1 DE SEPTIEMBRE
ANIVERSARIO DE “LA HISTORIA INTERMINABLE”
DE MICHAEL ENDE
AQUEL
QUE
ADIVINE
Danilo Sánchez Lihón
Homenaje
Pinturas de
Marc Chagall
1. A despecho
de los dioses
Dar la solución a una adivinanza
puede significar alcanzar el máximo poder sobre la tierra. Ya lo hemos visto en
el hado de Alejandro Magno o Edipo Rey.
En el caso de nuestra cultura,
los oráculos de Pachacámac en Lurín, o el de Catequil, en Santiago de Chuco, no
hablaban describiendo los hechos sino en claves de adivinanzas
Y los sacerdotes tenían que
resolver estos arcanos en una interpretación sutil, donde frecuentemente perdieron
sus cabezas que eran cercenadas porque el designio de los dioses contravenía
los intereses de los gobernantes de turno y mundanos.
Aquello sucedió cuando el oráculo
de Catequil predijo la llegada de los hombres blancos y Huayna Cápac, creyendo
que los sacerdotes le traicionaban, mandó destruir el oráculo, e hizo que los
cuchillos pasaran por las gargantas de los sacerdotes que eran verídicos en
solucionar enigmas, pero inocentes en no saber interpretar el anhelo de los hombres,
o como evitar que se desencadenara una determinada situación a despecho de los
dioses.
2. Te hará
emperador
Josué, en Egipto, al interpretar
el sueño del Faraón acerca de cuál era el significado de haber soñado 7 vacas
flacas deambulando por el desierto; y, luego, 7 vacas rollizas que pastaban por
la ubérrima pradera; alcanza la máxima ventura ante el Rey al interpretar lo
que en el fondo estaba en lenguaje de adivinanza, y cuál era el hondo deseo del
gobernante, situación que nos revela que las adivinanzas a veces tienen doble
cara.
Pero es en el Mester de Clerecía,
del Siglo XIII, en el Libro de Apolonio, de autor anónimo, se detalla cómo el
acertar con una adivinanza podía significar alcanzar de inmediato el mayor
poder y privilegio, como era casarse con la hija del Rey y hacerse,
lógicamente, el futuro soberano de vastos confines, al decirse en la misma
letra del acertijo lo siguiente:
“La
verdura del ramo es como la raíz
de
carne de mi madre engrueso la cerviz.
Aquel
que adivinase este enigma, feliz
ése
tendría a la hija del Rey y emperatriz”.
¿Qué sería? O, ¿qué será? La
respuesta que te hará emperador está dentro de la letra de este acertijo.
3. Reconstruyen
la historia
Fray Bernardino en su “Historia
General de las cosas de Nueva España” relata que los peninsulares al llegar
a las nuevas tierras después denominadas América, encontraron en México, por
los caminos que pasaban, unas costumbres como las que en España se denominaban
los “Qué cosa y cosa” y que en aquella región la nombraban como los “zaz miles”,
que eran –hasta en la forma de decirlo– lo mismo que las adivinanzas; algunas
de las cuales reproduce en su libro, como ésta que dice así:
“¿Qué
cosa y cosa
está
señalando al cielo
con el
dedo?”
(La
espina del maguey)
En la cultura andina se las
conoce como “huatuchis” que significa anudar, amarrar y, a la inversa, desatar,
cazar una pieza con otra. El juego se inicia con dos expresiones rituales que
son:
– Imallanchik aycallanchik, sa. (¿Qué
cosa será? ¿Cuánto será? ¿Así es?)
Y la respuesta es:
– Asá. (Sí. Así es)
Va y se queda
va y se queda.
¿Qué será?
4. Dineros
y fortunas
Hay adivinanzas preincas, e igual
también de la época del imperio del Tahuantinsuyo, como éstas que se han
registrado:
“Una
casa verde de habas
que no
están verdes ni secas”
(La
boca y los dientes)
“A dos
lagunas negras
un
solo cerro las ataja”
(Los
ojos)
“Se
llena de noche
se vacía
de día”
(La
cama)
“En
medio de cuatro cerros
flamea
una bandera colorada”
(La
candela y el fogón)
Uno puede reconstruir la historia
humana a través de las adivinanzas. La siguiente nos señala una época desechada
o descartada ahora con el imperio de otros modos de despilfarrar dineros y
fortunas. Ejemplo:
“Blanco
fue mi nacimiento
pintáronme
de colores
he
enriquecido a villanos
y
empobrecido a señores”
(El
naipe)
5. ¿Cuál será
la tan mentada?
Adivinanzas y juegos infantiles
han sido trabajados en el Perú por Gabriel Escobar, Emilio Romero, Hermógenes
Colán y Efraín Morote Best. Y, en nuestra época, merece especial mención José
Respaldiza Rojas, autor de libros como: “Maestra Adivinanza” y “Mil
adivinanzas quechuas”.
Sin embargo, lo bueno es que
ellas no son únicamente un vestigio de la antigüedad, ni un supérstite
rescatado por la arqueología, o mantenida viva por la nostalgia, sino que nacen
y se despiertan cada hora, cohabitando con nosotros a cada momento del día la
vida cotidiana.
Surgen y juguetean en todo ámbito
que se pueda imaginar, sea el citadino o el rural, el humilde y hasta mísero o el
desbordante de opulencias, sea que gocemos de un momento feliz, sea que
padezcamos un infortunio, sea en lengua japonesa o china, en ruso o en quechua.
En todo escenario y hasta en toda
circunstancia de la vida nos acompaña una adivinanza como un ovillo de
maravilla y estupor delante de nuestros ojos llenos de asombro:
“¿Cuál
será la tan mentada
que se
halla al fin de una vida,
no
halla en el mundo cabida
ni en
el cielo tiene entrada;
que se
halla en algunos meses
y en
la semana dos veces?”
(La
letra A)
6. Maravilla
de la creación
Es la adivinanza un juguete
exquisito, un artefacto mental extraordinario, una cometa imaginaria que junta
unos cuantos elementos de la realidad, dos o tres, hecho de fuegos fatuos
imaginarios, de cintas de colores que se despliegan, de retazos de naturaleza
que aletea, de jirones de realidad, para con apenas dos o tres elementos
configurar un universo, creándolo en 7 segundos, como dios creó en siete largos
días el cosmos y sus criaturas:
“Detrás
de aquel cerro
detrás
de aquel otro
relincha
la yegua
y no
se ve el potro”.
(El
trueno)
Pero la adivinanza es más urgente
que el mundo de piedra y cielo; revolotea un breve instante y calla instantánea
y fugaz. Alumbra, define, estalla y otra vez las aguas vuelven a serenarse y
dormirse en la orilla.
Son juegos de lenguaje, de
ingenio y candor, en donde hay vuelo e inmersión. Es un volar fragmentado en
pedazos para después consumar una unión, con brillo de mirada en los ojos, y un
poner el alma en la pregunta y el corazón en su probable solución:
“Estaba
el galán sentado
con la
dama en sus rodillas
y
cerquita de la boca
le
estaba haciendo cosquillas”.
(El
guitarrista y la guitarra)
7. Arquitectura
de las cosas
No hay adivinanza que se responda
plenamente, siempre queda una brecha de duda como es la vida, como somos los
hombres. Inmediatamente después de la aprobación de la respuesta viene el cuestionamiento
y la discusión, a cotejar cada enunciado y siempre queda siquiera una pizca de perplejidad
que nunca se pierde. Hay un flanco abierto y una seña que se escapa, porque así
es el mundo y así son las cosas.
“En el
aire suspendido,
mágico
avión sin motores,
viene
y les cuenta al oído
sus
noticias a las flores”.
“El
colibrí)
(José
Ruiz Rosas)
La adivinanza es pregunta –lo
cual la hace eterna– tiene rima y tiene danza, lo cual la hace efímera. Los
niños la disfrutan sobremanera porque es a la vez objeto, sustancia y abalorio.
Ella les agrada, sienten gozo y hasta placer de enredarse en su trama y sortilegio porque ella les abre las puertas del misterio de la creación del mundo y les muestra. ¡cómo están puestos los maderos en la arquitectura de las cosas, y cómo esta choza está compuesta de minucias, pero también de audacia; de barro, pero también de rosa, fragante e impoluta.
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