Ya
la banda de músicos “Par y non” interpreta compases de fiesta en el atrio de
entrada de la iglesia de olor rancio por la humedad de los adobes en este mes
de invierno en la serranía.
Pero
también con olor a lo nuevo y reciente, a las flores recogidas esta mañana en
los campos fragantes, como son los candorosos alhelíes, los crisantemos de
variados colores, y la blanca “ilusión” con que se arman los ramilletes de
flores que portamos en las manos.
La
iglesia luce airosa, colmada de calor humano y abierta de par en par como lo
están los corazones por ser hoy un día grande, el de la Adoración de los Reyes
Magos.
Todos
los tronos de los santos están radiantes de clavelinas, margaritas, rosas y
nardos recogidos de los campos, como de las cercas y acequias de la campiña;
como de las huertas ensimismadas del interior de nuestras casas crédulas y
devotas.
2. Besan
la cuna
En
el altar mayor luce el Nacimiento del Niño Dios, con el íntegro de sus
Misterios alrededor del pesebre, erigido a base a varas entretejidas de
eucalipto y revestidas de ichu y rastrojos, como de juncos y totoras de los
pajonales.
En
medio del oficio religioso, que es la misa de aguinaldo, alternada con el tocar
de pífanos, panderetas, flautines y cascabeles, han llegado en caballos
enjaezados los tres Reyes Magos al portal de la iglesia.
Apeándose
a la entrada del templo han ingresado lujosamente ataviados al estilo de los
árabes de aquella época, mientras la banda atruena como si tuviera cien integrantes,
cuando apenas tiene un clarinete, una trompeta, un bombo y un tambor.
Los
Reyes Magos, que son jóvenes populares de la ciudad, pero a quienes apenas ahora
reconocemos detrás de sus barbas pegadas a sus mentones, y detrás de sus
bigotes tiznados, como dentro de sus atuendos y sus pelucas ensortijadas, se
arrodillan y besan la cuna del recién nacido.
3. Las lluvias
de diciembre
Mientras
en la ancha nave eleva el incienso desde los sahumerios que oscilan colgados de
sus cadenas, y se entonan villancicos, coplas y tonadillas dedicadas al Niño
Dios.
Después
de los cánticos de acción de gracias nosotros salimos a visitar Nacimientos,
esparciéndonos por los cuatro barrios del pueblo, para esto luminoso, más
nítidos sus aleros y balcones de antepecho, como sonrientes e ilusionados están
hoy día los rostros de la gente.
Y
allí vamos los chiquillos apenas asentando los pies en el suelo, intentando que
nuestros zapatos nuevos no entren ni se aneguen en los charcos que han dejado las lluvias de diciembre y del mes de enero que ha
comenzado con sus aguaceros.
Y
van con nosotros las mujercitas siempre primorosas con sus vestidos de amplio
vuelo que se abren como pétalos de flores, y con mangas de bombachos que
terminan en grecas extasiadas.
4. Pascua
de Reyes
Llevan
colgados del lóbulo delicado de sus orejas aretes primorosos, como pendiendo de
sus hombros abrigos de paño y hasta chales de vistosos colores.
Van
de la mano con sus hermanos mayores por las calles empedradas donde espejea el
sol en el calicanto de las paredes enjalbegadas.
Mientras,
las señoras y señores que han hecho en sus casas Nacimiento, esperan sentadas
en sus sillas delante de sus puertas las caravanas de niños que llegan pulcros
y bien acicalados.
Y
lo primero que hacemos es saludar, tal y cómo nos han enseñado y nos han hecho
repetir cien veces nuestros padres en la casa.
Y,
lo segundo es pedirles comedidamente su permiso para visitar el Nacimiento que
han preparado en la sala, corredor o en algún rincón de sus domicilios.
5. El sol
y la lluvia
Acerca
de este día, o de un día como este, César Vallejo escribió:
Día eterno es éste, día ingenuo,
infante,
coral, oracional;
se corona el tiempo de palomas,
y el futuro se puebla
de caravanas de inmortales rosas.
Versos
evangélicos, como si los dijera un pastor, un apóstol, o un sacerdote, que
forman parte justamente del poema Enereida, que quiere decir épica de enero.
Día
oracional porque en él se reza, como se escuchan los cornetines y el zumbido de
los trompos, que son los juguetes recién repartidos; porque aquí son los Reyes
Magos los que reparten los juguetes de la noche del 5 hacia el amanecer del día
6 de enero.
Donde
el día es ingenuo, por ser simple, sin cálculo ni medida, ni mala intención. Y
lo es para todos, por eso es coral, como la lluvia que a todos nos moja por
igual. Y como es el sol que a todos nos alumbra y nos da calor.
Foto 1
Jaime Sánchez Lihón
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