domingo, 1 de marzo de 2020

1 de marzo. Inicio del Año Escolar. El patio de mi escuela.


1 DE MARZO
INICIO DEL AÑO ESCOLAR

EL PATIO
DE
MI ESCUELA
  
Danilo Sánchez Lihón


Bajo el cielo azulado de Santiago de Chuco


1. Un jardín
florido

Hoy hemos venido con mi padre que es maestro a abrir la escuela, a ver que todo esté bien. Y a probar las llaves que abren los salones herrumbrados por los meses de vacaciones que son de invierno y caen lluvias torrenciales.
Los meses de enero y febrero en la serranía al norte del Perú, son meses desfallecientes, aparentemente exánimes y cautivos. Pero, como lo muestra ahora el patio de nuestra escuela, ¡meses en que todo brota, nace y se origina. ¡Y se transforma!
Ha llovido todos los días, intermitentemente, desde mediados de noviembre. Pero, en los dos últimos meses llueve noche y día, sin cesar. Y seguirá lloviendo con frecuencia en marzo.
Pero hoy el sol amaneció radiante, dorando los techos, las paredes y las puertas. Y todas las cosas que al interior de las casas estuvieran bajo su alcance. Y en los rostros de las personas se dibuja el brillo de la ilusión.
Meses en que se hizo el milagro de que este patio de tierra seca que teníamos que regar para que el polvo se asiente, ahora sea un jardín florido y un dechado de plantas y de flores; y se haya convertido en el prodigio de un vergel.

El añoso portón de nuestra escuela que abríamos con mi padre

2. Invisibles
y escondidos

– ¿Quién abrió todos estos colores de flores, formas y perfumes?
En el patio cerrado de mi escuela, casi siempre eriazo y aplanado por las correrías de nuestros juegos inocentes, con las lluvias de enero y febrero, ha emergido desde el fondo de la tierra, ¡la maravilla!
¡Y ahora es un huerto, un jardín y un edén!
Con todos los colores de las flores en su centro y hacia los cuatro costados, que avanzan hasta trepar los muros.
Y se ha engalanado con todo lo oculto, invisible y encantado que hay en el suelo, aparentemente inerte, inmóvil y baldío.
Todos los colores de pétalos, todas las texturas y perfiles de estambres y pistilos, aparecen.
Aquí están todas las formas y tersuras de cortezas.
Todas las sombras, con sus evocaciones y olvidos, están aquí presentes y conmovedoramente tangibles y vivos. Pero antes invisibles y escondidos.

Calas brotadas porque sí, en la tierra humedecida por la lluvia

3. Luz
en el viento

Aletean las mariposas, reptan los gusarapos, zumban los abejorros.
Y las gotas de rocío se deslizan temblando. Se esfuman dando sus últimos suspiros ante nuestros ojos.
¿Igual habrá acontecido en nuestros corazones? Meses en que se dilapidó lo guardado para que la vida siga, se manifieste y arraigue en los muros a veces inflexibles.
Meses en que la semilla se hizo brote, flor y fruto. ¡Y luz en el viento!
Y, si es así, es casi seguro que dentro de estos tallos, hojas y pétalos están impresas nuestras voces, y resonando hacia otro universo.
Meses en que también una niña se hace mujer, que se delata en el busto y arrogancia que ahora tiene.
En las abultadas caderas y en la turgencia de los senos crecidos. Y por la mirada furtiva y secreta que antes era candorosa.
Meses en que un adolescente indeciso se hace varón pletórico y ufano.

Flores que brotan por doquier, de colores estallantes

4. Duendes
de la floresta

Pronto aparece por la puerta algún señor, con los ojos buenos y cándidos, con el sombrero en la mano y, en la otra. cogido al hijo al que trae a un nuevo año de estudios.
Entra pidiendo permiso con el movimiento de la cabeza, saludando a todos y a nadie mientras mi hermano y yo permanecemos escondidos entre la floresta.
Con una sonrisa tímida en la comisura de sus labios busca al tanteo con la mirada. Y descubre un salón abierto de par en par en donde adentro mi padre repasa solitario sus lecciones.
Pero mientras, endulzados los bordes de sus ojos nos encuentra. Ausculta curioso y permanece mirándonos sonriente sin saber si somos duendes, fantasmas o seres de carne y hueso.
Y como no encuentra quién le responda nada, sube entonces las gradas del patio al corredor, hasta el salón que tiene las puertas y ventanas aireadas y batientes.
Desde el corredor de arriba el niño que ha venido con él también nos descubre con asombro en la selva de tallos y de hojas. Y se asusta. Y corre a esconderse. ¿Le habremos parecido embrujos, encantos o algún gnomo de la arboleda y la espesura?

Flores en los muros y entre las piedras

5. Piedra
fuerte

– ¿Está por aquí el maestro? –Se pregunta asimismo el señor. Y su voz resuena y hace oscilar las hojas. Y es que no hay nadie en el salón.
Mi padre recién aparece bajando del terrado del salón, a donde ha subido a sopesar el estrago que han causado las goteras.
Han mojado las paredes y la bóveda del salón principal. Estropicio hecho por las lluvias desatadas y que han de seguir cayendo, incluso esta tarde.
– ¿En qué año se matricula el niño? –Le interroga mi padre.
– En el mismo grado del año pasado, que es Tercero de Primaria.
– ¿Aplazó?
– Al contrario. Tiene notas excelentes. Pero es bueno poner piedra fuerte y buen adobe en el cimiento. ¿No le parece, maestro?
– ¡Por supuesto! Me parece excelente. Así es cómo se construye un buen edificio. Lo dice como para que yo escuche, porque a mí quiere hacerme repetir y yo no quiero.
– ¿Quién es? –Le pregunto a mi hermano.
– ¡Es el Dogo! –Me dice, entre el zumbido de las abejas.

Brotan las rosas en los muros

6. ¡Y cómo
ha cambiado!

– ¿Sí? ¿Es él? ¡No se parece! –Respondo.
– Sí. ¿No lo ves?
– Sí, pues; ¡es él!
– Oye, pero ¡cuánto ha crecido!
– ¡Y cómo ha cambiado!
Igual nos verá a nosotros, por eso se ha asustado. Y mientras los papás conversan él se nos va acercando de a pocos, hasta cruzar palabras.
– ¿Tú eres Juvenal? ¿Y tú, eres Fredy? ¡Cuánto han cambiado!
O sea, no solo ha cambiado el patio sino nosotros. Han brotado en nosotros mismos nuevas ramas y hojas
– ¿En qué año te matriculas?
– Otra vez en tercero.
– ¿Y quienes pasaron a cuarto?
– Pasó Javier, pero ya se fue con sus padres a Trujillo.

La campana convocando al recreo. 

7. Germinado
y florecido!

– Otro que pasó y ahora vive en Chimbote es Alipio. ¿Te acuerdas?
– ¡Claro!
– Los hermanos Iraya de Angasmarca se han ido a las minas. Este año ya no vendrán.
– ¡Ah!
– Perico que ha muerto…
¡Sí, pues! ¡Ah, la vida! ¡Cómo ha cambiado todo en apenas unos instantes, o unos días! O meses.
– ¡Mira, hasta los gorriones han hecho aquí sus nidos y han puesto sus huevos!
– ¡Y cómo hasta los muros están llenos de plantas, flores y abejas!
Pero, ¡ay la vida! ¡Cómo también se disgrega, pierde y confunde! Y, a la vez, ¡cómo se une, se junta, asoma y estalla! Y desaparece.
Porque algo o mucho ha muerto. ¡Pero otro tanto ha germinado, florecido y está ahora aquí!
¡Vivo y junto a nosotros!

Todas las fotos de:
Jaime Sánchez Lihón

Pintura 7
Juvenal Sánchez Lihón



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