11 DE ENERO
EN DEFENSA DEL AGUA DE MI COMARCA
¡NO A LA EXPLOTACIÓN MINERA EN HUACAMARCANGA!
¡ESTÁN
MATANDO
EL AGUA!
Niños de la Escuela de César Vallejo
1.
– ¡Niños!
El agua que bebemos
en Santiago de Chuco nace de un humedal. No viene de un río ni de una laguna,
de allí que no hay una bocatoma, o un cerco que ataje una corriente haciendo
una represa.
Y que retenida en
una poza la traigamos hasta este palomar que es nuestro pueblo, construido sobre
lo alto de un promontorio donde hemos nacido y vivimos. Porque así es donde
estamos parados: ¡un palomar!
¡Así es, niños! La
legendaria acequia Vicente Jiménez que trae el agua a nuestro pueblo nace en un
humedal, y fue construida a partir del año 1879; año en que se iniciara la
Guerra del Pacífico que sostuvimos con los chilenos, y se hizo, creo yo, como
un acto simbólico de afirmación de la vida.
2.
Se hizo por querer
mirar nuestra transparencia en el agua, y para refrescarnos el alma con su
gorgoteo frente a la calaña tenebrosa de un enemigo que encarnaba lo peor del
alma humana.
Esto es: la
codicia, con el agravante de ser un pueblo títere de una potencia extranjera,
sin dejar de tener la mayor culpa en esta acción nefanda, por su mala entraña,
en aquel para nosotros holocausto.
Esa agua, se la
trae desde Huacamarcanga, que es un promontorio cordillerano, una pradera de
altura, en donde parece que hubiera caído un meteorito de rocas y peñas de
donde mediante ductos se extraen las precipitaciones de las lluvias. De las
alturas de Huacamarcanga nace el río Chacomas.
3.
¡Niños!
Este lugar ha sido
invadido por una compañía minera extranjera, aunque ¡claro! tiene permiso del
Ministerio de Energía y Minas, que ya sabemos cómo se consigue.
Y ha empezado a
hacer excavaciones justo en el sitio desde donde nos viene el agua para beber, lo
cual es una evidente amenaza de que con eso el agua se seque, se vaya y
desaparezca, y que es ya la poca agua que bebemos, y con ello desaparezca nuestro
pueblo.
Y mientras tanto
esto escribo hunden sus barrenos, roturan la tierra, hacen explosionar las
piedras justo en el humedal de donde extraemos la poca agua que bebemos.
Nos dicen que solo
es exploración, que buscan oro. Y si encuentran oro, ¿qué?
Acaso eso vamos a
comer o a beber. Lo llevarán a sus bancos para seguir acumulando riqueza y
seguirnos explotando.
4.
¡Niños!
Esta que aún
tenemos es la única fuente de agua que nos queda.
Donde un día, que
es hoy, ha venido esta empresa extranjera que te digo, en donde está que horada
y horada la tierra, justo ahí donde captábamos el agua para llevarlo a nuestras
cocinas.
Es como si se
enfrentara una olla de barro nuestra a un barreno eléctrico. Es como si se
fotografiara una tetera frente a un tractor.
Es más: siento que
es como si al vaso de agua que bebemos viniera alguien y le echara ácido, sal,
o cianuro. Eso, ¿qué es? ¡Matar nuestro pueblo! ¡Adiós entonces Santiago de
Chuco!
¡Mientras tanto hoy
lo vemos! Todo esto está ante nuestros ojos. Lo están haciendo en nuestras
propias narices. Y hasta podemos incluso tomarlos fotografías. Y esto nos
indigna.
Operaciones de la minería en Huacamarcanga
5.
¡Adiós pueblo
querido! Adiós aleros, casas, patios tranquilos y tibios.
¡Adiós hornos
encendidos! ¡Miradas escondidas detrás de algún muro!
¡Adiós cohetes que
se elevan al cielo celebrando alguna efeméride!
Adiós aulas de
nuestra escuela.
¡Adiós calles por
donde hemos caminado extasiados! Adiós Plaza de Armas.
¡Adiós pueblo de
César Vallejo! Adiós Semana Santa y Fiesta del Apóstol Santiago.
Adiós Capulí,
Vallejo y su Tierra.
Adiós las piedras
que tú pisaste niña para recitar el poema que nos dejó extasiados.
¡Porque a partir de
ahora todo será muerte, desolación y abandono!
¡Niño! Lo que
quiero decirte es que lo que tenemos que defender es la vida. Y el agua es
vida. Otros defienden el oro, pero no a costa de su vida sino a costa de la
vida de nosotros.
6.
¡Niños!
Es esta agua una
ambrosía, buena, limpia, pura; con muchos nutrientes y que incluso tiene poderes
medicinales. Les aseguro que yo no he probado agua más rica en el mundo que
esta. ¡Y he viajado mucho por el mundo!
Tiene su inicio,
esta acequia, en el caserío de Cuajinda, población de Cachayda, sector de Los
Toritos, en la quebrada de Huacamarcanga, en plena jalca, donde la temperatura
es glacial.
Por eso al sorberla
parece agua helada y hasta destiempla nuestros dientes. ¡Te estás riendo porque
sabes que es cierto!
¡Mientras tanto hoy
lo vemos! Pero es casi seguro que si mañana encuentran oro amanecerá cercado,
como está cercado ahora Callacuyán.
Y que para que no
podamos reclamar incluso lo han cambiado de nombre y ahora llaman Alto Chicama,
con un letrero que dice: “Propiedad Privada”.
Alumnos de la Escuela de César Vallejo
7.
¡Niños!
Pero el oro no se come
ni apaga la sed. Antes nos quitaron nuestras tierras y se apropiaron de lo que
comíamos.
Ahora vienen y en
nuestras propias narices nos quitan el agua que bebemos.
No te hablo para
quejarme sino a fin de que juntos salgamos a defenderla.
A veces se da la
vida por aquello que ni siquiera se ve. Pero ahora estamos viendo cómo con
maquinaria se ha invadido justo de donde viene a nuestro pueblo el agua.
Eso es insolencia,
eso es una ofensa y una falta de respeto. Más si es pueblo de César Vallejo, de
Luis de la Puente Uceda y de Artemio Zavala.
¡Más si es pueblo
del Batallón Libres de Santiago de Chuco que salieron a defender la patria la
víspera de la Batalla de Huamachuco!
¡Niño! ¡Están matando
el agua! ¡Salgamos a defenderla!
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