sábado, 25 de julio de 2020

25 de julio. Día Central de la Fiesta del Patrón Santiago. / Hacia el altar fulgente.


25 DE JULIO
DÍA CENTRAL DE LA FIESTA
DEL PATRÓN SANTIAGO

HACIA
EL ALTAR
FULGENTE

 Danilo Sánchez Lihón


Globos iluminados en Santiago de Chuco


Es fiesta!... Lejos el río
anda borracho y canta y llora.
César Vallejo


1. Bailotean
en el cielo

El 23 de julio en Santiago de Chuco, mi pueblo, es Día del Alba con la tradicional Bajada, en el marco de la Fiesta Patronal en honor del Apóstol Santiago El Mayor. El día 24 de julio es Día de Doces, con Luminaria por la noche. ¡Y quema de castillos de fuegos artificiales, ya en la madrugada! Y el 25 es El Día Central, con Misa Solemne y la procesión principal que siempre es apoteósica.
Hoy por la noche hay baile de disfraces, quema de bombardas, buscapiques y elevación de globos que bailotean por el cielo morado con tintes anaranjados hacia los bordes de los cerros que hacen nítidos sus perfiles alucinados. Nosotros de niños, subidos en la escalera en la oscuridad del patio, jugamos a reconocer los globos iluminados que se elevan por el cielo en donde titilan las estrellas:
– ¡Ese globo es una pava! ¡Mira!
– ¡Este otro que sube es un barrilete! ¿Lo ves?
– ¡Estos son mellizos! ¡Mira, qué bonitos!
– Este seguro cruzará sobre Urupamba y Cachulla.
– Ese, mira, ¡qué alto! Quizás llegue hasta la hacienda de Paybal. O Shorey, Quiruvilca, y hasta Trujillo.

 
El Apóstol Santiago el Mayor, en procesión

2. Estridencia
del griterío

En la Alameda sientan sus reales los charlatanes, los vendedores de sebos de culebra, los curanderos con sus pócimas. Y otros peores lenguaraces, que a todo nos convencen; a comprarles un ungüento o jarabe para curar cualquier mal real o imaginario. Ventrílocuos que hacen hablar a unos muñecos de dientes que se enfilan grandes y parejos desde los labios abultados hasta hundirse en el cuello y que nos hacen reír a carcajadas; y a ratos llorar atribulados con alguna historia que nos cuentan.
Bajando por detrás de El Convento hay malabaristas que se introducen una espada por la boca y que pasa por el centro de sus gargantas. Hay quienes hacen cábala y juegan a adivinar la suerte con naipes y barajas españolas. Hay los magos que soplan fuego por la boca. Hay quienes mastican y pasan vidrios de focos o fluorescentes que rompen y deshacen delante de nuestros ojos. Hay los encantadores de serpientes con maletas abiertas en donde se solean no sé cuántos reptiles, casi inmóviles por la estridencia del griterío, y en otra maleta hay iguanas y camaleones.

La danza de Los Pallos de Santiago de Chuco

3. se agita
como el oleaje

Hay quienes venden a la gente ungüentos y pomadas para todos los males y aflicciones de este mundo, a quienes asisten candorosos a esta fiesta después de tanta pena.
También se ubican aquí los organilleros con monos, loros y hasta una comadreja, que sacan suertes en papelitos de colores que las personas leen extasiadas. A quienes tocó tal hado a tal estigma, caminan como si flotaran en el aire de las calles.
Como otras se detienen encogidas a la vuelta de una esquina, enjugando sus lágrimas con algún oculto pañuelo; o a gemir con sollozos incontenibles que los ahogan sacudiendo sus espaldas en razón de los horóscopos.
En la noche hay jolgorio en las tiendas, tómbolas y ruletas en la Alameda. Y en la Plaza de Armas retreta con quema de avellanas, torpedos, castillos de luces artificiales y bandas de músicos que tocan valses, polcas, huaynos y marineras.

 
Baile de Los Turcos

4. Pañuelos
blancos

Hoy día 25 la procesión es con el acompañamiento de bandas de músicos y un sin fin de mojigangas vistosas, rítmicas y sorprendentes que bailan y cantan en el recorrido del anda de nuestro patrón.
 ¡Fiesta grande e intensa es esta! Porque inclusive ahora, en la noche atruenan varias bandas de músicos en la plaza, y solo se puede cruzar serpenteando en fila de a uno por entre un mar de gente que se agita como el oleaje de un océano.
Ahí pasan los Pallos que son guerreros. Y los turcos con sus pollerones vistosos y su aire solemne. Y las Pishpillas, las Jardineras, los Indios, las Gitanas, los Amincos, y ¡la conmovedora Contradanza! Detrás viene otra comparsa.
Es el oso amarrado a una cadena que sujeta el domador, látigo en mano y que hace restallar, espantando a la fiera.  Pero en algún momento ésta se abalanza contra su amo quien lo dispara a quemarropa con la escopeta y lo castiga con el zurriago. A veces saca el arma de palo, apunta y dispara haciéndolo rodar al oso por el suelo.

Baile de La Contradanza

5. Rodar
por el suelo

Enseguida aparece por la calle el cajero con su flauta, tambor. Y detrás, corriendo de vereda a vereda, "La Vacaloca" que hace sacar suertes a un torero aldeano. Este desafía a la bestia de cuernos puntiagudos arrodillándose en el suelo, escondiendo su capa y haciendo después aspavientos.
La vaca loca, con su cuerpo hecho de carrizo forrado con algún costal, pintado de blanco y con manchas negras, simulando una vaca verdadera, mueve su cuerpo ondulante.
Y arremete, corriendo desde lejos. Y revuelca al torero haciéndolo rodar sobre las piedras. Al pasar no puede evitar que algún chiquillo le jale de la cola que se agita al viento. Y contra él vuelve los cuernos la vaca, corriendo tras el zamarro que escapa dos cuadras más arriba.
Pero quien no puede huir es alguien desprevenido que siente cómo los cuernos puntiagudos de la vaca se hunden rozando sus costillas. Mientras la danza se agita y el torero llama a la vaca, desde lejos agitando su capa.

Baile de La Vaca loca

6. Las casas
se encogen

Aquí vemos bailar a los canasteros, que ocupan toda una cuadra, su música y luego sus movimientos, que tienen un carácter ritual, mágico y ceremonial, resulta una experiencia sorprendente y asombrosa.
Aquí vemos a los Diablos de Chambuc, con sus atuendos rojos y sus máscaras espeluznantes. ¡Y el latigueo que hacen con sus azotes en las piedras! O latigazo que le cae a alguien que se acerca, lo que los hace temibles, tanto que hay que estarnos empujando hacia atrás para no estar ni a su alcance ni ser víctimas de su enojo.
Estos son los Diablos de Calamarca que tienen el raro detalle de traer atada a la espalda un pañolón azul o verde. Siempre me he preguntado: ¿Para qué? ¿Qué sentido tiene?
He aquí a las Kiyayas de Angasmarca con su negro capataz o custodio. Que visten falda negra, y blusa blanca o celeste, pero llenas de collares y chaquiras, con sus sobreros anchos de paja, sus pañuelos albos en cada mano, y su caña de azúcar tan alta que sobrepasa los techos de las casas que se encogen a su paso.

Desfilando los ex alumnos del Centro Viejo

7. Devotos
y agradecidos

¡Ah danzas de mi comarca que sería inacabable el solo nombrarlas! Y que son las mojigangas de mi pueblo: ingenuas, candorosas. Hechas por un pueblo que vive de sus sueños, de sus quimeras e ilusiones. Que sabe creer, confiar, seguramente por lo mucho que ha sufrido.
Que en este mes de julio se renuevan sus esperanzas, amparados en lo divino y en la efigie de su Santo Patrón, en quien creemos y bajo cuyo manto nos cobijamos, acogemos, y nos sentimos protegidos, por el Apóstol bueno, peregrino, y quien nos guía con su báculo, sus pasos y su mirada alucinada.
Y así como danzamos y nos encomendamos entre las bandas que atruenan con los sones de sus bombos, trompetas, clarinetes y trombones, nos convencemos que el año venidero será bueno.
Que no habrá desgracias ni miserias. Entonces, hasta el próximo Apóstol bendito, en que volvamos para seguir tu procesión, devotos y hondamente agradecidos por esta vida, que a veces duele tanto.






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