11 DE OCTUBRE
DÍA DE LA NIÑA
JUANITA,
LA NIÑA
DEL AMPATO
Danilo Sánchez Lihón
Juanita, la niña del Ampato
1.
Ocurrieron
Muchos anuncios, como el crepitar de
la candela
queriendo
hablar,
El vuelo de las aves haciendo nudos,
y otras raras
coincidencias,
Anunciando que entre nosotros había
nacido una niña
consagrada
Al dios montaña. Y la buscamos entre
las más bellas,
porque
la belleza
Y la virtud son el distintivo y el vínculo
que enlaza
a
hombres
Y dioses. Y porque ser el lugar
donde nace una
elegida
Es no solo tener una diadema en la
frente sino estar
bendecidos.
2.
Y
eso,
¡La comunidad lo sabe! Por tanto, con
la ansiedad
en
nuestras almas
Y corazones, la buscamos como se
busca la estrella
más
excelsa
Entre las estrellas que ya de por sí
son excelsas. Y
la
encontramos
En lo más inhiesto y escarpado de
los abismos. Y
supimos
que era ella
Por el arco iris de fuego que hay
posado en su frente.
¡Había
nacido
la núbil, la exacta! Quien todo lo
es y lo sabe, aunque
a
veces te lo pregunte.
A quien nada terrenal ni efímero la
toca, ni nada del
mundo la contamina.
El Ampato, nevado y volcán
3.
Nada
De lo común y corriente le incumbe,
ni roza, solo
la
luz de las estrellas
Y la nieve impoluta. En quien todo
es celestial y etéreo,
siendo
apenas
Como es, una niña. De grandes ojos
negros y algo
rasgados.
De pómulos salientes, de nariz y
boca pequeñas.
De
larga cabellera
Recogida en una larga trenza que se
mece con el viento.
A
partir de entonces
Fue trasladada al templo, y criada
como divinidad que es.
“¿Por
qué a mí?”
Pregunta. Pero después cambió:
“Acato obediente este
designio”.
Ha dicho.
4.
Aquello
ocurrió ha meses, pero hoy marchamos
hacia el Cusco,
la
ciudad sagrada.
“–Tengo miedo”, nos ha dicho. “–No
temas, nosotros,
tus
padres te acompañamos,
Estamos en todo momento contigo”,
hemos respondido.
“¿Por
qué yo?”
Nos ha preguntado. “Esas palabras no
las vuelvas a decir.
No
corresponden
A tu investidura. Tú eres la ungida.
Naciste la más bella
y
la más pura.
Eres la más excelsa por tus
virtudes.” Ha estado triste y esto
no
es bueno.
Por eso hemos pedido que los músicos
entonen compases
menos
solemnes.
5.
Ella
es la niña
para ser entregada a la nieve eterna
y al volcán rugiente
quien
ha de devorarla
Con sus dientes de fuego, siendo su
vida un vínculo entre
los
hombres y los dioses.
Es la niña que el volcán reclama en
su cráter humeante.
Un
ser puro, una flor
Inocente y tierna, una avecilla que
hoy viaja aterida, en quien
hasta
sus sandalias
Y las dos plumas que coronan su
frente son sagradas,
como
también los collares,
Aretes y ajorcas que luce son objeto
de culto. Y hasta
el
aire que respira
Se expande por la campiña. Y cada
gesto suyo son
señales
de los dioses.
Paisaje del Cusco. Foto: Jaime Sánchez Lihón
6.
¡Dulzura!
Ahora por el cansancio se ha dormido
en la litera,
pero
la comitiva
Vela sumida en profunda reverencia.
La travesía
es
dura y ardua.
Primero desde la casa nativa,
pasando por las capitales
de
las panacas
Que hay en el camino, para llegar
después hasta el Cusco
sagrado,
a recibir
La enseña del Inca que son fajas y borlas
con las enseñas
imperiales.
Y luego en el trayecto de regreso
hasta la cumbre
del
apu montaña.
La procesión es solemne, yendo ella
cargada en un anda
ricamente
ataviada.
7.
La
procesión avanza.
Detrás van los sacerdotes, haciendo
abluciones y
celebrando
Ritos. Y nosotros entonando
cánticos. Eso sí, las noches
son
invivibles,
Cuando los músicos entonan endechas
a la luna y el alma
se
conturba y estremece.
Que es cuando ella llora de dejar
esta vida donde solo cabe
reconocer
la hermosura
De lo sencillo y pródigo. Pero
también cabe apreciar
la
heroicidad que ella encarna.
Pero, ¿qué es la vida? ¿Para qué
hemos nacido? ¿Por qué
este
destino?
El Ampato el dios montaña ya se
distingue imponente,
y nevado en su frente.
8.
La
comitiva
Se ha detenido. En cada valle o
comarca se renuevan
cargadores
Y acompañantes. Cada comunidad ha salido
a recibirla
con
sus ofrendas.
Ella va abstraída y distante. Ya no
dice palabras. Es
una
procesión
Seguida por una caravana de gente acarreando
llamas
y
alpacas que otean
Las cumbres. La montaña ya aparece
gigantesca y ella
cada
vez más niña.
El cierzo punza con sus mil cuchillos
y nos entumece.
De
ella sus pies
Apenas abrigados por unas leves
sandalias ceñidas. Y,
¿no
siente frío?
Juanita, la niña del Ampato
9.
Los
sacerdotes
Le han dado un brebaje que ella sorbe
lentamente,
sumida
en el silbar del viento.
Le susurran una oración, que ella
repite devota: “– A ti
me
acerco
Reverente y consagrada. Y me entrego
a ti como virgen
elegida.
Soy tuya. Y a ti encomiendo
protección hacia al gran
Tahuantinsuyo.”
Ya en la cumbre se le permite pedir
un deseo. “– Que
florezca
la flor del cantu
Y el “no me olvides” alrededor de la
casa donde he nacido
y
en el pueblo
Al cual pertenezco.” “–Tu deseo será cumplido hoy día
mismo.”
10.
“–
El dios montaña
Quiere hablar. ¡El dios tiene un
mensaje para llevar
al
Cusco!”.
El cielo se ha oscurecido y se
desatan descargas
de
rayos y truenos
En lo alto de la cumbre los músicos
son los únicos
que
permanecen de pie,
Entonando canciones de culto. Todos
los demás tienen
sus
cuerpos rendidos.
Ampato venerado. Son los sacerdotes quienes
interpretan
los
signos. Y han dicho:
“– Aquí te entregamos la más excelsa
de las ofrendas;
a
la niña preciosa
Jamás antes nacida en nuestras
comarcas. Y aquí están
sus
padres que lloran,
Pero que tú debes secar sus lágrimas
y consolarlos”.
La mano de Juanita
11.
Un
leve golpe de porra
En la sien derecha de la niña, dado
por el sacerdote
han
dejado
Su cuerpo yerto sobre la nieve.
Nunca antes hubo flor
más
excelsa.
Nunca antes brilló más puro lo
creado en rostro humano.
Nunca
antes
Fue más magnificente el agua, el
aire, la tierra y el fuego
en
cada grumo de su cuerpo
Y que ahora conducen en procesión
hasta su cripta
labrada
en plena piedra
Que luego el Apu la cubre de nieve,
antes que nosotros
nos
vayamos. ¿Qué hay
más allá del sueño de la vida? Y ¿qué
es la muerte?
¡Eso
no lo sabemos!
12.
La
marcha
Solemne ha terminado. Los pífanos ahora
resuenan
y
aúllan
En lo más alto de la montaña. Los
huáncares y
tinyas
Se juntan al viento que atruena. Se
espera el palpitar
del
dios
Recibiendo su ofrenda. El corazón de
la niña ahora
descansa
en la nieve.
El sacerdote aguarda. Quita del
atuendo las flores
que
se marchitan.
A su alrededor se han puesto
aríbalos ceremoniales,
recipientes
llenos de chicha.
El agua baja por las peñas como si
el dios montaña
llorara.
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