4 DE
NOVIEMBRE
NACE EL NOVELISTA
CIRO ALEGRÍA
GRAN
CORDILLERA
CIRO ALEGRÍA
Danilo Sánchez Lihón
Ciro Alegría
1. Nombres
que protegen
Así como a nuestro océano
es cabal y estricto llamarlo y proclamarlo: ¡El Mar de Grau! O a Francisco
Bolognesi: ¡El Titán del Morro!, porque estos son nombres que nos abarcan e
incluyen, nos protegen y cobijan, ¿qué más justo, noble y exacto que nombrarle como
Ciro Alegría a nuestra Cordillera de los Andes del Perú?
Porque quienes leemos sus
novelas nos quedamos con la sensación en el alma, la convicción en el pulso y
latido de nuestra sangre, como en la plenitud y verdad absoluta de nuestra
conciencia, de que nadie mejor que él ha graficado antes ni después, y nos
identifica tan hondo y tan alto, con la portentosa geografía de la cordillera
de los Andes del Perú.
Serranía hecha de moles
colosales y roquedales abruptos, pero a la vez de quebradas idílicas, amables
colinas y primorosas aldeas. Porque, además, César Vallejo quien fue su alumno
estaría de acuerdo con esa denominación. Y también lo celebraría complacido
José María Arguedas. Y el amauta José Carlos Mariátegui lo encontraría pertinente,
preciso e intachable.
2. Porque
fundan y
sostienen
¡Cordillera de los Andes
Ciro Alegría! Ese es el homenaje a su grandeza, a su valor y a su heroísmo. ¡Y
a sus sufrimientos! Porque sufrió mucho. ¡Y a su vez edificó tanto!
¿Cómo qué, por ejemplo? Forjó
y sigue forjando el alma del Perú. La hizo grande, fuerte y gloriosa. Es esa
cordillera majestuosa, absoluta y plena de misterio la que corresponde a su espíritu
y dar su nombre a ella.
Es esa cordillera hecha de
coraje, de luz y de ancha y absoluta nobleza, la que se presenta como haz y
reflejo del alma poderosa de Ciro Alegría.
Es esa cadena de cumbres
nevadas e inhiestas, hecha de estupor y de arrojo, de lágrimas como también de
fusiles, lo más cercano a su estremecido corazón.
Porque nombres como el de
la comunidad de Rumi que él ensalza, corresponden a lo que es el Perú esencial,
entrañable y magnánimo. Porque nombres como el de Rosendo Maqui y Benito Castro
deberían ser puestos a los picachos más altos de nuestra geografía cósmica.
Porque Ciro Alegría como
César Vallejo, José María Arguedas y José Carlos Mariátegui; José Antonio
Encinas como Julio C. Tello, son los hombres que fundan y sostienen las bases
del Perú eterno.
3. Duro
castigo
Nació Ciro Alegría Bazán el
4 de noviembre del año 1909 en la hacienda Quilca del distrito de Sartibamba,
perteneciente a la provincia de Huamachuco, en la sierra del departamento de La
Libertad, al norte del mítico Perú, en el Chinchaysuyo imperial. Vino a la luz
en un lugar confinado, bordeando el estruendoso río Marañón, en donde la
serranía recibe aún como anuncio el influjo pavoroso, sugestivo y abismal de
una región incandescente, como es la Amazonía peruana.
Hay una razón violenta por
la cual nació en aquel confín arisco, indomable y ya salvaje. Nació allí, en la
hacienda Quica, a partir de la cual todo es más allá selva tupida e intrincada,
es breña y cadalso, y fue porque su padre vivía en ese lugar en condición de
reo y prisionero de su propio progenitor; y pronto abuelo del hijo por nacer.
A vivir en ese lugar lo
condenó a su padre el autor de sus días y dueño de la hacienda, por haber
acumulado cinco delitos inconcebibles y desalmados a ojos de su antecesor, quien
lo sancionó a vivir y permanecer allí en calidad de arrestado; crímenes que
mirados desde otra perspectiva son hechos hasta leales, valientes y legendarios,
pero por los cuales se le infligió aquel duro castigo de recluirlo en ese
exilio y confín.
4. Esto colmó
el vaso de
agua
Esas cinco infracciones
monstruosas que el padre de Ciro cometiera y cuyo progenitor, y después abuelo
de Ciro Alegría, nunca perdonó, fueron:
1. Casarse con una campesina
e indígena, que era la hija del mayordomo de la hacienda, es decir una
empleada.
2. Repartir entre los
campesinos los terrenos de la heredad familiar.
3. Suscribir las ideas
socialistas de aquella época, que para su padre eran una aberración y monstruosidad.
4. Alojar y no entregar a
la justicia cruenta de su padre a los indios levantiscos de su hacienda.
5. Proteger a todo
perseguido político que alentara ideales sociales y que tirara por esos rumbos,
principalmente procedentes de Trujillo, que huían de los esbirros de las
dictaduras de turno que han gobernado y asolado sucesivamente en el Perú.
Todo esto colmó el vaso de
agua y la paciencia de don Teodoro Alegría Moreno quien capturó a su hijo
Eliseo Alegría Linch, lo acusó de loco y lo recluyó en la Hacienda Quilca en
Sartibamba, donde del vientre de una mujer indígena nació Ciro Alegría Bazán,
el autor proverbial de una saga de novelas épicas que conmovieron siempre la
conciencia y la sensibilidad del país.
Lo bueno de esta
historia es que la mujer humilde que amaba a aquel hombre, y madre después de
Ciro Alegría, nunca abandonó a aquel loco de fábula.
5. Vio la luz
aquel día
Allí nació aquel chiquillo
que al correr de los años sería el novelista que asombraría al mundo al ganar en
1941 el premio Farrar and Rinehart de Nueva York, el más codiciado de la
literatura de esa época y de esta parte del mundo, cuya selección se hacía por
etapas primero en cada país, y sobre el cual había una tenaz expectativa
continental.
Quien vivió su primera
infancia compartiendo la vida con indios dedicados a las faenas de la
agricultura y a la proeza suicida de cruzar en frágiles balsas a viajeros y
comerciantes las aguas embravecidas y arremolinadas del río Marañón. Ganó aquel
que allí fuera infante cuya madre, cuando lo dio a luz, estuvo a punto de morir
y se salvó de milagro. Y eso, ¿por qué? Tenía la criatura que vio la luz aquel
día una cabeza muy grande en relación a su cuerpo magro y endeble. Nació
deforme.
“Su cabeza era desproporcionadamente grande, como
la de un niño de tres años y el cuerpecito pequeño y débil”. Como de un
gluper.
Estos datos los consigna
Dora Varona, quien fuera su esposa, en su prolijo trabajo: “Trayectoria
Cronológica de Ciro Alegría”; basada para este punto en una entrevista que se
le hiciera al Sr. Constante Bazán, tío de Ciro Alegría, realizada en Trujillo
en septiembre del año 1971.
6. Se cansó
de llorar
Pero, además, aquel niño no
habló nada hasta cerca de los cuatro años de edad. No pronunció voz, y ni
siquiera murmullo o carraspeo. Nada de nada. Ningún sonido; ni lo intentaba.
Todo en él era silencio. Ni siquiera acometió hacer balbuceos, burbujas,
barboteos. Ni pretendió siquiera hacer movimientos con los labios. Nació
hierático y entristecido.
Ni menos farfulló, abucheó
o ronroneó como hacen los niños a edad muy temprana. Sus padres no tenían de
qué enorgullecerse y más bien acallaban a un corazón que lo tenían destrozado.
Este niño no intentaba nada con la lengua ni con el idioma. No se aprestaba ni
emprendía hacer los juegos verbales que los niños espontáneamente realizan,
profiriendo en interminables: tatatatás. mamamamás, papapapás, abusabús. Nada
de eso.
No hacía ningún gesto con
la boca, ni siquiera un lamento, o un quejido. Su silencio era solemne. Tampoco
abría la boca, si no era para comer. Y después la mantenía cerrada, con
frecuencia rígida y, a veces, con un rictus de dolor, como si en él hubiera
algo sellado, secreto y enigmático. Le palpaban el cuerpo, lo examinaban, por
delante, por atrás, por arriba, por abajo. Nada. Le daban vueltas en la cama.
No, no había dolencia alguna ubicable en el cuerpo sino al parecer en el alma.
7. Tenía
dos años
Su madre se cansó de llorar
y aceptó resignada, infeliz y dolida de que su hijo era mudo. Se sentía
desgraciada. Pero, es más, cumplidos como tenía los dos años el niño nunca
había reído. Permanecía serio y adusto, hierático y grave.
Frecuentemente cruzaban su
rostro ráfagas de una tristeza profunda, avasalladora y cósmica.
“Toda la familia vive extrañada, porque el niño no
sonríe ni articula sonido”.
Y este rasgo lo anotó su
padre.
Así andaban las cosas hasta
que un día, en una ocasión inesperada en que la familia íntegra asistió a una
fiesta de trilla, llevando al niño consigo, fue en aquella oportunidad, en
pleno campo, bajo el sol radiante, en una parva de trigo, al venteo de las
espigas y del grano que vuela al viento, cuando...
Ante la espiga que se
desflora, fue que se escuchó una risa clara y diáfana, contundente e invencible,
como el de una campana o más bien de una cascada del agua más pura cayendo en
una catarata por entre las rocas más adustas de una montaña.
El niño recién allí se
soltó en carcajadas, cuando tenía dos años cumplidos.
8. El niño
ha reído
Su madre corrió y lo abrazó
llorando. Los ahogos sacudían su espalda y el pecho en donde se entremezclaba
la pena por lo sufrido, y la alegría que producía comprobar que, a su hijo, al menos,
aunque no hablara, no le estaba vedado el goce sencillo de reír de vez en
cuando. O, mejor dicho, siquiera una vez en esta desdichada e indescifrable
vida.
Lloraba de saber que no le
estaba prohibida la gracia tan humana modesta y grandiosa a la vez, de sonreír
por cualquier cosa, aunque sea tontamente, como se le dispensa con justicia o
injusticia a cualquier otro ser humano, y hasta animal. Lloró porque no le
estaba anulado a su hijo estallar en risa por cualquier cosa, no importara que
ella sea la trilla que ventea el grano pródigo de las sementeras, arrojando las
gavillas al viento, con gritos de júbilo y cantares de la gente sencilla,
aunque no justificara que por ello se riera tanto.
Calmada la madre, la fiesta
de la trilla de aquel día se convirtió en baile con banda de músicos que fueron
a traerla enloquecidos por el prodigio, que ocurre a cada momento pero que no
nos damos cuenta sino cuando es escándalo; y se zapateó con faldas y ponchos al
viento, con consumo de botijas de chicha que se abrieron para festejar que el
niño había reído.
9. ¿Qué
dijo?
Pasada la fiesta la
tristeza de su familia volvió, aunque menos lacerante, porque el niño alguna
vez en este mundo hablara, se hiciera entender, no importa que dijera lo que
dijera; pero la mudez siguió por un tiempo prolongado.
Aunque ya reía, no manifestaba
ningún interés en hablar y seguía consumado e impertérrito en su actitud
insonora y cerrada. Ni siquiera hacía algún intento por silabear ni emitir ruido
o rumor alguno. Y su silencio era absoluto.
Fue a los cuatro años en
que irrumpió en hablar. Y lo curioso es que lo hizo sin gangoseos, con
pronunciación perfecta, como si quien hubiera tomado la palabra fuera un
profesor en una clase. O un orador en una tribuna, presto a intervenir con
cualquier pretexto.
Y, ¿qué es lo que dijo
aquella vez? Por supuesto que se sabe, porque esto quedó grabado y ha quedado
guardado en el cofre de la tradición familiar y en los anales de la historia
del lugar. Fue algo asombroso que dejó anonadada a toda la gente presente.
Pero, ¿qué dijo?
Dijo lo siguiente, de
manera nítida y cristalina:
– Quiero tocar violín.
10. Su hablar
como su
callar
Y lo dijo con corrección
idiomática definida, rigurosa y sistemática, y sin inseguridades, sin arrastrar
una sola consonante ni empañar la limpidez de una sola vocal, como cabría
esperar y suponer que haría de un mudo durante toda la vida que recién
arrancara a hablar.
Fue como si hubiera
ensayado mentalmente y cada día su dicción, sin equivocaciones ni nerviosismo
ni imprecisiones, respetando morfología, fonética y sintaxis.
Daba ganas de abrazarlo,
zamaquearlo y estrujar; de reír y de llorar; de agradecer o indignarse. Porque
recién se supo allí que todo lo había estado observando y oyendo, sopesando y
calculando, que todo lo asimilaba y entendía, con aguda observación y aquel
oído abierto al lenguaje que resulta asombroso en sus novelas.
De allí también que en
todos sus relatos haya narradores orales. Y hasta como compañeros en la vida
cuotidiana o en sus viajes.
Así los baqueanos que
vienen a acompañarlo por los caminos él los identifica y reconoce por su perfil
como grandes narradores de cuentos en los cuales habita al fondo un silencio
insobornable.
Eso fue en su niñez Ciro
Alegría, la Gran Cordillera de los Andes y montañas tutelares de donde nos
viene su hablar como también su callar y su silencio de siglos y milenios
pasados, presentes y futuros.
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Gracias Danilo Sánchez ,por tu magistral pluma apasionada por motivarnos a leer y valorar a nuestro Gran Liberteño Ciro Alegria Bazán.Con mis respetos y aprecio mis gratos saludos.
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