MUERE EN OTUZCO MARÍA ROSA SALDÓVAL
Y EL AMOR
QUE ELLA LLEVÓ
A LA ETERNIDAD
Danilo Sánchez Lihón
Peregrinación y homenaje de Capulí en Otuzco
Dios mío, estoy llorando
el
ser que vivo.
César Vallejo
1. Amor
fervoroso
El poeta César Vallejo y María Rosa
Sandóval Bustamante, una joven culta, atractiva y espiritual, con quien se
conocieron el año 1915 con ocasión del recital que hiciera Vallejo del poema
Primaveral, mantuvieron durante el año 1916 en la ciudad de Trujillo, según
testimonio de Juan Espejo Asturrizaga, amigo y biógrafo del autor de Los
heraldos negros, un amor devoto, romántico e idealizado por ambos personajes.
Fue una relación de enorme simpatía mutua y
motivo de recíproca inspiración, y hasta de un sentimiento de hermandad,
designio divino y consagración. Esto ocurrió mientras César Vallejo estudiaba
en la Universidad Nacional de Trujillo y ya integraba el grupo de amigos
intelectuales al cual se lo identifica ahora como el Grupo Norte de Trujillo, a
cuyas tertulias María Rosa también asistía.
Ella era hermana mayor de quien fuera luego
otro destacado intelectual también integrante del Grupo Norte, como es
Francisco Xandóval, ocho años menor que ella.
César Vallejo fue amado entrañablemente por
esta joven idealista, sensitiva y amante de la poesía y del arte en general. Quien
al conocer al poeta quedó prendada de él y le deparó un amor fervoroso,
reverente y sutil.
2. Un ventanal
de reja
María Rosa nació en Ascope, pueblito
costero al norte de Trujillo perteneciente al departamento de La Libertad.
Se registra como fecha de su nacimiento el
7 de noviembre del año 1894, siendo dos años menor que César Vallejo.
Fueron sus padres don Álvaro Gabino
Sandóval, Capitán del Ejército nacido en el Cuzco, y doña María Manuela
Bustamante y Castañeda, preceptora de Educación Primaria y cuyo lugar de origen
era Trujillo.
Quedó huérfana de padre a los 9 años, y
huérfana de madre a los 19 años de edad.
Vivía María Rosa a una cuadra del Hotel El
Arco, casa de huéspedes en donde se alojaba César Vallejo, situado entre las
calles Mariscal Orbegozo y San Martín, a apenas también una cuadra de la Plaza
de Armas de Trujillo.
El domicilio que ella ocupaba se sitúa en
el Jr. Mariscal Orbegozo, antes calle de la Libertad 121, y que hace esquina
con el jirón Zepita 513.
Tiene la casa un ventanal de reja que da hacia
la iglesia de Santa Ana, y que según se cuenta era la ventana por la cual
intercambiaban mensajes y conversaban furtivamente César Vallejo y su amada.
Ventana en donde solían intercambiar mensajes con C. Vallejo
3. En su diario
íntimo
Se les vio muchas veces paseando a la
pareja por la Ramada, el Óvalo, la Grama y por Mansiche, sobre todo al
atardecer, cuando el cielo se arrebola y ensangrienta en el crepúsculo.
Un día estando sola le vino repentinamente en
un acceso de tos un coágulo de sangre que manchó su pañuelo de muselina. En sucesivas
consultas se le diagnosticó tuberculosis que en aquel tiempo era una enfermedad
terminal.
Conocido por parte de ella cuál era su mal
ya no se dejó ver por el poeta, ocultándose con uno y otro pretexto, hasta
desaparecer rumbo a Otuzco, de aire fresco y templado, como recomendaban en
aquella época que fuera el lugar en donde vivían los pacientes que padecían
esta enfermedad. César Vallejo a fines de 1917 viaja a Lima. El 10 de febrero
del año 1918, cuando apenas frisaba los 24 años de edad, María Rosa Sandóval
murió en Otuzco.
Escribía poemas y anotaba en su diario
íntimo impresiones a modo de semblanzas, perfiles y estados de ánimo. Y lo
hacía con mucho sentimiento y perfección en la estructura del texto.
Al morir de tisis pulmonar que era una
enfermedad estigmatizada, quemaron todas sus pertenencias, sobre todo sus
diarios, de los cuales sin embargo se han recuperado milagrosamente algunas
páginas en donde figuran textos como el siguiente, de su autoría:
4. Habrá
otros niños
Hoy me ha sorprendido verme desnuda, de
cuerpo entero, en el espejo.
He visto mis hombros; mis brazos firmes y
largos, mis dos senos. He mirado con atención mis muslos, fuselados y fuertes;
el ángulo, en fino dombo de las caderas; el sexo, mis pies pequeños y ágiles.
En tanto, repaso el aire de mi frente,
antigua y muda, vista todos los días.
Noto la expresión de mis ojos, son negros.
Observo el cerco umbrío de las pestañas de donde pende el sueño…
Pero, con todo, hoy he sentido un terror
extraño: no quería morir. Mi cuerpo es joven y desea nutrirse.
Yo amo. Yo amaba. Yo amaría. Conjugación
del verbo: ¡amábamos, amábamos, amábamos!
Me siento tranquila. Pero mi cuerpo cederá
mañana…
Quedarán los rosales. En el jardín, las
rosas volverán a brotar.
Habrá otros niños y otros amantes. El día,
el sol, el aire; todo estará lo mismo...
Pero ya será tarde, cuando el tiempo, el
cuerpo, el sueño y los rosales se destiñan… Lloverá…
5. De Trujillo
a Santiago de
Chuco
María Rosa presintió como en clarividencia
tres condiciones en su relación con César Vallejo.
Por un lado su grandeza, excelsitud y
trascendencia que alcanzaría a tener César Vallejo en las letras nacionales y universales.
En segundo lugar que su vida iba a ser de
inmolación, de sufrimiento constante y de profundo dolor.
Y tercero, por lo cual lloró y se lamentó
amargamente, que ella no iba a estar presente para ayudarlo, cuidarlo y
compartir su vida con él como ella lo anhelaba tanto.
“La vida se me acaba y pronto” Escribió en
su diario y en una misiva de aquellas que no se envían pero que visiblemente
estaba dirigida hacia él.
Ella estuvo convencida que él alcanzaría
cimas insospechadas en el campo de las letras. Pero desapareció de su vida
cuando supo que la enfermedad que tenía era incurable.
Juan Espejo Azturrizaga y Teodoro Rivero
Ayllón, connotados vallejistas ambos, uno de ellos testigo providencial y de
excepción, y el otro discípulo y amigo de Francisco Xandóval, heredero y
legatario de su biblioteca y archivo personal, atribuyen que fue inspirado por
María Rosa Sandóval el poema “Verano”, escrito cuando él viajó de Trujillo a
Santiago de Chuco, en diciembre del año 1916, donde el poeta expresa:
6. Ya
no llores
VERANO
Verano,
ya me voy. Y me dan pena
las
manitas sumisas de tus tardes.
Llegas
devotamente; llegas viejo;
y ya no encontrarás en mi alma a nadie.
Verano!
y pasarás por mis balcones
con
gran rosario de amatistas y oros,
como
un obispo triste que llegara
de
lejos a buscar y bendecir
los rotos aros de unos muertos novios.
Verano,
ya me voy. Allá, en setiembre
tengo
una rosa que te encargo mucho;
la
regarás de agua bendita todos
los días de pecado y de sepulcro.
Si
a fuerza de llorar el mausoleo,
con
luz de fe su mármol aletea,
levanta
en alto tu responso, y pide
a
Dios que siga para siempre muerta.
Todo
ha de ser ya tarde;
y tú no encontrarás en mi alma a nadie.
Ya
no llores, Verano! En aquel surco
muere una rosa que renace mucho...
7. Nuevo
evangelio
Federico Esquerre, amigo entrañable de
César Vallejo y a quien este encarga de informarle constantemente sobre la
salud de María Rosa, le escribe a Lima dándole la noticia de su muerte. Fue en
esa circunstancia que César Vallejo escribe el poema “Los dados eternos”, que
dicen:
Dios
mío, estoy llorando el ser que vivo;
me
pesa haber tomádote tu pan;
pero
este pobre barro pensativo
no
es costra fermentada en tu costado:
tú no tienes Marías que se van!
Dios
mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy
supieras ser Dios;
pero
tú, que estuviste siempre bien,
no
sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Hoy
que en mis ojos brujos hay candelas,
como
en un condenado,
Dios
mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado…
Epílogo
Poema desgarrado, estremecedor y profundo;
donde el “barro pensativo” que es el hombre, y lo femenino y el sentimiento de
pareja se plasma en la metáfora “costra fermentada en tu costado”, junto con el
estupendo verso que la alude a ella: “¡tú no tienes Marías que se van!”.
Es uno de los reproches más conmovidos y
estremecedores que se han hecho a Dios puesto que parten de lo cotidiano. Y en
donde el postulado trascendental es que lo que nos da verdadera dimensión
superior es el sufrimiento, que nos unge como dioses; y no el éxito, ni el
triunfo, ni siquiera la felicidad o complacencia, sino el dolor.
Y con ello se esboza el nuevo evangelio
vallejiano de la solidaridad humana universal que el movimiento Capulí, Vallejo
y su Tierra coadyuva en hacer vigente en nuestro espacio y en el tiempo
presente. Justamente en este afán, y a fin de rendir homenaje y tributo a María Rosa
Sandóval, hemos realizado peregrinajes a Otuzco en diversas ocasiones.
Nos recibieron las autoridades, los artesanos, los
agricultores que celebraron una feria agropecuaria en nuestro honor, pero
principalmente nos acogieron los niños y los jóvenes, recordando que Otuzco es Capital
de la Fe, y fe es la que tuvo María Rosa Sandóval en César Vallejo con un amor
que ella llevó a la eternidad.
Partida de defunción de María Rosa en Otuzco,
y que nos entregara el alcalde de la ciudad
Fotos 1, 7 y 8
Jaime Sánchez Lihón
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos:
393-5196 / 99773-9575
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario