11 DE ABRIL
EL VIRUS
DE LA
ANOMIA
Danilo Sánchez Lihón
1.
Mi abuela nos contaba una fábula que adaptada
a estos tiempos más o menos dice así:
Era un cuervo díscolo, caprichoso y encima insolente que incumplía toda
norma que se daba para proteger la vida del conjunto de la comunidad. Un día
cayó enfermo. Le dolía la cabeza, tenía fiebre, tos y vómitos. Y un malestar
general que lo sumía en el enfado, el resentimiento y el malhumor.
Su madre deambulaba por la casa compungida preparándole una y otra
pócima con tal de sanarlo. Pero el cuervo malagradecido, aun estando así, le hablaba
de este modo:
– En vez de andar de aquí para allá con esa cara de dos por medio
fueras mejor al templo a pedirle a los dioses que me sanen.
– ¡Qué voy a ir! –Le respondió la madre–. Tanto te has burlado de
ellos, has desacatado sus leyes y les has desobedecido sus preceptos,
habiéndote advertido que no lo hicieras, que ellos se reirán de mí, y alegrarán
que un justo castigo haya recaído en ti, haciendo que te enfermes.
Tarde comprendió el cuervo que lo que se hace se paga algún día. Porque
al día siguiente murió, aunque a última hora arrepentido.
La caída de los ángeles rebeldes
2.
Ahora que todos debemos mantener el
aislamiento social, porque es la clave y el fundamento para detener la
propagación del coronavirus 19 es fácil reconocer que los seres humanos
confinados y separados del mundo, y aislado de los demás, no es normal que podamos
vivir por mucho tiempo. Y distinguimos que una dimensión importante para ser
íntegros y dichosos es la vida en común y en interacción con los demás seres
humanos.
Y que la existencia se organiza a través de
normas, leyes y valores que hay que asumir, para lo cual es importante el
fortalecimiento de las instituciones, hechos que se traducen en un orden que hay
que respetar, estimando el bien común, el cual sirve a todos y garantiza la
vida en comunidad.
Porque nadie es solamente por sí mismo sino
en función del colectivo social; y tanto nos afecta lo que somos
individualmente como lo que es nuestro medio ambiente, el mundo circundante y
el universo del cual formamos parte.
Razón por la cual debemos cuidarlo,
reconociendo que la calidad y condición de los recursos materiales y económicos
derivan y son una consecuencia de lo que es la persona y la organización social.
3.
Por tales razones, otro virus evidente que debemos
combatir con igual ahínco y tesón que al coronavirus 19, porque nos hace mucho
daño, es el virus de la anomia y la arbitrariedad; el desacato a las normas, y
el creer que podemos hacer todo aquello que se nos ocurra, antoje y nos venga
en gana.
Los países que están superando el problema de
la pandemia del coronavirus 19, que nos aqueja ya universalmente, son aquellos
que tienen una conducta cívica desarrollada en alto grado de respeto a las
normas, afectada entre nosotros por diversos factores, siendo el esencial la cultura
y la educación.
Es hora de afrontar también el reto de
enfrentar este virus, identificando que quienes educan son los padres en los
hogares, luego los maestros en las instituciones educativas y, en tercer lugar,
la ciudadanía en la polis, o ciudad educativa. Tomando en cuenta que el
valor de una nación no es otro que la calidad de los hombres que la conforman.
Donde tú y yo estamos al centro de esta
situación; entonces: ¡actuemos! Porque los problemas empiezan a solucionarse no
cuando los comentamos ni criticamos, ni mucho menos cuando los condenamos o maldecimos;
sino cuando decidimos hacer algo para resolverlos; considerando que si no somos
parte de la solución entonces somos parte que agrava el problema. ¡A vencer,
hermanos!
Los textos anteriores pueden ser
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