5 DE JULIO
PARA QUE LA VIDA TRIUNFE
TESORO
ES
QUERERNOS
Danilo Sánchez Lihón
En este momento
usted tiene todo
lo que necesita para ser feliz.
Anthony de Mello
1. Se abrazan
y lloran
–Y, ¿qué es
lo mejor que hay y se encuentra en el extranjero?
Le pregunto
al familiar a quien hemos venido a recibir al aeropuerto, y que regresa para
pasar aquí una temporada de vacaciones.
– Trabajo,
dinero y modernidad. Se gana y se ahorra bien afuera. Nos alcanza para proteger
a nuestros hijos que estudian aquí; o para construir una casita.
– Y, ¿qué
se aprecia, desde lejos, como algo bueno que tenemos nosotros?
– Sobre
todo el cariño, el afecto y el amor de familia.
– ¿Así?
Sorprendente, ¿no?
– El
sentido que aquí tenemos de nuestros vínculos de sangre y de destino común, que
es fuerte, hondo y conmovedor.
– Es
curioso. –Tercia alguien–. Porque aquí pareciera que siempre estamos
peleándonos.
– Lo que
prueba que somos emotivos, sentimentales y hasta apasionados. Y es precisamente
con ese factor o contenido con que se quiere y se ama.
2. Cuando ya
han partido
– Ello
demuestra también que nos resulta difícil expresar nuestro cariño.
– Pero
miren la multitud de personas que han venido aquí, al aeropuerto, unos a
recibir, y otros a despedir a sus seres queridos. Es una avalancha, tanto que
parece que fuera a jugar nuestra selección nacional.
– Hecho que
no se ve ni se da en otros lugares. Van al aeropuerto los que van a viajar o
los que llegan, nadie más.
– Y tanto
que en los exteriores del andén ya parece que este fuera un mitin político o
una feria patronal de algún pueblo.
– ¡Y cómo
se abrazan y lloran! Unos porque se van y otros porque se quedan; unos porque
parten y otros porque llegan.
– Y esto,
aunque no lo crean, es una fortaleza, y de las grandes.
– Porque
después de entregar nuestra sangre, es de valientes derramar nuestras lágrimas.
– Los cobardes
no lloran, sino que se burlan y se mofan.
– Pero
muchos de esos sentimientos se dan cuando todo ya es irremediable.
3. Secreto
y escondido
– Sí, pues.
Eso es lo adverso y contradictorio.
– Y ocurre
porque nos es difícil expresarnos. Y más aún, utilizar las palabras para poder
decir lo que sentimos y pensamos.
– Y por eso
lloramos.
– Más, el
cariño existe; incluso de ese modo secreto y escondido.
– No
obstante, tenerlo oculto o soterrado se hace explosivo y dañino.
Pero, si en
el platillo de una balanza ponemos dinero y en otro cariño, a fin de elegir
entre irnos o quedarnos, ¿al final cuál pesa más?
–
Indudablemente, el cariño.
– Pero, si
el cariño se hace evidente y se dice a solas, con lágrimas en los ojos y cuando
los demás se han ido, ¿de qué vale?
– De nada.
¡Claro! Y eso ocurre.
– De ahí
que sea necesaria una educación de nuestras emociones y sentimientos. Y de
nuestra expresividad, precisamente para evitar conatos y peleas.
4. El fondo
de tu ser
Pero, no
solo desestimamos la flor que nuestro corazón guarda para otras personas que
comparten con nosotros el discurrir de los días, lo cual podría ser
comprensible y hasta perdonable por no ser conscientes de que lo sentimos.
– Por qué?
¿Hay algo más grave aún?
– Claro que
hay otra flor aparte. Y quizá la más valedera y trascendente.
– ¿Cuál es?
– Es la
maravilla más insólita, reservada solo para ti, para ofrecértela a ti mismo y
que yace latente en el fondo de tu ser.
– Pero,
¡dilo!, ¿Cuál es?
– Es la
flor del cariño hacia ti mismo, base de toda tolerancia, de toda paz y de toda
comprensión que se puede tener en esta vida y para con los demás.
– Y esa sí que
es, como decías, flor insólita. Y es que nos criticamos y nos condenamos mucho.
– Porque,
para ser amables y gentiles, primero debemos sentirnos seguros y encantados con
nosotros mismos.
5. Donarse
así mismo
Y la flor
del cariño hacia ti mismo es la que tienes que regalártelo en primer lugar apasionadamente;
y hacia ti.
Esta es la
yema primigenia e inequívoca sea aquí, en el exterior como en cualquier otra
parte del mundo.
Se pueden
desconocer y hasta perder, o quedar ocultos, otros tesoros, pero este no. Y es
a cada persona a quien toca rescatarlo.
Es la joya
de homenaje a uno mismo. Y, en este caso, es la flor que tú te mereces
donártela a ti mismo.
Es la única
flor intrínseca y silvestre, por secreta, difícil e impoluta. Y que está
reservada a una persona única. A una sola. Y esa persona eres tú, hecho el
homenaje por ti mismo, y hacia ti.
Eres tú
mismo quien debe ofrendársela a tu misma persona. Esa flor no se cultiva en
ningún otro lugar que no sea en tu propio huerto interior, en tu pervinca y
pensil más íntimo y secreto. Y crece gracias a tu verdad y a tu arrojo.
6. La
flor
Podrás
recoger otras y muchas flores del campo exterior, pero ésta es la única, que si
tú la pierdes y descuidas nadie la podrá encontrar.
Es la flor
de ti para ti, y hacia ti. Es la flor que se cultiva, y crece bajo el sol y la
lluvia de tu propia autoestima y valoración.
Para
hacerte dueño de ella cabe toda lucha, cabe todo conocimiento, cabe toda
aventura y todo valor.
Hacer
aparecer la flor que somos, hace implícito y natural el homenaje hacia los
demás, porque ya somos nosotros mismos la flor que nos merecemos. Y logrado eso
hasta aparece erigido el altar que debiéramos llegar a ser.
La lucha y
el portento de vivir es entonces entresacar la flor que está al fondo de
nuestro corazón, lozana y de extraordinaria fragancia.
Extraerla
es también un problema de expresión y libertad.
Es la flor,
que he sentido, la porta ahora, para ella y para los demás, nuestra amable
visitante.
7. La clave
secreta
Y no porque
la haya traído de afuera o desde la lejanía. Sino que, a fuerza de extrañarla
la ha entresacado desde el fondo de sí misma.
Y de su ser
más íntimo; de aquel huerto interior que llevamos felizmente dentro, y a todas
partes.
– Y, ¿crees
que se tenga que salir para encontrar en nuestra vida aquella flor?
– ¡No! Al
contrario, la mayoría al salir la pierde. Y se requiere un esfuerzo superior
para cultivarla.
–
¿Entonces?
– Es aquí,
dentro, donde hay que buscarla y hacernos dignos de ella. Hasta encontrarla y
luego cada uno ofrendársela a sí mismo y a los demás.
Y este es
el verdadero tesoro que podríamos hacer que nos depare la vida. Quizá esta sea
la clave secreta de la felicidad. Y de la paz.
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