lunes, 17 de agosto de 2020

17 de agosto. Muere don José de San Martín. / Importa, en mucho, la historia.

17 DE AGOSTO 
MUERE DON JOSÉ DE SAN MARTÍN 

IMPORTA, 
EN MUCHO,
LA HISTORIA 

Danilo Sánchez Lihón 


Don José de San Martín


1. Preceptos 
morales

 Al “Santo de la espada”, como mi padre llamaba al libertador don José de San Martín, y a “El mejor presidente del Perú”, como denominaba a don Ramón Castilla, estas eran las dos figuras históricas a las cuales mi padre, quien era maestro de escuela, rendía su mayor tributo, culto y admiración. Y, ¿por qué razón, motivo y virtud principal? Según él, por su honradez, honestidad y ejemplo moral. Y nos relataba en la mesa a la hora de comer anécdotas acerca de sus vidas, adhesión que también se trasladaba hasta a los faroles y cometas que mi padre me ayudaba a confeccionar, donde me alentaba a poner algún rasgo de esos personajes y, a veces, su figura entera. Fervor que se trasparentaba también en los periódicos murales que hacía con sus alumnos.

En relación a la honradez de don José de San Martín refería mi padre un hecho muy importante: su desprendimiento, renuncia y desprecio del poder que se le ofrecía por sus méritos. Así en Chile cedió todo a Bernardo Simón O’Higgins y en el Perú a Bolívar, con quien se entrevistó en Guayaquil, después de lo cual se retiró silenciosamente dejando aquí su ejército libertador. Y mi padre nos citaba de memoria las dos primeras máximas que redactó con su puño y letra para la educación de su hija Mercedes. La primera, “Humanizar el carácter”, respecto a la cual hacía amplias disquisiciones. Y la segunda que mi padre nos la decía con énfasis y mirándonos a los ojos: “Amor a la verdad, y odio a la mentira”. Y nos refería tres detalles: su pobreza, el hecho de que murió en una casa alquilada, y el otro rasgo conmovedor a la hora de su muerte fue su pensamiento puesto en el Perú.


 

Ramón Castilla


2. Bandera 
que tremoló

 Ahora bien, el testamento de José de San Martín fechado el 23 de enero del año 1844, dice a la letra:

“En nombre de Dios Todo Poderoso, a quien reconozco como Hacedor del Universo, digo yo, José de San Martin, Generalísimo de la República del Perú y fundador de su libertad, Capitán General de la de Chile y Brigadier General de la Confederación Argentina, que, visto el mal estado de mi salud, declaro por el presente Testamento lo siguiente: 1º. El sable, que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción, que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla. 2º. Desearía que mi corazón fuera depositado en Buenos Aires. 3º. Declaro no deber ni haber debido jamás nada a nadie... Artículo adicional. Es mi voluntad el que el estandarte que el bravo español Don Francisco Pizarro tremoló en la conquista del Perú sea devuelto a esa República (a pesar de ser una propiedad mía), siempre que sus gobiernos hayan realizado las recompensas y honores con que me honró su primer Congreso”.


 

Proclamación de la Independencia del Perú


3. El sol 
naciente

 Fallecido don José de San Martín el 17 de agosto del año 1850 en Boulogne-Sur-Mer, en una habitación alquilada, sus restos que inicialmente permanecieron en la cripta de la Basílica de Nuestra Señora de la Inmaculada de esa ciudad, fueron trasladados en 1861 a la bóveda de la familia González Balcarce en el cementerio de Brunoy, localidad cercana de París. Cubría su féretro el histórico Estandarte de la Conquista del Perú de Francisco Pizarro.

Fue en dicha ocasión que se le hizo entrega al representante del Perú en Francia de la mencionada reliquia, la misma que fue remitida al Perú y se hizo una exposición de ella en el Ministerio de Relaciones Exteriores, acto del cual hay un testimonio del tradicionalista Ricardo Palma.

Fue don José de San Martín un hombre desprendido y generoso, que nunca acaparó bienes materiales. Solo que tuvo por el Estandarte de la Conquista del Perú una fascinación que tocaba lo esencial de su alma, que en su ancianidad y en su retiro fue de austeridad rayana en la pobreza. Una pensión que alivió sus días fue la que el primer Congreso de la República del Perú le asignara y que el presidente Ramón Castilla cumplió fervorosamente en hacer llegar hasta su retiro de París. Igualmente, el fervor que don José de San Martín guardó por el Perú fue siempre el de un país al cual relacionó con el sol naciente, el mismo que dibujó son su propia mano en su primer escudo de país libre, pujante y soberano.

 

Tumba de don José de San Martín en Buenos Aires


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