martes, 23 de junio de 2020

23 de junio. El Chaccu Nacional de la Vicuña. / El animal sagrado de los Incas.


EL CHACCU NACIONAL
DE LA VICUÑA

EL ANIMAL
SAGRADO
DE LOS INCAS

Danilo Sánchez Lihón





1. De carácter
ritual

El chaccu de la vicuña es una fiesta ancestral de nuestra cultura aborigen, que consiste en el arreo, la captura y el trasquile de la vicuña para obtener su lana y a partir de ella confeccionar mantas y vestidos de la más alta calidad, atuendos que siempre luciera la clase más alta de la sociedad incaica, casi siempre el Inca y su corte palaciega, que solo la lana de la vicuña podía estar en el grado de sutileza, magnificencia y excelsitud de sus regias investiduras.
Es ella una tradición milenaria de carácter ritual, donde lo primero que se hace es reverenciar y pagar a la tierra, ceremonia que se realiza en los días 23, 24 y 25 de junio de cada año, coincidente con el inicio del solsticio de verano en la serranía de los andes del Perú, y en donde en todo momento se hace expresivo el respeto a la naturaleza, a los apus, como a toda presencia y manifestación que se considere sagrada, como el sol, la luna, las estrellas; pero igual el agua, la tierra, el aire y el fuego.
En la actualidad se realiza principalmente en la Reserva Nacional de Pampa Galeras, que lleva el nombre de Bárbara de D’Achille, en donde cada año se trasquila aproximadamente a 3,000 vicuñas que están bajo la protección y el cuidado de la Comunidad de Lucanas, perteneciente al departamento de Ayacucho.


2. De color
canela

La vicuña es un camélido de glácil y etérea estampa, que resulta inconcebible que, pese a su aparente fragilidad y delicadeza viva en las altas cordilleras, en las punas andinas y serranías esteparias, en climas frígidos y de horizontes infinitos, cerca de las nieves perpetuas y las constelaciones, a una altitud promedio de 5,200 metros de altitud sobre el nivel del mar.
De ella se dice que es la reina de los animales del ande por su figura delicada, su extraordinaria hermosura y vivacidad. Y quien hasta para morir lo hace con suma distinción. Es de la misma familia que la llama, la alpaca, el guanaco y los camélidos sudamericanos, pero de todos ellos es la presencia más enigmática y soberana. Su lana es rizada y está considerada como la fibra animal más fina y preciada del mundo, lana que es de color canela o pardo claro en el dorso del animal, siendo más bien de una tonalidad bastante blanca en el pecho y en el vientre.
Se alimenta exclusivamente de hierbas y su vida transcurre casi invisible por entre los pedregales, mimetizada en los pastizales, junto a la aureola con que lo corona la paja brava o el ichu, que trata de imitar inútilmente el color de su pelaje y la fina hebra de su lana que reluce en el contraste con los glaciares y los picachos nevados.

3. Todos
los días

Cuando corre es veloz como el viento, por eso se la denomina también como "Flecha de oro de los andes", y algunos niños cordilleranos se encariñan con ellas adoptándolas como mascotas.
Sin embargo, prefiere y ama la libertad, pues es la esencia de su vida, pese a ser la especie más pequeña de los camélidos sudamericanos.
Son territoriales y su organización social se basa en grupos familiares de un macho con varias hembras, en donde el espécimen masculino, que siempre es de mayor edad, vela por la seguridad de todos.
A la menor señal de peligro lanzan un silbido de alerta que les permite iniciar veloz fuga. Si el jefe llega a ser herido o muerto, no lo abandonan, prefieren morir junto a él, por eso representan y son el símbolo de la fidelidad entre las criaturas silvestres.
A diferencia de otros camélidos son bebedores obligados y tienen que hacerlo todos los días, razón por la cual viven cerca de las fuentes de agua, sean lagunas, arroyos y manantiales.


4. Pampa
Galeras

Su lana siempre fue muy apreciada por la finura de su hebra. De allí que los incas brindaron protección a esta especie y sólo permitían su caza cada cuatro años, respetándose siempre a las hembras que reproducían dando lugar al nacimiento de nuevas crías.
Tiempos después, cazadores furtivos y mercaderes inescrupulosos la persiguieron con saña y alevosía hasta poner en peligro su supervivencia.
El año 1965 la especie se hallaba al borde de la extinción, sólo alcanzándose a tener en el Perú, en donde se encuentra la mayor población, apenas 5,000 ejemplares.
Hubo campañas de concientización a nivel nacional e internacional, y se adoptaron políticas rigurosas para su protección. En la actualidad existen más de 200 mil ejemplares y se espera al año 2021 alcanzar el millón de cabezas.
Desde hace algunos años el Estado brinda protección a la vicuña cuidando su salud, su alimentación y fomentando su cría y reproducción mediante las Reservas Nacionales, siendo una de las más importantes la de Pampa Galeras, ubicada en Lucanas, en el departamento de Ayacucho.


5. En las cordilleras
nevadas

Las vicuñas se organizan en manadas de las cuales cuida un macho, quien los guía y a quienes ellas obedecen, siendo una de los principios del clan que si este es herido o muerto ellas se detienen y se entregan. Conociendo esta cualidad, sin embargo, personas inescrupulosas o cazadores furtivos lo primero que aprendían era a reconocer al macho y matarlo.
Hecho que significaba apoderarse de todo el rebaño, porque no hay vicuña hembra que lo abandone. Y este menoscabo ocurría así porque su lana está cotizada entre las más caras del mundo; y esto desde el principio de la conquista de nuestras tierras perpetrada por los europeos. He aquí lo que dicen de ella los cronistas españoles de la Conquista. Así Cabello de Balboa escribe:
Las telas hechas de sus vellones pueden competir con el fino chamelote de Chipre y aún con telas de seda berberisca.
Y el cronista Bernabé Cobo anota:
Críanse no más en las serranías del Perú, en los más helados páramos, entre las cordilleras nevadas.


6. En el escudo
nacional

Por esa razón durante toda la época del coloniaje se la mató sin clemencia ni misericordia. Fue recién en el período de la República que se emitieron varios decretos de protección de la vicuña, siendo el primero firmado por el mismo libertador Simón Bolívar.
Al cual siguieron muchos otros que no lograban el efecto deseado, por lo que el año 1965 el Estado Peruano asume directamente su protección, considerándolas propiedad de pueblo peruano y penando su caza como atentado al Estado, revirtiendo la amenaza de su total y luctuosa extinción.
Aunque se han registrado crímenes que han costado la vida de pastores y de funcionarios encargados de su cuidado; sin embargo, finalmente, el resultado ahora es favorable y se están abriendo nuevos centros de poblamiento de vicuñas en diversos asentamientos geográficos y poblacionales de nuestro país.
La vicuña tan íntimamente ligada a la cultura andina está representada en el escudo nacional del Perú como símbolo de la riqueza de la fauna de nuestra legendaria nación.


7. Designio
divino

Retrocediendo en el tiempo, los Incas consideraron a la vicuña como un animal sagrado. Su lana principalmente vestía a la colla imperial o esposa del Inca. Los rebaños de vicuñas eran pertenecientes al dios sol y los criaba un pastor celestial llamado Coquena. Y el vellón de la vicuña era usado como una distinción solo por el Inca.
¿Por qué la vicuña alcanzó este rango en la religiosidad andina? Por tres cualidades que caracterizan su modo de ser: Por vivir en los lugares altos colindante a los nevados igualmente considerados sagrados. Por su timidez asociada al candor y a la inocencia. También por su belleza sin par, que lo asociaron a la distinción de la mujer andina, habiendo entre ellas una gran compenetración en cuanto a su personalidad, valores apreciados enormemente por la cultura incaica.
Pero, sobre todo, por la cualidad de sacrificarse y dejarse morir cuando cae o muere su soberano, o el jefe del redil. En sus correrías puede morir una vicuña hembra y sigue escapando la manada, pero si cae el macho no lo abandonan jamás. Allí se quedan y se dejan capturar o morir antes que alejarse de él, virtud que los Incas lo consideraron como un ejemplo de lealtad y como un designio divino.

Fotos 1, 2, 3, 4 y 5
Jaime Sánchez Lihón



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