lunes, 13 de abril de 2020

13 de abril. Aula Rodante Capulí. / Abril y sus mantos de flores.


13 DE ABRIL
AULA RODANTE CAPULÍ

ABRIL
Y SUS MANTOS
DE FLORES

Danilo Sánchez Lihón 



Camino a Urupamba. Al pie Santiago de Chuco


1. Temblar
acurrucados

En abril, en mi terruño, cesan las lluvias intensas de enero, febrero y marzo.
Y se suspira de alivio porque han calmado las inclementes tempestades que aflojan las piedras de que están hechos los cimientos de los muros, haciendo que las casas se ladeen y tengan esa apariencia de estar torcidas.
Y se despejan en retazos de azules y blancos los cielos anubarrados.
El sol luce esplendoroso en los tejados aún humedecidos y hasta con gotas cristalinas entre sus grumos, y que el sol lenta y compasivamente absorbe o calcina.
Las vigas y los aleros de las casas empiezan a crujir estirándose después de los largos meses de somnolencia y de temblar acurrucados bajo los aguaceros con su retahíla de rayos y truenos.

Techumbres de la casa de César Vallejo

2. A lo hondo
de la raíz

Abril es el mes de la fecundidad, cuando sobre los campos aparecen mantos de flores silvestres y todo renace como brote, planta o mies.
En abril, en Santiago de Chuco, se recogen frutos aún verdes, antes de las primeras cosechas, como son: choclos, chungares, habas incipientes.
Es el mes en que murió muy lejos de su tierra, pero en el alma fusionada a ella, César Vallejo.
Quien es el poeta más hondo del género humano de todas las latitudes y de todos los tiempos desde su conformación, hasta hoy que es el borde de su duración, y cuál es el planeta tierra.
Y, si no les parece que lo que digo es cierto, entonces, díganme: ¿quién?
¿Quién es esa voz que, igual que la lluvia y que el sol juntos, han ingresado más a lo hondo de la raíz, del fruto y la flor?

César Vallejo, chacarero

3. Floración
y mies

Quien es esa voz que predica que si no nos salvamos todos no se salva nadie. Que no hay salvación individual. Que si hay un solo condenado todos estamos condenados
Quién es esa voz a través de la cual salen a luchar por la causa del hombre todos los elementos terrestres y celestes; y todas las madres individuales y cósmicas, dando nacimiento al Evangelio de la Solidaridad más conmovedor de todos los tiempos.
Por eso, comparo la muerte de César Vallejo en abril al acto de la maduración que hace el labriego, el campesino y el peón, con quien él se abrazó solidariamente en vida, y se conjugó en la muerte a la cual él la retó de tal modo que le dio vida.
Al inclinarse y consustanciarse con la tierra madre; para dejarse caer como semilla y surgir como espiga, floración y como mies.
Se consustancia con el peón, el hortelano y el agricultor con quien César Vallejo vuelve a abrazarse en el acto ineluctable de su muerte y posterior resurrección.

César Vallejo se consustancia con el peón, el hortelano

4. Sin la obligación
de crecer

En abril, en Santiago de Chuco que es mi caserío, mi dehesa y mi poblado; que es mi aldea, mi comarca y mi alquería; en el camino que va a Urupamba, pasando por el Agua del Oro, crecen allí unas flores infinitas, ora azuladas, ora anaranjadas, ora albas, de una belleza sin par, intensa por su luminosidad, pequeñez y ternura. Es en el sitio que llamamos las Tierras Amarillas, que de niños subimos corriendo y hasta gateando en nuestros juegos.
– Mira..., –dice mi prima, con quien voy a todas partes, encogida hacia ellas y acariciándolas–. Éstas son más hermosas que las rosas.
– ¿Así? –Pregunto yo que siempre fui ingenuo– Y, ¿por qué, ah?
– Porque no necesitan jardín, ni huerto, ni quién las cuide. Y crecen en dónde sea, hasta entre las piedras.
Y ciertamente, nos conmueven. Además de su gratuidad, por ser verdad al ser insospechadas. Y sin la obligación de crecer, lejos de las casas presuntuosas y solariegas. Lejos de los maceteros ostentosos y las miradas vanidosas, tal como lo fue y lo es la poesía de quien nació también entre estas rocas y moles de granito: César Vallejo.

Por la cumbre, camino a Urupamba

5. La bandera
del credo

Brotan silenciosas y ensimismadas entre los abrojos y el cascajo del camino, sin ser vistas por jumentos y mulos que las pisan.
Y de más valor aún: en plena soledad, cara a lo eterno, a la luna o al sol implacables.
Sin nadie que las rieguen. Afloran con una dulzura y delicadeza inexplicables.
Son flores que ni siquiera tienen nombre, que son masa, anónima, pero eso sí hermanadas en grandes anhelos.
Y “masa” es la bandera del credo que alentó a los hombres que lucharon con intensidad de vida y muerte para legarnos la herencia que nos engrandece y nos dignifica.
Y “masa” es la flor intrínseca del Evangelio Vallejo en su mensaje imperecedero.



Las casas se cimbran por las lluvias, rayos y truenos

6. Vasta
pléyade

Son las mismas que las sentimos, olemos y sabemos al leer a quien de lo más acerbo y atroz de la aflicción y la pena hizo brotar una luz primigenia, fresca y candorosa:
Ellas están en la poesía más honda, bella y trascendente que hayamos podido conocer, y principalmente sentir y vivir, como es la del autor de “Los heraldos negros”, “Trilce”, “Los poemas humanos” y “España, aparta de mí este cáliz”. Quien murió en abril como una siembra, como la lluvia buena que germina, junto a la tierra y el sol que nos abrigan y alumbran.
Pero César Vallejo con ser un poeta grandioso, no es la única voz poética de Santiago de Chuco, pueblo que cuenta con una vasta pléyade de rimadores, decimistas, aedas, repentistas y trovadores.
Incluso ligados a la vida rural y campestre desde tiempos remotos y de quienes el autor de los Poemas humanos es un epígono. Y son “masa” las flores del camino a Urupamba por el agua del Oro en mi terruño que es Santiago de Chuco.


Mantos de flores que crecen porque sí

7. Flores
que brotan

“Masa” es la flor que se riega por las laderas y los barrancos de mi villorrio, o no sé cómo al final llamarlo a mi pueblo entrañable, reducido a veces a una teja que se cae en el fondo de mi alma atribulada.
Esas flores pequeñas son íntimas y a la vez son masa, que es una palabra vasta, tosca y dura, y hasta despiadada, pero he allí la grandeza de reconocer tanta pasión y esencia en su entraña, porque al final está en el pan que nos sustenta.
Aquella referencia de las flores del camino que serpentean entre peñas, espinas y cascajos, la evoco también en relación a esos hombres que levantaron el estandarte de la patria, en su consagración al Perú. Son esas flores que brotan frecuentemente del dolor, del sacrificio y el sufrimiento.
Masa es la bandera del ideario que alentó al contingente de hombres que pasaron por aquí para unirse a los batallones de patriotas que lucharon en la batalla de Huamachuco con intensidad de vida y muerte, para legarnos la herencia que nos engrandece y nos dignifica.




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Delegación de poetas deTaiwán en el 18 Capulí, 
entre las flores de mayo


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