24
DE JUNIO
DÍA DEL INTI
RAYMI
FIESTA
DEL
SOL
Danilo
Sánchez Lihón
1. Y el fuego
que purifica
Es la noche anterior al Inti Raymi en el Cusco, y nos
hemos reunido aquí en la Plaza de Aucaypata, el Inca con su pueblo.
Y esperamos descalzos, reverentes y emocionados,
llenos de agradecimiento, unción y regocijo, la salida del sol.
Todos estamos sumidos en profundo silencio, con
inmenso regocijo y respeto, alborozo y devoción, empezando por el Inca y sus
parientes, consejeros y orejones, amautas y quipucamayocs.
Permanecemos con los brazos abiertos, el rostro
extasiado y en rendida oración.
Resalta el color escarlata en la vestimenta del Inca
que desde sus hombros se tiende en pliegues majestuosos y cae hasta sus pies.
Y entre nosotros resalta el verde, el azul, el
amarillo y los dulces bermellones en nuestros atuendos de fiesta.
2.
Su eje
es
el sol
Ahora, el gran sacerdote va a crear soplando en la
brasa diminuta el Nuevo Fuego.
Y del cual todos extraemos una llama votiva que la
llevaremos a todo ayllu y por todos los confines del gran Tahuantinsuyo.
Porque el sol es fuego. Y el fuego es energía que
purifica seres y cosas.
Y la energía concentrada del sol sabe del bien, de la
verdad y de la belleza, porque es divinidad.
Nuestra cultura incaica es helíaca por ser su eje el
sol.
Y nuestra religiosidad lo reconoce por su figura
esplendente, como hijo de Apu Kun Ticsi Wiracocha, el dios creador.
Ahora el Inca permanece inclinado y reverente
esperando la salida del sol, mientras todos entonamos el himno que dice:
3. Y vosotros
pájaros
Poderoso sol
de la felicidad eterna,
cálida fuente,
principio de vida.
Diciendo:
¡qué resplandor!,
me prosternaré
ante ti.
Mírame, Señor,
adviérteme.
Y vosotros ¡ríos
y cataratas!
Y vosotros, pájaros,
¡dadme fuerzas!,
todo lo que podáis
darme para adorar.
4.
Invocación
y
gratitud
Y todo esto lo decimos y proclamamos acompañados del
ritmo de las tinyas y los huáncares y en plena plaza.
Y es que la música en particular, y el arte en
general, son manifestaciones primigenias, naturales y espontáneas en el mundo
andino.
Ámbito en el cual se ha alcanzado a plasmar una
cultura de fiesta del alma, fiesta moral que enaltece el corazón, la mente y el
espíritu de la gente.
Y es porque hoy día de junio se cumple el inicio del
solsticio de invierno, que es cuando el sol se aleja en extremo de la tierra,
teniendo esta conmemoración un sentido de llamado, de invocación y gratitud.
Que se hace en todas las ciudades y comarcas a lo
largo y ancho del glorioso Tahuantinsuyo, ocasión en que recibimos en el Cusco
a los curacas y nobles que vienen de las panacas principales del imperio. Y
expresamos:
5.
Guárdanos
sanos
Ayudadme a gritar
con vuestras
gargantas y aún
con vuestros deseos
Y recordándolo todo
regocijémonos,
tengamos alegría
a este señor.
¡Oh sol! que dijiste
y tuviste por bien
que hubiese Inca Señor,
guárdalo en paz,
Y alumbra a las personas
que apacientas, que no estén
enfermos, guárdanos sanos
y salvos, ¡Oh sol!
6.
Hermanos
todos
En esta fiesta ritual adoramos, honramos, queremos; a
lo cual se une después al trabajo y el respeto a toda presencia de lo sagrado.
Reverenciamos a los arroyos, a las nieves, a las lagunas y a los apus, que son
las montañas, llenas de poder, de belleza y colmadas de secretos.
Esta es fiesta de solidaridad, de reverencia a lo
venerable, a lo que asegura, protege y afirma la vida. De reconocimiento al
padre y a la madre que el mundo tiene, cuáles son, en primer lugar, el sol y la
tierra.
Porque la cosmovisión de nuestra población concibe que
el mundo entero tiene padre y madre, y eso mismo cuidamos que nunca se rompa y
se conserve siempre.
Y, consecuente con ello, nos exigimos respeto,
adoración y principios de vida que se acatan y se cumplen. Y entre todos
nosotros reconocernos ser hijos y seres entrañables que se quieren y se aman.
¡Jajaylla, hombres y hermanos todos!
7. El alma
de la gente
Cuando el sol aparece en el horizonte se oye primero
el agudo silbar de los pututos, hechos de caracolas cuyas volutas de nácar esparcen
los sonidos en ondas hasta el confín del espacio y del tiempo.
Son zumbidos, música y vibraciones cuyas ondulaciones
estremecen la plaza, que luego los pobladores abarrotados responden con sones
de júbilo haciendo resonar las flautas, los pincullos y las zampoñas.
Luego revienta en el aire el zumbar acompasado de los huáncares,
de los cuernos y los carrizos ululantes.
Resuenan las tinyas con sus ritmos de fiesta y se alza
una algazara de júbilo que estalla en los aires, retumbando en los cerros
aledaños.
Se eleva una wifala de las multitudes reunidas en uno
y otro confín hacia la bóveda sideral, para hundirse después en el alma de la
gente.
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