5 DE JUNIO
DÍA DEL MEDIO AMBIENTE
LA VIDA
EN EL MUNDO
QUE VIVIMOS
Danilo Sánchez Lihón
Elige
solo una maestra:
la naturaleza.
Rembrandt
Convertid un árbol en leña
y podrá arder para vosotros,
pero ya no producirá flores
para todos.
Antonio Gaudí
1. El prodigio
de lo creado
¡Niños!
Existen leyes en la naturaleza a las que se someten todas las formas de
vida, pues su objetivo es mantener el equilibrio y armonía, que hace que una
región sea habitable, amena e inspiradora, en donde se pueda disponer del
necesario alimento y espacio vital favorable para nuestro sustento y desarrollo.
Esto tiene una estrecha relación con la llamada cadena alimentaria que
en el mar pasa por una serie de eslabones empezando por unos seres pequeños que
forman una masa denominada fitoplancton, que alimenta a los cardúmenes de peces
pequeños, luego estos sirven de alimento a peces más grandes y estos a enormes
cazadores como los tiburones, tan voraces que comen incluso a sus crías
menores.
En la superficie de la tierra otra cadena alimentaria, por ejemplo, son
las mariposas que rondan las flores y beben su néctar, luego las libélulas se
sirven de las mariposas para alimentarse y éstas a su vez son presas de las
mandíbulas siempre alertas y amenazantes de las ranas, que luego las serpientes
se encargan de tenderles una emboscada; y las devoran, pero después aquellas
serán apresadas y devoradas por los halcones.
2. Seres
vivientes
En verdad, a cada animal le corresponde su turno como rapaz y como presa
hasta que la cadena termina en un pequeño eslabón, y cualquier aumento de la
abundancia de una población necesariamente tiene consecuencias vastas e
imprevisibles.
Así, por ejemplo, si por la contaminación del suelo y las aguas los
insectos no consiguen suficiente alimento vegetal, disminuirán su número.
Consecuencia de ello los pájaros cantores sufrirán graves consecuencia en la
conformación de sus colonias y bandadas; y los gavilanes no podrán cazar tantos
pájaros como los que necesitan para su alimento diario y de sus crías.
Existe pues una interrelación absoluta entre todos los seres vivientes y
la naturaleza. El hombre mismo puede sufrir también las consecuencias de su
acción entrometida al interferir desfavorablemente en el desenvolvimiento de
estas cadenas.
Así: si exterminamos animales depredadores como son las aves rapaces, o
cazadoras, o de mamíferos como el zorro, podría originar un aumento en el
número de roedores, provocando como resultado final un daño para las cosechas y
la supervivencia de árboles y plantas, y la propagación de enfermedades.
3. Ciclos
vitales
¡Niños!
Pero es a consecuencia del intento de parte del hombre de poner a su
servicio la naturaleza, y explotarla a fin de lucrar de ella, que ha ido
imponiendo sobre ella sus propias leyes para nada inspiradas en el bien común.
Ya en el amanecer de las primeras civilizaciones fue transformando muchos
elementos naturales en armas, herramientas, instrumentos, utensilios,
ornamentos, vestidos, refugios, etc.; mal utilizando, para poner un caso, las
pieles de los animales.
Y en ese afán ha ido destruyendo bosques, desviando el curso de las
aguas, transformando la función de los terrenos en usos no compatibles con la
vida, desarrollando actividades de depredación en la caza y la pesca, rompiendo
de múltiples maneras ese sistema armónico, sabio y de plenitud entre suelos,
aire, agua y seres vivientes.
Gracias a la abundancia de recursos, que la naturaleza pródigamente nos
ofrece, el hombre ha logrado hoy en día un gran avance técnico y científico,
como una acumulación desmedida de riqueza en bienes y en dinero. Pero no ha
tomado conciencia de que esos recursos tienen también sus límites, que se
agotan; y que tiene consecuencias adversas alterar los ciclos vitales que
revierten afectan a la vida humana, a tal punto de amenazar su supervivencia
sobre la faz de la tierra.
4. Límpidas
y cristalinas
Asimismo, la tecnología con el afán de hacer placentera y hasta relajada
e inconsciente la existencia del ser humano, ha producido una serie de objetos
innecesarios, esparciendo sobre el planeta productos que desechados contaminan
la tierra, las aguas y el aire; destruyendo así las posibilidades de renacer a
una vida armoniosa, amigable y de auxilio mutuo con todos los componentes del
universo.
Los residuos industriales que se depositan en el mar amenazan la vida de
ese medio ambiente vital. Y la falta de normas en la industria en general crea
situaciones desfavorables para la salud de las poblaciones en donde se
localizan dichas actividades.
Así, por ejemplo, antes del desarrollo industrial los peces vivían
felices en las límpidas y cristalinas aguas de los ríos, lagunas y mares; allí
se reproducían cumpliendo su cadena alimentaria y su ciclo vital.
Tiempo después, a consecuencia del avance industrial y de las
concentraciones urbanas, se empezaron a contaminar dichas aguas, debido a expeler
en ellas desperdicios y al arrojo, en lo que antes eran divinidades en nuestras
culturas ancestrales, de múltiples productos químicos, entre ellos los
detergentes, los relaves de las minas y otras excrecencias.
5. El medio
ambiente
¡Niños!
Así también, el hombre en su deseo de utilizar las tierras en su único
provecho y beneficio, ha amenazado la vegetación de los bosques, dedicándose a
una tala indiscriminada de madera con fines industriales y habitacionales,
trayendo como consecuencia el empobrecimiento de los suelos, la extinción de
animales y plantas, y la deforestación de grandes zonas del planeta.
Asimismo, para abonar sus tierras en vez de recurrir a elementos
orgánicos utiliza fertilizantes químicos y pesticidas que a la larga no hacen
sino envenenar aquellos organismos benéficos para la tierra, tornándola en
terrenos improductivos y estériles.
De otro lado, las industrias vierten en la atmósfera grandes cantidades
de gases y desechos sólidos en forma de pequeñas partículas que se depositan en
el aire, semejando una especie de bóveda gris, que al mezclarse con la niebla
originan el fenómeno del “smog” que ocasiona en el hombre trastornos alérgicos,
cardíacos y respiratorios, creando el fenómeno catastrófico denominado “efecto
invernadero”.
Otros factores contaminantes del aire son el humo provocado por la quema
de desechos, y los residuos radioactivos de las pruebas y ensayos nucleares,
que periódicamente se efectúan con el afán de perfeccionar armas de efecto
letal no solo para la vida humana sino para la naturaleza y el medio ambiente
vital.
6. ¿Dónde
ponerlas?
Hemos llevado las cosas hasta el borde de un abismo en que está
amenazada seriamente la vida, haciendo peligrar de manera fehaciente la propia existencia
del hombre.
Se ha actuado y lo seguimos haciendo de manera irresponsable, de tal
modo que hemos hecho vulnerable nuestra propia supervivencia como género
humano, legando a las futuras generaciones conformadas por ustedes, nuestros
hijos, un mundo invivible y de pronóstico reservado.
Nos hemos equivocado a tal punto de creer que todo nuestro desvelo debe
estar puesto en hacernos ricos, en nuestra propia satisfacción individual y en
nuestro propio confort. Tratando de vivir de lo más bien, pero dentro de
nuestro propio egoísmo, amurallados dentro de nuestra clase social, sin
importarnos lo de afuera o lo del otro; si es posible cercando nuestras
viviendas con rejas, alambres de púas; o con muros de ladrillo nuestra propia
vecindad.
Custodiados por sistemas de vigilancia, sea de serenazgo, de guachimanes,
o por los propios servicios policiales. ¿Pero de qué vale el uso de la propia
casa, urbanización, villa, o clase social si no tenemos el planeta propicio,
aceptable y ahora ni siquiera seguro en dónde vivir?
7. A favor
de la vida
¡Niños!
Ante esta realidad es muy importante que volvamos a ayudar a la
naturaleza a mantener su equilibrio, pues solo así estará en condiciones de
ayudarnos mejor hasta para respirar. Allí donde se talan árboles que se
multipliquen las reservas forestales. Que el empleo de detergentes, pesticidas
y otros elementos químicos sea sustituidos por otros productos no
contaminantes.
Evitemos arrojar desperdicios, papeles o cualquier otro tipo de basura
en las calles y en los ductos de agua de nuestras ciudades. Mantengamos
limpios, así como nuestros parques, nuestros ríos, lagunas y mares.
Organicémonos para crear pequeños “pulmones” locales, o simplemente
plantemos árboles en todo lugar donde sea posible, así como también sembremos
flores y convirtamos los sitios inertes en huertos y jardines.
Hagamos las paces con la naturaleza y creemos un
nuevo estilo de vida que promueva la armonía entre todos los seres del universo.
Y conservemos así los recursos naturales en cuya permanencia descansa la
posibilidad de la continuidad de la vida sobre el planeta. Como expresa el
pensamiento de los pueblos originarios de Norteamérica: “No heredamos la
tierra de nuestros ancestros, sino que la tomamos prestada de ustedes, nuestros
hijos”.
Foto 1
Jaime Sánchez Lihón
Fotos 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8
Ruben Lettieri
*****
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede
solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí:
capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos Capulí:
393-5196 / 99773-9575
capulivallejoysutierra@gmail.com
Si no desea seguir recibiendo estos
envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario