13 DE ABRIL
AULA
RODANTE CAPULÍ
ABRIL
Y SUS MANTOS
DE FLORES
Danilo
Sánchez Lihón
Camino a Urupamba. Al pie Santiago de Chuco
1. Temblar
acurrucados
En abril, en mi
terruño, cesan las lluvias intensas de enero, febrero y marzo.
Y se suspira de
alivio porque han calmado las inclementes tempestades que aflojan las piedras
de que están hechos los cimientos de los muros, haciendo que las casas se
ladeen y tengan esa apariencia de estar torcidas.
Y se despejan en
retazos de azules y blancos los cielos anubarrados.
El sol luce
esplendoroso en los tejados aún humedecidos y hasta con gotas cristalinas entre
sus grumos, y que el sol lenta y compasivamente absorbe o calcina.
Las vigas y los
aleros de las casas empiezan a crujir estirándose después de los largos meses
de somnolencia y de temblar acurrucados bajo los aguaceros con su retahíla de
rayos y truenos.
2. A lo hondo
de la raíz
Abril es el mes de
la fecundidad, cuando sobre los campos aparecen mantos de flores silvestres y
todo renace como brote, planta o mies.
En abril, en
Santiago de Chuco, se recogen frutos aún verdes, antes de las primeras cosechas,
como son: choclos, chungares, habas incipientes.
Es el mes en que
murió muy lejos de su tierra, pero en el alma fusionada a ella, César Vallejo.
Quien es el poeta
más hondo del género humano de todas las latitudes y de todos los tiempos desde
su conformación, hasta hoy que es el borde de su duración, y cuál es el planeta
tierra.
Y, si no les
parece que lo que digo es cierto, entonces, díganme: ¿quién?
¿Quién es esa voz
que, igual que la lluvia y que el sol juntos, han ingresado más a lo hondo de
la raíz, del fruto y la flor?
3. Floración
y mies
Quien es esa voz
que predica que si no nos salvamos todos no se salva nadie. Que no hay
salvación individual. Que si hay un solo condenado todos estamos condenados
Quién es esa voz a
través de la cual salen a luchar por la causa del hombre todos los elementos
terrestres y celestes; y todas las madres individuales y cósmicas, dando
nacimiento al Evangelio de la Solidaridad más conmovedor de todos los tiempos.
Por eso, comparo
la muerte de César Vallejo en abril al acto de la maduración que hace el
labriego, el campesino y el peón, con quien él se abrazó solidariamente en vida,
y se conjugó en la muerte a la cual él la retó de tal modo que le dio vida.
Al inclinarse y
consustanciarse con la tierra madre; para dejarse caer como semilla y surgir
como espiga, floración y como mies.
Se consustancia
con el peón, el hortelano y el agricultor con quien César Vallejo vuelve a
abrazarse en el acto ineluctable de su muerte y posterior resurrección.
4. Sin la obligación
de crecer
En abril, en Santiago de Chuco que es mi caserío, mi dehesa y mi poblado; que es mi aldea,
mi comarca y mi alquería; en el camino que va a Urupamba, pasando por el Agua
del Oro, crecen allí unas flores infinitas, ora azuladas, ora anaranjadas, ora
albas, de una belleza sin par, intensa por su luminosidad, pequeñez y ternura. Es
en el sitio que llamamos las Tierras Amarillas, que de niños subimos corriendo
y hasta gateando en nuestros juegos.
– Mira..., –dice
mi prima, con quien voy a todas partes, encogida hacia ellas y acariciándolas–.
Éstas son más hermosas que las rosas.
– ¿Así? –Pregunto
yo que siempre fui ingenuo– Y, ¿por qué, ah?
– Porque no
necesitan jardín, ni huerto, ni quién las cuide. Y crecen en dónde sea, hasta
entre las piedras.
Y ciertamente, nos
conmueven. Además de su gratuidad, por ser verdad al ser insospechadas. Y sin
la obligación de crecer, lejos de las casas presuntuosas y solariegas. Lejos de
los maceteros ostentosos y las miradas vanidosas, tal como lo fue y lo es la
poesía de quien nació también entre estas rocas y moles de granito: César
Vallejo.
5. La bandera
del credo
Brotan silenciosas
y ensimismadas entre los abrojos y el cascajo del camino, sin ser vistas por
jumentos y mulos que las pisan.
Y de más valor
aún: en plena soledad, cara a lo eterno, a la luna o al sol implacables.
Sin nadie que las
rieguen. Afloran con una dulzura y delicadeza inexplicables.
Son flores que ni
siquiera tienen nombre, que son masa, anónima, pero eso sí hermanadas en
grandes anhelos.
Y “masa” es la
bandera del credo que alentó a los hombres que lucharon con intensidad de vida
y muerte para legarnos la herencia que nos engrandece y nos dignifica.
Y “masa” es la
flor intrínseca del Evangelio Vallejo en su mensaje imperecedero.
Las casas se cimbran por las lluvias, rayos y truenos
6. Vasta
pléyade
Son las mismas que las sentimos, olemos y
sabemos al leer a quien de lo más acerbo y atroz de la aflicción y la pena hizo
brotar una luz primigenia, fresca y candorosa:
Ellas están en la poesía más honda, bella y
trascendente que hayamos podido conocer, y principalmente sentir y vivir, como
es la del autor de “Los heraldos negros”, “Trilce”, “Los poemas humanos” y
“España, aparta de mí este cáliz”. Quien murió en abril como una siembra, como
la lluvia buena que germina, junto a la tierra y el sol que nos abrigan y
alumbran.
Pero César Vallejo
con ser un poeta grandioso, no es la única voz poética de Santiago de Chuco,
pueblo que cuenta con una vasta pléyade de rimadores, decimistas, aedas,
repentistas y trovadores.
Incluso ligados a
la vida rural y campestre desde tiempos remotos y de quienes el autor de los
Poemas humanos es un epígono. Y son “masa” las flores del camino a Urupamba por
el agua del Oro en mi terruño que es Santiago de Chuco.
Mantos de flores que crecen porque sí
7. Flores
que brotan
“Masa” es la flor que se riega por las laderas
y los barrancos de mi villorrio, o no sé cómo al final llamarlo a mi pueblo
entrañable, reducido a veces a una teja que se cae en el fondo de mi alma
atribulada.
Esas flores pequeñas son íntimas y a la vez son
masa, que es una palabra vasta, tosca y dura, y hasta despiadada, pero he allí
la grandeza de reconocer tanta pasión y esencia en su entraña, porque al final
está en el pan que nos sustenta.
Aquella referencia de las flores del camino que
serpentean entre peñas, espinas y cascajos, la evoco también en relación a esos
hombres que levantaron el estandarte de la patria, en su consagración al Perú. Son
esas flores que brotan frecuentemente del dolor, del sacrificio y el
sufrimiento.
Masa es la bandera del ideario que alentó al
contingente de hombres que pasaron por aquí para unirse a los batallones de
patriotas que lucharon en la batalla de Huamachuco con intensidad de vida y
muerte, para legarnos la herencia que nos engrandece y nos dignifica.
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