6 DE
JULIO
DÍA DEL MAESTRO
AL CENTRO
DE
LA HAZAÑA
Danilo Sánchez Lihón
Los niños no recuerdan
lo que tratas de
enseñarle.
Recuerdan lo que eres.
Jim Henson
1. Abrir
cauces
La educación es el punto de apoyo de la palanca que pedía Arquímedes
para cambiar el mundo. Es el eje, la clave y el gozne en donde se define el
destino de los pueblos y de la humanidad. Y, en la base de esta eclosión, y
hasta proeza, está el maestro; quien con entrega y acuciosidad ha ido
afrontando retos y haciéndose cargo de los momentos difíciles para hacer que el
niño y el joven superen dificultades que a veces le son infranqueables.
Es él quien va acompañando a superar situaciones de penuria y hasta de
adversidad de los seres bajo su cuidado, olvidándose muchas veces de sus
propias escaseces, estrecheces y privaciones. Es el maestro quien con actitud
paciente, noble y callada encausa el rumbo de las personas individuales,
colectivas, y hasta del mundo.
Es quien con sacrificio, constancia y convicción indesmayable pone el
brazo, los hombros y la espalda para sostener el peso de las circunstancias que
frecuentemente se tornan dolorosas. No es su misión llenar un recipiente vacío
con esta o la otra información o noción de la realidad exterior. Su función es
más bien formativa, convocando el caudal interior que cada uno tiene y abriéndole
cauce para que discurra por lugares favorables y propicios.
2.
Encarna
la
esperanza
El maestro es quien de manera retirada y silenciosa se hace cargo de lo
más delicado y sutil a fin de enmendarlo y situarlo en el camino oportuno,
próvido y correcto.
Es quien deja lo contingente por lo perdurable, quien en cada detalle
está enseñando sin que se note ni advierta. Quien logra la gesta de que cada
persona se convenza que ahora puede hacer lo que antes creía imposible.
Quien medita, sopesa y decide por qué ruta enrumbarnos, ir y pasar llevando
el barco hacia puerto seguro y distante. Y es que ser maestro o educador no es
solo una profesión sino fundamentalmente una actitud y un modo de ser frente al
mundo.
De allí que su función se identifique con la del apóstol, el líder y
conductor de hombres y pueblos. Semejante también al sacerdote que une lo
ordinario y contingente con lo extraordinario y trascendente.
Maestro es quien va a la cabeza, alienta y responde por todo lo que
ocurre y acontece. Es quien en todo momento da esperanzas y hace que cada quien
la descubra en su ser íntimo. El maestro encarna la esperanza misma.
3. Ellos
son
padres
Sin embargo, y pese a que lo pareciera, maestro no es aquel que piensa
por los demás o que licencia a los otros de la capacidad y don de pensar y
sentir autónomamente. Si no, al contrario, es quien devuelve a cada quien la
misión de pensar por sí mismo y lo armoniza en una causa común y en un coro
colectivo.
De allí que no se puede ser maestro por horas, que cumplen una jornada
marcada por un horario, y que abarca un período determinado de tiempo.
Ni se puede ser maestro por turno, que trabaja como maestro por la
mañana o en horario vespertino o nocturno. Y el resto del día trabaja en otra
cosa y en la cual no sea maestro siempre, cada minuto y cada segundo del día, y
hasta en sueños.
Porque quienes abrazan esta misión en la vida son aquellos que han
elegido ser padres de la comunidad a la cual pertenecen y sirven. Y quienes
ejercen a toda costa una paternidad responsable para con su sociedad. Ellos son
padres de la humanidad siempre y de manera irrenunciable.
4. Quien da
más
impulso
Es él, el maestro, quien hace volar e impulsa a lo más alto a todo
aquello que tiene ya en sus alas el poder de volar, principalmente a los niños
que tiene bajo su aliento, su hálito y su impulso estelar.
En su intervención busca darles mayor coraje a quienes ya baten sus alas
y hasta están en pleno vuelo gracias a la maravilla de la creación, y el
designio que los hombres estamos convocados a cumplir en el universo.
Y que ya saben volar por el don y la gracia de la vida que nos da a
todos los seres humanos noción del mundo y anhelo de asumir la circunstancia
del existir como una oportunidad de realización y de avanzar en la conquista
del bien y del ideal.
No es el oficio de maestro bajarlo a tierra, hacerlos descender. Ni peor
aún, es su trabajo golpearlos contra el suelo o contra los muros ni contra la
pizarra del salón, ni menos cortarle las alas.
Obstáculos que a veces se erigen
erróneamente, sino quien les da más impulso, les insufla de mayor coraje y les
da más aire para que su vuelo sea vasto, alto y alcance la infinitud.
5. Quien
cree
Tampoco es maestro quien pretende el mérito de normar, urdir reglamentos
y trazar pautas y establecer códigos, sino más bien lo es quien forja destinos,
e impele a los seres humanos más allá, en el sentido del bien y del valor, elevando
esas vidas más hacia adelante y hacia arriba.
Es la empatía de quien logra establecer con niños y jóvenes, basados
indudablemente en el interés que despiertan sus lecciones y sus dotes y
virtudes de maestro, relaciones y oportunidades en que los lanza a que sus
metas y horizontes sean más altos, más lejos y triunfantes.
De allí que maestro es el que cree que se puede hacer de nuestros
destinos realizaciones extraordinarias, inaugurando mundos nuevos.
Quien cree que será posible construir nuevos Machu Picchus y futuros
Ollantaytambos y muchos más Sacsayhuamanes, en donde antes solo había yerba,
breña, boscaje y ululaba el viento.
Es quien cree que cada niño puesto
en su delante es un meteoro en el cielo estrellado que él despeja de nubes, tormentas
y huecos negros, y poco a poco lo potencia como una estrella rutilante en el
firmamento.
6. Nuestras
vidas
No creo en el maestro que nace sino en el
maestro que se hace cada día, cada hora y cada minuto, él mismo como una fuerza
que se mejora y perfecciona.
No creo en quien ha sido designado para
hacerlo, sino quien asume esta misión porque reconoce que es un compromiso
ineludible para con su vecindario, su comunidad y para el género humano.
Es quien piensa en su misión cada día y
cada hora. Quien se confronta a cada instante con preguntas aparentemente
incontestables.
Creo en el maestro que se desvela. Quien
cada día, cada hora y cada minuto vuelve a elegir ser maestro siempre. Creo que
maestros son los hombres que responden allí donde los han puesto, y ahí donde
los llaman. Quien tiene poder de adaptación. Por eso no creo que se deba ser
maestro por inercia sino por voluntad que se renueva constantemente.
Ser maestro es lo fundamental que tienen
todos los seres humanos y es su capacidad de ser genuinos.
Y quien se debate a diario en saber qué es
virtud, que son valores, que son ejemplos valederos, caminos de bien y
esperanza todos los días y minutos de nuestras existencias.
7. Hasta
infinitos
Lo es quien ha jurado, y jura serlo cada vez
más, ante el mar. Y ser como él: grande, infinito, generoso; profundo, extenso
y apacible en sus orillas; albergando flora, fauna y, sobre todo, reflejando en
su plenitud el cielo estrellado e infinito. Conteniendo en su ser la luna y el
sol, que rielan sobre sus olas miradas en perspectiva; así como abarcando a los
cometas que surcan sus órbitas sobre su superficie que abarca la redondez del
planeta.
Teniendo las orillas calmas y tendidas,
como él las tiene. Donde podemos recostarnos y pensar no tanto sobre esto y lo
otro, sino acerca de nosotros mismos. Para jurar ser como él: Seres vastos,
amplios e ilimitados para amar, acoger y adorar; siendo horizontales y no
verticales, abiertos y extensos, no restringidos ni cerrados.
Ser como él: alguien que se pone, pese a su
inmensidad, a los pies de la tierra y del cielo, tanto que parece adorarlos.
Alguien que se pone a los pies de los seres humanos, pese a ser grande y hasta inconmensurable.
Seres a quienes mece, abraza y arrulla. Que nos mantiene con sus brazos en lo
alto. Quien, pese a ser inabarcable nos erige sobre sus olas, y nos hace sentir
en su cima, seres únicos y bendecidos cercanos a las estrellas.
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