15 DE ABRIL
MUERE CÉSAR VALLEJO EN PARÍS
MUERTE
EN
ABRIL
Vallejo yacente
En suma, no poseo
para expresar mi vida
sino mi muerte
César Vallejo
1. Regresó
siempre
El
Viernes Santo de 1938, que recayó en ser un 15 de abril, a las 9:15 de la
mañana murió en París César Vallejo, con un leve aguacero; quien nació, se crio
y vivió hasta los 16 años en Santiago de Chuco, tierra a la cual amó
entrañablemente, a la cual regresó siempre y añoró con amor devoto, ferviente e
ilusionado; muerte que había anunciado del siguiente modo, en su poema Piedra
negra sobre una piedra blanca:
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París –y no me corro–
talvez un jueves, como es hoy, de
otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los
caminos...
2. Una total
consagración
Tenía
al morir 46 años de edad, y atravesó ese trance doloroso de casi un mes de
postración y agonía con fiebres altas que sobrepasaban los 41 grados,
sobrellevando esta prueba con una dignidad igual a las que caracterizaron cada
uno de sus actos cotidianos, teniendo que cada detalle de su muerte está
revestido de solemnidad y majestad supremas.
Sus
amigos que fueron a visitarlo dos semanas antes de que cayera postrado lo
invitaron a salir. Venía el ómnibus que debían tomar y todos corrieron para
abordarlo. Pero él se quedó atrás. No pudo avanzar. Su cuerpo lo tenía débil y exhausto.
Tuvieron que dejar pasar el vehículo y esperar que venga otro, donde casi
alzándolo lo ayudaron a subir.
Había
entrado a un período de agotamiento ilimitado y consunción extrema, por el
estado a la vez febril y abatido que le producían los acontecimientos que se
venían desencadenando en la Guerra Civil Española; un conflicto que se había
desatado y ocurría a 1,260 kilómetros de distancia de donde él vivía, y que no
comprometía ni a su tierra ni a su gente, contienda sin embargo con la cual se
sintió tan identificado y comprometido que solo a un ser excepcional podía verse
afectado de ese modo como él lo asumió, al punto de calarlo en un total
desvelo, inquietud y consagración.
3. Quiero
tener un hijo
Escribió
al respecto:
Voluntario de España, miliciano
de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu
corazón,
cuando marcha a matar con su agonía
mundial, no sé verdaderamente
qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo,
lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo
a mi pecho que acabe, al bien que venga,
y quiero desgraciarme;
En
relación a estos hechos albergaba esperanzas, tenía sueños, mantenía al tope
sus anhelos, trazaba planes, se ilusionaba con reiniciar su vida con opciones
nuevas, con grandes y amplias perspectivas.
A su
alumna hindú de ese entonces, a quien le enseñaba el español, le declara más o
menos de este modo:
No todo está perdido. Mi mujer es joven, casi una
niña. Quiero tener un hijo.
Lo
conmovedor de estos hechos, dichos, ensoñaciones y cambios radicales en su vida
es que los dijo pocos días antes de morir, razón por la cual cobran un
significado estremecedor.
4. No sé de qué
se muere
Meses
antes, y más precisamente en septiembre, octubre, noviembre y diciembre del año
1937, trabajó en casi todo lo que ahora son los Poemas humanos.
Período
final de un proceso creador portentoso, que es cuando fragua y cincela también
ese poemario incandescente, como es: España,
aparta de mí este cáliz, dedicado a
los voluntarios de la República de la Guerra Civil Española, contienda que
asoló la patria de sus abuelos y de sus autores más dilectos, queridos y reverenciados.
Al ingresar a la Clínica Arago, el 24 de
marzo de 1938, una eminencia en la medicina como era el doctor Lemiere, después
de examinarlo dijo:
Este hombre
tiene todos sus órganos sanos y no sé de qué se muere.
Lo
expresó después que se descartara que tuviera tuberculosis, fiebre amarilla, o
malaria. Y es que él se moría de España, de mundo, de humanidad. Días antes de fallecer
le hicieron punciones a la columna vertebral, a fin de extraerle líquido
raquídeo, trance que hizo que diera alaridos y quedara inconsciente. Y de lo
cual ya no se recuperó, agonizando desde el anochecer del día 14 de abril,
delirante y febril; recordando hacia el amanecer del día 15 a su madre, a su
tierra natal y a cada momento a España.
5. Valores
supremos
Ahora
sabemos, como resultado de las apreciaciones realizadas por el médico argentino
Carlos Urquijo, quien tuvo en sus manos toda la historia clínica y pudo
estudiarla, y que puso en sus manos Georgette de Vallejo, que él murió de
paludismo, enfermedad de los trópicos, no identificada todavía antes de 1938.
Y que
él la padeció de adolescente al contraerla en Menocucho, lugar donde se
esperaba al tren en el viaje de Trujillo a Santiago de Chuco, o viceversa, y de
donde lo llevaron postrado y en litera hasta Santiago de Chuco, lugar donde se
recuperó debido a los cuidados amorosos de su madre.
Gracias
también a la leche fresca y espumosa del lugar, a los cereales recientes y en
flor que allí se cosechan. Gracias a las mieles de los panales de abejas, que
allí pululan. Y al aire vivificante que allí reina. Enfermedad que le rebrotó
en París por la extenuación que le produjo el drama de la Guerra Civil Española.
Muriendo
por consunción y agotamiento, debido a que entregó todo su aliento y las
fuerzas de su grandioso espíritu, y de su maltrecho cuerpo, a favor de la causa
del hombre; por el compromiso que asumió en la defensa de la dignidad, del bien
y la belleza.
6. Su muerte
es un paradigma
Porque
los enfrentamientos en los campos de batalla en la Guerra Civil Española fueron
arduos el 15 de abril del año 1938, y que tenían variados y ardorosos frentes.
Así, desde
el amanecer de aquel día el ejército de la República rechazó los ataques de las
fuerzas de infantería y artillería de Francisco Franco en Vinaroz, a orillas
del Mediterráneo.
De allí
que cabe afirmar que él murió en batalla contra lo ilegítimo y espurio, contra
lo vil y denigrante, contra el mal y la muerte.
Su
martirio es el sacrificio de un guerrero, quien nos dio el ejemplo con su vida
de cómo hay que asumir una causa y adoptar un compromiso a favor de los ideales
irrenunciables de la humanidad doliente.
Su
muerte es un paradigma, una página de heroicidad prominente, una epopeya de la
especie humana.
Y en el
campo de la poesía es el más grande de los fastos universales, solo comparable
a la gesta de Lord Byron, quien murió enarbolando las banderas por la
independencia de Grecia, atacado de malaria en Missolongui, el 19 de abril de
1824.
7. Actos
de fe
Cuenta Gonzalo
More, quien estuvo en el grupo de amigos que lo rodearon en su lecho de muerte,
en carta que dirige a Manuel Chávez Lazo, lo siguiente:
La expresión de su rostro muerto era verdaderamente
maravilloso. No te imaginas que belleza interior y que luz sobrehumana en la
frente del cholo. El gesto de dolor que yo vi minutos después de su muerte,
desapareció para dar vida a una expresión de serenidad y bondad infinitas...
Por
eso, comparo la muerte de César Vallejo en abril al acto de la siembra y la maduración
de los frutos que hace el labriego, el campesino y el peón; con quien él se ligó
tanto y abrazó solidariamente en la vida; y se identificó plenamente con su
destino y su suerte.
Con su
muerte él se inclina y consustancia a la tierra madre para ser grano, semilla y
mies. Y se liga y fusiona con el peón con quien Vallejo vuelve a unirse en el
surco que se abre, en la flor que brota, en la espiga que estalla y en el fruto
bueno y redentor que se ofrece y prodiga.
Y
alcanza su absoluto y totalidad, en el acto ineluctable de la muerte, y en la
resurrección cuando se alientan, como lo hizo él, grandes ideales, generosidades,
consagraciones y actos de fe en el hombre. Y cuando se muere como lo hizo él en
la trinchera del honor y dignidad más consagradas; y combatiendo, en este caso en
la defensa de valores supremos para el bien del ser humano sobre la faz de la
tierra.
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Es lamentable el olvido , por parte de las autoridades
ResponderEliminarEl pueblo lo recuerda y cada vez mas lo reconoce