jueves, 9 de enero de 2020

9 de enero. Reserva y Santuario Nacional de Calipu. Sobre todo Reserva Moral.


9 DE ENERO
RESERVA Y SANTUARIO NACIONAL
DE CALIPUY, EN SANTIAGO DE CHUCO

SOBRE TODO
RESERVA
MORAL

 Danilo Sánchez Lihón


El 19 Capulí, en Calipuy

1. El 8 de enero
del año 1981

Los antiguos dominios de los chucos en Calipuy son espacios de misterio, de música soterrada, de heroísmo hecho silencio, como de vibración humana originaria y ancestral
Ahora reconocido este lugar como Reserva y Santuario Nacional ,con sus dos  protagonistas de leyenda, como son: la cahua y el huanaco, contiene este ámbito muchos otros prodigios que lo hacen un paraje insólito y sin par.
Para una provincia del Perú, como es la mía, Santiago de Chuco, es un enorme privilegio ser sede, en la amplitud de su geografía física y cultural, de un Santuario Nacional, que no suman más de diez en el ámbito de nuestro país.
Ello significa tener en flora y fauna silvestre, bienes inapreciables, reliquias y tesoros excepcionales, los mismos que es importante proteger, abrirles caminos y propalar principalmente entre niños y jóvenes que son las nuevas generaciones que nos interesa formar.
En términos territoriales, la Reserva Nacional de Calipuy, abarca 64,000 hectáreas de terreno. Y el Santuario Nacional de Calipuy 4,500 hectáreas. Ambas jurisdicciones creadas por Decreto Supremo 004-81-AA del 8 de enero del año 1981.
La cahua, cuya primera y única floración ocurre a los cien años

2. Presencia
misteriosa

Pero, ¿cuál es el valor del Santuario Nacional de Calipuy? ¿Y, cuál es el significado mayor de tener en ese mismo suelo la Reserva Nacional? Y, ¿cuál es principalmente su alcance moral, que resulte trascendental de resaltar y proyectar?
Su valor es, en primer lugar, ser una reserva de flora y fauna única en el mundo. En el caso de Calipuy, principalmente de dos recursos inapreciables, cuales son la cahua y el huanaco.
Y aquí la llamaremos así: cahua; con su nombre propio y originario, tal como es. Y no con su apodo y denominación despectiva, cual es Puya de Raimondi, que nos parece un nombre lamentable, ofensivo y desafortunado, para con nuestra identidad.
Porque es planta de extraordinaria belleza, contra la cual cometemos la traición y la vileza de llamarla Puya de Raimondi, nombre claudicante, extraño y despreciativo, porque ¿qué es puya? El diccionario consigna esta acepción:
“Punta acerada que en una extremidad tienen las varas o garrochas de los picadores o vaqueros, con la cual estimulan y castigan a las reses.”
¿Es justa esta denominación? Y, más aún, olvidando la belleza de su nombre originario, cual es: cahua?



Guanacos en Calipuy

3. Los nombres
originarios

Y entre los sinónimos a esta palabreja se consigna: uña, púa, pica, punta, lanza. De lo que concluimos, preguntándonos: ¿qué es eso? ¿Qué tiene que ver ese nombre con la esencia de esta planta tutelar, la más hermosa del planeta?
¿Qué tiene que ver con su extraordinario encanto, armonía y hermosura? ¿Con su talante de reina, soberana y deidad empírea? ¿Con su presencia enigmática, emblema de los parajes amplios, desolados y cósmicos? ¿Se lo puede llamar así, puya, y ser sensatos, y mínimamente atinados?
Pero, ¿qué nociones, perspectivas y puntos de vista son los que inculcamos? Además, la cahua, esta beldad, este tótem y deidad indígena, y para mí de excelsa majestad, tiene un nombre originario que es hermoso en su sonido, en resonancia y sugestiones: ¡cahua!
Y así la llamaremos aquí. Además, porque en Capulí, Vallejo y su Tierra nos hemos propuesto rescatar los nombres auténticos y propios del Perú ancestral.
  Pero, de otro lado, por qué Puya de Raimondi. Acaso, ¿él lo descubrió? ¡Ya basta con esa política de escarnio y de repetir esa monserga de que hemos sido descubiertos! Acaso, ¿somos inertes y salvajes?


Antonio Raimondi

4. Aún
somos

¡Quiero y respeto a don Antonio Raimondi, porque siendo italiano de nacimiento supo hacerse peruano auténtico, quien estudió con ahínco y veneración nuestra tierra y la defendió con su pluma y con su sangre, y quien se casó, teniendo todos los halagos como extranjero en Lima, con una provinciana y dejó enterrados aquí, en el Perú, sus huesos para siempre!
¡Pero él mismo quería que nos amáramos más a nosotros mismos! Que nos respetáramos con más sensatez; y que valoráramos lo que teníamos a manos llenas.
Pero también, ¿es que antes no existíamos? Acaso, ¿eso no cuenta? ¿Queremos separar eso y tirar a un lado lo otro? ¡No, señores doctores! ¡Cuando es precisamente por lo otro que valemos!
No es que existimos a partir de que nos han invadido. Más bien, a pesar de habernos conquistado: “¡Aún somos!” “¡Aún existimos!”. Y valemos más bien por nuestro origen, no porque hemos sido avasallados. Porque con una manera de pensar y con una actitud así, subordinada y obsecuente con lo exterior, nunca vamos a construir nada valedero.
Fuimos y somos mucho más grandes que cuando nos descubrieron los europeos, si es que verdaderamente nos han descubierto, porque yo pienso que seguimos ocultos y desconocidos hasta para nosotros mismos.
El cóndor, venerado por los chucos

5. Pero,
además

El Santuario Nacional de Calipuy es uno de los últimos refugios de estas dos especies en peligro de extinción y que constituyen maravillas del mundo natural en el mundo: la cahua y el huanaco. La cahua hermosa e inolvidable planta, la más hermosa que se pudiera conocer en la faz del planeta. Y el huanaco, el más ancestral de los camélidos silvestres de América.
Pero, además, encontramos en Calipuy especies extraordinarias de fauna protegida que habita esta zona ya sideral y transparente, como son: El puma, el zorro costeño, la vizcacha.
También el oso de anteojos, el gallinazo de cabeza roja, el gallinazo de cabeza negra, y el cóndor majestuoso, que mis paisanos ancestrales de La Galgada, chucos y chavines eligieron como tótem.
Y esto ocurrió más aún en esa cultura ancestral que se pierde en la lejanía de los tiempos, denominada La Galgada, de quienes dejaron estampados a los cóndores en las piedras de sus templos.
Asimismo, revolotea aún aquí el loro de frente roja, la perdiz bermeja y la chinalinda. Sumemos a la lista el lique-lique, el venado de cola blanca, la tórtola cordillerana y el halcón. Pero el Inca tomó de aquí un símbolo sagrado que aún se ve en los roquedales de pavor y de miedo de mi comarca: el coraquenque. 


El oso andino u oso de anteojos

6. Guerrero
insigne

Dos de las plumas de esta ave del territorio chuco adornan la corona del Inca en el Cuzco gracias a la significación de valor y coraje de esta ave.
Porque el coraquenque, pese a ser más pequeño y liviano, pese a no tener ni el pico ni las alas de aquella ave tutelar, vence al águila y ahuyenta al cóndor cuando de proteger a los seres más débiles se trata, cualquiera sea esa presencia viva.
¿No es conmovedor? Por eso César Vallejo se decía asimismo:
Yo soy el coraquenque ciego
 Porque es un guerrero insigne, porque lo es para defender a los débiles e indefensos del orbe. Así como Vallejo supo erigir su verbo de fuego para defender al hombre común y corriente, sufrido y valeroso.
Y no solo de aquí sino de la España Republicana, como a los voluntarios del mundo que marcharon inermes pero convictos y confesos a entregar su corazón en esa cita de honor para la especie humana como fue la Guerra Civil Española.
También se pueden encontrar en el espacio de Calipuy: reptiles como el jergón y el casalillo. Y todo esto se preguntarán: ¿debido a qué? ¿Por qué razón? Y les diré
Recepción de Capulí, en Calipuy

7. El Perú
de siempre


Y todo esto se debe a que Calipuy es una de las más extraordinarias zonas de biosfera, es decir gracias al aire puro que aquí se respira, en donde supervive una flora y fauna únicas. Y esto viene ocurriendo así desde el pleistoceno de la tierra. Este es un relicto del pleistoceno, antediluviano y milenario.
Estos son territorios de “temple”, pero también con amplios pajonales espacios de “jalca”, donde se sitúa una maravilla cultural que algún día pondremos en valor, cual es “El cerro de Ake”, maravilla entre maravillas aún no valorada.
Es esta una construcción prodigiosa por sus templos, edificios, galerías, acueductos y plataformas de cultivos, digna de ser considerada como un milagro que merece ser conservado, estudiado y custodiado.
Pero, ¿por qué decíamos que Calipuy vale más por su significación moral? Porque no son tierras plácidas, prados floridos o vegas mórbidas.
Estos son peñascos, desiertos y pedregales. Son lugares áridos e inhóspitos. Y entonces aquí sobrevivieron, estas presencias, por coraje, por resistencia y con extraordinario valor, eligiendo lo puro y sublime, y que es el mensaje que quisiéramos rescatar para el Perú de siempre.






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