25 DE JULIO
DÍA CENTRAL DE LA FIESTA
DEL PATRÓN SANTIAGO
HACIA
EL ALTAR
FULGENTE
Globos iluminados en Santiago de Chuco
Es fiesta!... Lejos el río
anda
borracho y canta y llora.
César Vallejo
1. Bailotean
en el cielo
El 23 de julio en Santiago de Chuco, mi pueblo,
es Día del Alba con la tradicional Bajada, en el marco de la Fiesta Patronal en
honor del Apóstol Santiago El Mayor. El día 24 de julio es Día de Doces, con
Luminaria por la noche. ¡Y quema de castillos de fuegos artificiales, ya en la
madrugada! Y el 25 es El Día Central, con Misa Solemne y la procesión principal
que siempre es apoteósica.
Hoy por la noche hay baile de disfraces,
quema de bombardas, buscapiques y elevación de globos que bailotean por el
cielo morado con tintes anaranjados hacia los bordes de los cerros que hacen
nítidos sus perfiles alucinados. Nosotros de niños, subidos en la escalera en
la oscuridad del patio, jugamos a reconocer los globos iluminados que se elevan
por el cielo en donde titilan las estrellas:
– ¡Ese globo es una pava! ¡Mira!
– ¡Este otro que sube es un barrilete! ¿Lo ves?
– ¡Estos son mellizos! ¡Mira, qué bonitos!
– Este seguro cruzará sobre Urupamba y Cachulla.
– Ese, mira, ¡qué alto! Quizás llegue hasta
la hacienda de Paybal. O Shorey, Quiruvilca, y hasta Trujillo.
El Apóstol Santiago el Mayor, en procesión
2. Estridencia
del griterío
En la Alameda sientan sus reales los charlatanes,
los vendedores de sebos de culebra, los curanderos con sus pócimas. Y otros
peores lenguaraces, que a todo nos convencen; a comprarles un ungüento o jarabe
para curar cualquier mal real o imaginario. Ventrílocuos que hacen hablar a
unos muñecos de dientes que se enfilan grandes y parejos desde los labios
abultados hasta hundirse en el cuello y que nos hacen reír a carcajadas; y a
ratos llorar atribulados con alguna historia que nos cuentan.
Bajando por detrás de El Convento hay
malabaristas que se introducen una espada por la boca y que pasa por el centro
de sus gargantas. Hay quienes hacen cábala y juegan a adivinar la suerte con
naipes y barajas españolas. Hay los magos que soplan fuego por la boca. Hay
quienes mastican y pasan vidrios de focos o fluorescentes que rompen y deshacen
delante de nuestros ojos. Hay los encantadores de serpientes con maletas
abiertas en donde se solean no sé cuántos reptiles, casi inmóviles por la estridencia del griterío, y en otra maleta hay iguanas
y camaleones.
La danza de Los Pallos de Santiago de Chuco
3. se agita
como el oleaje
Hay quienes venden a la gente ungüentos y
pomadas para todos los males y aflicciones de este mundo, a quienes asisten
candorosos a esta fiesta después de tanta pena.
También se ubican aquí los organilleros con
monos, loros y hasta una comadreja, que sacan suertes en papelitos de colores
que las personas leen extasiadas. A quienes tocó tal hado a tal estigma, caminan
como si flotaran en el aire de las calles.
Como otras se detienen encogidas a la
vuelta de una esquina, enjugando sus lágrimas con algún oculto pañuelo; o a gemir
con sollozos incontenibles que los ahogan sacudiendo sus espaldas en razón de
los horóscopos.
En la noche hay jolgorio en las tiendas,
tómbolas y ruletas en la Alameda. Y en la Plaza de Armas retreta con quema de
avellanas, torpedos, castillos de luces artificiales y bandas de músicos que
tocan valses, polcas, huaynos y marineras.
Baile de Los Turcos
4. Pañuelos
blancos
Hoy día 25 la procesión es con el
acompañamiento de bandas de músicos y un sin fin de mojigangas vistosas,
rítmicas y sorprendentes que bailan y cantan en el recorrido del anda de
nuestro patrón.
¡Fiesta
grande e intensa es esta! Porque inclusive ahora, en la noche atruenan varias
bandas de músicos en la plaza, y solo se puede cruzar serpenteando en fila de a
uno por entre un mar de gente que se agita como el
oleaje de un océano.
Ahí pasan los Pallos que son guerreros. Y
los turcos con sus pollerones vistosos y su aire solemne. Y las Pishpillas, las
Jardineras, los Indios, las Gitanas, los Amincos, y ¡la conmovedora
Contradanza! Detrás viene otra comparsa.
Es el
oso amarrado a una cadena que sujeta el domador, látigo en mano y que hace
restallar, espantando a la fiera. Pero
en algún momento ésta se abalanza contra su amo quien lo dispara a quemarropa con
la escopeta y lo castiga con el zurriago. A veces saca el arma de palo, apunta
y dispara haciéndolo rodar al oso por el suelo.
Baile de La Contradanza
5. Rodar
por el suelo
Enseguida
aparece por la calle el cajero con su flauta, tambor. Y detrás, corriendo de
vereda a vereda, "La Vacaloca" que hace sacar suertes a un torero
aldeano. Este desafía a la bestia de cuernos puntiagudos arrodillándose en el
suelo, escondiendo su capa y haciendo después aspavientos.
La
vaca loca, con su cuerpo hecho de carrizo forrado con algún costal, pintado de
blanco y con manchas negras, simulando una vaca verdadera, mueve su cuerpo
ondulante.
Y
arremete, corriendo desde lejos. Y revuelca al torero haciéndolo rodar sobre
las piedras. Al pasar no puede evitar que algún chiquillo le jale de la cola
que se agita al viento. Y contra él vuelve los cuernos la vaca, corriendo tras
el zamarro que escapa dos cuadras más arriba.
Pero
quien no puede huir es alguien desprevenido que siente cómo los cuernos
puntiagudos de la vaca se hunden rozando sus costillas. Mientras la danza se
agita y el torero llama a la vaca, desde lejos agitando su capa.
Baile de La Vaca loca
6. Las casas
se encogen
Aquí vemos bailar a los canasteros, que
ocupan toda una cuadra, su música y luego sus movimientos, que tienen un
carácter ritual, mágico y ceremonial, resulta una experiencia sorprendente y asombrosa.
Aquí vemos a los Diablos de Chambuc, con
sus atuendos rojos y sus máscaras espeluznantes. ¡Y el latigueo que hacen con
sus azotes en las piedras! O latigazo que le cae a alguien que se acerca, lo
que los hace temibles, tanto que hay que estarnos empujando hacia atrás para no
estar ni a su alcance ni ser víctimas de su enojo.
Estos son los Diablos de Calamarca que
tienen el raro detalle de traer atada a la espalda un pañolón azul o verde.
Siempre me he preguntado: ¿Para qué? ¿Qué sentido tiene?
He aquí a las Kiyayas de Angasmarca con su
negro capataz o custodio. Que visten falda negra, y blusa blanca o celeste, pero
llenas de collares y chaquiras, con sus sobreros anchos de paja, sus pañuelos albos en cada mano, y su caña de azúcar tan
alta que sobrepasa los techos de las casas que se encogen a su paso.
Desfilando los ex alumnos del Centro Viejo
7. Devotos
y agradecidos
¡Ah danzas de mi comarca que sería
inacabable el solo nombrarlas! Y que son las mojigangas de mi pueblo: ingenuas,
candorosas. Hechas por un pueblo que vive de sus sueños, de sus quimeras e
ilusiones. Que sabe creer, confiar, seguramente por lo mucho que ha sufrido.
Que en
este mes de julio se renuevan sus esperanzas, amparados en lo divino y en la
efigie de su Santo Patrón, en quien creemos y bajo cuyo manto nos cobijamos, acogemos,
y nos sentimos protegidos, por el
Apóstol bueno, peregrino, y quien nos guía con su báculo, sus pasos y su mirada
alucinada.
Y así
como danzamos y nos encomendamos entre las bandas que atruenan con los sones de
sus bombos, trompetas, clarinetes y trombones, nos convencemos que el año
venidero será bueno.
Que no
habrá desgracias ni miserias. Entonces, hasta el próximo Apóstol bendito, en
que volvamos para seguir tu procesión, devotos y hondamente agradecidos por
esta vida, que a veces duele tanto.
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