Aquí, en este
sitio, ahora calmo y apacible, como es el Muelle Dársena del Callao, muchos han
sentido que dejaban una vida e iniciaban otra que ocurrió cuando desde aquí
partieron.
Ahora con las
aguas casi quietas de un piélago inconmensurable, como es el Océano Pacífico,
que baña con estas mismas aguas varios continentes del globo terráqueo. Así, el
continente asiático, la Oceanía como las américas del norte, centro y sur, y de
polo a polo.
Y que apenas al
golpear en una escalinata de la rada como hace ahora, produce aquel leve
chasquido tan mínimo que más se oye el canto del grillo que de atardecida se
desgañita sobreponiéndose al rumor de las olas.
Aunque lejos y
distantes del lugar donde nacieron, pero con el cual se identifican y en el
cual verdaderamente murieron y están enterrados, muchos por aquí se fueron
definitivamente para nunca más volver. Pero en el caso de César Vallejo quien
partió desde este sitio, no.
2. Quedando
como raíces
Él nunca se
separó ni desgajó de aquí, tanto que lo sentimos que está presente en cada
orilla, en cada cumbre y quebrada de su lar nativo.
Por eso este es
un gozne, un umbral, el vano de una puerta; que en el caso del autor de los
Poemas humanos siempre nos planteará el dilema por un lado de quien se va y por
otro de quién regresa y se queda.
Y nos hará
siempre reflexionar de qué es aquello de nosotros que puede irse y qué de
nosotros que jamás pudo trasplantarse a otro lugar, quedando aquí como raíces
para cada día arraigarse más perennemente.
Nos mantendrá
en suspenso de quiénes se demoran en volver y de quiénes esperan sin moverse de
la puerta.
Porque este
puerto no tiene la imagen de una puerta, pero en el fondo lo es, la más grande
y esencial de las puertas porque por aquí se va y por aquí se llega de la
tierra firme y del océano que aquí empieza.
3. Todo
se junta
Desde aquí
muchos peruanos salieron al destierro por querer corregir los males que aún nos
hacen daño. Y aquí al volver reencontraban al país que amaban y fue motivo de
sus desvelos.
Desde aquí,
desde este punto, desde el Muelle Dársena de la Plaza Grau del Puerto Callao,
al partir ya se empieza a recordar a la patria bien amada avizorando a su vez
aquella otra patria soñada que la llevamos con nosotros para acunarla más
todavía.
Pero también se
empieza a imaginar mundos nuevos. Y al regresar se la vuelve a venerar con
nuestra presencia temblorosa de adoración sobre su suelo.
Y es que en una
despedida todo se separa, como a la vez todo se junta, convocándose al presente
insospechado, al futuro por hacer y al pasado estupefacto por estar ya
terminado.
4. También
hemos vuelto
Esa es la
proeza del adiós y el regreso que es el tema que César Vallejo nos propone
enfocar este día de fin de año y del inicio de un nuevo año que recién se
inaugura mañana.
Desde esta
rada, en este sitio, en este límite de la patria en donde termina la tierra y
empieza el océano, donde acaba la piedra y comienza el agua, donde se dice un adiós,
pero aletea al mismo tiempo el anhelo del retorno.
Hasta este
punto muchos retornaron físicamente, pero ¡cuántas veces más lo hicieron, con
su alma atribulada, de no poder concretarlo! Y los pies, cuando volvieron y
tocaron esta tierra ¿qué pulso y temblor tenían y sintieron?
¿Cerraron las
huellas abiertas que dejaran esos mismos pies cuando partieron? Porque en una
despedida todo se junta desde el futuro. Y en el regreso todo se convoca desde
el pasado. Como dos puñales, de dentro y de fuera, que dan en la misma herida.
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