NACE AMADEUS MOZART
HECHO
TODO
DE MÚSICA
Danilo Sánchez Lihón
1. Prodigiosa
habilidad
El 27 de enero
del año 1756 la localidad de Salzburgo, ciudad austríaca
de casas medievales y palacios rococós, fue escenario del nacimiento de un niño llamado Wolfgang Amadeus Mozart, cuya carrera de astro fulgurante, desde esa fecha,
y como el de un meteoro, sigue irradiando plena luz. En quien se asocian tres
componentes fundamentales: genio, esmerada educación y autovaloración. Estos
dos últimos contenidos inculcados por su padre, Leopold; quien al reconocer las
cualidades extraordinarias con que había nacido su hijo se dedicó completamente
a su formación.
Le enseñó el
clavicordio y el violín y luego técnicas de composición musical. Así, mientras
que en los demás niños sus juguetes eran pelotas o muñecas, espadas o vajilla
de cocina, en el caso suyo sus juguetes eran el clavicordio y el violín,
instrumentos que a los 3 años ya dominaba cabalmente. También se las ingenió
para enseñarle a tocar el piano y el órgano. Y a los cuatro años ya improvisaba
piezas musicales completas con precoz y prodigiosa habilidad. Para después promoverlo viajando
con él y su hermana, Nannerl, durante toda su infancia y juventud por todas
las Cortes y centros musicales de Europa.
2. Resonantes
éxitos
A los cinco años llegó a escribir sus
primeras partituras y a componer minuetos, así como otras piezas musicales
ligeras y ofreció su primer concierto. Lo hizo en la Universidad de Salzburgo ante
un público muy cultivado y exigente en cuanto a la música.
Sin embargo, logró cautivar la admiración
de todos, pues era una pequeña criatura que, sin dejar de ser alegre, traviesa y
bromista en cuanto a sus ideas e imágenes musicales y en cuanto a la ejecución
de instrumentos era un verdadero prodigio.
Los viajes de Wolfgang Amadeus empezaron en 1762, cuando contaba con apenas 6 años de edad. Partió
con su padre y hermana rumbo a Múnich, Viena y Frankfurt. Visitaron Bruselas,
Ámsterdam y se presentaron en París, obteniendo en cada uno de estos lugares resonantes éxitos.
Pasaron a Londres, donde el pequeño Wolfgang
Amadeus alternó su actuación en conciertos con la composición y el estudio,
permaneciendo en este lugar hasta 1765.
3. Momentos
difíciles
Poco después de su regreso a su ciudad
natal fue recibido en Viena por la Corte y, a encargo del Emperador José II,
compuso su primera ópera bufa "La finta semplice", que en traducción suelta
significa: “La que se hace la ingenua”, y que se estrenó en Salzburgo en 1769.
Más adelante, Wolfgang Amadeus junto con
padre emprendieron una nueva gira artística, siendo esta vez su destino Italia,
donde permanecieron cuatro años. Visitaron Milán, Florencia, Roma, Boloña y en
cada lugar su genio creativo fue valorado en su real magnitud. Fue nombrado
miembro de la Sociedad Filarmónica de Boloña, y el Sumo Pontífice lo nombró
Caballero, confiriéndole, además la Orden de la Espuela de Oro.
A su regreso a Salzburgo le aguardaban momentos muy difíciles. El nuevo arzobispo se
convirtió en un enemigo suyo, obligándolo a permanecer a su servicio como
violinista, organista y director de orquesta, prohibiéndole además viajar a los
lugares donde se reclamaba su presencia.
4. Años
fructíferos
Un buen día renunció a sus funciones y
acompañado de su madre inició un viaje por Múnich, Augsburgo, Mannheim y París.
En Viena conoció a una bella soprano Aloysia Weber, de quien se enamoró
perdidamente, pero con quien no se llegó a casar. Durante su permanencia en
París fallecería su madre, en el año 1778.
De regreso a Salzburgo entra nuevamente al
servicio del arzobispo. Es en esta época cuando compone su primer gran drama
musical "Idomeo, rey de Creta", y escribe también sus más famosas
obras religiosas. En 1781 decide romper definitivamente con sus obligaciones de
director de orquesta del arzobispado, convirtiéndose en un artista libre y un
creador independiente.
Se dirige a Viena y en agosto de 1782 se
casa con Constanza, hermana menor de Aloysia, con quien tiene siete hijos de
los que sólo sobreviven dos. Su vida estuvo acosada de zozobras económicas y
enfermedades; pero paradójicamente éstos fueron también los años más fructíferos de su producción musical.
5. Proclama
de heroísmo
En 1789 fue designado compositor de la
corte imperial, pero su salud se encontraba ya muy resentida. Un día recibió la
visita de un misterioso desconocido quien le encargó componer un Réquiem
abonándole por adelantado una fuerte suma de dinero. Mozart en su delirante
enfermedad imaginó que se trataba de un aviso del otro mundo y que la misa
serviría para su propio funeral.
No obstante, sus esfuerzos, murió antes de
concluir la obra, el 5 de diciembre de 1791, siendo enterrado pobremente un día
de tormenta en las fosas comunes del cementerio de San Marx de Viena. Hoy la
humanidad entera le tributa homenaje no sólo por su extraordinaria producción
musical sino también por la universalidad de su espíritu, y su capacidad para
convertir el dolor en proclama de heroísmo.
En su amplia
producción destacan sus óperas "La flauta mágica", "Las bodas de
Fígaro", "Don Juan", "El rapto del Serrallo", entre
muchas otras. A través de la originalidad de sus melodías y la pureza de su
estilo, Mozart supo plasmar en la música grandes sentimientos humanos, como el
de la adversidad, la compasión y la alegría. Y enormes y extraordinarios
valores como el de la lucha del bien y del mal.
6.
Y con ello
la
gloria
Genio el suyo que lo hace arder en la hoguera de su sensibilidad
exacerbada, que no le consiente límites, que le impone querer absorber la vida
en un instante. Y que lo hace salir desbocado por los caminos para ser arrojado
e ir a parar en los abrojos y en los abismos, sumido en un incendio vivo, en un
volcán hirviente, y consumido por sus propias llamas.
Empero, en él al estigma del genio se suma la marca de la enfermedad que
padeciera: el Síndrome de Tourette, que lo hacía parecer ridículo y vulgar,
pues emitía sonidos y decía vulgaridades inconscientemente.
Este hecho confundió a su rival y competidor, Antonio Salieri, en quien
la amarga envidia no le permitió concebir cómo Dios había depositado en una
bestezuela, el genio que él no poseía.}
De cómo Dios había puesto el prodigio de la composición musical “en el
pequeño hombre”, como le decía, y con ello la gloria y la divinidad de un arte
que él no poseía pero que reverenciaba, existiendo la suposición que al final
él logró envenenarlo.
7. Confín
de
los tiempos
Pese a que su vida
estuvo rodeada de situaciones de dolor, de enfermedades y miseria, es Wolfgang
Amadeus Mozart, uno de los genios más brillantes de la música en la
civilización humana
Y pese a que chocó
muchas veces con los convencionalismos sociales, en sus obras siempre alentó
una fe indesmayable en la realización de su destino legando a la humanidad a
través de su música un mensaje fortalecedor de amor, de esperanza y redención
humana.
Pese a que en muchos aspectos fue engreído y vanidoso por la espontaneidad
de su genio, lo que le dio pie para ser irreverente, sin embargo, en Amadeus
Mozart el esplendor del genio se ha impuesto sobre este fondo de conflicto,
desacato y de tragedia en que su vida se desenvuelve.
Su estela se alza inmensa ante el infortunio y su muerte luctuosa, a tal
punto que nunca pudo identificarse a ciencia cierta sus restos mortales, los
mismos que fueron arrojados a una fosa común. Sin embargo, prevalece la gloria
de su música que será escuchada hasta el confín de los tiempos.
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