viernes, 27 de diciembre de 2019

27 de diciembre. Ahora que ya pasó la Navidad. Los niños como padres del universo.


27 DE DICIEMBRE
AHORA QUE YA PASÓ
LA NAVIDAD

LOS NIÑOS
COMO PADRES
DEL UNIVERSO

Danilo Sánchez Lihón
  

1. Muchos
niños

Uno de los pasajes más conmovedores de la obra de José Mauro de Vasconcelos “Mi planta de naranja lima”, es cuando Zezé pone sus zapatos en la ventana de la casa donde viven, en la Noche Buena, para ver si le toca en suerte algún regalo, pese a la protesta de Totoca, quien trata de explicarle las razones para que no lo haga, pero terco como es él insiste en poner sus zapatos.
Cuando va a ver al otro día, como era de suponerse no hay nada. Y él sin darse cuenta que su padre está detrás de él dice: “¡Qué desgracia tener un padre pobre!” 
Las hermanas lo maldicen, y él siente que ha sido cruel, que ha herido y lastimado profundamente a su padre, a quien quiere. Y, anhelando reparar su falta, coge su caja de lustrar zapatos con la intención de ganarse unas monedas y comprarle un presente a su padre, pero nadie se lustra los zapatos en Navidad.
Consigue como sea una cajetilla de cigarrillos y la trae. Llega con ella. Ve cómo ofrecérsela a quien le diera la vida, a quien encuentra solo en su casa. Lo abraza y la entrega. Su padre hace el esfuerzo para no quebrarse y Zezé se desmaya. Así, hay muchos niños como él que no han recibido juguetes ni regalos en la Navidad.


Zezé en Mi planta de naranja lima

2. Cada
día

Yo fui uno de ellos. No los recibí. Pero fue por otras razones, distintas a las que sufre Zezé. Fue porque mi padre era maestro de escuela y la atención que dedicó a sus hijos era tan esmerada hasta el punto de consagrarse totalmente a nuestra crianza y formación. Fue por esta última razón que nunca nos compró un regalo ni para la Navidad ni para cualquier otra ocasión, queriendo dejarnos con ello un mensaje. También porque teníamos juguetes que él nos hacía durante todo el año, como otras cuya hechura compartíamos junto con sus alumnos de la escuela con quienes elaboraba juguetes en el curso de Trabajo Manual.
Tanto me ha marcado este hecho que ahora mido la realización de mi padre en el campo de la educación en relación a este asunto sencillo, que lo valoro y sopeso en su real dimensión. Tema que resulta clave, porque constituye un enfrentamiento con la actual tendencia que domina al mundo, cuál es la mecanización de los juegos de los niños. Oponerse a ello supone resistir a la avalancha del consumismo voraz, que arrastra y que ciega; y que, para desafiarlo, como él lo hizo, se requiere de mucho aplomo, coraje e ingenio. 
Empero, este hecho de cuando yo era niño, de no tener un juguete en la Navidad, y más aquellos que estaban de moda, digo que no me causaba "mayor" mella, porque era muy evidente para mí reconocer la dedicación que ponían mis padres en aspectos que a esa edad reconocía como fundamentales, aspectos en los cuales juntos, padre y madre, nos hicieron entender a sus hijos que el verdadero regalo era el cariño, la dedicación y el desvelo que ellos tenían respecto a nosotros cada día y cada hora del año. Y en cada instante de nuestras vidas. 



3. Hechos
así

Sin embargo, quiero aquí confesar que me costó mucho no lucir uno de esos juguetes en el amanecer del día 25, y en los días subsiguientes ante los demás niños del vecindario que sí los tenían. 
Por eso he dicho que no me causó "mayor" estrago ni frustración, pese a nuestra tremenda armadura para ofrecer resistencia ante el embate de la carencia y desolación que ello causaba. Porque era fuerte la sensación en ese momento de no tener nada qué lucir. 
Pese a ese escudo protector que teníamos, de no considerarnos niños desatendidos sino al contrario, sentía de todos modos el golpe demoledor de no tener juguetes nuevos ese día, lo cual era estar expuestos y sentirse desvalidos y vulnerables ante los demás niños. 
Por eso pienso: y ¿cómo será el desamparo de aquellos niños que no tienen ni juguetes ni padres dedicados, cariñosos y pendientes que los fortalezcan ante esa situación como yo sí los tenía? 
Porque ante hechos así, entre los niños, cabe suponer: ¿cómo se sentirán los que no recibieron nada? Y, mucho peor, ante los que sí relucen regalos fascinantes.
Y regalo fascinante resulta cualquier cachivache ante un niño que se siente desfavorecido. 




4. Al otro
día

Y, ¿cómo mirarán a los otros que lo ostentan y se ufanan? Y que con sutileza hacen escarnio de quien no tiene, ni ha sido favorecido. Este trance no será fácil de vivir y superar. 
El niño que no cuenta con este privilegio se preguntará: ¿Y a mí por qué no me tocó? ¿Cuál es la situación de mis padres? ¿Cómo son ellos? ¿Me quieren o no? ¿A qué condición yo pertenezco?
¿Por qué tengo que ser la oveja negra siempre excluida? ¿Por qué me tocó una suerte así? Maldecirán, se desaprobarán a sí mismos, y condenarán a los demás.
Desde una situación así, como antecedente, ¿qué cabe esperar entonces de aquellos socialmente excluidos? Acaso, ¿qué contribuyan a edificar en algo este orden de cosas establecido?
Situaciones parecidas y peores aún ocurren en la realidad. En niños que no tienen ni siquiera padres que les puedan alcanzar una palabra reconfortante o de consuelo.
Ocurre así con aquellos que ni siquiera ya ponen su zapato en la ventana, porque no quieren volver a repetir la experiencia de la desilusión de al otro día no encontrar absolutamente nada. Y, siendo de este modo, la caída en seco al vacío es pavorosa y atroz.



5. el
mío

Que tendrá sus consecuencias después en los años futuros, cuando tratemos de explicarnos: ¿por qué tanto lastre e inercia? ¡Y tanto fracaso! ¡Y tanta barbarie! ¿Por qué tanta pugna, reyerta y atrocidad? 
Ocurre así, de cierto, porque los días como este, el de la Navidad y posteriores a ella estuvieron frente a frente los niños que se confrontaban. Unos divirtiéndose con su juguete espléndido, –el que más atrae es el juguete caro– y el otro niño que sólo miraba jugar. Y en su alma dolida hacía mil conjeturas y proyectaba mil revanchas por tomar. 
Pero, incluso, entre los favorecidos, las disputas son frecuentes e inevitables:
– El mío es de rayos láser y a control remoto.
– El mío es importado. Me lo ha enviado mi mamá desde los Estados Unidos.
El cotejo es inevitable. Las estadísticas de niveles de poder adquisitivo nos indican que de cien: habrá 1 niño ufano; 4 podrían estar contentos. A 25 se los verá conturbados, porque algo no encaja en el rompecabezas que urde esta realidad. Pero, 40 estarán irremediablemente entristecidos. Y 30 completamente quebrados e insalvablemente afligidos, en quienes la pobreza crítica hará mirar con horror estas fiestas aparentemente enternecedoras.


Alumnos del Centro Viejo 271, en Santiago de Chuco,
escuela donde trabajó 46 años mi padre

6. Por
eso

En síntesis, los niños amargados hasta la atrocidad sumarán el 70%, sin contar los descontentos, que son el 25%, con lo cual la suma es del 95% de contusos y contritos.
Como de muertos y heridos de una batalla inútil, absurda e infausta. Y de una guerra para todos previamente perdida. Y en donde el resultado moralmente es de tierra arrasada
Ahora bien. Cuando esos niños sean adultos, ¿qué ocurrirá? Son bombas de tiempo. Es lógico suponer que jurarán vengarse de este sistema de oprobio. Y no del mejor modo. No constructivamente. Habrá muchas maneras de aprovecharse sin que aparenten ser delinquir.
Y hasta traspasar esos límites si les es posible, con tal de resarcir algo del agravio recibido y de su infancia lastimada y cobrarse la revancha, aunque sea a ciegas, con pistolas en mano o cuchillos, en que se convierte el juguete que de niños no tuvieron nunca.
O peor aún, serán la hez purulenta de la delincuencia clandestina y subterránea. Aquella de cuello y corbata, que asienta sus reales en los poderes públicos: en el Congreso de la República, en los gobiernos regionales, en los juzgados y en los municipios, las comisarías.
¡Y miren que no son tan pocos los desfavorecidos! Por eso, seamos sensatos. ¡No es una proporción desdeñable! 


Juvenal recostado en la abuela Sofía. Yo, entre ella y mi padre.
Mi madre de pie


7. Un mundo
compartido

Seamos juiciosos y atinados: a los hijos que mimamos y que tanta obsesión y chochera nos producen, cuidémosles por lo menos las espaldas para que nadie vaya detrás a atentar contra sus vidas con un arma desenvainada. 
Por eso, el verdadero padre no es el que asegura a sus hijos haciéndolos sujetos de privilegios, encapsulados en un individualismo malsano, sino que verdaderos padres son los que se hacen responsables de la sociedad en que viven, y del universo en que moran. Y que actúan desde el tiempo y espacio que les ha tocado vivir, en su conjunto.
¿Cuál es la solución? ¿Qué hacer? Ante el consumismo contraponer educación, que es lo que anotábamos al principio. Porque el consumismo agosta, quema y mutila nuestra integridad de hombres. Nos hace seres recortados, unilaterales y parciales. Y nos ciega y anula ante nuestras responsabilidades sociales.
Y pensar socialmente. En celebraciones como estas reflexionar en el destino del hombre como conjunto y en el universo como horizonte en donde quepan y se cumplan sueños comunes y esperanzas que nos unan en un mundo compartido.

Fotos 1, 3, 4, 5 y 6
Jaaime Sánchez Lihón




Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente

dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com

Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es



  *****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:



*****

Teléfonos:
393-5196 / 99773-9575

Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.



No hay comentarios:

Publicar un comentario