domingo, 5 de julio de 2020

5 de julio. Para que la vida triunfe. / Tesoro es querernos.


5 DE JULIO
PARA QUE LA VIDA TRIUNFE

TESORO
ES
QUERERNOS

Danilo Sánchez Lihón


Personaje del film: Adele H.


En este momento
usted tiene todo
lo que necesita para ser feliz.
Anthony de Mello


1. Se abrazan
y lloran
 
–Y, ¿qué es lo mejor que hay y se encuentra en el extranjero?
Le pregunto al familiar a quien hemos venido a recibir al aeropuerto, y que regresa para pasar aquí una temporada de vacaciones.
– Trabajo, dinero y modernidad. Se gana y se ahorra bien afuera. Nos alcanza para proteger a nuestros hijos que estudian aquí; o para construir una casita.
– Y, ¿qué se aprecia, desde lejos, como algo bueno que tenemos nosotros?
– Sobre todo el cariño, el afecto y el amor de familia.
– ¿Así? Sorprendente, ¿no?
– El sentido que aquí tenemos de nuestros vínculos de sangre y de destino común, que es fuerte, hondo y conmovedor.
– Es curioso. –Tercia alguien–. Porque aquí pareciera que siempre estamos peleándonos.
– Lo que prueba que somos emotivos, sentimentales y hasta apasionados. Y es precisamente con ese factor o contenido con que se quiere y se ama.



2. Cuando ya
han partido

– Ello demuestra también que nos resulta difícil expresar nuestro cariño.
– Pero miren la multitud de personas que han venido aquí, al aeropuerto, unos a recibir, y otros a despedir a sus seres queridos. Es una avalancha, tanto que parece que fuera a jugar nuestra selección nacional.
– Hecho que no se ve ni se da en otros lugares. Van al aeropuerto los que van a viajar o los que llegan, nadie más.
– Y tanto que en los exteriores del andén ya parece que este fuera un mitin político o una feria patronal de algún pueblo.
– ¡Y cómo se abrazan y lloran! Unos porque se van y otros porque se quedan; unos porque parten y otros porque llegan.
– Y esto, aunque no lo crean, es una fortaleza, y de las grandes.
– Porque después de entregar nuestra sangre, es de valientes derramar nuestras lágrimas.
– Los cobardes no lloran, sino que se burlan y se mofan.
– Pero muchos de esos sentimientos se dan cuando todo ya es irremediable.



3. Secreto
y escondido
 
– Sí, pues. Eso es lo adverso y contradictorio.
– Y ocurre porque nos es difícil expresarnos. Y más aún, utilizar las palabras para poder decir lo que sentimos y pensamos.
– Y por eso lloramos.
– Más, el cariño existe; incluso de ese modo secreto y escondido.
– No obstante, tenerlo oculto o soterrado se hace explosivo y dañino.
Pero, si en el platillo de una balanza ponemos dinero y en otro cariño, a fin de elegir entre irnos o quedarnos, ¿al final cuál pesa más?
– Indudablemente, el cariño.
– Pero, si el cariño se hace evidente y se dice a solas, con lágrimas en los ojos y cuando los demás se han ido, ¿de qué vale?
– De nada. ¡Claro! Y eso ocurre.
– De ahí que sea necesaria una educación de nuestras emociones y sentimientos. Y de nuestra expresividad, precisamente para evitar conatos y peleas.



4. El fondo
de tu ser

Pero, no solo desestimamos la flor que nuestro corazón guarda para otras personas que comparten con nosotros el discurrir de los días, lo cual podría ser comprensible y hasta perdonable por no ser conscientes de que lo sentimos.
– Por qué? ¿Hay algo más grave aún?
– Claro que hay otra flor aparte. Y quizá la más valedera y trascendente.
– ¿Cuál es?
– Es la maravilla más insólita, reservada solo para ti, para ofrecértela a ti mismo y que yace latente en el fondo de tu ser.
– Pero, ¡dilo!, ¿Cuál es?
– Es la flor del cariño hacia ti mismo, base de toda tolerancia, de toda paz y de toda comprensión que se puede tener en esta vida y para con los demás.
– Y esa sí que es, como decías, flor insólita. Y es que nos criticamos y nos condenamos mucho.
– Porque, para ser amables y gentiles, primero debemos sentirnos seguros y encantados con nosotros mismos.


5. Donarse
así mismo

Y la flor del cariño hacia ti mismo es la que tienes que regalártelo en primer lugar apasionadamente; y hacia ti.
Esta es la yema primigenia e inequívoca sea aquí, en el exterior como en cualquier otra parte del mundo.
Se pueden desconocer y hasta perder, o quedar ocultos, otros tesoros, pero este no. Y es a cada persona a quien toca rescatarlo.
Es la joya de homenaje a uno mismo. Y, en este caso, es la flor que tú te mereces donártela a ti mismo.
Es la única flor intrínseca y silvestre, por secreta, difícil e impoluta. Y que está reservada a una persona única. A una sola. Y esa persona eres tú, hecho el homenaje por ti mismo, y hacia ti.
Eres tú mismo quien debe ofrendársela a tu misma persona. Esa flor no se cultiva en ningún otro lugar que no sea en tu propio huerto interior, en tu pervinca y pensil más íntimo y secreto. Y crece gracias a tu verdad y a tu arrojo.


6. La
flor

Podrás recoger otras y muchas flores del campo exterior, pero ésta es la única, que si tú la pierdes y descuidas nadie la podrá encontrar.
Es la flor de ti para ti, y hacia ti. Es la flor que se cultiva, y crece bajo el sol y la lluvia de tu propia autoestima y valoración.
Para hacerte dueño de ella cabe toda lucha, cabe todo conocimiento, cabe toda aventura y todo valor.
Hacer aparecer la flor que somos, hace implícito y natural el homenaje hacia los demás, porque ya somos nosotros mismos la flor que nos merecemos. Y logrado eso hasta aparece erigido el altar que debiéramos llegar a ser.
La lucha y el portento de vivir es entonces entresacar la flor que está al fondo de nuestro corazón, lozana y de extraordinaria fragancia.
Extraerla es también un problema de expresión y libertad. 
Es la flor, que he sentido, la porta ahora, para ella y para los demás, nuestra amable visitante.

Calas. Pintura de Agustín Rojas

7. La clave
secreta

Y no porque la haya traído de afuera o desde la lejanía. Sino que, a fuerza de extrañarla la ha entresacado desde el fondo de sí misma.
Y de su ser más íntimo; de aquel huerto interior que llevamos felizmente dentro, y a todas partes.
– Y, ¿crees que se tenga que salir para encontrar en nuestra vida aquella flor?
– ¡No! Al contrario, la mayoría al salir la pierde. Y se requiere un esfuerzo superior para cultivarla.
– ¿Entonces?
– Es aquí, dentro, donde hay que buscarla y hacernos dignos de ella. Hasta encontrarla y luego cada uno ofrendársela a sí mismo y a los demás.
Y este es el verdadero tesoro que podríamos hacer que nos depare la vida. Quizá esta sea la clave secreta de la felicidad. Y de la paz.

Fotos 2, 3, 4, 5 y 6
Jaime Sánchez Lihón


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