En relación a la
honradez de don José de San Martín refería mi padre un hecho muy importante: su
desprendimiento, renuncia y desprecio del poder que se le ofrecía por sus
méritos. Así en Chile cedió todo a Bernardo Simón O’Higgins y en el Perú a
Bolívar, con quien se entrevistó en Guayaquil, después de lo cual se retiró
silenciosamente dejando aquí su ejército libertador. Y mi padre nos citaba de
memoria las dos primeras máximas que redactó con su puño y letra para la
educación de su hija Mercedes. La primera, “Humanizar el carácter”, respecto a
la cual hacía amplias disquisiciones. Y la segunda que mi padre nos la decía
con énfasis y mirándonos a los ojos: “Amor a la verdad, y odio a la mentira”. Y
nos refería tres detalles: su pobreza, el hecho de que murió en una casa alquilada,
y el otro rasgo conmovedor a la hora de su muerte fue su pensamiento puesto en
el Perú.
“En nombre de Dios Todo Poderoso, a quien
reconozco como Hacedor del Universo, digo yo, José de San Martin, Generalísimo
de la República del Perú y fundador de su libertad, Capitán General de la de
Chile y Brigadier General de la Confederación Argentina, que, visto el mal
estado de mi salud, declaro por el presente Testamento lo siguiente: 1º. El
sable, que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América
del Sud, le será entregado al General de la República Argentina don Juan Manuel
de Rosas, como una prueba de la satisfacción, que como argentino he tenido al
ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las
injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla. 2º.
Desearía que mi corazón fuera depositado en Buenos Aires. 3º. Declaro no deber
ni haber debido jamás nada a nadie... Artículo adicional. Es mi voluntad el que
el estandarte que el bravo español Don Francisco Pizarro tremoló en la
conquista del Perú sea devuelto a esa República (a pesar de ser una propiedad
mía), siempre que sus gobiernos hayan realizado las recompensas y honores con
que me honró su primer Congreso”.
Fue en dicha ocasión que se le hizo entrega al representante del Perú en
Francia de la mencionada reliquia, la misma que fue remitida al Perú y se hizo
una exposición de ella en el Ministerio de Relaciones Exteriores, acto del cual
hay un testimonio del tradicionalista Ricardo Palma.
Fue don José de San Martín un hombre desprendido
y generoso, que nunca acaparó bienes materiales. Solo que tuvo por el
Estandarte de la Conquista del Perú una fascinación que tocaba lo esencial de
su alma, que en su ancianidad y en su retiro fue de austeridad rayana en la
pobreza. Una pensión que alivió sus días fue la que el primer Congreso de la
República del Perú le asignara y que el presidente Ramón Castilla cumplió
fervorosamente en hacer llegar hasta su retiro de París. Igualmente, el fervor
que don José de San Martín guardó por el Perú fue siempre el de un país al cual
relacionó con el sol naciente, el mismo que dibujó son su propia mano en su
primer escudo de país libre, pujante y soberano.
Tumba de don José de San Martín en Buenos Aires
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