viernes, 11 de octubre de 2019

11 de octubre. Día de la Niña. Juanita, la niña del Ampato.


11 DE OCTUBRE
DÍA DE LA NIÑA

JUANITA,
LA NIÑA
DEL AMPATO


Danilo Sánchez Lihón



                           Juanita, la niña del Ampato

1.

              Ocurrieron
Muchos anuncios, como el crepitar de la candela
              queriendo hablar,
El vuelo de las aves haciendo nudos, y otras raras
              coincidencias,
Anunciando que entre nosotros había nacido una niña
              consagrada
Al dios montaña. Y la buscamos entre las más bellas,
              porque la belleza
Y la virtud son el distintivo y el vínculo que enlaza
              a hombres
Y dioses. Y porque ser el lugar donde nace una
              elegida
Es no solo tener una diadema en la frente sino estar
              bendecidos.

                                             2.


              Y eso,
¡La comunidad lo sabe! Por tanto, con la ansiedad
              en nuestras almas
Y corazones, la buscamos como se busca la estrella
              más excelsa
Entre las estrellas que ya de por sí son excelsas. Y
              la encontramos
En lo más inhiesto y escarpado de los abismos. Y
              supimos que era ella
Por el arco iris de fuego que hay posado en su frente.
              ¡Había nacido
la núbil, la exacta! Quien todo lo es y lo sabe, aunque
              a veces te lo pregunte.
A quien nada terrenal ni efímero la toca, ni nada del
              mundo la contamina.



                             El Ampato, nevado y volcán

3. 

              Nada
De lo común y corriente le incumbe, ni roza, solo
              la luz de las estrellas
Y la nieve impoluta. En quien todo es celestial y etéreo,
              siendo apenas
Como es, una niña. De grandes ojos negros y algo
              rasgados.
De pómulos salientes, de nariz y boca pequeñas.
              De larga cabellera
Recogida en una larga trenza que se mece con el viento.
              A partir de entonces
Fue trasladada al templo, y criada como divinidad que es.
              “¿Por qué a mí?”
Pregunta. Pero después cambió: “Acato obediente este
              designio”. Ha dicho.


                                             4.

              Aquello
ocurrió ha meses, pero hoy marchamos hacia el Cusco,
              la ciudad sagrada.
“–Tengo miedo”, nos ha dicho. “–No temas, nosotros,
              tus padres te acompañamos,
Estamos en todo momento contigo”, hemos respondido.
              “¿Por qué yo?”
Nos ha preguntado. “Esas palabras no las vuelvas a decir.
              No corresponden
A tu investidura. Tú eres la ungida. Naciste la más bella
              y la más pura.
Eres la más excelsa por tus virtudes.” Ha estado triste y esto
              no es bueno.
Por eso hemos pedido que los músicos entonen compases
              menos solemnes.


                                             5.

              Ella es la niña
para ser entregada a la nieve eterna y al volcán rugiente
              quien ha de devorarla
Con sus dientes de fuego, siendo su vida un vínculo entre
              los hombres y los dioses.
Es la niña que el volcán reclama en su cráter humeante.
              Un ser puro, una flor
Inocente y tierna, una avecilla que hoy viaja aterida, en quien
              hasta sus sandalias
Y las dos plumas que coronan su frente son sagradas,
              como también los collares,
Aretes y ajorcas que luce son objeto de culto. Y hasta
              el aire que respira
Se expande por la campiña. Y cada gesto suyo son
              señales de los dioses.


Paisaje del Cusco. Foto: Jaime Sánchez Lihón
                                             
6.

              ¡Dulzura!
Ahora por el cansancio se ha dormido en la litera,
              pero la comitiva
Vela sumida en profunda reverencia. La travesía
              es dura y ardua.
Primero desde la casa nativa, pasando por las capitales
              de las panacas
Que hay en el camino, para llegar después hasta el Cusco
              sagrado, a recibir
La enseña del Inca que son fajas y borlas con las enseñas
              imperiales.
Y luego en el trayecto de regreso hasta la cumbre
              del apu montaña.
La procesión es solemne, yendo ella cargada en un anda
              ricamente ataviada.


                                             7.

              La procesión avanza.
Detrás van los sacerdotes, haciendo abluciones y
              celebrando
Ritos. Y nosotros entonando cánticos. Eso sí, las noches
              son invivibles,
Cuando los músicos entonan endechas a la luna y el alma
              se conturba y estremece.
Que es cuando ella llora de dejar esta vida donde solo cabe
              reconocer la hermosura
De lo sencillo y pródigo. Pero también cabe apreciar
              la heroicidad que ella encarna.
Pero, ¿qué es la vida? ¿Para qué hemos nacido? ¿Por qué
              este destino?
El Ampato el dios montaña ya se distingue imponente,
              y nevado en su frente.


                                             8.

              La comitiva
Se ha detenido. En cada valle o comarca se renuevan
              cargadores
Y acompañantes. Cada comunidad ha salido a recibirla
              con sus ofrendas.
Ella va abstraída y distante. Ya no dice palabras. Es
              una procesión
Seguida por una caravana de gente acarreando llamas
              y alpacas que otean
Las cumbres. La montaña ya aparece gigantesca y ella
              cada vez más niña.
El cierzo punza con sus mil cuchillos y nos entumece.
              De ella sus pies
Apenas abrigados por unas leves sandalias ceñidas. Y,
              ¿no siente frío?



                                   Juanita, la niña del Ampato

9.

              Los sacerdotes
Le han dado un brebaje que ella sorbe lentamente,
              sumida en el silbar del viento.
Le susurran una oración, que ella repite devota: “– A ti
              me acerco
Reverente y consagrada. Y me entrego a ti como virgen
              elegida.
Soy tuya. Y a ti encomiendo protección hacia al gran
              Tahuantinsuyo.”
Ya en la cumbre se le permite pedir un deseo. “– Que
              florezca la flor del cantu
Y el “no me olvides” alrededor de la casa donde he nacido
              y en el pueblo
Al cual pertenezco.” “–Tu deseo será cumplido hoy día
              mismo.”

                                             10.

              “– El dios montaña
Quiere hablar. ¡El dios tiene un mensaje para llevar
              al Cusco!”.
El cielo se ha oscurecido y se desatan descargas
              de rayos y truenos
En lo alto de la cumbre los músicos son los únicos
              que permanecen de pie,
Entonando canciones de culto. Todos los demás tienen
              sus cuerpos rendidos.
Ampato venerado. Son los sacerdotes quienes interpretan
              los signos. Y han dicho:
“– Aquí te entregamos la más excelsa de las ofrendas;
              a la niña preciosa
Jamás antes nacida en nuestras comarcas. Y aquí están
              sus padres que lloran,
Pero que tú debes secar sus lágrimas y consolarlos”.


     La mano de Juanita

                                             
11.

              Un leve golpe de porra
En la sien derecha de la niña, dado por el sacerdote
              han dejado
Su cuerpo yerto sobre la nieve. Nunca antes hubo flor
              más excelsa.
Nunca antes brilló más puro lo creado en rostro humano.
              Nunca antes
Fue más magnificente el agua, el aire, la tierra y el fuego
              en cada grumo de su cuerpo
Y que ahora conducen en procesión hasta su cripta
              labrada en plena piedra
Que luego el Apu la cubre de nieve, antes que nosotros
              nos vayamos. ¿Qué hay
más allá del sueño de la vida? Y ¿qué es la muerte?
              ¡Eso no lo sabemos!


                                             12.

              La marcha
Solemne ha terminado. Los pífanos ahora resuenan
              y aúllan
En lo más alto de la montaña. Los huáncares y
              tinyas
Se juntan al viento que atruena. Se espera el palpitar
              del dios
Recibiendo su ofrenda. El corazón de la niña ahora
              descansa en la nieve.
El sacerdote aguarda. Quita del atuendo las flores
              que se marchitan.
A su alrededor se han puesto aríbalos ceremoniales,
              recipientes llenos de chicha.
El agua baja por las peñas como si el dios montaña
              llorara.


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