9 DE ENERO
RESERVA
Y SANTUARIO NACIONAL
DE
CALIPUY, EN SANTIAGO DE CHUCO
SOBRE TODO
RESERVA
MORAL
El 19 Capulí, en Calipuy
1. El 8 de enero
del año 1981
Los antiguos
dominios de los chucos en Calipuy son espacios de misterio, de música
soterrada, de heroísmo hecho silencio, como de vibración humana originaria y ancestral
Ahora reconocido
este lugar como Reserva y Santuario Nacional ,con sus dos protagonistas de leyenda, como son: la cahua
y el huanaco, contiene este ámbito muchos otros prodigios que lo hacen un
paraje insólito y sin par.
Para una
provincia del Perú, como es la mía, Santiago de Chuco, es un enorme privilegio
ser sede, en la amplitud de su geografía física y cultural, de un Santuario
Nacional, que no suman más de diez en el ámbito de nuestro país.
Ello significa
tener en flora y fauna silvestre, bienes inapreciables, reliquias y tesoros
excepcionales, los mismos que es importante proteger, abrirles caminos y
propalar principalmente entre niños y jóvenes que son las nuevas generaciones
que nos interesa formar.
En términos
territoriales, la Reserva Nacional de Calipuy, abarca 64,000 hectáreas de
terreno. Y el Santuario Nacional de Calipuy 4,500 hectáreas. Ambas
jurisdicciones creadas por Decreto Supremo 004-81-AA del 8 de enero del año
1981.
La cahua, cuya primera y única floración ocurre a los cien años
2. Presencia
misteriosa
Pero, ¿cuál es
el valor del Santuario Nacional de Calipuy? ¿Y, cuál es el significado mayor de
tener en ese mismo suelo la Reserva Nacional? Y, ¿cuál es principalmente su
alcance moral, que resulte trascendental de resaltar y proyectar?
Su valor es, en
primer lugar, ser una reserva de flora y fauna única en el mundo. En el caso de
Calipuy, principalmente de dos recursos inapreciables, cuales son la cahua y el
huanaco.
Y aquí la
llamaremos así: cahua; con su nombre propio y originario, tal como es. Y no con
su apodo y denominación despectiva, cual es Puya de Raimondi, que nos parece un
nombre lamentable, ofensivo y desafortunado, para con nuestra identidad.
Porque es planta
de extraordinaria belleza, contra la cual cometemos la traición y la vileza de
llamarla Puya de Raimondi, nombre claudicante, extraño y despreciativo, porque
¿qué es puya? El diccionario consigna esta acepción:
“Punta acerada
que en una extremidad tienen las varas o garrochas de los picadores o vaqueros,
con la cual estimulan y castigan a las reses.”
¿Es justa esta
denominación? Y, más aún, olvidando la belleza de su nombre originario, cual
es: cahua?
Guanacos en Calipuy
3. Los nombres
originarios
Y entre los
sinónimos a esta palabreja se consigna: uña, púa, pica, punta, lanza. De lo que
concluimos, preguntándonos: ¿qué es eso? ¿Qué tiene que ver ese nombre con la
esencia de esta planta tutelar, la más hermosa del planeta?
¿Qué tiene que
ver con su extraordinario encanto, armonía y hermosura? ¿Con su talante de
reina, soberana y deidad empírea? ¿Con su presencia enigmática, emblema de los
parajes amplios, desolados y cósmicos? ¿Se lo puede llamar así, puya, y ser
sensatos, y mínimamente atinados?
Pero, ¿qué
nociones, perspectivas y puntos de vista son los que inculcamos? Además, la
cahua, esta beldad, este tótem y deidad indígena, y para mí de excelsa majestad,
tiene un nombre originario que es hermoso en su sonido, en resonancia y
sugestiones: ¡cahua!
Y así la
llamaremos aquí. Además, porque en Capulí, Vallejo y su Tierra nos hemos
propuesto rescatar los nombres auténticos y propios del Perú ancestral.
Pero, de otro
lado, por qué Puya de Raimondi. Acaso, ¿él lo descubrió? ¡Ya basta con esa
política de escarnio y de repetir esa monserga de que hemos sido descubiertos! Acaso,
¿somos inertes y salvajes?
Antonio Raimondi
4. Aún
somos
¡Quiero y
respeto a don Antonio Raimondi, porque siendo italiano de nacimiento supo
hacerse peruano auténtico, quien estudió con ahínco y veneración nuestra tierra
y la defendió con su pluma y con su sangre, y quien se casó, teniendo todos los
halagos como extranjero en Lima, con una provinciana y dejó enterrados aquí, en
el Perú, sus huesos para siempre!
¡Pero él mismo
quería que nos amáramos más a nosotros mismos! Que nos respetáramos con más
sensatez; y que valoráramos lo que teníamos a manos llenas.
Pero también,
¿es que antes no existíamos? Acaso, ¿eso no cuenta? ¿Queremos separar eso y
tirar a un lado lo otro? ¡No, señores doctores! ¡Cuando es precisamente por lo
otro que valemos!
No es que existimos
a partir de que nos han invadido. Más bien, a pesar de habernos conquistado: “¡Aún
somos!” “¡Aún existimos!”. Y valemos más bien por nuestro origen, no porque
hemos sido avasallados. Porque con una manera de pensar y con una actitud así,
subordinada y obsecuente con lo exterior, nunca vamos a construir nada
valedero.
Fuimos y somos
mucho más grandes que cuando nos descubrieron los europeos, si es que verdaderamente
nos han descubierto, porque yo pienso que seguimos ocultos y desconocidos hasta
para nosotros mismos.
El cóndor, venerado por los chucos
5. Pero,
además
El Santuario
Nacional de Calipuy es uno de los últimos refugios de estas dos especies en
peligro de extinción y que constituyen maravillas del mundo natural en el mundo:
la cahua y el huanaco. La cahua hermosa e inolvidable planta, la más hermosa
que se pudiera conocer en la faz del planeta. Y el huanaco, el más ancestral de
los camélidos silvestres de América.
Pero, además, encontramos
en Calipuy especies extraordinarias de fauna protegida que habita esta zona ya
sideral y transparente, como son: El puma, el zorro costeño, la vizcacha.
También el oso
de anteojos, el gallinazo de cabeza roja, el gallinazo de cabeza negra, y el
cóndor majestuoso, que mis paisanos ancestrales de La Galgada, chucos y
chavines eligieron como tótem.
Y esto ocurrió más
aún en esa cultura ancestral que se pierde en la lejanía de los tiempos,
denominada La Galgada, de quienes dejaron estampados a los cóndores en las
piedras de sus templos.
Asimismo, revolotea
aún aquí el loro de frente roja, la perdiz bermeja y la chinalinda. Sumemos a
la lista el lique-lique, el venado de cola blanca, la tórtola cordillerana y el
halcón. Pero el Inca tomó de aquí un símbolo sagrado que aún se ve en los
roquedales de pavor y de miedo de mi comarca: el coraquenque.
El oso andino u oso de anteojos
6. Guerrero
insigne
Dos de las
plumas de esta ave del territorio chuco adornan la corona del Inca en el Cuzco
gracias a la significación de valor y coraje de esta ave.
Porque el
coraquenque, pese a ser más pequeño y liviano, pese a no tener ni el pico ni
las alas de aquella ave tutelar, vence al águila y ahuyenta al cóndor cuando de
proteger a los seres más débiles se trata, cualquiera sea esa presencia viva.
¿No es
conmovedor? Por eso César Vallejo se decía asimismo:
Yo soy el
coraquenque ciego
Porque es un guerrero insigne, porque lo es
para defender a los débiles e indefensos del orbe. Así como Vallejo supo erigir
su verbo de fuego para defender al hombre común y corriente, sufrido y
valeroso.
Y no solo de
aquí sino de la España Republicana, como a los voluntarios del mundo que
marcharon inermes pero convictos y confesos a entregar su corazón en esa cita
de honor para la especie humana como fue la Guerra Civil Española.
También se
pueden encontrar en el espacio de Calipuy: reptiles como el jergón y el
casalillo. Y todo esto se preguntarán: ¿debido a qué? ¿Por qué razón? Y les
diré
Recepción de Capulí, en Calipuy
7. El Perú
de siempre
Y todo esto se
debe a que Calipuy es una de las más extraordinarias zonas de biosfera, es
decir gracias al aire puro que aquí se respira, en donde supervive una flora y
fauna únicas. Y esto viene ocurriendo así desde el pleistoceno de la tierra.
Este es un relicto del pleistoceno, antediluviano y milenario.
Estos son
territorios de “temple”, pero también con amplios pajonales espacios de “jalca”,
donde se sitúa una maravilla cultural que algún día pondremos en valor, cual es
“El cerro de Ake”, maravilla entre maravillas aún no valorada.
Es esta una
construcción prodigiosa por sus templos, edificios, galerías, acueductos y
plataformas de cultivos, digna de ser considerada como un milagro que merece
ser conservado, estudiado y custodiado.
Pero, ¿por qué
decíamos que Calipuy vale más por su significación moral? Porque no son tierras
plácidas, prados floridos o vegas mórbidas.
Estos son peñascos,
desiertos y pedregales. Son lugares áridos e inhóspitos. Y entonces aquí
sobrevivieron, estas presencias, por coraje, por resistencia y con
extraordinario valor, eligiendo lo puro y sublime, y que es el mensaje que
quisiéramos rescatar para el Perú de siempre.
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