3 DE
JUNIO. 1987
LA CANCIÓN
CRIOLLA
PATRIMONIO
ARTÍSTICO DE AMÉRICA
INCRUSTADA
EN EL
FONDO
DEL ALMA
Danilo Sánchez Lihón
La música es para el alma
lo que la gimnasia es
para el cuerpo
Platón
“Cuando no hayan aplausos,
cuando no tenga amigos,
cuando llegue el ocaso,
quiero que estés
conmigo”
Juan Mosto
1. Camino
polvoriento
Así
como nuestra comida, así también nuestra música es una mistura de ritmos,
melodías, géneros; como también de pueblos, climas y sangres.
Llena
de acordes, compases y modulaciones, llega al fondo del alma y allí se queda.
En
donde se da principalmente lo indígena, lo negro, lo blanco, lo amarillo, lo
cobrizo. Y, en verdad, todos los colores del arco iris.
En
donde han aportado tanto esclavos y peones como señoritos y señorones; hombres
y mujeres.
Sentida
por personas de toda laya, condición y creencias; jóvenes, adultos y viejos;
pobladores del campo y la ciudad de costa, sierra y selva.
Sin
embargo, predomina lo popular, lo vinculado a la tierra nativa, a la casa de
cañas, esteras y adobes; como del camino polvoriento y apiñado de piedras.
2. De casas
añejas
Predomina
aquello no tanto vinculado a la casa hacienda ni al patrón, casi siempre
despótico y abusivo de la serranía, sino al patio estrecho y al corredor
empedrado bajo aleros de teja vieja y el terrado.
Bajo
cuyos techos se ha compuesto y cantado los mejores valses y polcas, tonderos y
marineras.
Predomina
de la selva la casa a la vera del río apacible, levantada sobre pilones y
cubierta en su techumbre de hoja de palma y tapiada de madera renegrida por la
lluvia y el sol calcinante que la seca.
Por
cuyas rendijas se cuelan las notas que en su interior se cantan, sea “La
Contamanina”, “Desde que te fuiste” o “Amazonas, el monarca de los ríos”.
Sobresalen
tanto el aporte del negro trabajador de las haciendas como del mestizo del
barrio de la urbe de calles trashumantes y de casas añejas.
3. Por un amor
sublime
Música
criolla donde han aportado y siguen aportando quienes se aferran a la memoria y
los recuerdos; y lo defienden porque más cunde en nosotros el peso de las
tradiciones.
Que
la cultivan tanto como los grupos de amigos desvelados y que conspiran bajo
candiles y lámparas contra el orden establecido, señoras y señoritas atenidas a
lo tierno, armonioso y tranquilo.
Pero
eso sí, aunque se escucha la voz de los dichosos y tocados por la fuerza de la
fortuna casi siempre de un amor correspondido, domina en ella la voz de los
sufridos de siempre.
De
los desengañados y carambolas; o de los que renunciaron a sabiendas que iban a
padecer horrores, por un amor sublime que hoy extrañan, añoran y atesoran.
De
aquellos que tienen también en la música una manera de protesta, a veces
camuflada como reproches a la mujer amada por sus desdenes, por sus traiciones,
o por su olvido.
4. Se aviva
el espíritu
Música
criolla que un día como hoy, el 3 de junio del año 1987, se lo distinguió como
Patrimonio Artístico de América.
Música
y canción exaltada, pasional y jaranera, que hoy en día, pese a su extracción
popular, recorre desde el solar del patio de tierra apisonada de una casa bajo
el puente, como el salón dorado del Palacio de Gobierno.
Música
criolla, principalmente la marinera, la polca y el vals de espacio cerrado, de
paso corto, picadito y apretado, donde se aviva el espíritu y se encienden los
corazones.
Que
ha llegado a cantarse y bailarse multitudinariamente hasta en las plazas,
parques y hasta a la vera de las líneas ferras o los ríos de Europa, y de países
con una honda y larga tradición popular en cuanto a música se refiere.
Tales,
por ejemplo, como Italia, Austria, Rusia, como se prueba porque se han visto y
se pueden seguir viendo en videos que se han difundido y se siguen difundiendo
en Facebook, YouTube y otros medios.
5. Excepcionales
méritos
En dicha oportunidad, a la cual nos referíamos,
y que ocurrió el 3 de junio de hace exactamente 33 años, en el Auditorio
Principal de la Organización de los Estados Americanos de la OEA en Washington,
en los Estados Unidos de Norteamérica, se rendía pleitesía a la música criolla del
Perú como “Patrimonio Artístico de las Américas”.
Y esto fue al rendirse homenaje a cinco
artistas de este género, que fueron especialmente invitados a recibir estos honores
en la sede de la OEA en Washington, como son los cantantes y/o autores; Jesús
Vásquez, Oscar Avilés, Augusto Polo Campos, “Zambo” Cavero y Luis Abanto
Morales.
Personajes de la composición, y de la
interpretación musical, a quienes se los distinguió, de acuerdo con lo que reza
y está estampado en los diplomas de honor que les fueran otorgados por el Secretario
General de la Organización de Estados Americanos, don Joao Clemente Baena
Soares, "Por sus excepcionales méritos y relevante acción a favor de la
música de las Américas".
6. Contigo
Perú
En dicha oportunidad los homenajeados dieron un
concierto titulado “El Perú canta a América”, donde se recuerda a Jesús
Vásquez, luciendo un riguroso traje blanco y cantando el vals “Blanca Luz”, acompañada
de Oscar Avilés, quien improvisó un solo de guitarra que fue estentóreamente
aplaudido.
Sin embargo, en dicha oportunidad la emoción
llegó a límites muy altos, y hasta supremos, cuando el “Zambo” Cavero,
acompañado también por Oscar Avilés, cantó dos valses de Augusto Polo Campos.
Ellos fueron: “Contigo Perú” y el otro titulado
“Y se llama Perú”, que hizo que el auditorio repleto de público en donde no
podía entrar ya ni siquiera una aguja puesto que estaban invadidas y copadas hasta
las gradas de las escaleras, como había afuera muchas otras personas que ya no
pudieron ingresar, aplaudieran todas enfervorizadas de emoción.
7. Alienta
y detiene
Esto sucedió al cantar el Zambo Cavero el vals
“Contigo Perú”, agigantado por el sentimiento de identificación con la patria.
El público asistente electrizado entonces se puso de pie y aplaudió por largos
minutos, a lo que se agregaban las vivas y arengas.
Tiempo en que las lágrimas afloraban por los
ojos y resbalaban por las mejillas de los asistentes. Se dice que al ver que
mucha gente lloraba se escuchó decir a Oscar Avilés: “Zambo, para la próxima
vez nos dedicamos a fabricar pañuelos”.
Y es que, como decíamos al principio, nuestra
música es como nuestra comida, que subyuga, encandila y apasiona: rica, sabrosa
e insondable. Un deliquio, soberana y excelsa.
Es versión de lo inefable, que cura y desgarra al
mismo tiempo. Que alienta y detiene, impulsa y esconde. Que nos arroja al
combate y nos guarece para siempre
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