viernes, 5 de junio de 2020

5 de junio. Día del Medio Ambiente. / La vida en el mundo que vivimos.


5 DE JUNIO
DÍA DEL MEDIO AMBIENTE

LA VIDA
EN EL MUNDO
QUE VIVIMOS

Danilo Sánchez Lihón


Elige
solo una maestra:
la naturaleza.
Rembrandt

Convertid un árbol en leña
y podrá arder para vosotros,
pero ya no producirá flores
para todos.
Antonio Gaudí




1. El prodigio
de lo creado

¡Niños!
Existen leyes en la naturaleza a las que se someten todas las formas de vida, pues su objetivo es mantener el equilibrio y armonía, que hace que una región sea habitable, amena e inspiradora, en donde se pueda disponer del necesario alimento y espacio vital favorable para nuestro sustento y desarrollo.
Esto tiene una estrecha relación con la llamada cadena alimentaria que en el mar pasa por una serie de eslabones empezando por unos seres pequeños que forman una masa denominada fitoplancton, que alimenta a los cardúmenes de peces pequeños, luego estos sirven de alimento a peces más grandes y estos a enormes cazadores como los tiburones, tan voraces que comen incluso a sus crías menores.
En la superficie de la tierra otra cadena alimentaria, por ejemplo, son las mariposas que rondan las flores y beben su néctar, luego las libélulas se sirven de las mariposas para alimentarse y éstas a su vez son presas de las mandíbulas siempre alertas y amenazantes de las ranas, que luego las serpientes se encargan de tenderles una emboscada; y las devoran, pero después aquellas serán apresadas y devoradas por los halcones. 





2. Seres
vivientes

En verdad, a cada animal le corresponde su turno como rapaz y como presa hasta que la cadena termina en un pequeño eslabón, y cualquier aumento de la abundancia de una población necesariamente tiene consecuencias vastas e imprevisibles.
Así, por ejemplo, si por la contaminación del suelo y las aguas los insectos no consiguen suficiente alimento vegetal, disminuirán su número. Consecuencia de ello los pájaros cantores sufrirán graves consecuencia en la conformación de sus colonias y bandadas; y los gavilanes no podrán cazar tantos pájaros como los que necesitan para su alimento diario y de sus crías.
Existe pues una interrelación absoluta entre todos los seres vivientes y la naturaleza. El hombre mismo puede sufrir también las consecuencias de su acción entrometida al interferir desfavorablemente en el desenvolvimiento de estas cadenas.
Así: si exterminamos animales depredadores como son las aves rapaces, o cazadoras, o de mamíferos como el zorro, podría originar un aumento en el número de roedores, provocando como resultado final un daño para las cosechas y la supervivencia de árboles y plantas, y la propagación de enfermedades. 




3. Ciclos
vitales

¡Niños!
Pero es a consecuencia del intento de parte del hombre de poner a su servicio la naturaleza, y explotarla a fin de lucrar de ella, que ha ido imponiendo sobre ella sus propias leyes para nada inspiradas en el bien común. Ya en el amanecer de las primeras civilizaciones fue transformando muchos elementos naturales en armas, herramientas, instrumentos, utensilios, ornamentos, vestidos, refugios, etc.; mal utilizando, para poner un caso, las pieles de los animales.
Y en ese afán ha ido destruyendo bosques, desviando el curso de las aguas, transformando la función de los terrenos en usos no compatibles con la vida, desarrollando actividades de depredación en la caza y la pesca, rompiendo de múltiples maneras ese sistema armónico, sabio y de plenitud entre suelos, aire, agua y seres vivientes.
Gracias a la abundancia de recursos, que la naturaleza pródigamente nos ofrece, el hombre ha logrado hoy en día un gran avance técnico y científico, como una acumulación desmedida de riqueza en bienes y en dinero. Pero no ha tomado conciencia de que esos recursos tienen también sus límites, que se agotan; y que tiene consecuencias adversas alterar los ciclos vitales que revierten afectan a la vida humana, a tal punto de amenazar su supervivencia sobre la faz de la tierra.




4. Límpidas 
y cristalinas

Asimismo, la tecnología con el afán de hacer placentera y hasta relajada e inconsciente la existencia del ser humano, ha producido una serie de objetos innecesarios, esparciendo sobre el planeta productos que desechados contaminan la tierra, las aguas y el aire; destruyendo así las posibilidades de renacer a una vida armoniosa, amigable y de auxilio mutuo con todos los componentes del universo.
Los residuos industriales que se depositan en el mar amenazan la vida de ese medio ambiente vital. Y la falta de normas en la industria en general crea situaciones desfavorables para la salud de las poblaciones en donde se localizan dichas actividades. 
Así, por ejemplo, antes del desarrollo industrial los peces vivían felices en las límpidas y cristalinas aguas de los ríos, lagunas y mares; allí se reproducían cumpliendo su cadena alimentaria y su ciclo vital.
Tiempo después, a consecuencia del avance industrial y de las concentraciones urbanas, se empezaron a contaminar dichas aguas, debido a expeler en ellas desperdicios y al arrojo, en lo que antes eran divinidades en nuestras culturas ancestrales, de múltiples productos químicos, entre ellos los detergentes, los relaves de las minas y otras excrecencias.




5. El medio 
ambiente

¡Niños!
Así también, el hombre en su deseo de utilizar las tierras en su único provecho y beneficio, ha amenazado la vegetación de los bosques, dedicándose a una tala indiscriminada de madera con fines industriales y habitacionales, trayendo como consecuencia el empobrecimiento de los suelos, la extinción de animales y plantas, y la deforestación de grandes zonas del planeta. 
Asimismo, para abonar sus tierras en vez de recurrir a elementos orgánicos utiliza fertilizantes químicos y pesticidas que a la larga no hacen sino envenenar aquellos organismos benéficos para la tierra, tornándola en terrenos improductivos y estériles.
De otro lado, las industrias vierten en la atmósfera grandes cantidades de gases y desechos sólidos en forma de pequeñas partículas que se depositan en el aire, semejando una especie de bóveda gris, que al mezclarse con la niebla originan el fenómeno del “smog” que ocasiona en el hombre trastornos alérgicos, cardíacos y respiratorios, creando el fenómeno catastrófico denominado “efecto invernadero”.
Otros factores contaminantes del aire son el humo provocado por la quema de desechos, y los residuos radioactivos de las pruebas y ensayos nucleares, que periódicamente se efectúan con el afán de perfeccionar armas de efecto letal no solo para la vida humana sino para la naturaleza y el medio ambiente vital.




6. ¿Dónde
ponerlas?

Hemos llevado las cosas hasta el borde de un abismo en que está amenazada seriamente la vida, haciendo peligrar de manera fehaciente la propia existencia del hombre.
Se ha actuado y lo seguimos haciendo de manera irresponsable, de tal modo que hemos hecho vulnerable nuestra propia supervivencia como género humano, legando a las futuras generaciones conformadas por ustedes, nuestros hijos, un mundo invivible y de pronóstico reservado.
Nos hemos equivocado a tal punto de creer que todo nuestro desvelo debe estar puesto en hacernos ricos, en nuestra propia satisfacción individual y en nuestro propio confort. Tratando de vivir de lo más bien, pero dentro de nuestro propio egoísmo, amurallados dentro de nuestra clase social, sin importarnos lo de afuera o lo del otro; si es posible cercando nuestras viviendas con rejas, alambres de púas; o con muros de ladrillo nuestra propia vecindad.
Custodiados por sistemas de vigilancia, sea de serenazgo, de guachimanes, o por los propios servicios policiales. ¿Pero de qué vale el uso de la propia casa, urbanización, villa, o clase social si no tenemos el planeta propicio, aceptable y ahora ni siquiera seguro en dónde vivir?

 


7. A favor
de la vida

¡Niños!
Ante esta realidad es muy importante que volvamos a ayudar a la naturaleza a mantener su equilibrio, pues solo así estará en condiciones de ayudarnos mejor hasta para respirar. Allí donde se talan árboles que se multipliquen las reservas forestales. Que el empleo de detergentes, pesticidas y otros elementos químicos sea sustituidos por otros productos no contaminantes.
Evitemos arrojar desperdicios, papeles o cualquier otro tipo de basura en las calles y en los ductos de agua de nuestras ciudades. Mantengamos limpios, así como nuestros parques, nuestros ríos, lagunas y mares.
Organicémonos para crear pequeños “pulmones” locales, o simplemente plantemos árboles en todo lugar donde sea posible, así como también sembremos flores y convirtamos los sitios inertes en huertos y jardines.
Hagamos las paces con la naturaleza y creemos un nuevo estilo de vida que promueva la armonía entre todos los seres del universo. Y conservemos así los recursos naturales en cuya permanencia descansa la posibilidad de la continuidad de la vida sobre el planeta. Como expresa el pensamiento de los pueblos originarios de Norteamérica: “No heredamos la tierra de nuestros ancestros, sino que la tomamos prestada de ustedes, nuestros hijos”.




Foto 1
Jaime Sánchez Lihón

Fotos 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8
Ruben Lettieri


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