esta es una de
las razones para que nuestras culturas sucumbieran ante invasores implacables
en sembrar a su paso odio, destrucción y muerte, aniquilando comunidades y
pueblos enteros, como ocurrió entre nosotros en la Guerra del Pacífico.
Como tampoco
hubo aquí mendigos ni pordioseros, como nos lo impone ahora el capitalismo y la
dominación. En el mundo andino no hubo miseria, ni suciedad, ni mugre ni
sarnas, ni pestes que asolaran como sí ocurrió en Europa.
Tampoco hubo
aquí brujería, magia negra ni quiromancia ni supersticiones. Es la nuestra una
cultura diáfana, transparente y auroral. Es una cultura de alborada, matinal y
de amanecida; de alumbrarnos y alentarnos con la luz del sol.
Léase en cambio
la historia de cualquiera de los países europeos, y de cualquier siglo, y se
comprobará una sociedad mísera, pobre de alma y de espíritu.
5. Llenado
sus arcas
Las pestes no
las incubamos aquí, sino que encontraron su caldo de cultivo en Europa por su desaseo
y suciedad. Y debido a ello sufrieron devastaciones; primero ellos que las
engendraron y después nosotros hacia quienes las transfirieron. Y trajeron
todas las enfermedades endémicas y contagiosas.
En cambio, a
costa del oro del Perú Europa se enriqueció de manera desmesurada. No obstante,
ahora, desde su posición cómoda y holgada, obtenida en base a la usura nos
miran sobre el hombro y se afanan en desconocer la historia que siempre nos
otorga una posición elevada.
La relación de
nuestro mundo con occidente devino así en una relación conflictiva de
dominación y explotación de parte de ellos; de resistencia y búsqueda de
modelos que pudieran ser síntesis de unos y otros para nuestras sociedades.
La actitud
soberbia de Europa respecto a la América Latina entonces es injusta, porque
hacia ellos siempre hemos actuado generosamente. Hemos llenado sus arcas de
oro, de plata y de toda clase de metales, pero también de alimentos que se han
tornado básicos en la dieta de cada día en el viejo continente. Y las seguimos
llenando.
6. Un
porvenir
Como también
hemos prodigado especies de plantas medicinales a tal punto que el 80 % de la
farmacopea mundial proviene de las plantas curativas de las culturas
originarias de América del Sur, y en mayor proporción desde el Perú.
Y ello, ¿a
cambio de qué? Por ahora de un sentido mecánico del mundo y la vida y de un
modelo nefasto de desarrollo que toma como eje el dinero, la plusvalía, el
factor económico y financiero, aplicados a sangre y fuego hasta el día de hoy,
y que encuentra su expresión en el fenómeno de la globalización.
Pero pronto se
generaron entre nosotros movimientos de resistencia y de construcción de un
porvenir promisorio para nuestros pueblos, en base a nuestros principios y
concepciones del mundo, los mismos que están vigentes en el acervo y la fuente
de lo que reconocemos como la Utopía Andina.
De nuestra parte
nuestro vínculo con Europa ha sido siempre generoso. Hasta fines del siglo XIX
aún eran continuas las oleadas de migrantes europeos que venían a nuestras
tierras en condición de parias, y a quienes otorgamos tierras para que las
produzcan y se tracen un porvenir en zonas como el Pozuso.
7. Legado
y privilegio
Territorio el
nuestro rico en historia. Donde ahora seremos todavía pobres superficialmente,
pero muy ricos en ancestro, en bagaje cultural y en tradiciones.
Donde
florecieron culturas de asombro y de fábula que no solo llegaron a un
desarrollo científico y tecnológico muy grande, sino que alcanzaron un
consumado desarrollo anímico y espiritual, de culturas de fiesta y celebración.
De las diez
culturas más notables del ámbito sudamericano, las diez a lo largo de la
historia, en diferentes épocas, florecieron en el espacio geográfico y cultural
de lo que es ahora el Perú. Por eso tenemos un mensaje profundo que dar. Y este
es un mensaje de paz.
Caral garantizó
una paz de mil años. Por eso el hombre del ande baila, canta, festeja a la vida
y es feliz, pese a la pobreza que las relaciones injustas con occidente han
establecido.
Cultivemos, por
eso, el gran honor y el orgullo de haber nacido y pertenecer al ámbito del
mundo andino que es de utopía, hecho que constituye un verdadero legado,
privilegio y desafío de trabajar a favor del evangelio de la solidaridad humana
que forma parte de nuestra genética y eje de nuestra concepción del mundo y la
vida.
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