lunes, 22 de junio de 2020

22 de junio. Inicio del año incaico. / De fiesta es el mundo andino.


22 DE JUNIO
INICIO DEL AÑO INCAICO

DE FIESTA
ES EL MUNDO
ANDINO

 Danilo Sánchez Lihón


 



Y en mi alma hereje
canta su dulce fiesta.
César Vallejo


1. El ocre
y el verde

No hay pueblo del Perú por pequeño que sea que no tenga su fiesta solidaria, fraterna, de unción y celebración de la vida. Fiesta originaria y esencialmente pura. Y no hay pueblo por humilde que sea en el Perú que no tenga sus danzas y canciones para celebrar a sus divinidades.
Y sus bandas y orquestas de músicos, por mínimas y precarias que ellas sean. Aunque lo más probable es que sean buenos y bien organizados conjuntos musicales porque en ello se pone esmero y desvelo.
Y eso, aunque no lo parezca importante ni imprescindible a las miradas de la modernidad, es en el fondo grandioso y muy significativo.
Y es inmensamente revelador y elocuente que el mundo andino sea una cultura de fiesta, hecha de cánticos, melodías y voceríos de júbilo porque ello nos habla de su grandeza.
El Perú está hecho de bailes, danzas, celebraciones y alabanzas que irrumpen en las calles, colman los estadios y prenden el esplendor de las comparsas en los caminos sobre el ocre y el verde de los paisajes.


2. Al centro
de su torrente

Pero estas son fiestas del alma, son fiestas sagradas, son ritos ceremoniales ante los dioses y eternidades; ante las nieves eternas, los apus y las pacarinas.
Son fiestas ante las níveas montañas tutelares.
Fiestas ante las flores que crecen a la vera de los senderos, cubriendo con su manto amarillo, azulado y violeta la redondez de las colinas.
O bien, flores que penden colgadas, para darnos valor y templanza, hacia lo hondo de los barrancos.
Es la adoración al río con sus ensenadas, vegas y precipicios. A los cursos de agua traslúcida y fluida que se cimbran sobre las peñas, sea al centro de su torrente, sea en sosiego al borde de sus orillas.
O son de adoración, gratitud y regocijo ante los manantiales.
Fiesta ante las violentas cascadas. Y fiesta en la lluvia batida por los vientos desatados que ululan entre los árboles y las peñas.



3. Fiesta
que duele

Fiesta que muchas veces no es de alegría sino de llanto y de pena, conmovida y tierna y a veces desgarrada.
O por no comprender los embates de la vida o bien porque es dura y hasta atroz con nosotros que le somos fieles.
O bien porque estamos hechos para el dolor y el sufrimiento. O bien porque somos por naturaleza sufridos.
Fiesta ante la flor del pisonay, al capullo sin abrir del amancaes y del cactus. Donde se adquiere generosidad, compasión y coraje frente a las vicisitudes y adversidades.
Fiesta arrobada, cariñosa y cristalina. Fiesta ante lo hermoso de la vida, que ennoblece y encumbra. Y fiesta que duele.
Fiesta de inocencia y ternura. Fiesta no de pareja que se divierte y seduce; sino heroica; que hace posible lo imposible como es alzar andenes al borde de los abismos.
Fiesta ante el arco iris, donde se ama la verdad, lo bello y amoroso.


4. Ser
transparentes

No es aquella fiesta que se confunde con la jarana. No es la fiesta nefanda de las discotecas. Ni es tampoco juerga o la francachela de fin de semana. No es fiesta bajo el modelo y escarmiento del mundo occidental.
Sino fiesta en que se manifiesta el amor a la naturaleza, a la tierra, a los dones de la vida. Y al ser humano como esencia y ensueño.
Fiesta para sentirse hermanos. Fiesta donde podemos estar, si es que se quiere callados y condolidos hasta el tuétano de lo que ocurre y de lo que somos.
Fiesta que ha tenido siempre un sentido de integración, de unidad y reforzamiento de vínculos con los pueblos.
Donde el alma simple se confiesa y el ser del hombre se vuelve transparente.
Por ese canto, por ese rito y esa celebración, ante lo abrupto e inclemente, ¡nuestra cultura se hizo grande y poderosa sin dejar de ser cristalina!


5. Cuatro
fiestas

Sin embargo, en tiempo de los incas, además del Inti Raymi que hasta ahora subsiste, existían cuatro fiestas ceremoniales de la mayor relevancia: el Cápac Raymi, el Siluay, y el Aymaray.
Pero es el Inti Raymi fiesta grande encabezada por el Inca, con la cual se festeja el inicio del año agrícola como también el origen mítico de la cultura incaica.
Se lo festejó siempre acompañados de sacerdotes, músicos y comparsas. Y en procesión, ingresando por cada una de las esquinas de la plaza de Aucaypata, hoy Plaza de Armas de la ciudad imperial del Cuzco.
En realidad, es fiesta de peregrinación, y cuando lo es así es de hermandad y de ayuda mutua en el camino. Es compartir nuestro destino. Símbolo y representación de este viaje que es la vida.
Nuestros incas quisieron inculcarlo como entendimiento y fraternidad entre los hombres y los pueblos. Y donde la música es la clave y la base para así sentirlo.


6. Proyección
al porvenir

Tan es así que como ya lo decíamos no hay conglomerado humano entre nosotros, por mínimo que sea, que no tenga su banda de músicos, conformada por voluntarios y gracias a la iniciativa propia de sus cultores e integrantes.
Es posible que en esa población no haya fábricas. Es casi seguro que no haya empresas en esos lugares. Que ni siquiera tengan luz eléctrica.
Pero sí se tiene bien organizada la banda de músicos del lugar que hacen filigranas y encajes en el aire del amanecer, o en el mediodía o en el asombroso telón de fondo del crepúsculo y al atardecer.
Ellas constituyen grupos excelentemente organizados, imbuidos de normas, códigos de honor y hasta de una mística especial, pues muchas de sus actuaciones son de sacrificio. Acompañando con fervor las celebraciones religiosas, cívicas y sociales.
Las bandas de músicos son un símbolo de la fortaleza del Perú milenario, de su convencimiento y de su decidida proyección al porvenir.


7. Gritos
de victoria

Ensayan en medio de los bosques, a la orilla de los manantiales, en las faldas de las colinas, en la cumbre de los cerros frente a los picachos y al borde de los precipicios.
Ya en la sombra, o a la luz del alba, descorren notas, acordes y compases que convocan, integran y curan las heridas. Y convocan a toda resistencia heroica.
Ellas harán regresar a los hermanos, padres e hijos que se han ido. Atronarán los aires con gritos de victoria.
Y volvamos a refundar el Perú a partir de sus nieves eternas, de sus punas y sus jalcas, de aquellos lugares donde todo está intocado.
Donde están las pastoras de estrellas en el firmamento, la paja brava, el kay pacha asombrado y tembloroso, y donde empieza a fulgurar alguna abertura y agujero por donde hablarán los cerros.
En ese mundo simple volvamos a hundir nuestro oído para escuchar esa voz profunda, y nuestro corazón para sintonizar con ese pálpito y sus gritos de victoria.

Todas las fotos son de Ruben Lettieri de Argentina 
fueron tomadas en Huamachuco, en el recibimiento 
Capulí, Vallejo y su Tierra



Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente

dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com

Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es




  *****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:


*****

Teléfonos:
393-5196 / 99773-9575

Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.



No hay comentarios:

Publicar un comentario