Más bien en
vivo y en presente es inolvidable para mí su hermano, el tío Manuel José, alto,
pero ya encorvado por los años, con aquella dulzura vieja de sus ojos cariñosos
y sonrientes que da el vivir rodeado del sol esplendente y la noche estrellada
de cuerpos celestes, que nunca se podrán definir.
Con aquella
nobleza en el rostro de quienes viven todavía de asombro en asombro el misterio
de la creación y se enternecen con los hechos y asuntos bondadosos de la vida.
Él llenó nuestras manos de frutos silvestres del campo; de huevos de aves jaspeados de diferentes colores, de colibríes tornasolados que soltaba y se iban por sobre el muro de las malvas.
Llenó la mesa de nuestra casa de ñuñas, ocas y del
toronjil para las horas entrañables que nos enviaba desde su fundo de Pasabalda.
Llenó nuestras bocas de tunas, llacones y pitajayas. Llenó mi infancia de
candor e ilusiones.
Camino a Pasabalda
2. Pico
de oro
De su hermano de padre y madre, es decir de mi abuelo
Desiderio Sánchez Ulloa, sin embargo, y por boca de mi padre, la mesa a la hora
de comer se llenaba de evocaciones.
Quien fue abogado con estudios en la Universidad
Nacional de Trujillo. Y fue un abogado destacado, pues era de los más
respetados y tomados en cuenta del plantel de la Empresa Minera Northen Mining
Corporation, que explotó las minas de Quiruvilca por más de cien años.
Las personas
viejas que lo recuerdan lo asocian inmediatamente con el buen hablar y el buen
decir. “Era pico de oro”, dicen. A quien
le gustaba tomar la palabra en toda ocasión en que hubiera que decir algo
significativo.
Su verbo era ceremonioso,
florido y galante. Le gustaba citar autores clásicos, adoquinaba sus discursos
de anécdotas, con referencias aldeanas y concluía con una sentencia moral
válida para la vida cotidiana.
Le gustaba tocar
la guitarra. Era inquieto y entusiasta. Amiguero en todo y de pasar horas en
tertulias. Con su hermano de padre Masías Sánchez, quien llegó a ser Rector de
la Universidad Nacional de Trujillo, fundaron allí un bufete de abogados, fueron
profesores ambos del Instituto Moderno de esa ciudad colonial por el año 1922.
Mi abuela Sofía
3. A flor
de labios
En Santiago de Chuco se unió con Sofía Barbanera
Gamboa García, mi abuela, quien nació en aquella misma tierra el año 1891.
De esta unión nacieron sus 7 hijos reconocidos ante el
notario público, don Baldomero Jara. Ellos son: Carmen, Danilo, Baltazar,
Ángel, Jorge, Miguelina e Ignacio.
Mi abuelo
Desiderio integró en Santiago de Chuco un círculo literario y cultural que se
reunía en la casa de don Carlos Rojas, también conocido como “El segundo
Macarano”.
Entre otros,
formaban parte de esa agrupación el padre del canónigo Rufino Benites.
Tenía trapío,
talante y carisma; sobre todo arrojo y valentía con la palabra con la cual era
preciso, cabal y oportuno.
Además de su
verbo florido y su galantería siempre a flor de labios, mi abuelo también se
caracterizaba por su elegancia para vestir, siempre de cuello y corbata.
Quiruvilca
4. Conmovidos
de gratitud
Pese a que mi
abuelo se desempeñaba como abogado, era un maestro nato. Enseñó a sus hijos
lectura y matemáticas, el silabeo y la decodificación alfabética, así como el
cálculo y el razonamiento matemático. Para eso, despertaba a sus vástagos a las
cinco de la mañana, utilizando una campana que tenía colgada en uno de los
pilares del corredor de la casa, aquella donde yo también nací. Las lecciones
eran dos horas diarias cada mañana, desde las cinco hasta las siete, periodo en
el cual hacían el repaso de lo que se estaban desarrollando en el aula. Luego alistaban
sus útiles, tomaban el desayuno y enrumbaban a sus centros de estudios.
Por las tardes los
niños del vecindario asistían a una escuela particular, voluntaria y gratuita
que había instituido en uno de los ambientes de la casa. La asistencia era
numerosa, atraídos los niños por la claridad de las explicaciones, el orden en
el desarrollo de los temas y el cariño que se vivía como comunidad anhelante de
saber. Y por él, instructor de vocación que se hacía cargo de manera
entusiasta, fervorosa y desinteresada. Alumnos de esa escuela vecinal que aún
conocí y recordaban esta experiencia, conmovidos de gratitud y reconocimiento,
eran los hermanos Trinidad Cenas y los hermanos Miñano Valverde, con familia en
el caserío de Cachulla.
Casa de mi abuelo Desiderio
5. La pasión
que lo hiere
Don Desiderio
tocaba guitarra acompañado por su amigo Baldomero Jara. En un cuaderno de notas
escrito de puño y letra suya, en donde refiere asuntos muy personales,
encuentro anotados estos poemas sin autor y sin comillas que para mí está
indicando que son poemas suyos, propios, del dueño de la libreta; mucho más si
tomamos en cuenta que él escribía canciones: Dice así uno de ellos:
No me mires por Dios
porque recuerdo las delicias
de una dicha que ya pasó.
Ay, no remuevas las cenizas yertas
de un volcán que se apagó.
Y otro, del
cual anoto un fragmento:
Dentro de mi pecho tengo
una pena que nadie lo sabe.
Porque no puedo comunicar
mi mal a nadie, y que
triste yo siento en mi corazón.
No sé qué le sucede
pero no puedo disimular
la pasión que lo hiere.
Casa de mi abuelo Desiderio
6. Siento
quererte
Su sobrina
Estela Sánchez recuerda lo galante e improvisador que era mi abuelo. Y de
enamorador, sin poner reparo en que ahí estaba presente su sobrina.
Pero le
admiraba más su capacidad para decirlos espontáneamente, versos que los decía
como una gracia, además del don que tenía para recitarlos.
Refiere que a
cierta reunión ingresó ella con otra jovencita muy agraciada, a quien le dijo:
Pobre Desiderio
por qué te apresuras
habiendo en el mundo
tantas preciosuras.
Y otra vez, de improviso don Desiderio Sánchez dando un suspiro a una jovencita le dijo:
Ayer por la tarde
por la niebla
no pude verte,
hoy que te veo
siento quererte.
Pueblo de Santiago de Chuco
7. Cada uno
de sus pasos
Sería por esas
cualidades que además de hijos con mi abuela Sofía, con quien estableció su
hogar oficial, son vástagos que tuvo en otras señoras de mucho fuste y hermosura.
Y sin que
pretenda yo ser exhaustivo, ni agotar la lista, tuvo hijos que son a su vez mis
tíos y tías, con doña Elvira Daga: Valdemar, Bayardo y Escila. Con la señora
Zoila Jara: Abraham. Con doña María Miñano, de Cachicadán, Rosa. Con la señora
Carmen Benites: Numa Pompillo.
¿Qué demuestra
toda esta vasta progenie del borbotón de su sangre? Entre otros aspectos, su
sentido patriarcal, su arraigo y su filiación, ligados a su tierra de origen,
anudado a su pueblo. También posible y gracias a que vivió la mejor época que
ha tenido Santiago de Chuco.
De un pueblo
que se ve que lo caminó noche y día. Consciente y a tientas, fundido a cada puerta
que conocía, y a cada piedra para cada uno de sus pasos. De quien me viene a mí
el sentido de pertenencia. Y aquel conectar con cada piedra. Y al dar el paso en
cada una de ellas conectar también con cada estrella.
Los textos anteriores pueden ser
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