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DE MARZO
SEMANA JUBILAR
DE TRUJILLO
SOÑAR
EN
EL
AULA
Danilo Sánchez
Lihón
Día Jubilar de Trujillo
1.
Respeto
sincero
El siguiente hecho ocurrió en
la ciudad de Trujillo en el año 1917, en un momento en que César Vallejo está
en el ojo de la tormenta. Se discute de sus triunfos literarios, se lo denigra
y también se lo defiende.
Fecha también en que él cursa
el segundo año de jurisprudencia, obteniendo notas muy altas en la Universidad
de Trujillo, haciéndose merecedor de los primeros puestos y de premios
consistente en libros, que obtiene por tener las calificaciones más sobresalientes
en diversos cursos de su especialidad.
Esta historia la cuenta Juan
Espejo Asturrizaga, expresando que cuando César Vallejo era preceptor de Primer
Año de Educación Primaria, en el Colegio San Juan, el director del plantel era
don Juan de Dios Lora y Cordero.
La rutina diaria de este
señor era pasar por el exterior de los salones, para comprobar la asistencia de
su personal docente y ver cómo se estaba desenvolviendo el desarrollo de las
clases. Allí fue cuando le atrajo de un aula el profundo silencio reinante. El
salón era precisamente aquel donde enseñaba César Vallejo.
2.
El sueño
del
maestro
En contraste con los otros
ambientes, en donde se escuchaba el rumor y el bullicio natural por la
presencia de los niños, en este no ocurría lo mismo. Al contrario, reinaba un
absoluto silencio.
Era tanta la calma que el
director se asomó a ver si había alumnos en ese recinto, puesto que no lo
parecía.
Al comprobar, en un vistazo
ligero que hizo por la ventana, de que el salón estaba con el íntegro de su alumnado,
se quedó admirado sobremanera por el buen comportamiento.
Entonces quiso saber cuál era
la razón de ese enorme mutismo. Al asomarse a la puerta se sorprendió al ver
que el profesor se había quedado profundamente dormido, hundida la cabeza en el
pupitre.
Lo curioso de este hecho es
que los alumnos en vez de hacer el desorden natural de su edad, y como era
costumbre en los niños cuando no tienen una vigilancia ceñida y alerta, esta
vez guardaban extraordinaria compostura.
3.
El sueño
del
maestro
Y permanecían en riguroso
silencio. Todos se habían puesto a leer o a estudiar, a fin de evitar hacer
ruido y de ese modo despertar al maestro.
Era un silencio pleno y
respetuoso ante el sueño de César Vallejo.
Pero el otro hecho
desconcertante de esta historia es que los alumnos, al notar la presencia del
director intentaron ponerse de pie.
Y al hacerlo a la vez
producir el sonido de chocar los tacos de los zapatos en señal de saludo.
Esa expresión correspondía a
la norma de conducta ante la presencia del director.
Pero lo asombroso es que éste
rápidamente, poniéndose el dedo índice en cruz sobre los labios, hizo el gesto
de que no hicieran tal bulla.
Y con la otra mano les dio la
señal de que permanecieran sentados; expresándoles, de ese modo, que no interrumpieran
el sueño del maestro.
4. El
respeto
sincero
Hay actos y situaciones que
expresan y marcan el perfil nítido y preciso de un personaje.
El suceso que acabamos de
referir nos muestra y revela dos hechos simples, pero de enorme significación.
El primero es algo muy
difícil de conseguir de parte de un docente, cuál es el respeto sincero de sus
alumnos, rayano en el afecto hondo y de adhesión plena.
Porque ellos más que conocer
virtudes conocen los defectos de un maestro, por la impaciencia que produce
poner orden en un aula, compuesta de tantos niños como son las secciones en una
escuela pública.
Es en lo que menos se puede
mentir a un niño. Esto es, en el carácter que tiene su maestro, dado que él es
una de las personas a quien más conoce, tanto como a los miembros de su hogar.
5.
Inmenso
magisterio
El otro hecho significativo
de esta anécdota es que dicho respeto no se expresa formalmente, sino que
surge, en este caso, de manera espontánea desde la realidad y tal como se
derivan los asuntos de la vida.
Y mucho más tratándose del
sueño de una persona, función muy humana pero débil y hasta defectuosa que
ocurra en una situación como la descrita; cual es estar en un centro de
trabajo, mucho más en un aula de clase, en donde es inconcebible dormir o
dejarse vencer por el sueño.
En la anécdota ocurrida el comportamiento
de los niños expresa adhesión, cariño y solidaridad plena con su maestro.
A lo anterior se agrega otro
gesto no menos significativo, devoto y de profunda simpatía cuál es el del
director.
Es él quien, ante la
inminencia de interrumpir el sueño del maestro, inoportuno a todas luces a esa
hora, incluso fuera de toda permisión, mucho más ante el director quien es la
autoridad correspondiente.
6.
Su magisterio
moral
Y, sin embargo, pide a los
niños que respeten el sueño del poeta.
¿No es que quizá también
enseñaba Vallejo con su propio sueño o estando dormido?
Al menos así ocurre ahora,
que él está dormido. O quizá solo ausente en su presencia física, pero
cumpliendo su rol de maestro.
Y lo cumple de ese modo en
una proyección trascendente. Acción que se da no solo en el campo de la poesía
en donde es guía sino en el del magisterio y en el de la educación en el cual
sus actitudes son paradigmas.
Incluso estando dormido, o en
el sueño de la muerte, es inmenso su magisterio social, poético, lingüístico,
político, e incluso de carácter moral y de compromiso con las causas justas de
la humanidad.
En César Vallejo su obra y su
militancia es la de un pedagogo que se hace cargo de su comunidad y sobrelleva
el drama del hombre como especie, para hablarnos con autoridad en cada acto de
su existencia.
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