He escuchado
frecuentemente decir expresiones como las siguientes: “Es inteligente, por eso
es pícaro”. O si no: “Es inteligente, pero está metido en malos negocios”. U
otras como: “Es inteligente, pero es mala persona”. Y yo corrijo diciéndoles:
– Entonces no es
inteligente. Porque creer que se puede ser inteligente y ser un pillo, un
canalla, o un bribonzuelo, es un contrasentido. Esa persona sencillamente no es
inteligente. Esa persona en realidad es limitada, torpe y hasta cretina.
Porque tarde o temprano
le ha de ir mal, ha de caer en desgracia: preso y alguien tomará venganza en
contra de él. Y su vida será un infierno. Y dañará a su familia, y a sus hijos
y a todas las personas que lo rodean. Contaminará su entorno vital: dañará a
sus amigos, a su vecindario y a su país.
Y todos tratarán de evitarlo, porque se convertirá en un ser detestado y despreciable. Y nadie que sea inteligente va a proyectar su vida con ese avatar, con ese peligro y esa incertidumbre. Lo inteligente es ser personas buenas, honradas y honestas.
2. Defender
las causas justas
Para eso es importante
impartir en los hogares y en las aulas nociones y contenidos de lo que
podríamos denominar: “Razonamiento moral y vital”, donde prevengamos que
quienes no tengan un comportamiento sano en la sociedad han de padecer y harán
padecer a sus seres queridos, y comprometer a todos en una desdicha general.
Cuando lo
inteligente es ser felices. Y no se puede ser feliz sin tener paz en la
conciencia, salvo que se sea un subnormal y un estólido. Y para formar en todo
ello es necesario consolidar más ciudadanía en nuestras vidas. Tener más
vigilancia para que el mal se reduzca y el bien se expanda. Hay que actuar más
rápida y decididamente las instituciones civiles para afrontar todo hecho que
lesione el bien común y nuestra dignidad de personas y de la sociedad se ponga
más de manifiesto.
Para ello es necesario estar cohesionados y organizados; ser más tenaces y puntuales cuando de las citas del bien se trata, debiendo formar en la defensa del bien común redes y sistemas que se comuniquen y legitimen eficaz y permanentemente. Porque no podemos ser solo habitantes de un lugar sino ciudadanos que participan y se movilizan en defensa de las causas nobles, justas y legítimas de la vida.
3. Llenarnos
de mayor valor
Como tampoco debe haber
impunidad para quienes depredan, expolian y delinquen, quedando sin sanción
alguna por actos de barbarie y lesa humanidad.
Que quien daña, destruye
y corrompe sea castigado. Que quien es negligente cuando ejerce una función
pública se haga merecedor de la condena y sanción que las leyes estipulan.
Que no nos resignemos a
ser pasivos ante actos a todas luces condenables.
Que no habitemos en
páramos. Que nos sintamos protegidos por fiscales alertas, que indagan,
constatan, y denuncian cuando las evidencias así lo ameritan. Así como es imprescindible
tener un sistema de justicia que sancione ejemplarmente.
Así como es fundamental
fortalecernos anímica y moralmente, porque las situaciones adversas en vez de
desmoralizarnos deben llenarnos de coraje, de más empuje y de mayor valor y
decisión.
4. Es
fundamento
Cultivar valores en el
corazón y en la mente de niños, jóvenes y adultos, creando sensibilidad,
conciencia y civismo, es la clave para tener sociedades sanas y viables.
Estos hechos, que
tienen su base en el hogar, que se proyecten al vecindario, a los centros
laborales, avancen a la comunidad y cubran el espacio público.
Que estas
responsabilidades compete cumplirlas a todos los seres humanos y no solo a
algunos profesionales o a algunas instituciones.
Porque enseñar y hacer
el bien no es una acción que se delega para que la cumplan determinadas
entidades, instituciones o personas, sino que es una misión que nos compete a
todos cumplir.
Esta es responsabilidad
del conjunto de los ciudadanos sin distingos ni excepciones; porque ello es un
fundamento esencial para asegurarnos una existencia digna como individuos y
comunidad.
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