16 DE MARZO
NACE
CÉSAR VALLEJO
EN
SANTIAGO DE CHUCO
Danilo
Sánchez Lihón
César Vallejo y Carlos More. Pintura de Juvenal Sánchez Lihón
¡Yo que
tan sólo
he nacido!
César
Vallejo
1. Mes
de invierno
– ¡Qué niño irá a ser este que
nace con tremenda tempestad!
Comenta una de las mujeres que se
acurruca al pie del poyo de la casa tiritando de frío y de angustia.
Es medianoche del día 15 de marzo
del año 1892, en que llueve intensamente, con rayos y truenos.
En el mes de marzo en Santiago de
Chuco es mes de invierno y de lluvias fuertes, pero esta sobrepasa todo lo
visto anteriormente.
Y así también las descargas de
relámpagos y truenos de los cielos anubarrados.
Donde las nubes parecen sucios
pañales que se ventilaran. O negros ajuares de la muerte que se sacudieran en
el cielo invernal.
– Enciendan todas las lámparas.
–Ordena don Francisco de Paula Vallejo.
2. Bóveda
sideral
– Todas están encendidas, señor.
Incluso hemos prendido mecheros y candiles.
– ¡Cuiden que no se apaguen con
esta lluvia y con este viento!
Y es que estos aguaceros ocurren
a partir del mediodía y por las tardes, dejando para la noche a lo más el
tamborileo monótono de la lluvia hasta que amanezca.
Pero esta vez la tempestad ocurre
a medianoche, con rayos que iluminan toda la comarca.
Y con truenos tras de los cuales
parece que en cualquier momento van a rodar y caernos los pedrones del cielo
bajo los cuales vamos a quedar todos sepultos, tras los derrumbes que
ocurrirían en la bóveda sideral.
3. Pueblo
ensimismado
Y es que en Santiago de Chuco aún
no hay energía eléctrica. Las casas se alumbraban con lámparas, candiles y mecheros.
A esto se suma el hecho de que aquí
no hay servicios óptimos de salud.
No tiene hospital, ni siquiera
una Posta Médica ni un puesto de salud.
Y ni siquiera cuenta con una carretera
para el traslado de vehículos motorizados a Trujillo para atender una
emergencia.
Solo había caminos de herradura y
la conexión con la capital del departamento se hacía a pie, o en acémila.
Santiago de Chuco es un pueblo
ensimismado, un enclave, un paraje y una aldea que se vale por sí misma.
Rodeada de haciendas prósperas
que producen ingentes productos agrícolas.
4. Al otro lado
de la pared
Pero, en este alumbramiento
ocurre otro hecho conmovedor y dramático, coincidente con el nacimiento de César
Vallejo.
Y ello es que esta noche a unos
metros del lecho de la parturienta, ocurre un suceso inusitado, especial y
sorprendente:
A los quejidos agónicos de la
madre que “se muere”, y a los alaridos de los familiares creyendo que ella ya está
muerta, se entremezclan ahora estampidos de bala.
Son los disparos de fusilería que
se hacen dos bandos en pugna, donde sobresalen, las imprecaciones y los
lamentos.
Que ahora son unos de adentro y
otros de afuera.
5. Llanto
fuerte
Estos enfrentamientos son motivados
por la pugna encarnizada entre “Los rojos” partidarios de don Nicolás de
Piérola, “El Califa”, y “Los verdes” fanáticos de don Andrés Avelino Cáceres,
“El Brujo de los Andes”, que disputaban el poder presidencial.
Algunas de aquellas balas disparadas
se incrustan en las paredes y en el tejado de la casa.
El hecho es que ahora, en la
calle apenas separada por una pared de adobe, se escuchaban gemidos de muerte.
A consecuencia de ello, apenas al otro lado de la
pared en que doña María de los Santos se debate en dar a luz, muere un
hombre producto de estos enfrentamientos.
Suceso de carácter político y
social y de un signo luctuoso del que estuvo muy marcada la vida del ser que
nace en esa circunstancia.
Es aquí donde se escucha el
llanto fuerte de un niño. Es el amanecer del 16 de marzo de 1892. Y acaba de
nacer César Vallejo Mendoza.
Amanecer en Santiago de Chuco
6. Quien
se erige y da
De niño César Vallejo seguramente
escuchó de parte de sus padres y hermanos mayores, el relato de estos hechos
convertidos ya en historia, de tal modo que fue natural que dijera en su poema
Espergesia:
“Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave”.
Frase a la cual se le han dado diversas
interpretaciones, a las cuales añadiré una más en esta ocasión. Y es esta:
Cuando alguien enferma nuestra
actitud es prodigarnos, y ofrecernos para ayudar. Nos brindamos al otro y a los
demás.
En vez de que alguien nos cuide
queremos cuidar al otro, en este caso a Dios.
Ante una situación así toca proteger.
Toca hacernos cargo del mundo., ser quien se erige y da.
7. El Evangelio
de la solidaridad
Porque al enfermo se le auxilia,
se lo protege. Tenemos que cuidar de él. Nos erige como hacedores, protectores.
Ahora bien, siempre la
interpretación acerca de Vallejo ha ido desde la perspectiva de la escasez. En
este caso va por el camino inverso: el de la abundancia
Y es que su formidable evangelio
de la solidaridad nos condiciona más bien a encontrar figuras de abundancia.
Porque solidaridad es prodigarse.
En coherencia con sus raíces andinas e indígenas.
Al hecho de que su madre se
moría, al desamparo de la gente que lloraba, a la tempestad que no cesaba de arreciar
y a un hombre que moría, se suma la condolencia por Dios quien está enfermo.
Para dar paso así al formidable Evangelio
de la Solidaridad que no excluye, sino que abarca al mismo Dios.
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