lunes, 17 de febrero de 2020

17 de febrero. Carnavales, ¡los de mi tierra! Carnavales de mi comarca.


17 DE FEBRERO
CARNAVALES. ¡LOS DE MI TIERRA!

CARNAVALES
DE
MI COMARCA

Danilo Sánchez Lihón



Se eligen reinas entre las más bellas

1. Memorables
trifulcas

Allí se escucha el rechinar de dientes, arengas, quejidos, blasfemias y agonías. Y es que un grupo ha logrado arrebatar la bandera del otro y entonces uno huye por las calles entre gritos de júbilo, mientras el otro restaña sus heridas:
- ¡Lo Verde!
- ¡Lo Rojo! –Responden los otros.
Yo, por si acaso, soy ¡Lo Verde! Y hasta ahora estoy dispuesto a dar la vida por defender mi bandera.
Los que han ganado gritan, en tanto que los otros maldicen y se arrojan al combate a recuperar la bandera pisándoles los talones, ya para nunca sanos, de sus contendores que siguen corriendo, aunque totalmente maltrechos.
En el grupo vencedor flamea una bandera victoriosa que los identifica. Y otra humillada y totalmente vencida, clamando venganza de parte de sus correligionarios.
Ahí vienen nuevas y memorables trifulcas de unos por recuperarla y de otros por retenerla.


Plaza de Armas de Santiago de Chuco

2. Yacen
regados

¡Riñas y peleas que se prolongan por cinco días en que las calles son campos de batalla!
Reyertas que yo he seguido de cerca, aunque al final de la tropa, que abarcaban varias cuadras.
En el choque de los bandos los grandes se trenzan con los grandes, los medianos con los medianos y los pequeños con los pequeños quienes traspasan la columna enemiga hasta encontrar sus pares, o el adversario que se escoge que sea de nuestro tamaño.
En esa turba que nos enciende de entusiasmo y pasión los mayores o quienes comandan la hueste o mesnada, luchan con las cabezas amarradas con pañuelos floreados, agigantados en la querella y en las proclamas.
Mientras, detrás de las puertas y ventanas las mujeres se desmayan en el intento de adivinar si están aún vivos o si ya están muertos los hijos que han parido, entre aquellos que yacen regados por el suelo.

La gente se va organizando para la trifulca

3. Vuelan
las serpentinas

Mientras, se escucha el griterío del tropel:
– ¡A la bandera!
Después del fragor en donde la carne se retuerce, se oye un alarido de guerra:
– ¡Corramos! ¡Tenemos la bandera!
– ¡Viva lo Rojo!
Entonces se huye por las calles anegadas de lluvia, que de un momento a otro se ha desatado inclemente y tempestuosa, como queriendo involucrarse en estos juegos atávicos.
Y así huimos si es que poseemos el botín de la contienda, que es la bandera; o bien nos lanzamos a recuperarla, si es que nos la han arrebatado, pasando de perseguidos a perseguidores.
El domingo es coronación de la reina en el Palacio Municipal, acompañada de sus damas y pajes, iniciándose el desfile de carros alegóricos por las calles principales, donde desde los balcones vuelan las serpentinas.
Nunca se vio a muchachas más hermosas ni atuendos más ufanos.


Cuando la gente se junta

4. Desternillarse
de risa

En la noche es la Fiesta de Disfraces con el concurso respectivo y el reparto de títulos nobiliarios que anuncia el Canciller de la Orden de Ño Carnavalón.
Así se llama este organismo más importante que la Subprefectura o el Juzgado Provincial

– ¡A don Francisco Villalobos se le nombra Archiduque de Cabracay! –Ha resuelto el supremo tribunal.
– ¡A don Marcial Jaramillo se le nombra como el primer violinista de la corte!
– ¡A don Estuardo Sánchez Príncipe Heredero de Samada!
Y así, hasta desternillarse de risa.
Los trajes para el baile de disfraces se hacen en secreto a fin de que nadie adivine quién es la dama o el galán que lo ostenta.
Se usan finas telas de brocado, de pana, de satén y de organdí, que llegan a las tiendas importadas directamente de sus casas proveedoras de Hamburgo en Alemania, de Marsella en Francia, o de Liverpool en Inglaterra, desembarcando los pedidos con antelación en el puerto de Salaverry.


El Obelisco, donde se lucha

5. Abundan
los festejos

El lunes es la jincana en la Plaza de Armas, con ollas colgadas repletas de pinturas, unas. Y otras colmadas de billetes.
Hay carrera de encostalados. De burros al revés. De glotones con las manos amarradas.
Por la tarde es el baile de agradecimiento, primero en el mejor club social y después en la casa de la reina del carnaval.
En ellas se ofrece una fiesta fastuosa con orquesta, comida en abundancia y, lógicamente, danza.
En donde el arrojo de serpentinas cubre el suelo y las parejas bailan con las serpentinas que se enredan hasta por encima de las rodillas.
Abundan los festejos por todos los contornos del pueblo, en los clubes deportivos, en las casas de familia, con desfogue de chisguetes de éter que explosionan al calor de las manos. Y es renombrado el concurso "de gallos enterrados".


Calles donde se producen las batallas campales

6. Plenos
de arrebato

Son famosos también los "cilulos", árboles plantados y cubiertos de obsequios. En este rubro son célebres los de cada barrio. También el de los trabajadores del mercado, del club los Andes, del Deportivo Alfonso Ugarte.
En torno a los cilulos se baila, se golpea con un hacha el tronco y al final se derriba entre el jolgorio general y el agua que se arroja de todos los balcones y veredas.
La víspera del Miércoles de Ceniza es la quema de "Ño Carnavalón". Pero antes, en la Plaza de Armas se lo pasea en un ataúd y se lee su testamento, satírico, punzante, de críticas corrosivas a los malos funcionarios, a los comerciantes deshonestos, a las autoridades corruptas, y los maestros borrachos.
Y, después, se procede a enterrarlo con un lloriqueo de viudas que lo acompañan en un coro gemebundo –pero muertos de risa– detrás del grotesco personaje y catafalco.


El reposo del guerrero, después de la pelea

7. Lo viví
de niño

Todo esto es parte de cómo son los carnavales en mi tierra, que es Santiago de Chuco, tierra de Vallejo y ahora Capital de la Poesía del Perú. Y es solo parte, porque tiene muchísimas otras manifestaciones, por ejemplo, en el ámbito de las comidas que se dan al interior de las casas.
Porque para carnavales se amasa, y se hace el pan en su multiplicidad de fórmulas y variedades, incluyendo los pasteles y alfajores, las tortas y tartaletas, los bizcochos y bizcochuelos, las roscas y roscones, que en este caso son obligados, puesto que carnavales es fiesta, y es fiesta grande.
Y amasar el pan empieza yendo al río al molino de piedra a moler los granos de trigo, para lo cual nos levantamos de amanecida, llevando hasta nuestras ollas para cocinar en medio del bosque y de los campos fragantes.
¿Es carnaval la vida? ¿Es carnaval un juego de niños? ¡La vida tiene momentos que hay que vivirlos plenamente! ¡Ah carnavales de mi comarca! ¡Plenos de arrebato, de esplendor, de candor y de inocencia! Y ahora ¡de nostalgia! Lo viví de niño, ¡como creo que no se repetirán nunca!





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