19 DE JUNIO
FESTIVAL DEL CHULLACHAQUI
EN EL UCAYALI
LA BODA
DE
SUNKI
Danilo Sánchez Lihón
1. Cuentan
los abuelos
Yushín, el diablo, un día andaba merodeando
por el bosque. De pronto sintió en el aire del camino el olor de una mujer.
Era Sunki, quien iba por agua a la orilla
del río.
Era hija de Sasá, el brujo más listo y
conocedor de secretos que tenía la comarca.
Al verla el diablo sintió un
estremecimiento y se escondió detrás de un grueso guayabo. Y después la siguió
saltando entre los árboles hasta donde el río hace una ensenada.
La vio arremangarse y anudar su vestido,
introducirse en las aguas, nadar en el remanso y llenar lo más lejos de la
orilla su cántaro.
Oculto entre el follaje el corazón le
palpitaba intensamente queriendo salírsele por la boca.
Esperó un rato, que le pareció una
eternidad, hasta que ella nuevamente apareció en el borde, con el vestido
pegado a su cuerpo, tiempo en que estuvo tentado de llamarla, pero se contuvo.
2. Cómo
conquistarla
Sunki al salir del agua desabotonó su blusa
y peinó pausadamente sus cabellos alisándolos sobre su piel bruñida. Y alzando
su cántaro, con movimientos lentos, subió la playa y se dirigió de vuelta a su
cabaña.
Cuando la vio perderse tras los árboles
Yushín de ardor temblaba.
Todo el día anduvo cabizbajo mirando las
raíces en el fondo del sitio donde Sunki se había bañado, absorto en los signos
que hace el viento en la superficie del río.
Tumbado en la hierba esperó la tarde
contemplando hundirse el sol entre encendidos celajes.
Pasó la noche observando el fuego y el
viento que se alzan y revuelven en la entraña de las estrellas.
En todo ese tiempo no pudo apartar de su
mente ni el olor, ni el hondo rumor a cascada de su cuerpo, ni la imagen de
Sunki.
Y antes que amaneciera hizo un plan de cómo
conquistarla y hacerla su mujer.
3. La
presentación
– Señor, buenos días.
– Si, diga qué se le ofrece –respondió una
voz.
– Busco a Sasá, el hombre que cura con
hierbas y conjuros.
– Yo soy. Para servirle.
– Soy comerciante del río y vengo con una
dolencia.
La sombra del forastero cubre el umbral de
la puerta.
Sasá sacando la cabeza por la ventana mira
al joven de pies a cabeza. Está ricamente ataviado, con una camisa tornasolada
y una pampanilla celeste. De sus manos cuelgan dos brazaletes. Le llaman la
atención sus ojos rápidos e iridiscentes. Pero lo invita a pasar.
Se sienta al borde de un banco, mirando los
objetos con gran detenimiento. Con sus ojos fulgurantes parece atravesar el
suelo y las paredes.
Y siente haber captado un leve impulso de
susto del afuerino al ver su imagen reflejarse en el espejo.
4. Pronto
el día oscureció
– Dígame –pregunta Sasá– quién es Ud. y de
dónde viene.
– Soy hombre de trabajo y vengo desde muy
lejos, más allá de donde nace el río.
– Ajá.
–Sufro de un mal y vengo a que me cure.
El brujo siente curiosidad por el extraño.
Conversa un rato con él, y constata que le son familiares todos los caminos, la
posición de todas las estrellas y, acerca del bosque y el río, sabe más
misterios que él mismo que ha pasado tantos años andando entre ellos.
– He navegado muchos días para llegar aquí.
– ¿Y de qué sufre ahora?
– De insomnio, tanto que hace varias lunas
que no concibo el sueño, desde que caí al agua y me envolvió la muyuna.
Pronto el día oscureció y Sasá llamó a su
hija para que encendiera el fuego.
5. El
compromiso
Después de varios días, durante los cuales
el joven llegaba puntualmente a las seis de la tarde, Sasá ordenó a su hija
preparar ricos potajes e invitó a comer al recién llegado.
Este hizo traer varias jarras de masato. Y
sorprendentes adornos con que engalanó la casa.
Bebieron y comieron a la salud de ambos y
de todos.
El forastero ofreció entonces un collar de
perlas jamás vistas para Sunki, manifestando también estar enamorado de ella e
insinuó en su deseo de casarse.
El padre estaba tan bien impresionado por
el muchacho y le pareció tan buen pretendiente para su hija que sin perder
tiempo ni ocasión fijaron fecha de boda.
6. La luna
alumbró la comarca
La boda se realizó un día en la casa de
Sasá, para ello ricamente ataviada, lustradas las vigas de chonta con aceite de
resina y los pilares con sebo de paujiles.
En puertas y ventanas colgaron cadenetas de
flores, entre las cuales no faltan bromelias, orquídeas y heliconias.
Animó la fiesta una orquesta de músicos
extraños traídos por Yushín. Todos eran demonios salidos del infierno, pero muy
bien disfrazados.
Hubo sabrosísimos manjares para comer:
sajinos horneados, maquisapas en salsa de frutas, taricayas fritas, huanganas guisadas.
La variedad de licores también era
fastuosa: Los invitados se servían masato, taperibá, refresco de tumbo,
compuesto de ayahuasca.
La luna llena alumbró espléndida la
comarca.
7. La
huida
Tres días prolongaron los festejos los
hombres de la tribu de Sasá. Pero antes que amaneciera el tercer día y mientras
todos bailaban Yushín llevó a su mujer a la espesura.
Caminaron largo rato y al llegar la noche
durmieron en el hueco oscuro de un árbol.
Allí consumaron el amor y se unieron como
pareja.
Al amanecer Sunki volteó para abrazarse a
su marido y le llamó la atención sus dientes grandes y filudos.
Vio entonces que sus piernas eran peludas
como de gato o cabra. Distinguió detrás de su espalda un rabo como si fuera una
shushupe. Y observó que sus cabellos se movían cual serpientes.
Ahogando un grito de espanto cogió sus
vestidos y sin hacer ruido salió, echando a correr por medio del bosque.
8. Oyeron
sus quejidos
Al despertar Yushín comprendió que su mujer
había huido. Reventando de ira se puso a buscarla. Y la encontró no muy lejos
atravesando un riachuelo.
Cogiendo una liana que colgaba de un
arbusto y acercándose a ella comenzó a azotarla ferozmente desnuda como estaba.
Era tanta su cólera que ésta le iba dando
distintas formas de animales a su cara: de felino, de reptil, de pájaros, de
insectos.
Hasta los árboles se retorcían y gemían de
horror.
Después de dejarla bien golpeada,
burlándose, desapareció entre los matorrales.
Casi al llegar la noche unos cazadores que
oyeron sus quejidos fueron hasta donde ella estaba.
Reconocieron a la bella Sunki y la trajeron
a la casa del brujo en donde aún se bailaba celebrando la boda.
– ¿Qué? –Dijo
Sasá, el brujo, al despertar de su adormecimiento–. ¿Quién es esta criatura?
Todas las fotos:
Jaime Sánchez Lihón
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