2 DE MARZO
EL ARTE
DE LA
DECLAMACIÓN
Danilo Sánchez Lihón
1. Libre
y fértil
En ningún país del mundo se cultiva,
como ahora en el Perú, el arte de la declamación.
Porque, díganme, ¿en qué lugar se lo
encuentra con tanto esplendor y en boca de niños y jóvenes?
Antes en España y Argentina se
cultivaba con ahínco y surgieron grandes declamadores.
En donde queda es en el Perú. Y
brota porque sí, espontánea y naturalmente. Se da de manera libre, fértil y por
el don de ser.
Porque no hay una universidad, ni
programa de estudios, ni academia, ni asociación que lo promueva. Surge por
generación espontánea.
Y no se enseña ni como teatro, ni
como pedagogía, ni como arte, ni como comunicación, ni como nada.
Son los mismos niños y jóvenes
quienes se organizan para echar a volar la poesía al viento.
2. Es
salvarse
Y declamar es dar voz, palabra y
cuerpo a la poesía.
Es dar presencia viva y tangible a
lo que no tiene presencia, a lo que es evanescente y etéreo.
Es volver palpable, audible, visible
a la que es esencia pura de lo inasible, al mundo anímico.
A todo aquello que está urdido con
la maraña y la limpidez de todo lo que son nuestras emociones y sentimientos.
Y de la imaginación que compensa ausencias,
vacíos y soledades. Y de la esperanza que fortalece nuestro espíritu.
La declamación es darle presente y
abrirle un espacio terrenal a lo que no es físico, objetivo ni real. Es
lanzarse cargados de todo a un torrente. Y es salvarse.
Pero el otro hecho
sorprendente es que a quien más se recita es a César Vallejo, quien no es un
autor fácil ni asequible. Quien más bien es un autor exigente, profundo y quien
jamás hizo concesiones a nadie, menos para ser entendido.
3. Un jardín
feraz
Quien, además, no es un autor para
el espectáculo, ni para la risa ni para la complacencia. No es para la
satisfacción ni para el deliquio.
Quien sume, más bien, a quien lo lea
o lo escuche en la gravedad de los hechos, asuntos y cosas. Quien rechazó todo
lo que era éxito, triunfo o márquetin con la poesía.
A él es a quien más se lo recita. Cabe
ahora, que el arte de la declamación es un jardín feraz, alcanzarle una mano
desde las políticas culturales y las organizaciones artísticas.
Teniendo tal orientación, y a fin de
animar ahora la realización del Festival Piedra Negra sobre Piedra Blanca,
Declamando a Vallejo 2020, que se realizará el sábado 7 de marzo del presente
año, a partir de las 10;30 de la mañana en la Casa de la Literatura Peruana, es
que vuelvo a publicar la siguiente nota y entrevista que publiqué el 22 de
junio del año 2015:
SAÚL, EL NIÑO
QUE RECITA
A VALLEJO
Niños del mundo
¡Cómo vais a bajar las gradas
del alfabeto
hasta
la letra en que nació la pena!
César Vallejo
Danilo Sánchez Lihón
1. El primer
día
Otro rasgo sobresaliente en
Santiago de Chuco es la declamación de poemas que se hace espontáneamente en
todo espacio público, y hasta en las calles, donde grandes y pequeños recitan a
Vallejo, desde niños de la Educación Inicial, pasando por adultos hombres y
mujeres, y hasta ancianos que expresan una adhesión absoluta a César Vallejo.
Es el caso del niño Saúl
Otoniel Sánchez Balladares quien recitó “Los nueve monstruos” de César Vallejo
en la calle a la llegada de los peregrinos en el marco del XVI Encuentro
Internacional Itinerante Capulí, Vallejo y su Tierra y cuyo video ha dado la
vuelta al mundo, en un fenómeno calificado de viral en YouTube, pues en menos
de una semana dicha grabación alcanzó a cerca de 100 mil reproducciones y el
aumento ha ido en acenso en forma vertiginosa.
Esta performance la realizó
Saúl el primer día de la llegada de Capulí a Santiago de Chuco, el 22 de mayo,
mientras nos trasladábamos a la casa de César Vallejo, la comitiva de
participantes nacionales e internacionales, junto al alcalde de la provincia,
el Sr. Víctor Luján Chero, actividad que se dio en la esquina del chorro de
Pichi Paccha, gracias a la iniciativa del Dr. Pablo Pérez integrante de nuestro
movimiento cultural. A fin de conocer un poco más de Saúl Otoniel Sánchez he
aquí la entrevista que le hago en razón de este suceso.
Niña recitando a Vallejo en el recibimiento a Capulí
2. LA
ENTREVISTA
– Saúl: ¿Por qué escogiste al
llegar Capulí, Vallejo y su Tierra a Santiago de Chuco recitar un poema tan
difícil como es “Los nueve monstruos” de César Vallejo?
– Porque en él Vallejo habla
del dolor humano.
– Y tú, a tu edad, ¿sabes ya
del dolor humano?
– Sí, lo he sufrido. Lo sufro
ahora y veo que lo sufren los demás.
– ¿Cómo? ¿Cuándo?
– Como cuando se accidentó mi
papá y ya no pudo trabajar por mucho tiempo. Aunque ahora trabaja, pero como heladero
ambulante, sin realizar tareas más fuertes.
– ¿Así? ¡Cuánto lo siento! Y,
¿en los demás? ¿Cómo se presenta el dolor en los demás?
– Cuando veo niños
abandonados y ancianitos que recogen basura para comer.
– ¡Ah, claro! Es triste, y
Vallejo se solidarizó con ellos.
3.
– Pero, ¡cuéntanos Saúl!
¿Quién te anima más a recitar?
– Mi mamá que trabaja como
profesora en Calipuy. Y mi maestra que se llama Judith Chávarry Quispe.
– ¿Y te cuesta mucho aprender
un poema?
– No mucho, lo leo y lo
repaso cuatro veces estrofa por estrofa.
– Bueno, te comento que
cuando recitas se siente que lo vives y la mímica que haces es exacta y
precisa.
– Y es porque yo comprendo y
vivo cala palabra que se dice y trato de darle expresión con mis gestos.
– Y lo haces muy en serio,
con mucho coraje.
– Es que César Vallejo era un
ser valiente. Y yo trato de poner valentía en lo que yo declamo.
– ¿Así? ¿En qué te parece que
César Vallejo era valiente?
– Porque él defiende la vida,
al humilde y al necesitado.
– ¡Ah! ¡Claro!
4.
– ¿Y qué quieres ser de
grande, Saúl?
– Quiero ser poeta, y también
Médico Cirujano.
– Pero una carrera es de
letras y la otra de ciencias. ¿Qué curso o materia te gusta más en la escuela?
– Matemáticas. Soy bueno en
matemáticas.
– ¡Ah, mira qué curioso!
¿Pero solo declamas a César Vallejo?
– También a otros autores.
– ¿Puedes recitarme uno de
otro autor?
– Sí:
Pidiendo para su madre
Un joven va por la aldea,
Y aunque el dolor lo taladre,
Sufre, calla y no se queja.
Cuando después de rodar
Por las calles y las plazas…
– ¡Ah! Ese es un lindo poema de Antonio
Candia. ¡Qué bien!
5.
– ¿Y qué anécdota es la que más te agrada
de César Vallejo?
– Toda su vida me parece un gran ejemplo,
pero lo que más me emociona es que él trabajaba, ahorraba y con eso pagaba sus
estudios.
– ¿Así? ¿Y tú seguirás ese ejemplo?
– Ya lo vengo haciendo. Recito a Vallejo en
las ceremonias públicas. He ganado cuatro concursos. Con eso me compro mis
útiles escolares, mis libros mi ropa, zapatos. Y doy para mi casa.
– ¿Y también te compras algún juguete?
– Sí. me he comprado mi celular. Ahí me
llaman para recitar en la casa de César Vallejo cuando vienen visitantes
distinguidos que siempre me dan alguna propina.
– Saúl. Dime: ¿qué sientes por el César
Vallejo?
– Que él es mi padre, o mi hermano mayor.
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la declamación es el alma de la poesía, es el nervio incandescente del verso, es la función de un sentir profundo e insondable, es el volumen incontrolable de un mar sobre la más arisca playa que para felicidad de quien escucha se ha convertido en infinitos granos de arena, declamar es el delirio perfecto entre el poeta y su mundo.
ResponderEliminarla declamación es el alma de la poesía, es el nervio incandescente del verso, es la función de un sentir profundo e insondable, es el volumen incontrolable de un mar sobre la más arisca playa que para felicidad de quien escucha se ha convertido en infinitos granos de arena, declamar es el delirio perfecto entre el poeta y su mundo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
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ResponderEliminarUn declamador que instaló para siempre la declamación en Trujillo fue don Jorge Campos LLaque (+). Esta ciudad no ha correspondido en gratitud lo que Campos hizo por este arte nobilísimo, y por la emoción estética que despertó en quienes lo escucharon. Este no tan joven declamador le dio vida durante décadas a la mejor poesía. Y así como dicen que una imagen vale por mil palabras, Campos Llaque (que no tiene ninguna relación familiar conmigo) nos reveló que la palabra dicha, o la oralidad, es a veces más persuasiva, o más emotiva, que la palabra escrita. Saludos. Soy Alfonso Campos.
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