16 DE JUNIO
DÍA
MUNDIAL
DE
LAS REMESAS FAMILIARES
VOLVER
A LA TIERRA
NATIVA
Danilo
Sánchez Lihón
1. Las casas
abandonadas
– ¡Me desgarra el alma!
– ¡Qué!
Indago yo preocupado.
– ¡Las casas abandonadas!
Es uno de los rasgos de nuestro paisaje que
nos hizo notar Gaby. Y al cual nosotros, creo, que nos hemos malacostumbrado,
sin que nos cause alarma ni nos llame siquiera ya la atención.
Según ella eran demasiadas casas
abandonadas en las ciudades, aldeas y a lo largo y ancho de los caminos. Y,
¿quién es ella?
Es Gaby Vallejo, connotada escritora
boliviana quien irradia su labor desde Cochabamba. Y quien asistió al XVII
Encuentro Internacional Capulí, Vallejo y su Tierra, llevado a cabo en el mes
de mayo del año 2016, en el Perú.
Casas y huertos abandonados
2. La belleza
2. La belleza
del paisaje
Viajaba Gaby pendiente de cada rasgo de la
gente y de todos los escenarios que encontraba a su paso en el recorrido
itinerante de este peregrinaje hacia la tierra en donde nació el poeta César
Vallejo Mendoza, como es Santiago de Chuco, en el departamento de La Libertad.
Quedó maravillada, tal y como lo escribió en
su crónica que ha sido publicada, respecto a la excelente organización del
certamen que recorre pueblos y que en aquel año abarcó: Lima, Trujillo, Otuzco,
Huamachuco, Santiago de Chuco y Cachicadán.
Le sorprendió a Gaby la belleza del paisaje
de nuestra costa y serranía. Y la dejó impresionada la adhesión de los niños y
jóvenes que salen a las calles a recibirnos a nuestro paso.
Sin embargo, en determinado momento la
escuché decir mientras miraba por la ventana del ómnibus:
– ¡Me desgarra el alma!
Pueblos deshabitados
3. ¿Somos
hijos leales?
Y es que, incluso son pueblos enteros los que
yacen abandonados. Y que se han tornado fantasmales.
De casas con los techos desvencijados, con
las ventanas ladeadas, los muros desportillados. Con las puertas clausuradas y
salidas de sus marcos.
– ¿Por qué? ¿A qué se debe? ¡Es lacerante!
Pensando y haciendo hincapié en este
panorama en el fondo ¿no es esto una traición?
Está bien: nos hemos ido a buscar un mejor
porvenir en las grandes metrópolis. Otros han emigrado al extranjero. De
repente está bien.
Pero no es razón para que nuestras casas de
origen sean cementerios ni tierra arrasada. ¿Qué alevosía es esta? ¿Somos hijos leales y agradecidos?
¡No seamos pérfidos con nuestros pueblos de
origen! Ni con nuestra infancia. Ni con nuestros padres.
4. Se anhela
volver
Pero esta es la otra cara de la medalla:
Desdichados
son los amaneceres del inmigrante en tierra extranjera. Y llenos de amargura.
Recuerda
su casa materna; su luz, sus aromas, los sonidos manifiestos, como los otros
ocultos de su alrededor.
Recuerda
el sabor de su pan, el olor de la leche, el sabor del queso y su miel.
Añora
el rumor de su lluvia y el abrigo de su sol. Y aquello que no se sabe qué es,
ni dónde está, y que no es fácil de olvidar.
Cuando,
ni bien amanece abre los párpados y despierta como punzado por una tenue
sensación.
Como
avisado por una llamada apenas esbozada o incipiente que se perfila en su alma,
como un destello o una iridiscencia en la pared.
Nos hiere evocar el brillo del sol en los muros
5. Una niebla
y un vacío
–
¿Qué es?
–
¿Cuál? ¿Qué?
Apenas
el estremecimiento de una flor recostada en el muro de una huerta interior, ahora
inhallable a su alrededor. Pero quizá a esta misma hora y temblorosa esté en su
casa de infancia, o nativa.
– Qué
raro, ¿no? ¡Sentirla desde tan lejos!
¡Cómo
quisiera revertir el tiempo y escuchar las voces de su madre en la cocina en el
alba haciendo alguna fritura!
Y
hablarle a aquella niña, ¡y quedarse arraigado allí para siempre!
En
cambio, ahora una niebla y un vacío oscurecen la ventana. Y con ello sus
párpados y sus sueños.
Permanece
tendido boca arriba en el lecho, sin moverse. Y sin querer ponerse en pie.
6. Me dio
la vida
Anhela
amanecer deambulando por los caminos de su pueblo, reconociendo cada planta y
cada trino de ave en el pajar, en el molle o en el saúco tutelar. Y extasiarse
en el revoloteo de cada libélula en el maguey de las cercas.
Unas
lágrimas corren por sus mejillas.
Alucina
algún día volver a su tierra de origen. Su mente y su alma están subyugadas en
el lar natal. Y se pregunta:
–
¿Por qué estoy tan lejos de dónde he nacido? ¿Qué estigma e insensatez es esta?
Como
también:
– ¿Para
quién trabajo? ¿Por qué me afano? ¿De qué manera soy feliz y leal conmigo mismo
y con los demás?
– ¿De
qué manera contribuyo a hacer el bien a los pobres que he dejado en aquella
tierra que me dio la vida viéndome nacer?
7. El
cariño
Desearía
que esta tarde alguien lo escuchara. Agradecería tener un oído abierto adónde
confesarse. Tener a su lado a un hermano y confidente.
Pero
no hay nadie. Todos andan ocupados, han salido temprano cumpliendo horarios,
tareas y programas.
Todos
han salido por encargos planeados hace mucho tiempo, semanas y meses.
Porque
todo debe funcionar como un reloj que está hecho para marcar y dividir el
tiempo, y no para integrarlo.
O
permanecen entretenidos en los juegos, diversiones y pasatiempos más descabellados.
Pero,
¿qué es aquello que integra el tiempo en vez de dividirlo? El cariño.
8. Añora
a su gente
Su
pueblo natal habita en su ensueño y quimera; el mismo que desaparece en la luz
cotidiana, en el acontecer y rutina de los días que pasan, que lo desconocen y
desestiman.
Pero
que es su aldea la que está presente cuando sus ojos se entrecierran y vuelve a
caminar por los espacios, senderos y recodos de su alma.
Sin
ganas para levantarse se adormila indefenso:
Además,
afuera llueve tenuemente. Y hay tristeza. ¿A dónde ir? ¿Con quién hablar?
¿Para
qué deambular más en esta casa vacía? Allá, o adentro, están las voces alegres
de su infancia.
Extraña
su tierra natal, añora a su gente, anhela volver a su lengua y a su patria de
origen.
Fotos 1, 2, 3, 4, 6, 7 y 8
Jaime Sánchez Lihón
Foto 5, difundida por:
Luis Flores Prado
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
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