lunes, 31 de agosto de 2020

31 de agosto. Día Mundial de la Solidaridad. / El sermón del llano.

 31 DE AGOSTO

DÍA  MUNDIAL DE LA SOLIDARIDAD

 

EL

SERMÓN

DEL LLANO

 

Danilo Sánchez Lihón

 

 


César Vallejo. Pintura Eladio Ruiz


1. Rayo

fulgurante

 

La expresión más alta y la simbolización suprema de la solidaridad humana se encuentra en el poema “Masa” de César Vallejo.

Al punto de ser considerado como texto clave, punto de partida y piedra angular donde se perfila un nuevo evangelio de la condición humana.

La fecha que tiene como asiento y registro de su escritura el poema “Masa”, de César Vallejo, es el día 10 de noviembre del año 1937, fecha que debemos instituir como Día de la Fraternidad Humana.

Pese a su brevedad, a su sencillez ya que en él no se poetiza nada, es el poema más importante de la historia humana y que forma parte de los 15 poemas de aquel rayo fulgurante que es el libro “España, aparta de mí este cáliz.

Y que el poeta César Vallejo escribió meses antes de morir agotado, consumido y en agonía por el drama de la Guerra Civil española. 




2. Fiebre

y desvelo

 

Tragedia que él vivió como una expiación vital agobiante, abrumadora y tremenda, que lo sumió en la angustia, el martirio y la desesperación más honda y atroz, libro que se inicia con los siguientes versos:

Voluntario de España, miliciano

de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón

cuando marcha a matar con su agonía

mundial, no sé verdaderamente

qué hacer, dónde ponerme, corro, escribo, aplaudo,

lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo

a mi pecho que acabe, al bien, que venga

y quiero desgraciarme; ...

Y que lo agotó al punto de consumirse de fiebre y de desvelo, pese a estar a más de 1,200 kilómetros de distancia de los campos de batalla, siendo sus últimas palabras al morir, el 15 de abril del año 1938:

Llévenme a España” “Quiero ir a España” 





3. No mueras,

te amo tanto!

 

Dice el poema “Masa”:

MASA

Al fin de la batalla,

y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre

y le dijo: “No mueras, te amo tanto!”

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

 

Se le acercaron dos y repitiéronle:

“No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!”

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

 

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,

clamando: “Tánto amor, y no poder nada contra la muerte!”

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

 

Le rodearon millones de individuos,

con un ruego común: “¡Quédate hermano!”

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

 

Entonces, todos los hombres de la tierra

le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;

incorporóse lentamente,

abrazó al primer hombre; echóse a andar...

 


4. Los ojos

llorosos

 

En ese sermón del llano no se habla de otro mundo sino de este que es la tierra, y a ras del suelo.

Y por serlo así se convierte en la tierra prometida, en el país de la leche y de la miel.

Éste, adonde hemos llegado, o bien elevándonos o bien cayéndonos, en el cual estamos, donde hemos nacido, vivido y en donde finalmente morimos.

Y lo hacemos sin plazos ni postergaciones, desde que en él se plasma el amor universal. Y una nueva resurrección, no de Lázaro sino del Cristo multitud, barro y gleba.

Es una morada donde no se prescinde del dolor en el tiempo en que duran los milagros que ocurren en este poema, pero en donde finalmente prevalece el amor.

Tiempo seráfico y eterno donde se encomiendan y corrigen, insumiéndolos, los males del mundo: el dolor, las enfermedades y la muerte mediante el amor sencillo y ecuménico: de la fraternidad.

 


5. Del sendero

simple

 

Donde ningún ser humano, hombre o mujer falta en esta cita. Donde todos estamos convocados, presentes y esperanzados. En realidad, jubilosos, exultantes, con los ojos llorosos, pero a la vez vivos y radiantes de emoción.

Son los mensajes que se contienen en “Masa”, la nueva estancia evangélica del amor colectivo. Es el padre nuestro y la madre nuestra tanto del orden espiritual como social. Es la comunidad humana en el anhelo de unanimidad en el afecto, sin exclusiones, aplazamientos ni disensiones.

Es el nuevo evangelio que solo una cultura y una sociedad como la andina lo pudieron propiciar a través de César Vallejo como su representante egregio.

Es la palabra hecha verbo en su vocero indiscutible; de su porta estandarte, el autor de los Poemas humanos, quien pudo hacerlos evidentes, y que ojalá todos juntos lo hagamos actuante, tangible y vigente.

El evangelio Vallejo tiene su sermón del llano en “Masa”, de apenas 17 versos repartidos en 5 estrofas, que conforman el nuevo sermón del camino, de la pampa y la explanada.

 


6. No hay ningún

indiferente

 

Evangelio de la llanura en donde se reúne el pueblo; no de la cima, ni la cumbre, ni de la montaña, sino de la planicie, del ámbito abierto y horizontal, y del sendero simple.

Del espacio de tierra al borde del camino de herradura, o de a pie, de la vida común y corriente, del sendero pobre con el cual empieza la construcción de una invasión, de una barriada y de un pueblo joven.

Y aquí estamos todos juntos y reunidos. Y el que aún no nace también responde a la lista, a plenitud. Y el que había muerto casi al inicio del mundo ha llegado puntual y es el primero en el círculo.

Ninguno se abstiene, ni uno solo falta, adujo una razón que justifique su ausencia o su tardanza. Nadie se declaró opuesto, ni indiferente, ni neutral.

No hay ningún disidente a este cariño, nadie se ha rehusado a venir, a comprometerse, a participar, aduciendo que tenía que hacer un trabajo diferente. ¡Es este el trabajo verdadero! ¡Todos se aman desde siempre y para siempre!

 


7. Un ser

común

 

Son estos milagros decisivos, trascendentes, inapelables los que aquí ocurren. Como es milagro abrir el corazón a otro corazón. Y aún mayor milagro abrir todos los corazones juntos, por un solo propósito e ideal. Si solo “Masa” fuera utopía, por la proeza de su concepción ya es un milagro auténtico.

Si solo fuera buen deseo, coherentemente concebirlo, como en “Masa” sucede, ya constituye una providencia tenerlo como anhelo. Pero si por ello se da la vida, forma parte entonces de verdad revelada, es el soplo del ángel, el rasgarse los cielos a fin de captar esta anunciación henchida y nutricia.

Pero no es solo utopía por una situación de mucho peso, porque la Guerra Civil española que lo inspirara ocurrió históricamente y cobró millones de víctimas. Y hubo en ella un voluntariado tenaz.

Del corazón de los que se unieron en aquella pasión y agonía surge el testimonio de “Masa” que es verdad evangélica. El milagro de un hombre por quien todos ruegan. Personaje que no es un astro, no es un portento de individuo sino un ser común y corriente.

 


8. Ser fiel

con la vida

 

En “Masa”, poema XII de España, aparta de mí este cáliz, ocurren y se presentan varios significados trascendentes. En primer lugar: trata de un hombre anónimo, solamente hombre y, como tal y por serlo, un combatiente. Ese individuo es uno y es todos. No tiene nombre. Su nombre es: masa.

Es el primer milagro que ocurre a favor de alguien por primera vez irreprochable. ¿Y quién es él? El pueblo, la masa. Nadie endilga acerca de él un solo reparo o argumento en contra. Ni siquiera un: yo me abstengo. Todos están de acuerdo en rogarle que se quede. No es Mahoma, no es Buda ni Zaratustra. Si fuera uno de ellos otros ya hubieran puesto reparos y obstáculos. Ese hombre es todos los hombres juntos y reunidos.

No ocurre en ninguna etapa histórica sino en todas. Ni en este ni en el otro siglo sino en todos. Ni tampoco en el pasado, ni en el presente ni en el futuro. Acontece en un reino sin tiempo. Infinito. Intemporal. Solo sabemos que es al final de la batalla, de la batalla definitiva. Porque es un guerrero de quien se habla y quien resucita Tenía que serlo, un luchador y un combatiente, porque ello es ser fiel con la vida, como lo fue el propio César Vallejo.

 

Fotos 4, 7 y 8

Jaime Sánchez Lihón



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