13 DE ENERO
BATALLA EN DEFENSA DE LIMA
HONOR
AL
HÉROE
Danilo Sánchez Lihón
En la batalla de la Defensa de Lima,
ocurrida el 13 de enero del año 1881,
defendiendo la capital del Perú de la
horda chilena
peleó principalmente la población civil,
destacándose
la participación de la juventud de la
Universidad Nacional
Mayor de San Marcos y del Colegio
Nacional Nuestra
Señora de Guadalupe que de manera espontánea
y
casi
íntegra estuvieron presentes en las trincheras.
Pero también combatieron ancianos
y hasta personas ciegas. Y pelearon los
niños,
como Julio César Escobar García quien
se ha inmortalizado
como El Niño del Pino, quien estuvo en
el campo de batalla
en donde aquel día quedaron regados,
cual semillas
redentoras, varios miles de cuerpos y
almas
de peruanos quienes supieron legarnos
una patria digna y hermosa.
Iglesia de San José, de la Hacienda San Juan Grande
de Surco, cuando el pino aún permanecía de pie.
– ¡Dios! –Se oye un rugir de
espanto, un bramido gutural de los soldados peruanos apostados al pie del árbol
de pino de la iglesia de San José, de la Hacienda San Juan Grande de Surco, en
Lima.
El cuerpo de Julio César al
principio parecía volar.
Al inicio parecía que iba a
abrir las alas y remontarse por el cielo azul con su camisa blanca.
Pero su caída, en el último
momento, ha sido vertical. Y ha dado en el suelo con un golpe seco sobre la
tierra apisonada.
Los soldados han corrido y se
han inclinado hacia él, tratando de protegerlo con sus pechos, sus brazos y su
aliento.
Ha abierto sus ojos y
balbuceado:
– ¡Viva el Perú! –Y se ha
doblegado, exánime.
– ¡Ha muerto!
– ¡Y era apenas un niño!
– ¡Pero qué coraje para
defendernos!
2. Ella
la ha traído
– ¡Ha muerto un héroe de esta
patria inmensa! –Dice el teniente con voz que más es un gemido.
Su cuerpo aún tibio ha sido
recostado suavemente en el tronco del pino junto a su caja de lustrabotas.
No ha habido sollozos en la
Defensa de Lima, salvo estos que emiten las gargantas de los duros artilleros.
– Envolvámoslo con la bandera
del Perú. –Ordena el teniente–. Lo enterraremos en la trinchera que hemos
cavado para defender este suelo.
– Pero, ¡quién será su madre
que en ese momento ha debido sentir un hincón en el alma al caer su hijo muerto!
– ¿Acaso, no lo hemos visto
todos a ella, quien la ha traído hasta aquí?
– ¿Quién?
– ¿Cuándo?
– ¿Dónde?
– ¿Acaso no la han visto,
sentido y palpado? –Dice el teniente–. ¡La patria es su madre! ¡Ella la ha
traído hasta aquí, a un ser tan noble y tan bello!
3. Guerrero
insigne
Alzan su cuerpo mientras detrás
del muro se escucha el traqueteo de la metralla.
El oficial ha mandado hacer
filas a ambos costados. Tiene el rostro crispado como un puño.
– ¡Artilleros! –Ruge
desenvainando su espada–. ¡Presenten...! ¡Armas!
Se hace sonar firmemente el
golpeteo de las palmas de las manos en las culatas de los fusiles.
Y se los sujetan al hombro con
un áspero sonido del correaje alzando las frentes hacia el firmamento.
Lágrimas hirvientes surcan los
rostros quebrados, donde se concentra el polvo de todos los caminos del mundo.
Siguen cayendo disparos de
cañón. Uno de ellos ha volado la cúpula de una de las dos torres de la iglesia,
y otro ha agujereado la bóveda de la nave central.
Caen más disparos de cañón en
la nave central. Pareciera que el objetivo de los chilenos es enterrar bajo los
escombros del techo a la gente que supone refugiada adentro.
Los soldados, como si no
existiera para ellos riesgo, ni alarma, ni urgencias; ni siquiera peligrara sus
vidas, participan de un rito sagrado, cuál es: la de dar sepultura a un
guerrero insigne.
Soldados peruanos
4. Como
un puño
– ¡Honor al héroe!
– ¡Honor y gloria!
– ¡Pundonor y coraje! –Son las
consignas que repiten.
– Es la vida que enfrenta y
vence a la muerte! –Gritan al unísono.
– Que por él nunca se maldiga,
que jamás se pierda la fe, que por él nunca se pierda la esperanza.
– Que cualquiera sea el
resultado, ¡hoy día hemos ganado para siempre esta batalla, esta guerra y este
holocausto!
–Que un ser tan noble, tan
animoso y tan bello, como el que hemos conocido, haya muerto defendiendo lo que
somos, jamás podremos olvidarlo ni abandonar este sitio, ¡creyendo más en el
Perú, ocurra lo que ocurra! –Ruge otro.
– ¡Este niño, hace un momento
vivo, ahora yace sin aliento! ¡Que su sangre tierna y pura, defendiendo este
suelo bendito, sea la esperanza imperecedera en la patria adorada! –Expresa
casi llorando el teniente.
– Soldados, ¡viva el Perú!
– ¡Viva!, –explosionan con
voces broncas, trémulas y con el rostro contraído como un puño.
5. Suelo
ungido
Traquetean más ametralladoras
enemigas. Las bombas de los cañones caen y sepultan finalmente la iglesia de
San José, pero los artilleros permanecen incólumes, sosteniendo el cuerpo del
héroe.
Puesto en la trinchera,
envuelto en la bandera roja y blanca del Perú, depositan al lado su caja de
lustrabotas.
Y suavemente lo van cubriendo
con la tierra de este suelo ungido de gloria por los Defensores de Lima.
El pino de la iglesia de San
José de la hacienda San Juan Grande del distrito de Surco, donde ocurrieron
estos sucesos, recién sucumbió en enero del año 2001, con más de 300 años de
existencia.
El Municipio del distrito de
Surco ha restaurado la Iglesia de San José, declarada como Monumento Histórico
de la Nación, por Resolución del Instituto Nacional de Cultura del año 1972, en
honor al Niño Héroe Julio César Escobar García.
6. Prepararse
siempre
Varias conclusiones se extraen
de estos acontecimientos.
Una de ellas, y la más
importante, es que en circunstancias tan adversas como estas quedó probado el
amor sublime y entrañable de los hijos nacidos en este suelo por su patria
amada, el Perú.
Y una segunda es que tenemos
que ocuparnos en hacer honor a quienes cayeron ofrendando sus días, su futuro,
sus vidas.
Se ha perdido mucho tiempo ocupándonos
de lo canallas, inicuos y siniestros que fueron los enemigos y sus perfidias,
sino que a ellos hay que dejarlos hundirse en su propio lodo e ignominia.
Que lo que importa es saber y
agradecer el inmenso sacrificio de aquellos a quienes correspondió luchar en
esa oportunidad por darnos honor, dignidad y ejemplos de vida.
Reflexionando, además, que el
Perú es un país pacífico, pero que vive amenazado. Y que debemos prepararnos
siempre.
7. Debemos
estar alertas
Que con el ejemplo de todos
quienes se inmolaron en aquella oportunidad debemos decirnos todo peruano:
Sé bueno. Sé correcto. No
desperdicies recursos. Valora el tiempo. Sé eficaz.
Sé mejor estudiante. Sé mejor
profesional. Sé mejor padre y mejor hijo. Sé mejor ciudadano.
Decirnos: que la mejor manera
de mantener la paz es prepararse para la guerra.
Que para los campos de batalla
no hay que buscar necesariamente aliados sino construir nuestras propias
fortalezas.
Que debemos estar alertas. Y
cada día de nuestras vidas ser mejores en todo.
Que el Perú por su cultura es
un país glorioso y sabio. Y que por nuestros esfuerzos y sacrificios el
porvenir nos debe mil victorias.
Que hay mucha sangre heroica
derramada defendiendo nuestro suelo. Que a partir de entonces no podemos
fallar, ni sentirnos inermes, ni claudicar, sabiendo que el Perú es glorioso y
eterno.
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