29 DE AGOSTO
POESÍA Y EDUCACIÓN.
AULA VIRTUAL CAPULÍ
EL MAESTRO
CÉSAR
VALLEJO
Danilo Sánchez Lihón
1. Maestro
de alma
César Vallejo es poeta y es maestro.
Y para constatar este último don, e idoneidad, recordemos que fue maestro de
niños de escuela, que tuvo a su cargo un aula de clases, principalmente de
primer grado básico, casi de la educación inicial, donde había que enseñar a
los niños a leer y a escribir, labor para cuyo desempeño hay que ser maestros auténticos
y de a verdad
Ser maestro se valora poco en la
sociedad actual rentista, mecanizada y mercantilista, en donde este ejercicio
profesional frecuentemente se menosprecia y se evita serlo por considerar esta
función en la vida como precaria, marginal y hasta de personas que se refugian
en ella porque fracasaron en otras, razón por cual qué importante es contar
entre la fila de maestros al hombre más importante en la historia del Perú
contemporáneo.
Porque todos recordamos cómo nuestro
poeta dedicó talento y esfuerzo a su labor magisterial, actividades que realizó
además de escribir literatura, lógicamente con extraordinaria honestidad y
fervor. Y en las cuales se transparente el alma de este ser esencial, tuétano
de hombre ejemplar y modelo a seguir.
2. Siempre
en las aulas
Oficialmente, y como personal
asimilado a la escuela pública, esto es dentro de la planilla del Estado, lo
encontramos de preceptor entre los años 1913 y 1915, en el Centro Escolar Nº
241, o más llamado Centro Viejo.
Esta era la institución educativa
emblemática de Trujillo, situada en plena Plaza de Armas de esta localidad, en
donde enseña a los niños a leer y a escribir. Pero también a conocer aspectos
básicos de las ciencias, de las artes y de las humanidades.
Podemos decir que tenemos el orgullo
como para que el destino registre estos hechos, que César Vallejo fue maestro
en las escuelas y colegios no solo emblemáticos sino representativos de la
escuela pública de cada localidad.
Porque otro hito en su trayectoria
magisterial es el período que abarca entre 1915 y 1917, época en la cual dicta
clases en el primer grado de primaria del Colegio Nacional de San Juan, en esa
misma ciudad señorial.
3. Maestro
auténtico
Ya en Lima, desde el año 1918 labora
como preceptor en el Centro de Educación Primaria del Instituto Barrós,
denominado después de la muerte de su director y propietario, como Instituto
Nacional.
En esta entidad educativa le cupo a
César Vallejo desempeñar en algún momento el rol de director de ese plantel,
función a la cual pronto renunció.
Esta incursión la hizo más bien
presionado por sus colegas para asumirla, por ser el único quien poseía grado
académico de Bachiller expedido además por una casa de estudios prestigiosa
como era la Universidad Nacional de Trujillo.
Sin embargo, nunca tuvo aspiraciones
ni de riqueza económica ni mucho menos le dominaban las ganas de ocupar cargos
públicos, ni de pugnar por ningún tipo de poder en el ámbito de una
institución.
4. En la educación
básica
Él es artista y maestro auténtico,
no administrador de bienes, como tampoco empresario en el campo de la
educación, siendo su opción la eminentemente formativa, en lo cual imparte
también cátedra y magisterio.
Ya en 1919 lo encontramos como profesor
del 4º y 5º de Educación Primaria en el Colegio Nacional Nuestra Señora de
Guadalupe en Lima.
En marzo de 1921 nuevamente ejerció
la docencia en esa institución educativa emblemática, donde hay el registro de
que participó también como jurado examinador de alumnos ingresantes, junto con
los profesores Octavio Mayaute, Eduardo Valenzuela, Severino Sedó y Juan
Ronceros.
Así, prácticamente, desde que inicia
sus estudios universitarios, en el año 1911, hasta que se aleja del Perú, el 17
de junio del año 1923, trabajó en la educación básica y como maestro de aula,
solo con breves interrupciones.
5. Maestro
ejemplar
Pero César Vallejo no solo es
maestro porque tuvo a su cargo niños a los cuales orientar, o solo porque tuvo
bajo su responsabilidad un aula de clases, sino que su actitud en la vida y su
manera de ser, así como un eje en que se sustenta su poesía es el ser maestro
de alma, porque todo lo siente, lo piensa y lo sueña como maestro.
¿No es este un hecho extraordinario
y admirable, que el poeta universal que ha dado al mundo nuestra cultura, lleve
la esencia y la insignia de ser también maestro en las aulas, en la escuela
pública y en las dos instituciones educativas emblemáticas de ciudades capitales
de nuestro país, como son Trujillo y Lima?
Quien dedicó parte de su poesía
expresamente al arte de educar en la vida. Y su actitud, hasta en los últimos
días de su vida, fue la de un guía que orienta y conduce, y la de un maestro
ejemplar.
6.
Marca
el
futuro
En César Vallejo al mismo tiempo que se da el
poeta se da el maestro, asumiendo una adhesión plena con el niño y con la
escuela como institución tutelar, convencido hasta el tuétano de lo que es ser
un maestro de a verdad.
El puente entre la poesía y la escuela César
Vallejo lo dejó tendido, abierto e inaugurado, no solo predicándolo sino
construyéndolo tanto con su obra como con su vida, con sus pasos, sus afane y
sus actos concretos.
Recorramos más ese puente entre la poesía y la
escuela, entre la cultura y la educación, entre la palabra extasiada de belleza
y la palabra imbuida de humanismo, de moral, de compromiso por el hombre, por
su desarrollo y por su realización tanto individual como colectiva.
Porque lo que sucede en la escuela marca el futuro
del mundo, como influye mucho en el tiempo presente, por eso tenemos que
interesarnos más acerca de lo que sucede en la escuela.
7.
La plena
esperanza
La vida se colma en una institución educativa.
Porque allí confluyen niños, jóvenes, padres de familia, comunidad docente,
administrativa y comunidad en general.
Siendo así es en la institución educativa o
escuela donde se establecen los mejores contactos y en donde ocurren los más
intensos eventos.
En ella hay un enlace de generaciones. Y en donde
todos están abiertos a la actitud de aprender, de superarse y de aspirar a un
mundo mejor.
Si somos seres que anhelan con nuestro arte
cambiar el mundo, establezcamos entonces un mayor vínculo con las instituciones
educativas para superar aislamientos, escepticismos y desmoralizaciones.
Son en las instituciones educativas en donde
aflora la ilusión, los grandes propósitos e ideales. En donde se manifiesta de
manera íntegra y poderosa la plena esperanza.
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