9 DE MARZO,
1930
SE INAUGURA EL PUERICULTORIO
PÉREZ ARANÍBAR
DERECHOS
DEL NIÑO EN
TORNO
A LA ESCUELA
Danilo Sánchez Lihón
Artículo
1
El niño
tiene derecho a no ingresar ni
permanecer
en un salón de clases si este
no está
debidamente pintado, relucido
y decorado
con extraordinaria hermosura:
las paredes
luciendo láminas que recreen
diversos
pasajes del arte y las ciencias;
que cuelguen
móviles de los techos, figuren
en las ventanas
imágenes, alegorías, quimeras
en la actitud
de lanzarse al espacio sideral.
Cada aula ha
de ser una torre, un velamen,
un submarino,
o bien un aerolito y una nave
espacial.
Artículo
2
Tiene
derecho a que sus profesores
sepan y atesoren
un repertorio vasto e ilimitado
de cuentos:
de humor, de horror y prodigio.
Y narre
bellas e inacabables historias
de amor.
Que funja de eximio imitador
y malabarista.
Y nunca jamás se deje coger
por la vieja
rutina, esperpento que suele
deambular
arrastrando su luenga túnica
de espanto
pavor y miseria por las aulas
de clases.
Artículo
3
Tiene
derecho; a que su profesor
se pelee
con quien sea, porque cree
en él.
Y refrenda que su alumno sí
que llegará
alto muy alto, así como lejos
muy lejos;
mereciendo todos los veintes
del universo,
sólo que ahora mejor fingir
calificando
no importando con quinces,
a fin de
que la vida vaya mostrando
poco
a poco sus gratas y afables
sorpresas.
Artículo
4
Tiene
derecho a que el Calendario
Cívico
rinda culto al espantapájaros,
al mago y
al viento. Que se celebre el día
de la mirada, de la
cometa y del fulgente arco iris.
También que
haya día del abrazo, del trompo
y la bicicleta;
de las olas del mar, de la lluvia
y las montañas,
para celebrarlas subiendo hasta
su cumbre.
Que el maestro sea ventrílocuo,
malabarista
y prestidigitador. Que haga de:
saltimbanqui,
cómico ambulante y titiritero. Y
de payaso de circo,
aboliendo el tedio de las tardes
de invierno.
Artículo
5
Tiene
derecho total a que el maestro
no diga
que el trabajo de su compañero
es mejor que
el suyo, ¡jamás! Que el antipático
del salón,
que no juega, habla ni hace bulla,
y que solo
estudia, es el único que en esta
vida
tiene asegurado y fácil el porvenir
y los otros no.
Tampoco puede decir que nadie
juega mejor
la pelota, ni corre ni salta que el
vivo del salón.
¡No ofendamos a nadie por favor!
Todos tienen
derecho a jugar y a meter goles.
Y campeonar en
el mundo de adentro y en el otro
de afuera.
Artículo
6
Tiene
derecho a que no ser sancionado
él y ningún niño
por hacer caricaturas del profesor,
ni menos
por imitaciones y nada por hacerle
remedos,
ni mucho menos por ponerle motes
o apodos.
Al contrario, hágase un concurso
y se premie
la mejor caricatura, el mejor remedo
y el mejor
sobrenombre que se haya puesto
al profesor.
Para ello más bien habrá una fiesta
escolar
será en un festival de participación
múltiple,
plural, solidario, donde se sonría y
se cante.
Artículo
7
El niño
tiene derecho a que si quiere
jugar
con el profesor éste deponga
todo y
atienda ese hondo y edificante
deseo. Y
a jugar de a verdad, con risas
y júbilo
A pedir que el profesor junto
al niño
se den uno o más volantines,
se paren
de cabeza, se miren a los ojos
y rompan
a reír a grandes carcajadas.
Artículo
8
Si
el profesor persiste en tomar
el examen
el niño tiene derecho a idear
e ilusionarse
que al profesor ha de caerle
una teja
en plena cabeza, e ir a parar
al hospital.
Que al comer ha de atorarse,
Que al andar
ha de tropezar en un muro y
caerá
de bruces. Que resbalará, se
hundirá
y ha de rompérsele el hueso
metacarpo
del pie. Que ha de recibir un
portazo
en la cara, saltándosele tres
dientes.
Artículo
9
Tiene
derecho que del vocabulario
del profesor
queden eliminadas palabras
como:
es norma, obligatorio, código
de conducta,
castigo, institución educativa,
examen.
En cambio, sean habituales
en su boca:
campiña, arco iris, manantial,
naranjas,
espiga, mar, azúcar, ¡ilusión!
El niño
tiene derecho a que ni un solo
minuto
demore en sonar la campana
del recreo
y aquella que asegure, feliz y
entusiasta el
regreso exultante de los niños
a casa.
Artículo
10
(Escribe tú amable y gentil
lector,
o lectora,
el Artículo 20 de esta
apremiante
Declaración)
La poeta y periodista Charo
Arroyo
escribió
en respuesta a esta
convocatoria:
El niño y la niña tienen el
mismo derecho
a jugar a la pelota y hacer goles,
a jugar a las muñecas y hacer cunas.
Y la maestra y el maestro
jugarán con ellos
y no olvidarán nunca
que niños y niñas
deben ser mencionados como iguales
y no habrá privilegios
por fortaleza o debilidad
sino los que se ganen por estudio
y trabajo como iguales que son.
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