26 DE JUNIO
NACE
CARLOTA CARVALLO
DEVOTA
DE LA LITERATURA
Y EL LIENZO
Danilo
Sánchez Lihón
1. Cariño
a manos llenas
La escritora de literatura para niños Carlota Carvallo
de Núñez, estuvo ligada entrañablemente a la Escuela Nacional de Bellas Artes
de Lima, y a la escritura para niños y jóvenes como convicción y profesión de
fe.
Cuando tenía apenas tres años de edad su familia se
trasladó a vivir a la ciudad costeña de Huacho, situada a dos horas si se viaja
en ómnibus hacia el norte de Lima.
En aquel lugar su padre tenía que atender asuntos de
negocios, aldea que resultó fundamental porque le dio el sustrato para su
creación artística, al vivir en ella intensamente en contacto con la naturaleza
y la gente sencilla y auténtica. Su padre era agente de aduanas, de ascendencia
portuguesa y su madre provenía de ancestros húngaros.
Su casa en Huacho era amplia y en ella había profusión
de animales, árboles y flores, haciendo una realidad tan pródiga y rica en
sensaciones, emociones y vivencias que coadyuvaron a desarrollar la imaginación
de la niña.
2.
La cultura
popular
Fue en ese contexto que absorbió el alma de lo
popular, del folclore, y la visión de un mundo rico y colmado de significados
en lo humano y social.
También la realidad de un pueblo llano le abrió a la noción
de que todo está por hacer. De que son inmensas las necesidades como enormes
las potencialidades de que disponemos
Y, sobre todo, recibe allí el cariño a manos llenas
tanto de sus familiares como de la gente sencilla y hacendosa, cordial y con un
sentido amplio y positivo acerca de las cosas y la vida.
El pueblo de Huacho y sus contornos y el vivir en ese
lugar intensamente, resultó fundamental para su obra artística, tanto por la
naturaleza reinante y en la cual se sumerge, como por la gente con la cual
comparte la vida a diario, así como por la cultura popular que allí se
manifiesta y que ella absorbe.
Carlota Carvallo. Pintura de José Sabogal
3.
Lo
paradójico
Pero, asimismo, es producto esmerado de la dedicación
que le prodigaron sus padres.
Tanto es así que hay un detalle curioso en su
biografía, cuál es que la Educación Primaria la cursó en un colegio privado
regentado por religiosas del lugar, pero la Educación Secundaria lo hizo bajo la
dirección de maestros particulares, y en su casa.
No tuvo que ir ni trasladarse siquiera a una escuela
ni colegio, ni siquiera a los domicilios de esos profesores, quienes más bien
tuvieron que venir a darle clases a esa niña en su propia casa.
Estos estudios luego los revalida ante un jurado
especial de profesores. Sin embargo, lo paradójico es que, pese a esta
acuciosidad, no alcanzó a formalizar oficialmente todos sus años de estudios de
Educación Secundaria.
Y por lo tanto no tenía certificados completos de
haber terminado los estudios de la educación básica.
Pintura de Carlota Carvallo
4.
En
su
casa
Esta niña en verdad privilegiada un día formuló la
siguiente pregunta al autor de sus días, quien siempre estaba alerta a
depararle la atención más esmerada a todo lo que fuera su desarrollo personal:
– Papá, –le preguntó–, ¿los árboles se pintan hojita
por hojita?
Su padre, quien se desvelaba porque su hija tuviera la
formación más cabal y de primera clase que se pudiera alcanzar, comprendió por
aquella pregunta que su hija le estaba formulando un anhelo, cuál era cómo
empezar a pintar la realidad.
Y esa misma tarde su hija tenía profusión de lápices
de colores, acuarelas, paletas, brochas, hojas donde dibujar, un caballete y un
salón apropiado en donde dar rienda suelta a ese anhelo.
Pero, sobre todo, tenía a su lado a una profesora de
dibujo y pintura especialmente contratada para enseñarle sin ir a ningún lugar
sino en su propia casa.
Desnudo andino. Pintura de Carlota Carvallo
5.
Artista
de
los pinceles
Y tanto fue así, en relación a su desempeño como
pintora, que a los 16 años convenció a su familia en relación al tema de que ya
era hora de trasladarse a Lima a fin de estudiar en la Escuela Nacional de
Bellas Artes y dar plasmación a su aspiración de hacerse una artista de los
bastidores, pigmentos y pinceles.
Ingresa así a este centro superior de estudios en el
año 1923 y es alumna de dos grandes maestros de dicho arte, como fueron: Daniel
Hernández y José Sabogal, quienes le tomaron inmenso cariño al punto que este
último le consagró varios retratos uno de ellos famoso y que la muestra de
cuerpo entero.
Egresa en 1933 con las más altas distinciones y
honores. Pero, al mismo tiempo se le solicitan sus servicios como docente de
esa institución. Y pronto se hace cargo allí precisamente de los cursos de
dibujo y pintura.
Presentó su primera exposición individual en noviembre
de 1934, cuando apenas tenía 25 años de edad. Y participó en muestras
colectivas de pintura peruana realizadas en Santiago de Chile, Caracas, México,
Montreal y Estocolmo.
6. Mundo
infantil
El 27 de diciembre del año 1934 se casa con el hombre
de letras, crítico literario y docente universitario más destacado de su época.
Él es el doctor Estuardo Núñez Hague. Son testigos de su matrimonio los
eminentes maestros José Sabogal y José Antonio Encinas.
Trabajó luego como profesora en los colegios
secundarios María Alvarado, Sagrados Corazones, San Jorge, Prescott, y otros.
Nacen sus primeros hijos y empieza a escribir textos
en un arte más bien tenido a menos como es la literatura infantil, considerada
un arte meno y de la cual estaba en duda hasta su legitimidad como arte.
Pero ella escribe y escribe. Y lo hace en realidad más
por un sentido maternal antes que por una motivación profesional, por querer
contar algo a sus siete pequeños vástagos, cinco hombres y dos mujeres.
Hay diez volúmenes inéditos de lo que ella fue
escribiendo acerca de sus hijos, en una especie de diario de ocurrencias,
anécdotas, expresiones y reflexiones que ella anotaba minuciosamente.
7.
La magia
y
el encanto
En esta práctica no dejaba pasar más de tres días sin
que tome asiento para recordar y redactar lo que había sucedido con cada uno de
sus hijos. Hay en este gesto la evidencia de quien escribe más que por llegar a
un público, por la fascinación que a ella le produce el alma infantil.
Aquella práctica y vocación también la siguió con
igual respeto y embeleso con cada uno de sus nietos. El diario que escribió
acerca de estos últimos abarca otros diez volúmenes.
En ellos aparecen anotados con toda minuciosidad los
pasajes más increíbles y graciosos, intensos y significativos de lo ocurrido a
cada uno de los niños de su casa.
¿No es esto conmovedor, significativo y
extraordinario? ¿No es esto muestra de una vocación entrañable? Y sobre todo es
ejemplar y digno de mostrarse como pauta y modelo a seguir. Y cuál es: escribir
más que por oficio por la fascinación a la magia y al encanto de lo que es la
inocencia y el asombro, clave del arte de todos los tiempos
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