1 DE MARZO
INICIO DEL AÑO ESCOLAR
EL PATIO
DE
MI ESCUELA
Danilo
Sánchez Lihón
Bajo el cielo azulado de Santiago de Chuco
1. Un jardín
florido
Hoy hemos venido
con mi padre que es maestro a abrir la escuela, a ver que todo esté bien. Y a
probar las llaves que abren los salones herrumbrados por los meses de
vacaciones que son de invierno y caen lluvias torrenciales.
Los meses de
enero y febrero en la serranía al norte del Perú, son meses desfallecientes,
aparentemente exánimes y cautivos. Pero, como lo muestra ahora el patio de
nuestra escuela, ¡meses en que todo brota, nace y se origina. ¡Y se transforma!
Ha llovido todos
los días, intermitentemente, desde mediados de noviembre. Pero, en los dos
últimos meses llueve noche y día, sin cesar. Y seguirá lloviendo con frecuencia
en marzo.
Pero hoy el sol
amaneció radiante, dorando los techos, las paredes y las puertas. Y todas las
cosas que al interior de las casas estuvieran bajo su alcance. Y en los rostros
de las personas se dibuja el brillo de la ilusión.
Meses en que se
hizo el milagro de que este patio de tierra seca que teníamos que regar para
que el polvo se asiente, ahora sea un jardín florido y un dechado de plantas y
de flores; y se haya convertido en el prodigio de un vergel.
El añoso portón de nuestra escuela que abríamos con mi padre
2. Invisibles
y escondidos
– ¿Quién abrió
todos estos colores de flores, formas y perfumes?
En el patio
cerrado de mi escuela, casi siempre eriazo y aplanado por las correrías de
nuestros juegos inocentes, con las lluvias de enero y febrero, ha emergido
desde el fondo de la tierra, ¡la maravilla!
¡Y ahora es un huerto,
un jardín y un edén!
Con todos los
colores de las flores en su centro y hacia los cuatro costados, que avanzan hasta
trepar los muros.
Y se ha
engalanado con todo lo oculto, invisible y encantado que hay en el suelo,
aparentemente inerte, inmóvil y baldío.
Todos los
colores de pétalos, todas las texturas y perfiles de estambres y pistilos,
aparecen.
Aquí están todas
las formas y tersuras de cortezas.
Todas las
sombras, con sus evocaciones y olvidos, están aquí presentes y conmovedoramente
tangibles y vivos. Pero antes invisibles y escondidos.
3. Luz
en el viento
Aletean las
mariposas, reptan los gusarapos, zumban los abejorros.
Y las gotas de
rocío se deslizan temblando. Se esfuman dando sus últimos suspiros ante
nuestros ojos.
¿Igual habrá
acontecido en nuestros corazones? Meses en que se dilapidó lo guardado para que
la vida siga, se manifieste y arraigue en los muros a veces inflexibles.
Meses en que la
semilla se hizo brote, flor y fruto. ¡Y luz en el viento!
Y, si es así, es
casi seguro que dentro de estos tallos, hojas y pétalos están impresas nuestras
voces, y resonando hacia otro universo.
Meses en que
también una niña se hace mujer, que se delata en el busto y arrogancia que
ahora tiene.
En las abultadas
caderas y en la turgencia de los senos crecidos. Y por la mirada furtiva y
secreta que antes era candorosa.
Meses en que un
adolescente indeciso se hace varón pletórico y ufano.
4. Duendes
de la floresta
Pronto aparece por
la puerta algún señor, con los ojos buenos y cándidos, con el sombrero en la
mano y, en la otra. cogido al hijo al que trae a un nuevo año de estudios.
Entra pidiendo
permiso con el movimiento de la cabeza, saludando a todos y a nadie mientras mi
hermano y yo permanecemos escondidos entre la floresta.
Con una sonrisa
tímida en la comisura de sus labios busca al tanteo con la mirada. Y descubre
un salón abierto de par en par en donde adentro mi padre repasa solitario sus
lecciones.
Pero mientras,
endulzados los bordes de sus ojos nos encuentra. Ausculta curioso y permanece
mirándonos sonriente sin saber si somos duendes, fantasmas o seres de carne y
hueso.
Y como no
encuentra quién le responda nada, sube entonces las gradas del patio al
corredor, hasta el salón que tiene las puertas y ventanas aireadas y batientes.
Desde el
corredor de arriba el niño que ha venido con él también nos descubre con
asombro en la selva de tallos y de hojas. Y se asusta. Y corre a esconderse. ¿Le
habremos parecido embrujos, encantos o algún gnomo de la arboleda y la espesura?
5. Piedra
fuerte
– ¿Está por aquí
el maestro? –Se pregunta asimismo el señor. Y su voz resuena y hace oscilar las
hojas. Y es que no hay nadie en el salón.
Mi padre recién aparece
bajando del terrado del salón, a donde ha subido a sopesar el estrago que han
causado las goteras.
Han mojado las
paredes y la bóveda del salón principal. Estropicio hecho por las lluvias
desatadas y que han de seguir cayendo, incluso esta tarde.
– ¿En qué año se
matricula el niño? –Le interroga mi padre.
– En el mismo grado
del año pasado, que es Tercero de Primaria.
– ¿Aplazó?
– Al contrario. Tiene
notas excelentes. Pero es bueno poner piedra fuerte y buen adobe en el
cimiento. ¿No le parece, maestro?
– ¡Por supuesto!
Me parece excelente. Así es cómo se construye un buen edificio. Lo dice como
para que yo escuche, porque a mí quiere hacerme repetir y yo no quiero.
– ¿Quién es? –Le
pregunto a mi hermano.
– ¡Es el Dogo! –Me
dice, entre el zumbido de las abejas.
6. ¡Y cómo
ha cambiado!
– ¿Sí? ¿Es él?
¡No se parece! –Respondo.
– Sí. ¿No lo ves?
– Sí, pues; ¡es
él!
– Oye, pero ¡cuánto
ha crecido!
– ¡Y cómo ha
cambiado!
Igual nos verá a
nosotros, por eso se ha asustado. Y mientras los papás conversan él se nos va
acercando de a pocos, hasta cruzar palabras.
– ¿Tú eres
Juvenal? ¿Y tú, eres Fredy? ¡Cuánto han cambiado!
O sea, no solo
ha cambiado el patio sino nosotros. Han brotado en nosotros mismos nuevas ramas
y hojas
– ¿En qué año te
matriculas?
– Otra vez en
tercero.
– ¿Y quienes
pasaron a cuarto?
– Pasó Javier,
pero ya se fue con sus padres a Trujillo.
7. Germinado
y florecido!
– Otro que pasó
y ahora vive en Chimbote es Alipio. ¿Te acuerdas?
– ¡Claro!
– Los hermanos
Iraya de Angasmarca se han ido a las minas. Este año ya no vendrán.
– ¡Ah!
– Perico que ha
muerto…
¡Sí, pues! ¡Ah,
la vida! ¡Cómo ha cambiado todo en apenas unos instantes, o unos días! O meses.
– ¡Mira, hasta
los gorriones han hecho aquí sus nidos y han puesto sus huevos!
– ¡Y cómo hasta
los muros están llenos de plantas, flores y abejas!
Pero, ¡ay la
vida! ¡Cómo también se disgrega, pierde y confunde! Y, a la vez, ¡cómo se une,
se junta, asoma y estalla! Y desaparece.
Porque algo o
mucho ha muerto. ¡Pero otro tanto ha germinado, florecido y está ahora aquí!
¡Vivo y junto a
nosotros!
Todas las fotos de:
Jaime Sánchez Lihón
Pintura 7
Juvenal Sánchez Lihón
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