sábado, 21 de marzo de 2020

21 de marzo. Día Forestal Mundial. / El bosque y sus fantasmas.


21 DE MARZO
DÍA FORESTAL MUNDIAL

EL BOSQUE
Y SUS
FANTASMAS

Danilo Sánchez Lihón



1. Tejido
de una araña

¿Qué es un bosque? Para el ámbito del espíritu es un lugar de encanto, de enigmas y sortilegios.
Son espacios misteriosos, y fantasmales. En ellos hay duendes, hadas, brujas, gnomos.
En ellos deambulan libres los espíritus. Y en ellos se abren los caminos hacia el infinito.
Es arcano y es maravilla, porque dentro del bosque moran todas las preguntas e interrogaciones. Y se guardan o esconden todas las respuestas.
Todo bosque está poblado de trasgos y quimeras; de endriagos y esperpentos.
Donde una piedra es todo un personaje. Igual una mariposa, una libélula, un moscardón.
Como es dable extasiarse en la contemplación de una hoja, en el tejido de una araña, en el balanceo del pistilo de una flor. Es mágico y símbolo de lo desconocido.




2. Hay
voces

Es ingresar a lo entrañable, al seno de la tierra, a las raíces, a las bases del universo.
Es un estado del alma. Es donde perderse y donde encontrarse.
En él habitan seres fantásticos y sobrenaturales.
Es punto de reunión y convergencia de presencias del Urco Pacha, que es el mundo del subsuelo.
Del Kai Pacha, que es el mundo de la superficie. Y del Hanan Pacha que es el mundo de arriba, o del cielo.
En todo bosque hay seres ocultos, miradas, chasquidos. Hay voces, presencias y ausencias que se sienten.
¡Cuánto te he querido deambulando por sus senderos!




3. Venado
o zorro

El bosque tiene suspensos.
Así, todo bosque es cruzado por un río. O el río corre a su vera. Y que al pasar por aquí deja de ser lo que era para tornarse en algo indescifrable.
Y si no es sonoro ni visible el bosque siempre lleva a un río en el fondo del alma.
Y otro río que en el bosque rueda es el viento que se mece por la copa de los árboles.
Este es un río inabarcable, que se lo siente en el gemido de las ramas.
Y de las hojas que se quiebran modulando un lenguaje cifrado, henchido de claves cifradas, y poblado de cábalas e incógnitas.
Encima cunde el revolotear de las aves y sus trinos transparentes. A veces la presencia de un venado o un zorro. Y donde quiera un hongo, un pámpano, una flor.




4. De
puntillas

Yo conozco bien los bosques. He sido asiduo visitante de ellos. Y siempre lo he caminado solo hasta dar con sus entrañas.
La esposa de mi profesor Carlos Barbarán, después de la presentación de un libro mío en Trujillo, y ya estando en rueda de amigos, contó lo siguiente:
– Un día, –dijo–, caminando por el bosque con Charles, mi esposo, –así lo llamaba ella–, te encontramos dormido, –dice volteándose hacia mí–. Estabas al pie de un árbol inmenso y con un libro entre las manos.
– ¿Así? –Me sorprendo yo–. ¿Cuándo era niño?
– ¡Sí! Te miramos y nos miramos. Lo único que dijo Charles, fue:
– Mira, ¡qué bello! ¡Parece un duende! ¡No hay que despertarlo!
– Y seguimos, de puntillas y en silencio, sin despertarte. Porque nos pareció una escena sublime.
Eso contó doña Dora Villena, aquella vez.




5. Maraña
y frescura

Por eso, sé que en el bosque el sonido del viento se da como el de un río que pasara, pero por lo alto.
Y pasa modulando canciones secretas, nanas de niños desaparecidos, conjuros y exorcismos en la copa de los árboles como en las cuerdas de una guitarra.
Todo bosque tiene en su entraña está la poza, una serpiente dormida y una cascada.
Bajo todo bosque hay ríos ocultos, venas y canales por las cuales corre el agua.
En el bosque hay susurros, cuchicheos, alaridos.
Hay movimientos ocultos, corrientes internas, el de las raíces subiendo sus aguas a las copas de los árboles. Donde todo es maraña y todo es frescura.




6. Te quedaste
pensativa

El bosque es rumoroso, pero se calla de repente y observa al que pasa. Nadie como el bosque para conocer el alma de la gente que deambula por sus senderos a veces inhallables, entre haces de luz y de sombra.
Conoce al asesino que en el bosque y a solas confiesa su crimen.
Como el aleteo del ángel en quien aparenta ser rudo y fiero. De allí que cruzarlo es siempre un desafío.
Un brillo misterioso trepida entre los árboles. Una paca-paca que lanza en la tarde su trino sangrante. Allí también el canto lastimero de la lechuza agorera:
– Tucú, tucú, tucú.
En los bosques siempre hay alguien que desde hace miles de años nos espera. Quizá por eso te quedaste pensativa, tú a mi lado, en el bosque aquella tarde.
¡Ah el bosque y los amores escondidos bajo los árboles!




7. Arroyos
cristalinos

Un día entramos contigo, niña mía del alma. ¡Y, nada más llamativo que tu vestido corto en relación a los árboles gigantescos!
Tu falda de color celeste en relación a la arboleda de color verde oscuro era como un cuchillo. Y tu blusa de raso blanco, frente a la rugosidad de las cortezas como una herida.
El bosque se estremeció.
Había un solo riachuelo, frente a los dos arroyos cristalinos de tus pantorrillas.
Tenía un solo ojo y no tus dos ojos intensamente abiertos e ingenuos.
Y no tenía la flor de tus labios intensamente rojos, en relación a la hojarasca marrón de sus hojas. Y se produjo el incendio y sucumbimos en sus hogueras.
Todo bosque es un secreto indescifrable. Es un misterio que vive y muere en sí mismo.


Fotos 1. 2. 3. 4 y 5
Jaime Sánchez Lihón



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