11 DE DICIEMBRE
DÍA DE LAS MONTAÑAS
MONTES
DE
PASTORES
Danilo Sánchez Lihón
Rumia la majada y se subraya
de
un relincho andino.
César Vallejo
1. Su majestad
y su fuerza
Antes estos cerros no estaban uno junto al
otro, sino separados.
Uno vivía lejos y el otro estaba situado hacia
esa otra banda que desde aquí se mira.
Pero un día, ese cerro grande asistió a una
fiesta y se quedó extasiado contemplando a esa colina párvida mientras bailaba.
Le gustó tanto que ya no podía vivir sin
verla, y se empinaba hasta las nubes para mirarla siquiera un instante.
Tanta era su pasión que los hombres que
vivimos aquí temíamos una desgracia; que se cayeran las rocas o se derrumbaran
las peñas.
Allí fue cuando también ella se dio cuenta
que el cerro mayor se había enamorado.
Aun cuando le atemorizaba su talante,
solemne y adusto, no dejaban de encantarle sus galas, su majestad y su fuerza.
2. Sus rayos
más brillantes
Como ven, es un cerro inmenso, con mucha
agua, con potreros y hondonadas, con bosques, precipicios y cañadas de vértigo.
Ella, en cambio, es suave, con muchas
llanuras, criando en sus faldas ovejas y chivillos, trigo y hierbabuena, con
arroyos tranquilos y puquiales transparentes.
Mañana y tarde él se asomaba a contemplarla
maravillado, sin saber que al hacerlo se encendía en brillos y fulgores que
ella, más que nadie, advertía complacida.
Hasta que llegó el tiempo en que él no pudo
ocultar más sus sentimientos y le declaró su amor, haciendo estallar sus
colores y resplandecer sus rayos más brillantes.
Ella primero dejó pasar el tiempo, pero le
sucedía igual que a él, que no dejaba de pensar en cómo estaría, complaciéndole
cuanto él hacía.
Y pronto aceptó ser cortejada.
Ambos después acordaron unirse y habitar en
este paraje.
3. Cuando la
neblina
trepa
Ahora viven entre nosotros. Él, ostentoso,
ella siempre tímida y recatada; tal y cómo se ve al frente en que se esconde
pudorosa detrás de su marido.
Hay tiempos en que él la preña y a ella se
la ve abultada.
Entonces el cerro varón la cobija y la
protege de los ojos que pudieran verla, la cubre de los vientos y de las
heladas.
En el cerro mayor habitan pumas y se crían
toros bravos en feroces majadas.
De él brotan las aguas que bajan espumosas
inundando las riberas y resonando en las quebradas.
Cuando la neblina trepa por ese lado, ella
aprovecha para pasar su ganado de una a la otra banda.
4. Sonidos
y aromas
Para eso, de su cadera hace brotar el aro
iris.
Primero lo enrolla y después lo tira hacia
arriba como un ovillo de lana que suave se posa en el hombro de su marido, tan
alto como la cumbre de la más alta montaña.
Y por ese puente de colores pasan
brincoteando chivillos y vicuñas y dando balidos las ovejas y guanacos.
Mientras, ella va musitando, con una
dulzura infinita, una tonada cristalina en su cuerno de oro.
También va ayudando a los guachitos tiernos
que tropiezan y se tambalean en las hilachas verdes, azules y naranjas del arco
que rebrilla.
Arriba, en el cielo azul del cielo los
celajes son rebaños que plañen. En sus revoltijos contienen todos los matices,
texturas, sonidos y aromas.
5. Alfombras
de flores
Y todo eso ocurre ante el asombro y
prodigio que se eleva y se hunde en lontananza.
Muchos en la manada son blancos. Otros son
negros, castaños, ogores, y moteados. Todos llevan al cuello sus lazos de lana
translúcida.
Ella los conduce, entonando unas melodías
que embrujan a quienes las oyen con el aliento entrecortado.
Hay nubes que son vellones de ovejas
trasquiladas que buscan sus majadas vagando dispersas.
Con sus hebras de colores los pastores
vamos tejiendo el arco iris y las alfombras de flores que se tienden en el
suelo al paso de las procesiones.
Cuando la pastora ve que la neblina se va
despejando tiene el temor que ojeen a sus animales tiernos.
Entonces silba y todos corren y entran por
la boca de la cueva, donde ella los guarece.
6. Sus pechos
de azafranes
La puerta por donde se ocultan está detrás
de esa quebrada, junto a aquel riachuelo.
Allí ella se baña y peina sus cabellos
negros que caen por su frente de alhucema y sus pechos de azafranes.
Cuando eso ocurre, el cerro le toca su
tambor para ocultarla, por eso nosotros desde aquí lo sabemos.
De día, en ese sitio se ve una piedra
grande en forma de carnero. Es Ylla, la guaca encantada, la cabeza del ganado
que guía y después se queda vigilando afuera.
Ylla ¡es el enlace entre el mundo de
adentro y el otro de viento!
Pero pronto el monte vuelve a cubrirse de
neblina. Entonces se escucha la chirimía y se ven los cintillos de colores de
las ovejas que salen con su pastora.
7. Vivos
y embrujados
Y, otra vez el ovillo de colores se lanza
hacia arriba.
Hay vellones que se han vuelto fantasmas
ululantes que se alejan hacia una luz difusa que apenas se esboza en el
horizonte, recogiendo de algo o de alguien sus latidos o su vida.
En días despejados, la gente se acerca
hasta Ylla llevándole adornos y regando con chicha la piedra para que su ganado
sea como el hermoso ganado de esa pastora.
Rebaños que se ocultan allí adentro, vivos
y, a la vez, embrujados.
Esto cuentan nuestros abuelos en noches de
luna y en honor a los cerros, las nubes y el arco iris.
Quienes todos al final se convierten en el
espíritu de la tierra que se puebla de animales, dicha y felicidad para todos
los hombres.
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos:
393-5196 / 99773-9575
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario