22 DE JUNIO
INICIO DEL AÑO INCAICO
DE FIESTA
ES EL MUNDO
ANDINO
Y en mi alma hereje
canta
su dulce fiesta.
César Vallejo
1. El ocre
y el verde
No hay pueblo del Perú por pequeño que sea
que no tenga su fiesta solidaria, fraterna, de unción y celebración de la vida.
Fiesta originaria y esencialmente pura. Y no hay pueblo por humilde que sea en
el Perú que no tenga sus danzas y canciones para celebrar a sus divinidades.
Y sus bandas y orquestas de músicos, por
mínimas y precarias que ellas sean. Aunque lo más probable es que sean buenos y
bien organizados conjuntos musicales porque en ello se pone esmero y desvelo.
Y eso, aunque no lo parezca importante ni
imprescindible a las miradas de la modernidad, es en el fondo grandioso y muy
significativo.
Y es inmensamente revelador y elocuente que
el mundo andino sea una cultura de fiesta, hecha de cánticos, melodías y
voceríos de júbilo porque ello nos habla de su grandeza.
El Perú está hecho de bailes, danzas,
celebraciones y alabanzas que irrumpen en las calles, colman los estadios y
prenden el esplendor de las comparsas en los caminos sobre el ocre y el verde
de los paisajes.
2. Al centro
de su torrente
Pero estas son fiestas del alma, son
fiestas sagradas, son ritos ceremoniales ante los dioses y eternidades; ante
las nieves eternas, los apus y las pacarinas.
Son fiestas ante las níveas montañas
tutelares.
Fiestas ante las flores que crecen a la
vera de los senderos, cubriendo con su manto amarillo, azulado y violeta la
redondez de las colinas.
O bien, flores que penden colgadas, para
darnos valor y templanza, hacia lo hondo de los barrancos.
Es la adoración al río con sus ensenadas,
vegas y precipicios. A los cursos de agua traslúcida y fluida que se cimbran
sobre las peñas, sea al centro de su torrente, sea en sosiego al borde de sus
orillas.
O son de adoración, gratitud y regocijo
ante los manantiales.
Fiesta ante las violentas cascadas. Y
fiesta en la lluvia batida por los vientos desatados que ululan entre los
árboles y las peñas.
3. Fiesta
que duele
Fiesta que muchas veces no es de alegría
sino de llanto y de pena, conmovida y tierna y a veces desgarrada.
O por no comprender los embates de la vida
o bien porque es dura y hasta atroz con nosotros que le somos fieles.
O bien porque estamos hechos para el dolor
y el sufrimiento. O bien porque somos por naturaleza sufridos.
Fiesta ante la flor del pisonay, al capullo
sin abrir del amancaes y del cactus. Donde se adquiere generosidad, compasión y
coraje frente a las vicisitudes y adversidades.
Fiesta arrobada, cariñosa y cristalina.
Fiesta ante lo hermoso de la vida, que ennoblece y encumbra. Y fiesta que
duele.
Fiesta de inocencia y ternura. Fiesta no de
pareja que se divierte y seduce; sino heroica; que hace posible lo imposible
como es alzar andenes al borde de los abismos.
Fiesta ante el arco iris, donde se ama la
verdad, lo bello y amoroso.
4. Ser
transparentes
No es aquella fiesta que se confunde con la
jarana. No es la fiesta nefanda de las discotecas. Ni es tampoco juerga o la
francachela de fin de semana. No es fiesta bajo el modelo y escarmiento del
mundo occidental.
Sino fiesta en que se manifiesta el amor a
la naturaleza, a la tierra, a los dones de la vida. Y al ser humano como
esencia y ensueño.
Fiesta para sentirse hermanos. Fiesta donde
podemos estar, si es que se quiere callados y condolidos hasta el tuétano de lo
que ocurre y de lo que somos.
Fiesta que ha tenido siempre un sentido de
integración, de unidad y reforzamiento de vínculos con los pueblos.
Donde el alma simple se confiesa y el ser
del hombre se vuelve transparente.
Por ese canto, por ese rito y esa
celebración, ante lo abrupto e inclemente, ¡nuestra cultura se hizo grande y
poderosa sin dejar de ser cristalina!
5. Cuatro
fiestas
Sin embargo, en tiempo de los incas, además
del Inti Raymi que hasta ahora subsiste, existían cuatro fiestas ceremoniales
de la mayor relevancia: el Cápac Raymi, el Siluay, y el Aymaray.
Pero es el Inti Raymi fiesta grande
encabezada por el Inca, con la cual se festeja el inicio del año agrícola como
también el origen mítico de la cultura incaica.
Se lo festejó siempre acompañados de
sacerdotes, músicos y comparsas. Y en procesión, ingresando por cada una de las
esquinas de la plaza de Aucaypata, hoy Plaza de Armas de la ciudad imperial del
Cuzco.
En realidad, es fiesta de peregrinación, y
cuando lo es así es de hermandad y de ayuda mutua en el camino. Es compartir
nuestro destino. Símbolo y representación de este viaje que es la vida.
Nuestros incas quisieron inculcarlo como
entendimiento y fraternidad entre los hombres y los pueblos. Y donde la música
es la clave y la base para así sentirlo.
6. Proyección
al porvenir
Tan es así que como ya lo decíamos no hay
conglomerado humano entre nosotros, por mínimo que sea, que no tenga su banda
de músicos, conformada por voluntarios y gracias a la iniciativa propia de sus
cultores e integrantes.
Es posible que en esa población no haya
fábricas. Es casi seguro que no haya empresas en esos lugares. Que ni siquiera
tengan luz eléctrica.
Pero sí se tiene bien organizada la banda
de músicos del lugar que hacen filigranas y encajes en el aire del amanecer, o
en el mediodía o en el asombroso telón de fondo del crepúsculo y al atardecer.
Ellas constituyen grupos excelentemente
organizados, imbuidos de normas, códigos de honor y hasta de una mística
especial, pues muchas de sus actuaciones son de sacrificio. Acompañando con
fervor las celebraciones religiosas, cívicas y sociales.
Las bandas de músicos son un símbolo de la
fortaleza del Perú milenario, de su convencimiento y de su decidida proyección
al porvenir.
7. Gritos
de victoria
Ensayan en medio de los bosques, a la
orilla de los manantiales, en las faldas de las colinas, en la cumbre de los
cerros frente a los picachos y al borde de los precipicios.
Ya en la sombra, o a la luz del alba,
descorren notas, acordes y compases que convocan, integran y curan las heridas.
Y convocan a toda resistencia heroica.
Ellas harán regresar a los hermanos, padres
e hijos que se han ido. Atronarán los aires con gritos de victoria.
Y volvamos a refundar el Perú a partir de
sus nieves eternas, de sus punas y sus jalcas, de aquellos lugares donde todo
está intocado.
Donde están las pastoras de estrellas en el
firmamento, la paja brava, el kay pacha asombrado y tembloroso, y donde empieza
a fulgurar alguna abertura y agujero por donde hablarán los cerros.
En ese mundo simple volvamos a hundir
nuestro oído para escuchar esa voz profunda, y nuestro corazón para sintonizar
con ese pálpito y sus gritos de victoria.
Todas las fotos son de Ruben Lettieri de Argentina
y fueron tomadas en Huamachuco, en el recibimiento a
Capulí, Vallejo y su Tierra
y fueron tomadas en Huamachuco, en el recibimiento a
Capulí, Vallejo y su Tierra
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos:
393-5196 / 99773-9575
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario