21 DE MARZO
DÍA FORESTAL MUNDIAL
EL BOSQUE
Y SUS
FANTASMAS
Danilo
Sánchez Lihón
1. Tejido
de una araña
¿Qué es un
bosque? Para el ámbito del espíritu es un lugar de encanto, de enigmas y sortilegios.
Son espacios misteriosos, y
fantasmales. En ellos hay duendes, hadas, brujas, gnomos.
En ellos deambulan libres los
espíritus. Y en ellos se abren los caminos hacia el infinito.
Es arcano y es maravilla,
porque dentro del bosque moran todas las preguntas e interrogaciones. Y se
guardan o esconden todas las respuestas.
Todo bosque
está poblado de trasgos y quimeras; de endriagos y esperpentos.
Donde una
piedra es todo un personaje. Igual una mariposa, una libélula, un moscardón.
Como es dable extasiarse
en la contemplación de una hoja, en el tejido de una araña, en el balanceo del
pistilo de una flor. Es mágico y símbolo de lo desconocido.
2. Hay
voces
Es ingresar a
lo entrañable, al seno de la tierra, a las raíces, a las bases del universo.
Es un estado
del alma. Es donde perderse y donde encontrarse.
En él habitan
seres fantásticos y sobrenaturales.
Es punto de
reunión y convergencia de presencias del Urco Pacha, que es el mundo del
subsuelo.
Del Kai Pacha,
que es el mundo de la superficie. Y del Hanan Pacha que es el mundo de arriba,
o del cielo.
En todo bosque
hay seres ocultos, miradas, chasquidos. Hay voces, presencias y ausencias que
se sienten.
¡Cuánto te he
querido deambulando por sus senderos!
3. Venado
o zorro
El bosque tiene
suspensos.
Así, todo bosque es cruzado por
un río. O el río corre a su vera. Y que al pasar por aquí deja de ser lo que
era para tornarse en algo indescifrable.
Y si no es sonoro ni visible el
bosque siempre lleva a un río en el fondo del alma.
Y otro río que en el bosque rueda
es el viento que se mece por la copa de los árboles.
Este es un río inabarcable, que
se lo siente en el gemido de las ramas.
Y de las hojas que se quiebran
modulando un lenguaje cifrado, henchido de claves cifradas, y poblado de cábalas
e incógnitas.
Encima cunde el
revolotear de las aves y sus trinos transparentes. A veces la presencia de un
venado o un zorro. Y donde quiera un hongo, un pámpano, una flor.
4. De
puntillas
Yo conozco bien
los bosques. He sido asiduo visitante de ellos. Y siempre lo he caminado solo
hasta dar con sus entrañas.
La esposa de mi
profesor Carlos Barbarán, después de la presentación de un libro mío en
Trujillo, y ya estando en rueda de amigos, contó lo siguiente:
– Un día,
–dijo–, caminando por el bosque con Charles, mi esposo, –así lo llamaba ella–,
te encontramos dormido, –dice volteándose hacia mí–. Estabas al pie de un árbol
inmenso y con un libro entre las manos.
– ¿Así? –Me
sorprendo yo–. ¿Cuándo era niño?
– ¡Sí! Te
miramos y nos miramos. Lo único que dijo Charles, fue:
– Mira, ¡qué
bello! ¡Parece un duende! ¡No hay que despertarlo!
– Y seguimos,
de puntillas y en silencio, sin despertarte. Porque nos pareció una escena
sublime.
Eso contó doña
Dora Villena, aquella vez.
5. Maraña
y frescura
Por eso, sé que
en el bosque el sonido del viento se da como el de un río que pasara, pero por
lo alto.
Y pasa
modulando canciones secretas, nanas de niños desaparecidos, conjuros y
exorcismos en la copa de los árboles como en las cuerdas de una guitarra.
Todo bosque
tiene en su entraña está la poza, una serpiente dormida y una cascada.
Bajo todo bosque
hay ríos ocultos, venas y canales por las cuales corre el agua.
En el bosque hay
susurros, cuchicheos, alaridos.
Hay movimientos
ocultos, corrientes internas, el de las raíces subiendo sus aguas a las copas
de los árboles. Donde todo es maraña y todo es frescura.
6. Te
quedaste
pensativa
El bosque es rumoroso, pero se
calla de repente y observa al que pasa. Nadie como el bosque para conocer el alma de la gente que
deambula por sus senderos a veces inhallables, entre haces de luz y de sombra.
Conoce al asesino que en el
bosque y a solas confiesa su crimen.
Como el aleteo del ángel en quien
aparenta ser rudo y fiero. De allí que cruzarlo es siempre un desafío.
Un brillo misterioso trepida
entre los árboles. Una paca-paca que lanza en la tarde su trino sangrante. Allí
también el canto lastimero de la lechuza agorera:
– Tucú, tucú, tucú.
En los bosques siempre hay
alguien que desde hace miles de años nos espera. Quizá por eso te quedaste
pensativa, tú a mi lado, en el bosque aquella tarde.
¡Ah el bosque y
los amores escondidos bajo los árboles!
7. Arroyos
cristalinos
Un día entramos
contigo, niña mía del alma. ¡Y, nada más llamativo que tu vestido corto en
relación a los árboles gigantescos!
Tu falda de
color celeste en relación a la arboleda de color verde oscuro era como un cuchillo.
Y tu blusa de raso blanco, frente a la rugosidad de las cortezas como una
herida.
El bosque se
estremeció.
Había un solo
riachuelo, frente a los dos arroyos cristalinos de tus pantorrillas.
Tenía un solo
ojo y no tus dos ojos intensamente abiertos e ingenuos.
Y no tenía la
flor de tus labios intensamente rojos, en relación a la hojarasca marrón de sus
hojas. Y se produjo el incendio y sucumbimos en sus hogueras.
Todo bosque es
un secreto indescifrable. Es un misterio que vive y muere en sí mismo.
Fotos 1. 2. 3. 4 y 5
Jaime Sánchez Lihón
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