13 DE AGOSTO
DÍA DE LA SALUD
LA NUTRICIÓN
EN EL ANTIGUO
Y FUTURO PERÚ
FABLA DE GESTA,
DE CIRO HURTADO
MAESTRO Y GEÓGRAFO
Danilo Sánchez Lihón
1.
Anteayer yo
me encontré en Santiago de Chuco,
Cachicadán y
Angasmarca, realizando talleres con
maestros. Ahí
nos atrapó un aguacero terrible que
rompió tejas y
vidrios del lugar donde almorzamos.
Y siguieron
retumbando los cielos, zigzagueando
los relámpagos y
el granizo salpicando sobre la mesa,
cayendo encima
de nuestros platos. ¡Una hermosura
de lluvia sin par!
Pero, ¿acaso yo me he enfermado?
¿Por alguna razón
estoy mal? ¡No! Nada. Ni una gripe,
ni un catarro,
¡ni siquiera una mínima carraspera!
Y, sin embargo,
hacía un frío espantoso, que en mí
no hizo mella
ni afectó en lo más mínimo. Y esto,
¿por qué?
¿Cómo creerlo a la edad que tengo,
que sobrepaso
los noventa años? ¿Cómo explicar
el hecho de ser
un varón fuerte y animoso? ¿A qué
creen qué se debe?
2.
Yo
les voy a decir y revelar todo y aquí:
Es gracias a
que me alimento de la dieta andina
que la preparo yo
mismo: de quinua, kiwicha, cañigua.
Que ellos
son nuestros alimentos primigenios,
originales e
insignes del Perú de oro y diamante
Del Perú
milenario, de aquel admirable país
de los Incas,
sabio y probo. Me alimento jóvenes
de la honda y
alta sabiduría que tuvieron nuestros
laboriosos
antepasados. Me nutro de la luz que
supieron
encender dichos padres. De quienes
es una inmensa
diadema en la frente ser herederos.
Me alimento
guiado por esa cultura de asombro,
el Tahuantinsuyo.
donde no hubo hambre, pobreza, ni
tampoco
desocupación. Ni falta de trabajo, ni
desnutrición.
3.
Donde
todo era fiesta, pero del espíritu, del
ser interior, y
no del cuerpo. Porque ahora se cree
que la alegría
ha de hacerse para lo externo. ¡No!
Era la fiesta
para halago del alma, en comunión
con la naturaleza.
¡Gobierno que supo alimentar bien a
su gente
y construir una organización ideal, a
la cual pertenezco!
Donde desconocían la desnutrición
porque
estaba solucionada. ¿Qué nombre
entonces
dar a un mundo real, y no de ilusión
ni de fábula,
donde las enfermedades que ahora
nos asolan
se las había eliminado de un cuajo?
¡Utopía, es
la palabra que la define! Y que aquí
se hizo real,
y posible, ¡gracias a la alimentación
eficaz!
4.
La semana
pasada tuve que trabajar en Juliaca,
en plena
meseta altiplánica cerca de los 4 mil
metros
de altitud sobre el nivel del mar, ya
en el techo
del mundo. Y mientras mis colegas
profesores
de apenas 30 años de edad, yacían
tiritando,
entrechocando diente con diente, y
derrumbados,
muriéndose de frío, mientras corría
y trepaba
yo jubiloso por los cerros; subiendo
y bajando,
cantando y bailando, sea en laderas
o colinas,
mientras los otros jadean sin poder
ya ni siquiera
respirar? Yo he subido las graderías
como jugando
y me he perdido por la nieve en afán
de descubrir algo,
mientras los demás acezaban tiesos
y lívidos, tirados
en las bancas del hotel resignados a
morir.
5.
Yo
hasta me he bañado en las aguas
de esmeralda
del lago sagrado del Titicaca. ¡Esto
lo juro! Y ha
sido en Tiquile, mientras mis tristes
colegas
ya agonizaban de frío, balbuceando
incoherencias,
abrigándose hasta los dientes. ¡que
también
se les habían congelado! Mientras
me miran
con asombro desde sus envoltorios,
yertos
detrás de las lunas de sus anteojos,
mientras
la techumbre soporta la estridencia
de una lluvia
torrencial que descarga relámpagos
y truenos.
Si se lo mira bien es una calamidad,
y una verdadera
vergüenza: arrebujados de espanto
en sus camas
con malestares por todo el cuerpo,
con limitaciones
e inhibiciones infinitas en el alma, y
en todo su ser.
6.
¿A qué se debe?
Y yo respondo: ¡A que me alimento
a base
de mashuas, de ollucos, de ocas. ¡Y
de habas!
Mastico mi charqui. ¡Y todo aquello
que hizo
posible que aquí se construyeran
maravillas!
¡Sacsayhuamán! A que se edifique
para embeleso y
gloria de la humanidad estupefacta
¡Machu Picchu!
O se erija el divino ¡Ollantaytambo!
Verdaderos
prodigios, tanto que algunos creen
que portentos
como estos jamás no puede haber
sido hechos
por seres humanos; si no, y quizás,
por extraterrestres.
Por la belleza y grandiosidad de sus
piedras y porque
tenían que subirlas por desfiladeros
de espanto
y de miedo. ¡Y a pulso! La pregunta
es: ¿cómo
las arriaron, o cómo las subieron a
esas alturas?
7.
Hoy
asombra y conmueve conocer cómo
las erigieron
edificándolas unas sobre otras, sin
tener
ruedas, ni poleas; ni grúas, ni otros
aparejos
precisos para izarlas y sostenerlas!
La respuesta
para mí es sencilla. Yo les contesto
con llaneza:
¡esos hombres hicieron tales hazañas
y portentos
porque estaban bien alimentados.
Y entonces
esos trabajos los hicieron cantando
y bailando,
por ser un pueblo bien alimentado y
feliz,
sin enfermedades, ni padecimientos
¡eran dichosos!
Y todo porque sabían comer y beber.
Lo sublime
es que ellos son nuestros padres.
Que toda
esa sabiduría existe, está presente
aquí, entre
nosotros, en la tierra que habitamos.
Los elementos
de esa dieta son vigentes. Herencia
que recae
en nuestro suelo. Por eso: ¡Jallalla,
hermanos!
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