lunes, 13 de enero de 2020

13 de enero. Batalla en Defensa de Lima. Honor al héroe.


13 DE ENERO
BATALLA EN DEFENSA DE LIMA

HONOR
AL
HÉROE

Danilo Sánchez Lihón 



En la batalla de la Defensa de Lima,
ocurrida el 13 de enero del año 1881,
defendiendo la capital del Perú de la horda chilena
peleó principalmente la población civil, destacándose
la participación de la juventud de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos y del Colegio Nacional Nuestra
Señora de Guadalupe que de manera espontánea y
casi íntegra estuvieron presentes en las trincheras.
Pero también combatieron ancianos
y hasta personas ciegas. Y pelearon los niños,
como Julio César Escobar García quien se ha inmortalizado
como El Niño del Pino, quien estuvo en el campo de batalla
en donde aquel día quedaron regados, cual semillas
redentoras, varios miles de cuerpos y almas
de peruanos quienes supieron legarnos
una patria digna y hermosa.


Iglesia de San José, de la Hacienda San Juan Grande
de Surco, cuando el pino aún permanecía de pie.



 1. Su cuerpo aún tibio


– ¡Dios! –Se oye un rugir de espanto, un bramido gutural de los soldados peruanos apostados al pie del árbol de pino de la iglesia de San José, de la Hacienda San Juan Grande de Surco, en Lima.
El cuerpo de Julio César al principio parecía volar.
Al inicio parecía que iba a abrir las alas y remontarse por el cielo azul con su camisa blanca.
Pero su caída, en el último momento, ha sido vertical. Y ha dado en el suelo con un golpe seco sobre la tierra apisonada.
Los soldados han corrido y se han inclinado hacia él, tratando de protegerlo con sus pechos, sus brazos y su aliento.
Ha abierto sus ojos y balbuceado:
– ¡Viva el Perú! –Y se ha doblegado, exánime.
– ¡Ha muerto!
– ¡Y era apenas un niño!
– ¡Pero qué coraje para defendernos!


Batalla de Lima

2. Ella
la ha traído

– ¡Ha muerto un héroe de esta patria inmensa! –Dice el teniente con voz que más es un gemido.
Su cuerpo aún tibio ha sido recostado suavemente en el tronco del pino junto a su caja de lustrabotas.
No ha habido sollozos en la Defensa de Lima, salvo estos que emiten las gargantas de los duros artilleros.
– Envolvámoslo con la bandera del Perú. –Ordena el teniente–. Lo enterraremos en la trinchera que hemos cavado para defender este suelo.
– Pero, ¡quién será su madre que en ese momento ha debido sentir un hincón en el alma al caer su hijo muerto!
– ¿Acaso, no lo hemos visto todos a ella, quien la ha traído hasta aquí?
– ¿Quién?
– ¿Cuándo?
– ¿Dónde?
– ¿Acaso no la han visto, sentido y palpado? –Dice el teniente–. ¡La patria es su madre! ¡Ella la ha traído hasta aquí, a un ser tan noble y tan bello!


El repaso, matando a heridos

3. Guerrero
insigne

Alzan su cuerpo mientras detrás del muro se escucha el traqueteo de la metralla.
El oficial ha mandado hacer filas a ambos costados. Tiene el rostro crispado como un puño.
– ¡Artilleros! –Ruge desenvainando su espada–. ¡Presenten...! ¡Armas!
Se hace sonar firmemente el golpeteo de las palmas de las manos en las culatas de los fusiles.
Y se los sujetan al hombro con un áspero sonido del correaje alzando las frentes hacia el firmamento.
Lágrimas hirvientes surcan los rostros quebrados, donde se concentra el polvo de todos los caminos del mundo.
Siguen cayendo disparos de cañón. Uno de ellos ha volado la cúpula de una de las dos torres de la iglesia, y otro ha agujereado la bóveda de la nave central.
Caen más disparos de cañón en la nave central. Pareciera que el objetivo de los chilenos es enterrar bajo los escombros del techo a la gente que supone refugiada adentro.
Los soldados, como si no existiera para ellos riesgo, ni alarma, ni urgencias; ni siquiera peligrara sus vidas, participan de un rito sagrado, cuál es: la de dar sepultura a un guerrero insigne. 


Soldados peruanos

4. Como
un puño

– ¡Honor al héroe!
– ¡Honor y gloria!
– ¡Pundonor y coraje! –Son las consignas que repiten.
– Es la vida que enfrenta y vence a la muerte! –Gritan al unísono.
– Que por él nunca se maldiga, que jamás se pierda la fe, que por él nunca se pierda la esperanza.
– Que cualquiera sea el resultado, ¡hoy día hemos ganado para siempre esta batalla, esta guerra y este holocausto!
–Que un ser tan noble, tan animoso y tan bello, como el que hemos conocido, haya muerto defendiendo lo que somos, jamás podremos olvidarlo ni abandonar este sitio, ¡creyendo más en el Perú, ocurra lo que ocurra! –Ruge otro.
– ¡Este niño, hace un momento vivo, ahora yace sin aliento! ¡Que su sangre tierna y pura, defendiendo este suelo bendito, sea la esperanza imperecedera en la patria adorada! –Expresa casi llorando el teniente.
– Soldados, ¡viva el Perú!
– ¡Viva!, –explosionan con voces broncas, trémulas y con el rostro contraído como un puño.


Momentos posteriores a la Batalla de Lima

5. Suelo
ungido

Traquetean más ametralladoras enemigas. Las bombas de los cañones caen y sepultan finalmente la iglesia de San José, pero los artilleros permanecen incólumes, sosteniendo el cuerpo del héroe.
Puesto en la trinchera, envuelto en la bandera roja y blanca del Perú, depositan al lado su caja de lustrabotas.
Y suavemente lo van cubriendo con la tierra de este suelo ungido de gloria por los Defensores de Lima.
El pino de la iglesia de San José de la hacienda San Juan Grande del distrito de Surco, donde ocurrieron estos sucesos, recién sucumbió en enero del año 2001, con más de 300 años de existencia.
El Municipio del distrito de Surco ha restaurado la Iglesia de San José, declarada como Monumento Histórico de la Nación, por Resolución del Instituto Nacional de Cultura del año 1972, en honor al Niño Héroe Julio César Escobar García.


Complejo histórico San Juan Grande, en Surco

6. Prepararse
siempre

Varias conclusiones se extraen de estos acontecimientos.
Una de ellas, y la más importante, es que en circunstancias tan adversas como estas quedó probado el amor sublime y entrañable de los hijos nacidos en este suelo por su patria amada, el Perú.
Y una segunda es que tenemos que ocuparnos en hacer honor a quienes cayeron ofrendando sus días, su futuro, sus vidas.
Se ha perdido mucho tiempo ocupándonos de lo canallas, inicuos y siniestros que fueron los enemigos y sus perfidias, sino que a ellos hay que dejarlos hundirse en su propio lodo e ignominia.
Que lo que importa es saber y agradecer el inmenso sacrificio de aquellos a quienes correspondió luchar en esa oportunidad por darnos honor, dignidad y ejemplos de vida.
Reflexionando, además, que el Perú es un país pacífico, pero que vive amenazado. Y que debemos prepararnos siempre. 


Parque Reducto N° 2 en la Defensa de Lima

7. Debemos
estar alertas

Que con el ejemplo de todos quienes se inmolaron en aquella oportunidad debemos decirnos todo peruano:
Sé bueno. Sé correcto. No desperdicies recursos. Valora el tiempo. Sé eficaz.
Sé mejor estudiante. Sé mejor profesional. Sé mejor padre y mejor hijo. Sé mejor ciudadano.
Decirnos: que la mejor manera de mantener la paz es prepararse para la guerra.
Que para los campos de batalla no hay que buscar necesariamente aliados sino construir nuestras propias fortalezas.
Que debemos estar alertas. Y cada día de nuestras vidas ser mejores en todo.
Que el Perú por su cultura es un país glorioso y sabio. Y que por nuestros esfuerzos y sacrificios el porvenir nos debe mil victorias.
Que hay mucha sangre heroica derramada defendiendo nuestro suelo. Que a partir de entonces no podemos fallar, ni sentirnos inermes, ni claudicar, sabiendo que el Perú es glorioso y eterno.




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