lunes, 10 de febrero de 2020

10 de febrero. Muere en Otuzco María Rosa Sandóval. Y el amor que ella llevó a la eternidad


MUERE EN OTUZCO MARÍA ROSA SALDÓVAL

Y EL AMOR
QUE ELLA LLEVÓ
A LA ETERNIDAD

Danilo Sánchez Lihón



Peregrinación y homenaje de Capulí en Otuzco

Dios mío, estoy llorando
el ser que vivo.
César Vallejo

1. Amor
fervoroso

El poeta César Vallejo y María Rosa Sandóval Bustamante, una joven culta, atractiva y espiritual, con quien se conocieron el año 1915 con ocasión del recital que hiciera Vallejo del poema Primaveral, mantuvieron durante el año 1916 en la ciudad de Trujillo, según testimonio de Juan Espejo Asturrizaga, amigo y biógrafo del autor de Los heraldos negros, un amor devoto, romántico e idealizado por ambos personajes.
Fue una relación de enorme simpatía mutua y motivo de recíproca inspiración, y hasta de un sentimiento de hermandad, designio divino y consagración. Esto ocurrió mientras César Vallejo estudiaba en la Universidad Nacional de Trujillo y ya integraba el grupo de amigos intelectuales al cual se lo identifica ahora como el Grupo Norte de Trujillo, a cuyas tertulias María Rosa también asistía.
Ella era hermana mayor de quien fuera luego otro destacado intelectual también integrante del Grupo Norte, como es Francisco Xandóval, ocho años menor que ella.
César Vallejo fue amado entrañablemente por esta joven idealista, sensitiva y amante de la poesía y del arte en general. Quien al conocer al poeta quedó prendada de él y le deparó un amor fervoroso, reverente y sutil.

María Rosa Sandóval, ocupación: institutriz

2. Un ventanal
de reja

María Rosa nació en Ascope, pueblito costero al norte de Trujillo perteneciente al departamento de La Libertad.
Se registra como fecha de su nacimiento el 7 de noviembre del año 1894, siendo dos años menor que César Vallejo.
Fueron sus padres don Álvaro Gabino Sandóval, Capitán del Ejército nacido en el Cuzco, y doña María Manuela Bustamante y Castañeda, preceptora de Educación Primaria y cuyo lugar de origen era Trujillo.
Quedó huérfana de padre a los 9 años, y huérfana de madre a los 19 años de edad.
Vivía María Rosa a una cuadra del Hotel El Arco, casa de huéspedes en donde se alojaba César Vallejo, situado entre las calles Mariscal Orbegozo y San Martín, a apenas también una cuadra de la Plaza de Armas de Trujillo.
El domicilio que ella ocupaba se sitúa en el Jr. Mariscal Orbegozo, antes calle de la Libertad 121, y que hace esquina con el jirón Zepita 513.
Tiene la casa un ventanal de reja que da hacia la iglesia de Santa Ana, y que según se cuenta era la ventana por la cual intercambiaban mensajes y conversaban furtivamente César Vallejo y su amada.

Ventana en donde solían intercambiar mensajes con C. Vallejo

3. En su diario
íntimo

Se les vio muchas veces paseando a la pareja por la Ramada, el Óvalo, la Grama y por Mansiche, sobre todo al atardecer, cuando el cielo se arrebola y ensangrienta en el crepúsculo.
Un día estando sola le vino repentinamente en un acceso de tos un coágulo de sangre que manchó su pañuelo de muselina. En sucesivas consultas se le diagnosticó tuberculosis que en aquel tiempo era una enfermedad terminal.
Conocido por parte de ella cuál era su mal ya no se dejó ver por el poeta, ocultándose con uno y otro pretexto, hasta desaparecer rumbo a Otuzco, de aire fresco y templado, como recomendaban en aquella época que fuera el lugar en donde vivían los pacientes que padecían esta enfermedad. César Vallejo a fines de 1917 viaja a Lima. El 10 de febrero del año 1918, cuando apenas frisaba los 24 años de edad, María Rosa Sandóval murió en Otuzco.
Escribía poemas y anotaba en su diario íntimo impresiones a modo de semblanzas, perfiles y estados de ánimo. Y lo hacía con mucho sentimiento y perfección en la estructura del texto.
Al morir de tisis pulmonar que era una enfermedad estigmatizada, quemaron todas sus pertenencias, sobre todo sus diarios, de los cuales sin embargo se han recuperado milagrosamente algunas páginas en donde figuran textos como el siguiente, de su autoría:

Plaza de Armas de Ascope, donde nació María Rosa

4. Habrá
otros niños

Hoy me ha sorprendido verme desnuda, de cuerpo entero, en el espejo.
He visto mis hombros; mis brazos firmes y largos, mis dos senos. He mirado con atención mis muslos, fuselados y fuertes; el ángulo, en fino dombo de las caderas; el sexo, mis pies pequeños y ágiles.
En tanto, repaso el aire de mi frente, antigua y muda, vista todos los días.
Noto la expresión de mis ojos, son negros. Observo el cerco umbrío de las pestañas de donde pende el sueño…
Pero, con todo, hoy he sentido un terror extraño: no quería morir. Mi cuerpo es joven y desea nutrirse.
Yo amo. Yo amaba. Yo amaría. Conjugación del verbo: ¡amábamos, amábamos, amábamos!
Me siento tranquila. Pero mi cuerpo cederá mañana…
Quedarán los rosales. En el jardín, las rosas volverán a brotar.
Habrá otros niños y otros amantes. El día, el sol, el aire; todo estará lo mismo...
Pero ya será tarde, cuando el tiempo, el cuerpo, el sueño y los rosales se destiñan… Lloverá…

Hotel El Arco, donde se hospedaba y vivía César Vallejo en Trujillo

5. De Trujillo
a Santiago de Chuco

María Rosa presintió como en clarividencia tres condiciones en su relación con César Vallejo.
Por un lado su grandeza, excelsitud y trascendencia que alcanzaría a tener César Vallejo  en las letras nacionales y universales.
En segundo lugar que su vida iba a ser de inmolación, de sufrimiento constante y de profundo dolor.
Y tercero, por lo cual lloró y se lamentó amargamente, que ella no iba a estar presente para ayudarlo, cuidarlo y compartir su vida con él como ella lo anhelaba tanto.
“La vida se me acaba y pronto” Escribió en su diario y en una misiva de aquellas que no se envían pero que visiblemente estaba dirigida hacia él.
Ella estuvo convencida que él alcanzaría cimas insospechadas en el campo de las letras. Pero desapareció de su vida cuando supo que la enfermedad que tenía era incurable.
Juan Espejo Azturrizaga y Teodoro Rivero Ayllón, connotados vallejistas ambos, uno de ellos testigo providencial y de excepción, y el otro discípulo y amigo de Francisco Xandóval, heredero y legatario de su biblioteca y archivo personal, atribuyen que fue inspirado por María Rosa Sandóval el poema “Verano”, escrito cuando él viajó de Trujillo a Santiago de Chuco, en diciembre del año 1916, donde el poeta expresa:


Puerta de ingreso del panteón de Otuzco

6. Ya
no llores

VERANO
Verano, ya me voy. Y me dan pena
las manitas sumisas de tus tardes.
Llegas devotamente; llegas viejo;
y ya no encontrarás en mi alma a nadie.
Verano! y pasarás por mis balcones
con gran rosario de amatistas y oros,
como un obispo triste que llegara
de lejos a buscar y bendecir
los rotos aros de unos muertos novios.
Verano, ya me voy. Allá, en setiembre
tengo una rosa que te encargo mucho;
la regarás de agua bendita todos
los días de pecado y de sepulcro.
Si a fuerza de llorar el mausoleo,
con luz de fe su mármol aletea,
levanta en alto tu responso, y pide
a Dios que siga para siempre muerta.
Todo ha de ser ya tarde;
y tú no encontrarás en mi alma a nadie.
Ya no llores, Verano! En aquel surco
muere una rosa que renace mucho...

Uno de los ingresos de Capulí a Otuzco

7. Nuevo
evangelio

Federico Esquerre, amigo entrañable de César Vallejo y a quien este encarga de informarle constantemente sobre la salud de María Rosa, le escribe a Lima dándole la noticia de su muerte. Fue en esa circunstancia que César Vallejo escribe el poema “Los dados eternos”, que dicen:
Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado…

Los niños hacen de padres de C. Vallejo
Detrás el burrito cargando pan

Epílogo

Poema desgarrado, estremecedor y profundo; donde el “barro pensativo” que es el hombre, y lo femenino y el sentimiento de pareja se plasma en la metáfora “costra fermentada en tu costado”, junto con el estupendo verso que la alude a ella: “¡tú no tienes Marías que se van!”.
Es uno de los reproches más conmovidos y estremecedores que se han hecho a Dios puesto que parten de lo cotidiano. Y en donde el postulado trascendental es que lo que nos da verdadera dimensión superior es el sufrimiento, que nos unge como dioses; y no el éxito, ni el triunfo, ni siquiera la felicidad o complacencia, sino el dolor.
Y con ello se esboza el nuevo evangelio vallejiano de la solidaridad humana universal que el movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra coadyuva en hacer vigente en nuestro espacio y en el tiempo presente. Justamente en este afán, y a fin de rendir homenaje y tributo a María Rosa Sandóval, hemos realizado peregrinajes a Otuzco en diversas ocasiones.
Nos recibieron las autoridades, los artesanos, los agricultores que celebraron una feria agropecuaria en nuestro honor, pero principalmente nos acogieron los niños y los jóvenes, recordando que Otuzco es Capital de la Fe, y fe es la que tuvo María Rosa Sandóval en César Vallejo con un amor que ella llevó a la eternidad.

Partida de defunción de María Rosa en Otuzco,
y que nos entregara el alcalde de la ciudad

Fotos 1, 7 y 8
Jaime Sánchez Lihón


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