domingo, 2 de agosto de 2020

2 de agosto. Día de la Adoración y Subida del Apóstol a su Trono. / La mirada del Apóstol.


2 DE AGOSTO
DÍA DE LA ADORACIÓN Y SUBIDA
DEL APÓSTOL SANTIAGO A SU TRONO

LA MIRADA
DEL
APÓSTOL

Danilo Sánchez Lihón




...entre inciensos,
cirios y cantares
César Vallejo

1. Me
ha mirado

Cuando el Apóstol Santiago el Mayor de mi comarca, hoy 2 de agosto y día final de su Segunda Fiesta, mirando la plaza donde permanecemos apostados todos nosotros, lo primero que hace es mirarnos; y sentimos su mirada que se posa directa y compasiva en nuestros corazones.
Unos de pie y otros de rodillas, descubiertos los sombreros y con los ojos llorosos, permanecemos en silencio, con los ojos que parecen manantiales, entonces él nos mira al fondo sufrido de nuestras almas, allí donde están nuestras más lacerantes heridas, abandonos y quejidos, donde está cuanto hemos padecido y hasta los caminos que hemos recorrido cayendo y levantándonos.
Sentimos entonces su mirada fija y detenida. Pero no es para juzgarnos, ni menos condenarnos, sino para defendernos, consolarnos y ampararnos en todo. Y para fortalecernos a fin de encarar esta vida con valor, respeto y conmiseración.



2. Bajo
su capa

O bien cuando camina por las calles en su anda dorada y cubierta de flores; colmada de nardos, clavelinas y pacharosas; adornada de calas, crisantemos y azucenas recogidas de nuestra huertas y campos fragantes.
Que es cuando nosotros lo seguimos extasiados, candorosos, firmes o titubeantes, tropezando en las piedras, o de hinojos en una puerta, un balcón o una esquina, el alma estrujada por lo que será de nuestro destino y el de nuestros seres queridos.
Ahí él, así él no esté al frente nuestro, sino nosotros debajo de su capa y cargando su anda, sentimos que él observa nuestra vida y nuestros destinos sobre la faz de la tierra.  Sentimos que sus ojos entran en nuestros ojos y se quedan en nuestras pupilas, como en nuestros latidos para siempre. Y con eso caminamos, si no ¡qué sería de nosotros!



3. Ni bueno
ni malo

Sentimos que sus ojos nos buscan, mucho más si nos hallamos acobardados y en la oscuridad; que es cuando su mirada se posa en nosotros derramándonos bendiciones y consuelo.
Que es cuando desaparecen las palabras y solamente sentimos que están nuestros latidos y palpitaciones; y nuestros pasos para seguirlo, pasos que se arrastran reverentes por el suelo, mirándolos a veces nosotros desde abajo, desde atrás o de un costado.
Y no hay hombre ni mujer sobre la tierra a quien su mirada no le diga algo. A todos nos envuelve y nos dice algo. No hay ni bueno ni malo que no se sienta aludido y, en el fondo, agradecidos.
Mientras rechina la música de las bandas que lo acompañan. Y es atronador el tamborileo de los conjuntos folclóricos y de las mojigangas que danzan delante y detrás suyo y hacia los flancos de su anda bendita.


4. El otro año
volveré

De allí que ya de regreso de su iglesia hoy día, y después de haber sentido todo el peso del mundo, todo chuco se dice con lloroso regocijo:
– ¡Me ha mirado el taitito! He sentido sus ojos dentro de mis ojos, su mirada posada en mi mirada, mirando mi propia vida de modo compasiva.
Y volvemos a cantar, pero ya hacia adentro:
Adiós Apóstol Santiago
el otro año volveré
si tú me prestas la vida.
O bien nosotros mismos nos hablamos y preguntamos sentados ya en una piedra:
– ¡Qué habrá querido decirme al mirarme detenidamente el Apóstol bendito!


5. Para
siempre

Y es ahí que enmendamos nuestras vidas, haciéndonos más comprensivos del misterio que encierra cada hecho y asunto de la vida.
A todos el Apóstol nos mira y por eso nos hacemos buenos.
Esos ojos del Apóstol que nos mira no lo vamos a encontrar en ninguna otra parte del mundo. Por eso regresamos.
Porque, así como hay una huella del casco del Apóstol en la roca más granítica frente a las cuevas de Huacapongo, hay una mirada del Apóstol insepulta en nuestros corazones.
Si la huella del Apóstol en la piedra representa el regreso, la mirada del Apóstol representa el quedarnos aquí para siempre bendecidos.

Todas las fotos:
Jaime Sánchez Lihón


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