27 DE DICIEMBRE, 1917
EL VIAJE DE VALLEJO
DE
TRUJILLO A LIMA
ENTONCES,
¡MAÑANA
ME VOY!
Danilo
Sánchez Lihón
Parque Vallejo, en la ciudad de Trujillo
1. ¡Y
para siempre!
Un día como hoy,
el día 27 de diciembre del año 1917, el César Vallejo luego de un intento de
suicidio que presenciaron la mayoría de sus amigos del Grupo Norte de Trujillo,
se embarca en el vapor Ucayali y deja aquella ciudad del norte del Perú rumbo a
Lima. Son las nueve de la mañana de un día claro, de cielo despejado, cuando el
sol alumbra radiante, donde todo parece más nítido y luminoso: los cerros, las
casas, los seres humanos y las cosas. Con el oleaje del mar que se agita
haciendo grandes tumbos que golpean las barandas humedecidas y los pedruscos
del malecón.
Ha decidido
hacer este viaje definitivo apenas la noche de ayer, arrancándose de un lugar
en el cual ha vivido intensamente, después de dispararse la bala que no detonó
por quedar encasquetado en el tambor del revolver que empezara a usar desde el
atentado que tuviera en que intentaron cortarle la cabellera que luce desde su
llegada de Santiago de Chuco en el mes de abril, hace ya nueve meses. Ha sido
al ocurrir el milagro de no detonar el arma que ha tenido una efusión tan
intensa como si reconociese que ha vuelto a nacer, exclamando con toda euforia:
– Entonces, ¡mañana
me voy! ¡Me voy! ¡Y, para siempre!
2. ¿Quién
es?
Por eso, amanece
en el Puerto de Salaverry cercano a Trujillo; sin equipaje y apenas portando un
block en donde están contenidos los poemas que después integrarán su libro Los
heraldos negros, que dobla y pone en uno de sus bolsillos, permaneciendo
cejijunto, hierático, el semblante grave y levemente arrebolado, poseído de un
hondo dramatismo.
El vapor que
está listo a partir es el Ucayali. Adquirido su boleto en la vieja Capitanía
espera junto a dos amigos que se han dado cita para despedirlo: Juan Espejo y
Néstor Espinoza, ambos del Grupo Norte. Se abraza a ellos, baja la escalinata y
salta dentro de la lancha que lo lleva al barco fondeado a la distancia.
Va sentado entre
otros pasajeros que son los últimos en abordar la nave, las manos unidas una
con otra. Mira grave y entristecido a sus amigos de pie en el muelle y
recortados hacia los cerros dorados por la luz de la mañana nacarada.
¿Quién es este
ser en su intimidad, para tomas estas decisiones tajantes, abruptas, radicales
y aparentemente arbitrarias, pero en el fondo absolutamente trascendentes?
Puerto de Salaverry, en Trujillo
3. Ser
providencial
El motivo
aparente de su partida es el frustrado suicidio causado por una glácil y
encantadora muchacha de apenas quince años cuyo nombre es Zoila Rosa Cuadra, su
enamorada, a quien él llama Mirtho, y con quien desde el mes de septiembre
lleva una relación amarga, conflictiva y tormentosa:
Aquella noche de setiembre, fuiste
tan buena para mí… hasta dolerme!
Yo no sé lo demás, Y para eso
no debiste ser
buena, no debiste.
Aquella noche sollozaste al verme
hermético y tirano, enfermo y triste.
Yo no sé lo demás… y para eso,
yo no sé por qué
fui triste… tan triste!
Pero en verdad,
Mirtho es el detonante en un ambiente que para él resulta ya congestionado,
estrecho y hasta infecto. Y el sentido de este viaje es romper lazos, amarras y
grilletes que lo atan a un estado de cosas agotado, por ser él un ser libre,
sin concesiones ni convencionalismos y quien aspira al infinito. A quien nada
aprisiona en la búsqueda de su destino como ser providencial que es.
4. Bala
que no detonó
La hostilidad en
contra suya ha llegado a su límite. Trujillo se ha tornado en un cascarón y
costra inconada que en algún momento había que romper. El ambiente se ha exacerbado
de tal modo que cada semana en los periódicos aparecen dos o tres artículos
furibundos que lo atacan, así como otros en igual y superior número que lo
defienden apasionadamente.
Desde el
“Mentidero público” como lo denominan e identifican al estudio jurídico del
abogado Ignacio Meave Seminario, profesor de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Trujillo, en donde se reúne el grupo tradicional o de la guardia
vieja, salen fabricados los denuestos, ofensas y dicterios en contra suya y que
últimamente rayan en el insulto y el escarnio personal.
Esta mañana del
27 de diciembre Néstor Alegría en un gesto de adhesión, cariño entrañable y
afecto filial, ha desatado de su puño el reloj que porta y le obsequiar su
padre que lo pone en la muñeca de César Vallejo diciéndole:
– Tómalo, puede servirte en Lima.
Él no usaba
reloj, siendo este que lo tiene ahora en su brazo y no se lo quita en el
trayecto del viaje, al que se refiere en el poema que pone por título Unidad,
asociando este trance a la bala que no detonó en su sien:
Capulí depositando una ofrenda a Vallejo en el mar
5. Manzana
de revólver
En esta noche mi reloj jadea
junto a la sien oscurecida, como
manzana de revólver que voltea
bajo el gatillo
sin hallar el plomo.
La luna blanca, inmóvil, lagrimea,
y es un ojo que apunta... Y siento cómo
se acuña el gran Misterio en una idea
hostil y
ovoidea, en un bermejo plomo.
Ah, mano que limita, que amenaza
tras de todas las puertas, y que alienta
en todos los
relojes, cede y pasa!
Sobre la araña gris de tu armazón,
otra gran Mano hecha de luz sustenta
un plomo en
forma azul de corazón.
Es jueves hoy
día 27 de diciembre de 1917 cuando César Vallejo viaja en el vapor Ucayali del
puerto de Salaverry hacia el Callao en el vapor Ucayali, barco caletero que
entra a cargar y descargar pasajeros y mercadería a cada puerto extendido a lo
largo de la costa norte en el trayecto de Trujillo a Lima. En este trance
escribe el poema Dios, que dicen así:
6. Dios
mío
Siento a Dios que camina
tan en mí, con la tarde y con el mar.
Con él nos vamos juntos. Anochece.
Con él
anochecemos, Orfandad...
Pero yo siento a Dios. Y hasta parece
que él me dicta no sé qué buen color.
Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
debe dolerle
mucho el corazón.
Oh, Dios mío, recién a ti me llego
hoy que amo tanto en esta tarde; hoy
que en la falsa balanza de unos senos,
mido y lloro una
frágil Creación.
Y tú, cuál llorarás..., tú, enamorado
de tanto enorme seno girador...
Yo te consagro Dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes; porque siempre
debe dolerte
mucho el corazón.
Calle Pescadería en el centro de Lima
7. Encienden
las farolas
Tiene este poema
el bamboleo de las olas, al aire marino y salobre que se respira desde la borda
de un navío. Poema de viaje, de trayecto y expedición. Donde Dios camina, busca
y toma posada; siendo el destino el que vibra, se halla, se pierde y se estremece.
Donde Dios es
peregrino dentro de él, mientras él navega, se abre, se extiende, cree y tiene
fe, porque no es un dios estatua, inmóvil, y puesto en un trono o en un
pedestal. Que camine significa que padece, que tiene azar, aventura y que le
acontecen hechos. Y que su destino, como ahora el de él, es incierto.
Decir: siento a Dios que camina tan en mí, es
abrirse como un mundo, como tierra, espacio o playa, anchurosa e
inconmensurable. Llano y horizontal como el mar. Poema de barco porque en él se
pasa las horas contemplando, primero la tarde y después el anochecer, en un
viaje de cuatro días sobre las olas.
Donde se
reencuentra el amor, cuando se expresa: recién
a ti me llego hoy que amo tanto en esta tarde. Donde Dios se ofrece como un
enamorado no correspondido, amor roto como el que él acaba de dejar en
Trujillo.
En este viaje
recién arriba al puerto del Callao el día domingo 30 de diciembre a las 6 de la
tarde, cuando en el puerto recién se encienden las farolas de quinqué.
8. Hecho
a golpes
Ya en Lima se
hospeda en el hotel Colón, en la calle Pescadería, a una cuadra de la Plaza de
Armas. Al anochecer deambula solo, entra, trata de poner en orden sus emociones
y pensamientos. Se pregunta: ¿Qué hago aquí? ¿Quién soy? ¿A qué he venido? El
Año Nuevo lo pasa atroz, dando suspiros, recorriendo las calles, deteniéndose a
ver el espectáculo de un año que acaba y otro que empieza en las plazas de la
ciudad. Se arrebuja, levanta las solapas de único saco, tirita y siente frío.
Pero, ¿cuál es
el significado este viaje en la vida y obra de uno de los espíritus más grandiosos
de la humanidad? Un impulso ciego hacia adelante. Tiene el signo de romper
límites. Significa ruptura como lo son los viajes posteriores a París, Madrid,
Moscú. Tienen el signo de lo abrupto, violento y de ser grandes fracturas del
alma, y hachazos en el árbol, tronco o leño del destino. Como si él se hubiera
hecho a golpes.
Es un romper
moldes, esquemas, ataduras. Un camino hacia lo ineluctable. A hacerse el ser
universal que finalmente es, hecho de despedidas, de adioses y renuncias, para
lo cual no se detiene ni se arredra, ni se acobarda, avanzando incauto y sin
equipaje.
Capulí en el Muelle Dársena, en el Callao
9. La silla
vacía
Significa vida
en búsqueda suprema, constante y tenaz; donde él siempre está naciendo hacia
otro mundo. Crisis de crecimiento, donde él es leal a su destino, el mismo que
es doloroso pero que no escabulle, del cual no se esconde ni se amilana.
Dos valores se
suman a esta búsqueda obstinada. Uno es la valentía, el coraje casi en el grado
de la temeridad, muestra de que es un ser ígneo e incandescente, fuerte y
vigoroso; “buen cholo”, como decimos en mi tierra y su tierra Santiago de
Chuco, que arde sin sucumbir.
Y el otro signo
es la libertad, la misma que luego puso de manifiesto en “Trilce”, y en los
“Poemas humanos” y en “España, aparta de mí este cáliz”, para ser el genio0 que
es y escribir la poesía sin parangón universal, soberano, pleno e integérrimo.
Donde no vuelve la mirada hacia atrás. Viajes que son votos sacramentales,
saltos cualitativos, grandes impulsos del alma, camino hacia la universalidad
que la abrió de par en par para todos nosotros.
Cuenta Juan
Espejo Azturrizaga que el vacío que dejó en Trujillo César Vallejo fue inmenso,
tanto que nunca en sus reuniones dejaron de poner una silla vacía la misma que
miraban lagrimeantes como reclamando la presencia del hermano ausente.
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