El amor de Georgette a César Vallejo es
amor sublime y valiente, que traspasa la vida y se extiende más allá de la
muerte.
Es amor hondo, lacerado, lleno de reproches
como son dos antorchas y fuegos que se juntan y arden.
Amor que la condujo a desandar los pasos
que él había andado y las estelas que él había tendido, haciendo el camino de
regreso hasta dar con su tierra nativa.
Amor tan fuerte que le determinara quedarse
para siempre en el país desde donde él partiera. Y donde se le hiciera la vida
imposible, un calvario y una expiación.
Tanto que la hicieron una ermitaña y
eremita, una intemperante compulsiva, como también una montonera de las causas
nobles y arriesgadas de la vida y el dolor.
2. El camino
abrupto
Es amor de quien todo lo dejó, lo abandonó,
lo puso a un lado y no volvió a acordarse de ello ni a recoger para seguirlo a
él por todos los senderos.
De quien dejó toda comodidad, halago y
bienestar, ¡y toda seguridad! a fin de abrazar el mundo dolorido, sufriente y
expuesto al martirio que él abrazaba.
Amor de quien olvidó todo lo que era de hija
única y mimada, para identificarse con la causa de los pobres y desposeídos que
era la razón de la vida de quien ella se enamorara.
Amor total como para dejar todo lo vano y
lo frívolo y coger de la vida su nervio más cierto y su esencia más trémula y
significativa.
Amor de quien en vida él dejó todo por
seguirlo y más aún estando ya el muerto. Que dejó lo fácil, lo pautado, la
rutina para tomar el camino bravío, abrupto y áspero de la fraternidad
universal que él le señalara
3.
Y echándole
de
menos
Amor de quien ya aquí va a las actuaciones
a enrostrar a quienes recitan sus versos con voz engolada, con mímica falsa y
alma de mercaderes.
De quienes para adornar los versos conciben
que haya que ponerle música de fondo, y modular inflexiones huecas.
Y, por su puesto, con cobro de boletos de
por medio, y pagos subrepticios de las municipalidades. O de cualesquiera otras
oficinas confesables o inconfesables.
Amor que sobrevivió en esta vida 46 años
terrenales, la edad que él necesitó para morir de vida y no de tiempo, como lo
dejó dicho.
Y en todo ese largo calvario seguir
amándolo cada día y cada hora,
Georgette con el anillo de César Vallejo
4. ¡Oh,
paradoja!
Amor de quien ya él muerto devuelve las
pesetas a quienes declaran y publican haberle prestado alguna vez algo a su
marido.
Y lo hace no porque le sobrara el dinero
que siempre le fue escaso, sino para taparle la boca a los falsos, espurios y
fariseos.
Y esto lo publicaron, ¡oh paradoja!, para
que se les reconozca ¡lo grandes que fueron como amigos entrañables, y cuánto
él les debe!
Cuando el sentido común sanciona pensar que
si se es un amigo de a verdad jamás se pueda dar a luz un asunto como ese.
Ni se leería un texto donde se revele de
algún favor prestado en alguna circunstancia jamás suficientemente explicable.
Con lo que se descubre su calaña de
negociantes y mercaderes.
5. Ella
sola
Amor de quien después de décadas en que él
muriera más intensamente seguía recordándolo y amándolo, cuando ocurre más bien
lo contrario, que a mucho más corto tiempo a los muertos se los olvida.
Ella no: A los 32 años de muerto junta
moneda tras moneda, y traslada sus restos de un cementerio a otro que ella
recordaba que alguna vez le confesara que allí le gustaría descansar algún día.
Sinceramente, ¿quién lo hace?
Ella sola, sin nadie quien le ayude, compra
a perpetuidad la tumba en el cementerio de Montparnasse, donde aquel le
confiara el anhelo de ser allí ideal y tranquilo que sus huesos reposaran, ¡si
cabe reposo en tan insigne guerrero!
Por eso es amor sublime y valiente, que
traspasa la vida y se extiende más allá de la muerte.
6. El camino
a seguir
Amor de quien eligió quedarse aquí, en el
país del amado, pese a que se le trató con hiel, acíbar y hasta ahora la burla
y risita limeña la blanden los cínicos de siempre para darse aires de
refinados.
Dejando incluso sus huesos en este suelo,
para decirnos que hay un tema pendiente de resolver.
De unir más allá de todo lo visible,
palpable y comprensible.
Como es transformar la realidad para
convertirla en himno de solidaridad humana, tal cual su esposo la enseñara el
camino a seguir y la causa qué abrazar.
¡Y echándole de menos en cada minuto de
esta vida para algunos complaciente y para otros áspera y desolada!
7. Apoteosis
del alma
Amor para hacerse humana, demasiado humana.
Amor único y legendario, un paradigma de
todos los tiempos, de todas las civilizaciones y de todas las edades y en todas
las lenguas. Y eras históricas.
Amor que atestigua gloriosamente el paso de
los seres humanos, alentando una llama sagrada en el alma.
¿Cuál es aquella flama? La del amor entre
hombre y mujer más allá de la razón y la lógica.
La devoción del uno por el otro más allá de
toda mezquindad, como una apoteosis del alma humana sobre la faz de la tierra.
Por eso, el amor de Georgette a César
Vallejo es amor sublime y valiente, que traspasa la vida y se extiende más allá
de la muerte.
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le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.
EXCELENTE ENTREGA DANILO, SOBRE LA HONRADEZ Y HERMOSURA DE GEORGETTE DE VALLEJO. LO DIFUNDIRÉ. ABRAZOS.
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