lunes, 4 de noviembre de 2019

4 de noviembre. Nace el novelista Ciro Alegría. Gran cordillera Ciro Alegría.


4 DE NOVIEMBRE
NACE EL NOVELISTA
CIRO ALEGRÍA

GRAN
CORDILLERA
CIRO ALEGRÍA


Danilo Sánchez Lihón



Ciro Alegría

1. Nombres
que protegen

Así como a nuestro océano es cabal y estricto llamarlo y proclamarlo: ¡El Mar de Grau! O a Francisco Bolognesi: ¡El Titán del Morro!, porque estos son nombres que nos abarcan e incluyen, nos protegen y cobijan, ¿qué más justo, noble y exacto que nombrarle como Ciro Alegría a nuestra Cordillera de los Andes del Perú?
Porque quienes leemos sus novelas nos quedamos con la sensación en el alma, la convicción en el pulso y latido de nuestra sangre, como en la plenitud y verdad absoluta de nuestra conciencia, de que nadie mejor que él ha graficado antes ni después, y nos identifica tan hondo y tan alto, con la portentosa geografía de la cordillera de los Andes del Perú.
Serranía hecha de moles colosales y roquedales abruptos, pero a la vez de quebradas idílicas, amables colinas y primorosas aldeas. Porque, además, César Vallejo quien fue su alumno estaría de acuerdo con esa denominación. Y también lo celebraría complacido José María Arguedas. Y el amauta José Carlos Mariátegui lo encontraría pertinente, preciso e intachable.


Cordillera de los Andes del Perú

2. Porque
fundan y sostienen

¡Cordillera de los Andes Ciro Alegría! Ese es el homenaje a su grandeza, a su valor y a su heroísmo. ¡Y a sus sufrimientos! Porque sufrió mucho. ¡Y a su vez edificó tanto!
¿Cómo qué, por ejemplo? Forjó y sigue forjando el alma del Perú. La hizo grande, fuerte y gloriosa. Es esa cordillera majestuosa, absoluta y plena de misterio la que corresponde a su espíritu y dar su nombre a ella.
Es esa cordillera hecha de coraje, de luz y de ancha y absoluta nobleza, la que se presenta como haz y reflejo del alma poderosa de Ciro Alegría.
Es esa cadena de cumbres nevadas e inhiestas, hecha de estupor y de arrojo, de lágrimas como también de fusiles, lo más cercano a su estremecido corazón.
Porque nombres como el de la comunidad de Rumi que él ensalza, corresponden a lo que es el Perú esencial, entrañable y magnánimo. Porque nombres como el de Rosendo Maqui y Benito Castro deberían ser puestos a los picachos más altos de nuestra geografía cósmica.
Porque Ciro Alegría como César Vallejo, José María Arguedas y José Carlos Mariátegui; José Antonio Encinas como Julio C. Tello, son los hombres que fundan y sostienen las bases del Perú eterno.


Sartibamba, en La Libertad

3. Duro
castigo

Nació Ciro Alegría Bazán el 4 de noviembre del año 1909 en la hacienda Quilca del distrito de Sartibamba, perteneciente a la provincia de Huamachuco, en la sierra del departamento de La Libertad, al norte del mítico Perú, en el Chinchaysuyo imperial. Vino a la luz en un lugar confinado, bordeando el estruendoso río Marañón, en donde la serranía recibe aún como anuncio el influjo pavoroso, sugestivo y abismal de una región incandescente, como es la Amazonía peruana.
Hay una razón violenta por la cual nació en aquel confín arisco, indomable y ya salvaje. Nació allí, en la hacienda Quica, a partir de la cual todo es más allá selva tupida e intrincada, es breña y cadalso, y fue porque su padre vivía en ese lugar en condición de reo y prisionero de su propio progenitor; y pronto abuelo del hijo por nacer.
A vivir en ese lugar lo condenó a su padre el autor de sus días y dueño de la hacienda, por haber acumulado cinco delitos inconcebibles y desalmados a ojos de su antecesor, quien lo sancionó a vivir y permanecer allí en calidad de arrestado; crímenes que mirados desde otra perspectiva son hechos hasta leales, valientes y legendarios, pero por los cuales se le infligió aquel duro castigo de recluirlo en ese exilio y confín.

4. Esto colmó
el vaso de agua

Esas cinco infracciones monstruosas que el padre de Ciro cometiera y cuyo progenitor, y después abuelo de Ciro Alegría, nunca perdonó, fueron:
1. Casarse con una campesina e indígena, que era la hija del mayordomo de la hacienda, es decir una empleada.
2. Repartir entre los campesinos los terrenos de la heredad familiar.
3. Suscribir las ideas socialistas de aquella época, que para su padre eran una aberración y monstruosidad.
4. Alojar y no entregar a la justicia cruenta de su padre a los indios levantiscos de su hacienda.
5. Proteger a todo perseguido político que alentara ideales sociales y que tirara por esos rumbos, principalmente procedentes de Trujillo, que huían de los esbirros de las dictaduras de turno que han gobernado y asolado sucesivamente en el Perú.
Todo esto colmó el vaso de agua y la paciencia de don Teodoro Alegría Moreno quien capturó a su hijo Eliseo Alegría Linch, lo acusó de loco y lo recluyó en la Hacienda Quilca en Sartibamba, donde del vientre de una mujer indígena nació Ciro Alegría Bazán, el autor proverbial de una saga de novelas épicas que conmovieron siempre la conciencia y la sensibilidad del país.
Lo bueno de esta historia es que la mujer humilde que amaba a aquel hombre, y madre después de Ciro Alegría, nunca abandonó a aquel loco de fábula.

Ciro Alegría con su madre

5. Vio la luz
aquel día

Allí nació aquel chiquillo que al correr de los años sería el novelista que asombraría al mundo al ganar en 1941 el premio Farrar and Rinehart de Nueva York, el más codiciado de la literatura de esa época y de esta parte del mundo, cuya selección se hacía por etapas primero en cada país, y sobre el cual había una tenaz expectativa continental.
Quien vivió su primera infancia compartiendo la vida con indios dedicados a las faenas de la agricultura y a la proeza suicida de cruzar en frágiles balsas a viajeros y comerciantes las aguas embravecidas y arremolinadas del río Marañón. Ganó aquel que allí fuera infante cuya madre, cuando lo dio a luz, estuvo a punto de morir y se salvó de milagro. Y eso, ¿por qué? Tenía la criatura que vio la luz aquel día una cabeza muy grande en relación a su cuerpo magro y endeble. Nació deforme.
“Su cabeza era desproporcionadamente grande, como la de un niño de tres años y el cuerpecito pequeño y débil”. Como de un gluper.
Estos datos los consigna Dora Varona, quien fuera su esposa, en su prolijo trabajo: “Trayectoria Cronológica de Ciro Alegría”; basada para este punto en una entrevista que se le hiciera al Sr. Constante Bazán, tío de Ciro Alegría, realizada en Trujillo en septiembre del año 1971.


El río Marañón

6. Se cansó
de llorar

Pero, además, aquel niño no habló nada hasta cerca de los cuatro años de edad. No pronunció voz, y ni siquiera murmullo o carraspeo. Nada de nada. Ningún sonido; ni lo intentaba. Todo en él era silencio. Ni siquiera acometió hacer balbuceos, burbujas, barboteos. Ni pretendió siquiera hacer movimientos con los labios. Nació hierático y entristecido.
Ni menos farfulló, abucheó o ronroneó como hacen los niños a edad muy temprana. Sus padres no tenían de qué enorgullecerse y más bien acallaban a un corazón que lo tenían destrozado. Este niño no intentaba nada con la lengua ni con el idioma. No se aprestaba ni emprendía hacer los juegos verbales que los niños espontáneamente realizan, profiriendo en interminables: tatatatás. mamamamás, papapapás, abusabús. Nada de eso.
No hacía ningún gesto con la boca, ni siquiera un lamento, o un quejido. Su silencio era solemne. Tampoco abría la boca, si no era para comer. Y después la mantenía cerrada, con frecuencia rígida y, a veces, con un rictus de dolor, como si en él hubiera algo sellado, secreto y enigmático. Le palpaban el cuerpo, lo examinaban, por delante, por atrás, por arriba, por abajo. Nada. Le daban vueltas en la cama. No, no había dolencia alguna ubicable en el cuerpo sino al parecer en el alma.

7. Tenía
dos años

Su madre se cansó de llorar y aceptó resignada, infeliz y dolida de que su hijo era mudo. Se sentía desgraciada. Pero, es más, cumplidos como tenía los dos años el niño nunca había reído. Permanecía serio y adusto, hierático y grave.
Frecuentemente cruzaban su rostro ráfagas de una tristeza profunda, avasalladora y cósmica.
“Toda la familia vive extrañada, porque el niño no sonríe ni articula sonido”.
Y este rasgo lo anotó su padre.
Así andaban las cosas hasta que un día, en una ocasión inesperada en que la familia íntegra asistió a una fiesta de trilla, llevando al niño consigo, fue en aquella oportunidad, en pleno campo, bajo el sol radiante, en una parva de trigo, al venteo de las espigas y del grano que vuela al viento, cuando...
Ante la espiga que se desflora, fue que se escuchó una risa clara y diáfana, contundente e invencible, como el de una campana o más bien de una cascada del agua más pura cayendo en una catarata por entre las rocas más adustas de una montaña.
El niño recién allí se soltó en carcajadas, cuando tenía dos años cumplidos.


La trilla del trigo en los andes

8. El niño
ha reído

Su madre corrió y lo abrazó llorando. Los ahogos sacudían su espalda y el pecho en donde se entremezclaba la pena por lo sufrido, y la alegría que producía comprobar que, a su hijo, al menos, aunque no hablara, no le estaba vedado el goce sencillo de reír de vez en cuando. O, mejor dicho, siquiera una vez en esta desdichada e indescifrable vida.
Lloraba de saber que no le estaba prohibida la gracia tan humana modesta y grandiosa a la vez, de sonreír por cualquier cosa, aunque sea tontamente, como se le dispensa con justicia o injusticia a cualquier otro ser humano, y hasta animal. Lloró porque no le estaba anulado a su hijo estallar en risa por cualquier cosa, no importara que ella sea la trilla que ventea el grano pródigo de las sementeras, arrojando las gavillas al viento, con gritos de júbilo y cantares de la gente sencilla, aunque no justificara que por ello se riera tanto.
Calmada la madre, la fiesta de la trilla de aquel día se convirtió en baile con banda de músicos que fueron a traerla enloquecidos por el prodigio, que ocurre a cada momento pero que no nos damos cuenta sino cuando es escándalo; y se zapateó con faldas y ponchos al viento, con consumo de botijas de chicha que se abrieron para festejar que el niño había reído.


Trabajo campesino en el Perú

9. ¿Qué
dijo?

Pasada la fiesta la tristeza de su familia volvió, aunque menos lacerante, porque el niño alguna vez en este mundo hablara, se hiciera entender, no importa que dijera lo que dijera; pero la mudez siguió por un tiempo prolongado.
Aunque ya reía, no manifestaba ningún interés en hablar y seguía consumado e impertérrito en su actitud insonora y cerrada. Ni siquiera hacía algún intento por silabear ni emitir ruido o rumor alguno. Y su silencio era absoluto.
Fue a los cuatro años en que irrumpió en hablar. Y lo curioso es que lo hizo sin gangoseos, con pronunciación perfecta, como si quien hubiera tomado la palabra fuera un profesor en una clase. O un orador en una tribuna, presto a intervenir con cualquier pretexto.
Y, ¿qué es lo que dijo aquella vez? Por supuesto que se sabe, porque esto quedó grabado y ha quedado guardado en el cofre de la tradición familiar y en los anales de la historia del lugar. Fue algo asombroso que dejó anonadada a toda la gente presente. Pero, ¿qué dijo?
Dijo lo siguiente, de manera nítida y cristalina:
– Quiero tocar violín.


Músico popular de los Andes, tocando el violín

10. Su hablar
como su callar

Y lo dijo con corrección idiomática definida, rigurosa y sistemática, y sin inseguridades, sin arrastrar una sola consonante ni empañar la limpidez de una sola vocal, como cabría esperar y suponer que haría de un mudo durante toda la vida que recién arrancara a hablar.
Fue como si hubiera ensayado mentalmente y cada día su dicción, sin equivocaciones ni nerviosismo ni imprecisiones, respetando morfología, fonética y sintaxis.
Daba ganas de abrazarlo, zamaquearlo y estrujar; de reír y de llorar; de agradecer o indignarse. Porque recién se supo allí que todo lo había estado observando y oyendo, sopesando y calculando, que todo lo asimilaba y entendía, con aguda observación y aquel oído abierto al lenguaje que resulta asombroso en sus novelas.
De allí también que en todos sus relatos haya narradores orales. Y hasta como compañeros en la vida cuotidiana o en sus viajes.
Así los baqueanos que vienen a acompañarlo por los caminos él los identifica y reconoce por su perfil como grandes narradores de cuentos en los cuales habita al fondo un silencio insobornable.
Eso fue en su niñez Ciro Alegría, la Gran Cordillera de los Andes y montañas tutelares de donde nos viene su hablar como también su callar y su silencio de siglos y milenios pasados, presentes y futuros.


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1 comentario:

  1. Gracias Danilo Sánchez ,por tu magistral pluma apasionada por motivarnos a leer y valorar a nuestro Gran Liberteño Ciro Alegria Bazán.Con mis respetos y aprecio mis gratos saludos.

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