12 DE ABRIL
NACE EL INCA GARCILASO DE LA VEGA
Y LA PATRIA
EN
LONTANANZA
Danilo Sánchez Lihón
Torreones y techumbres de la ciudad del Cusco
1. Vivió
el trance
Al nacer el Inca
Garcilaso de la Vega, el 12 de abril de 1539 en el Cuzco, su padre, el capitán
español de la conquista del Perú, Sebastián Gací Lasso de la Vega y Vargas, lo
registró con el nombre de Gómez Suárez de Figueroa. Lo hizo en homenaje a
ilustres parientes en España que llevaban esos apellidos, uno de ellos su
hermano mayor radicado en Montilla, en España, adonde después él fue a vivir.
Nombres que cambió
después por querer reafirmar su identidad, adoptando exactamente el apellido de
su padre, solo que anteponiendo el conspicuo de Inca Garcilaso de la Vega. Lo
hizo porque vivió el trance del derrumbamiento de aquel imperio, con cuyos
portentos y proezas se sintió emocionalmente identificado, más aún por el
humanismo que le inspiraba nuestra cultura originaria, por su raigambre moral,
y por ser el hijo de la bella princesa Isabel Chimpu Ocllo, nieta de Túpac
Yupanqui y prima hermana del Inca Atahualpa.
De allí que
escribió su alegato firmando como Inca y basado principalmente en el relato que
hacían sus antepasados aborígenes cuando venían al Cuzco y se alojaban en su
casa donde las pallas y otros descendientes de los incas revivían en sus
conversaciones la memoria del bien perdido.
Retrato del Inca Garcilaso de la Vega
2. Del reinar
al vasallaje
Siempre acabando su
conversación, y el relato de sus antepasados, en lágrimas y llanto, diciendo:
"Trocósenos el reinar
en vasallaje", testimoniando que “en estas
pláticas, yo como muchacho, entraba y salía muchas veces donde ellos estaban y
me holgaba de las oír…”
Él mismo en su
diario recuerda algunos pasajes de su nacimiento y de su infancia:
Sueño a mi madre y la veo prisionera. Se esconde
entre los indios comunes y me mira como rogando. Me ruega con las manos. En mi
sueño ella no sabe que es mi madre.
Nací cuando mi padre andaba en las guerras del
Collasuyo. Mis tías indias asistieron en el parto. Cuando mi padre volvió de
sus guerras, y después del alarde que hiciera en la plaza mayor, mi madre se
acercó a él y le enseñó el niño mestizo.
Y él, capitán de conquistadores, me recogió en
sus brazos y me mostró a sus soldados, rebosando felicidad. Le señaló a mi
madre el camino a la casa que acababan de asignarle.
Mi padre nunca sentó a mi madre a la mesa. Ella
se acercaba a mi padre solo cuando él la llamaba. Era la sombra del silencio. Bello
rostro el de mi madre.
3. El vivir
para qué sea
Su padre fue el
capitán Garcilaso de la Vega, partidario al principio de Diego de Almagro, pero
después consta que prestó su caballo en la batalla de las Huarinas al rebelde
alzado en armas en contra de la corona española, Gonzalo Pizarro. El capitán
Garcilaso posteriormente fue Corregidor y Justicia Mayor de la ciudad imperial
del Cuzco.
Por el canal y
surco de aquella sangre aventurera, soñadora y mística, el hijo cronista e historiador
está emparentado asimismo con el poeta renacentista Garcilaso de la Vega, aquel
que cantara de este modo y jaez:
¡Oh más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!
Estoy muriendo, y aún la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,
y de mí mismo yo me corro
agora.
4. Ayer
naciste
También tiene
vínculos de sangre con el afligido y consternado Jorge Manrique, aquel que
canta:
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando.
Como también con el
cenceño y afilado Luis de Góngora y Argote, aquel que rima de este modo:
Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida?
Y, ¿para no ser nada estás
lozana?
Si te engañó su hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte
temprana.
Madrid, en el Siglo XVI
5. Soy
mestizo
Con él nace la
patria. Escribió en Madrid, en su diario, en 1562:
¿Soy indio? ¿Soy mestizo? ¿Soy español? En la
corte algunos me creyeron español indiano; pudo ser porque me escucharon hablar
castellano como lo hablaba mi padre. Los más murmuraron: "Es indio".
Un noble que algún favor pedía al rey, me
preguntó si yo era indio del Perú. Vi en sus ojos, en su ademán, que quería
insultarme. "Soy mestizo. En el
Perú los mestizos son gente de honra".
Gonzalo Silvestre, atento a todas las
murmuraciones de la corte; esa misma tarde me llevó a su mesón preferido. Me conversó, me invitó unos vinos.
"Tú eres mestizo. Tu padre, un grande del
Perú; tu madre, noble Inca. Y tú eres el mejor mestizo de las Indias".
Verlo ahora en Madrid. Cojo, calvo; con cicatrices,
con manchas que se van extendiendo en todo el cuerpo. Le brillan los ojos.
Me vio, se acercó a mí y me dio un abrazo de
pariente, de amigo. "Compatriota" me dijo. Su voz me trasladó a la sala de mi padre en
el Cuzco.
6. Añorando
su lar natal
Porque en verdad el Inca
Garcilaso de la Vega nació del estallido de un relámpago que juntaba dos mundos
opuestos, dos nubes que eran: una fija y la otra errante, una noble y la otra
aviesa, una luz y otra sombra.
No es menos que
cualquiera de sus ancestros españoles en valor, hidalguía y misticismo. Eso sí,
en el dominio de las letras, es portento, a quien reconocieron con asombro los
propios ibéricos como príncipe de los ingenios.
Quien escribió,
entre otras obras, su libro cumbre Comentarios Reales de los Incas, que se
publicó el año 1609 en Lisboa.
Desde entonces
dicha obra palpita plena de vigor, de luz e intensidad histórica y anímica,
releyéndose fresca y radiante como si hubiera sido escrita ayer.
Configura una
realidad desafiante en base a relatos que refieren el desmoronamiento y el
ocaso de una organización social y su grandeza, exponiendo razones y sinrazones
de su yuxtaposición con la cultura ibérica.
Una segunda parte
de este trabajo se dio a conocer después de la muerte del Inca, ocurrida el 23
de abril del año 1616, transido por la pena y añorando su lar natal.
Somos mestizos, a mucha honra
7. Me lleno
la boca
El sentido de la crónica
que él escribiera en un lenguaje de exquisita belleza y con sentimiento hondo,
dulce y quejoso, es para dejar constancia de la magnanimidad de la cultura
incaica. Pero abriendo el espacio, además, a un mundo nuevo gracias al
mestizaje que él asume con identificación absoluta y entrega suprema y total,
al decir:
Nos llaman mestizos por
decir que somos mezclados de ambas naciones; me lo llamo a boca llena y me
honro.
Nuestro cronista
murió en el exilio, pleno de nostalgia, por su querencia y devoción por su
tierra original, el Cuzco. Es el primer migrante desde una tierra a la cual
anheló volver físicamente y de la cual nunca en verdad se fue anímicamente. Expiró
el último aliento salido de su boca el 23 de abril del año 1616, lleno de
orgullo por su raza, cuál es ser mestizo. Escribió en su diario, ya para morir,
en Córdoba:
Los canarios todas las mañanas me despiertan y
me alegran el alma de trinos y colores... La muerte está junto a mí; lo sé,
aunque la siento apenas. Es suave su llamado... Es de día. Las ventanas al
jardín están abiertas.
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