jueves, 30 de julio de 2020

30 de julio. Día Internacional de la Amistad. / Amistad entre dos genios.


30 DE JULIO
DÍA INTERNACIONAL DE LA AMISTAD

AMISTAD
ENTRE
DOS GENIOS

Danilo Sánchez Lihón


Alfonso de Silva

1. Armas
precisas

El poema más intenso a la amistad de toda la poesía universal, sin ningún lugar a dudas, es aquel que César Vallejo escribió a la muerte de su amigo músico Alfonso de Silva.
Y lo es por su sinceridad, su honda emoción y dramatismo; por el sentido trascendente acerca de la vida cotidiana que alcanza en uno y otro verso; donde se refleja la vida cotidiana de los artistas inmigrantes en el París de la década del veinte del siglo pasado; poema que empieza diciendo:
Alfonso: estás mirándome, lo veo,
desde el plano implacable donde moran
lineales los siempres, lineales los jamases
(Esa noche, dormiste, entre tu sueño
y mi sueño, en la rue de Ribouté)
Palpablemente,
tu inolvidable cholo te oye andar
en París, te siente en el teléfono callar
y toca en el alambre a tu último acto
tomar peso, brindar
por la profundidad, por mí, por ti.


César Vallejo

2. Lo mejor
de Europa

Ahora bien, ¿qué es lo que atrajo tanto a París a los artistas de aquella época, como lo fueron César Vallejo y Alfonso de Silva, para que dejaran todo en el Perú y enrumbaran a Europa, en donde no tenían nada seguro y sabían que los acosarían los lobos del hambre, la incuria y la miseria por doquier?
¿Quizá buscaban la otra mitad de su identidad? ¿Su fisonomía occidental, racional, citadina y europea? ¿Trataban de exprimir de este modo el corazón a la vida y extraer para la poesía y la música las mejores esencias? ¿Buscaban sus cordones umbilicales, sus huesos, sus nervios y sus pasos? Quizá ¿sólo el espacio para su grandeza y genialidad? ¡O tal vez las armas y herramienta precisas y contundentes para verter o continuar su obra y su proyecto existencial! ¡A ciencia cierta no sabemos!
Pero, lo importante es que en esa búsqueda ambos artistas ¡fueron amigos entrañables!, amistad que tuvo como escenario el París cosmopolita de entreguerras; al principio en un lapso corto de algunos meses, pero lo suficientemente vividos como para que César Vallejo manifestara que Alfonso de Silva era lo mejor que había encontrado en Europa.


Campos Elíseos en París

3. Temperamento
apasionado

Al poco tiempo de haberse frecuentado César Vallejo y Alfonso de Silva en Europa, este último regresó al Perú, triunfó en el concierto que ofreció el 28 de enero de 1925 en el Teatro Forero, a lo que siguió una brillante actuación en el Palacio de Gobierno.
Luego de esta estadía en Lima se produjo un nuevo viaje de Alfonso al viejo continente, pero esta vez acompañado de Alina Lestonnat con quien se unieron como pareja. Era ella una mujer hermosa poco menos que endiosada por el ambiente artístico limeño y después en el contexto mundano de París, por tener una calidad interpretativa extraordinaria y trasparentar un temperamento apasionado.
En Europa como cantante de tangos ella alcanzó un éxito rotundo en un lujoso local de la avenida central de París, en los Campos Elíseos; quien, con su talento, su belleza y su carisma conquistó prácticamente la Ciudad Luz. Fue, en aquellos años en que vivió con Alfonso de Silva en París, entre las tres mujeres más admiradas del arte ligero y de vodevil de la capital francesa.


Alina Lestonnat

4. Punto
de apoyo

¿Y cuál era el eje de su repertorio? El tango, que estaba en su mayor sensación y apogeo, y ella los cantaba muy bien; pero el drama se cernía hacia adentro y al fondo, y vendría después. Alfonso compuso para ella, y a ella se lo dedicó, el tango Tus ojos, que en parte dice así:
Tus ojos que contemplo con delirio
es a ellos que yo adoro con empeño.
Tienen la suavidad de tus caricias
y la dulce mirada del ensueño, ¡ay!
Y la dulce mirada del ensueño.
La vida de Alina transcurría en el halago y la complacencia de todo aquello que brilla y es rutilante, y la de él poco a poco en el letargo, a veces de componer e interpretar en el piano y el violón, pero más sumido en beber alcohol e ir de bar en bar
Después de este segundo, largo, intenso y desgraciado viaje por Europa, regresó a Lima para morir atrapado en la autodestrucción, hecho que ocurrió el 7 de mayo del año 1937. Alguna vez, tratando de explicarse esta situación en su impaciencia y reflexionando acerca de su vida, expresó:
“Mi tragedia es la tragedia del esfuerzo sin punto de apoyo”.


Alfonso de Silva interpretando el piano

5. Profunda
ternura

En esta dolorosa historia hay un pasaje que es conmovedor que recogí directamente de Francisco Abril de Vivero quien fue director del Instituto Nacional de Cultura en 1979 y a quien entrevisté en Lima.
Es el primer hijo de Alina Lestonnat, que lo tuvo con Pablo Abril de Vivero, quien según me confesó guardaba la sensación de la mano de César Vallejo quien lo llevaba al colegio siendo su padre amigo estimadísimo del poeta.
Alina también tuvo un hijo con Alfonso de Silva, quien llevaba el mismo nombre de su padre y se desempeñó algunos años como funcionario diplomático del Perú ante la Unesco.
Francisco Abril de Vivero me hizo la referencia de que fue su madre quien convenció a Alfonso de Silva padre para que regrese al Perú, dejándola a ella y a los dos niños en París, con quienes él tuvo siempre una relación de profunda ternura.


César Vallejo, Alina Lestonnat y Alfonso de Silva, en París

6. Para no
volver

Este regreso sin ruptura señala la hondura del drama en el cual él había caído; la autodestrucción tan grave por la cual atravesaba, para aceptar venir solo a morir en la ciudad que lo vio crecer y a la ciudad del Callao que lo vio nacer.
Pensando en estos hechos me he dicho que tiene que ser una extraordinaria mujer aquella que puede convencer a su esposo para que la deje sola atravesando un océano de por medio.
¿Y quién es ese hombre cuyo dolor se aviene a tal desgarramiento? ¿Cómo serían esas horas y esos días para él de la despedida en que se ausenta para morir y no para volver?
Dice de ella Ubaldo Tuqui Rodríguez:
Fue una figura destacada —«La estrella del tango»—, en la orquesta de Manuel Pizarro. Una vedette de la canción popular en París, así supo definirla en una nota de la Revista Mundo Gráfico, Nº 812, del miércoles 25 de mayo de 1927 bajo el encabezamiento: «El dulce veneno del tango, Pizarro, el brujo del bandoneón».


Plaza Grau, en el Callao

7. Y no
me corro

El siguiente es el testimonio que ofrece, muchos años después, Alina Lestonnat acerca de César Vallejo y Alfonso de Silva:
Nos reíamos a carcajadas, sin un franco en el bolsillo. Vallejo solía hacer chistes muy bien hechos. No era hombre que vivía sumido en la tristeza. Todo el mundo habla del genio de Vallejo. Pero no hablan de su bondad. Resplandecía de bondad y sencillez […] Era muy tierno. Dulce. Mimaba a los niños. No fue resentido nunca. Vivía sin la menor amargura. Todo el dolor lo volcaba en su poesía […].
Cuántas veces en nuestra casa de París […] César Vallejo se sumió en silencio al escucharle arrancar al piano sonoridad de orquesta, los lieder de Schumann o de Schubert. en ese instante se sentía algo sobrenatural en la casa. Eran dos espíritus extraordinarios.
Menos de un año más tarde de la muerte de Alfonso de Silva, moría César Vallejo en París, el 15 de abril del año 1938, habiendo escrito antes:
Me moriré en París con aguacero
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París –y no me corro–
talvez un jueves, como es hoy, de otoño”.


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