El problema de la identidad
no es cuestión o asunto de carácter intelectual ni de abstracción que permita
dilucidar esto o aquello como si fuera un capítulo o segmento de una disciplina
del conocimiento.
La identidad no existe si
no se la vive en un intercambio y en una tensión permanente. Su materia es el
conjunto de problemas, de realidades, de hechos y vivencias indisolubles con el
acontecer diario e histórico.
De todo aquello hay que
saber encontrar su raíz, su profunda razón de ser para proyectarlas renovadas
hacia el porvenir.
Ser peruanos auténticos
supone por eso, además de reconocerse diferentes, supone asumir una conciencia
histórica y social.
Ser conscientes de las
relaciones con las culturas dominantes y valorar la gesta de heroicidad de la
gran mayoría de nuestra población indígena y nativa.
Danza de Los Turcos, en Santiago de Chuco
2. Ser
para crear
– La identidad no es andanza hacia el pasado.
Ella vale en la medida en
que es más bien presente y futuro, en el sentido de que se aplique a guiar
nuestros pasos y nuestra vida.
Y esto, dándole trascendencia
y plenitud. Y capacidad para crear, y para fecundar de acuerdo a la simiente
que somos.
Porque a la vez que fruto
somos semilla y eslabón de otras vidas.
Sin encontrar esa capacidad
para ser semilla lúcida, nunca fecundaremos nada en el sentido de verdad
trascendente.
Primero debemos ser, para
de acuerdo a ello crear, de modo que todo ello tenga un sentido profundo y
superior.
Capulí en la casa de César Vallejo
3. Nuestro
pueblo
y su destino
– Identidad no se reduce a lo popular. Tampoco se comprime o se
supedita a esa noción. No habiendo una correspondencia directa e indisoluble
con lo popular. Eso sí, corresponde más bien con lo más acrisolado, valioso y
genuino que el pueblo puede ser en una circunstancia o en un tiempo y espacio
determinados.
La condición y naturaleza
de lo popular puede en algunos casos estar cerca, lejos, al fondo o en la
ubicación opuesta de lo que es la identidad.
Ella puede estar en lo
manido y trillado como bien ser lo desconocido y extraño. O bien inmerso bajo
capas de abandono y de olvido.
– Identidad no es lo mismo que conciencia nacional. Es mucho más que eso,
porque la conciencia es un aspecto de la racionalidad y la identidad puede ser
incluso instintiva y emocional, antes que propiamente racional.
En donde muchas veces no
sabemos cómo logramos identificarnos con nuestro pueblo, su gente y su destino.
Arribo de Capulí a Santiago de Chuco
4. Es
mucho más
– Identidad no es sentimiento patriótico.
Ni mucho menos es vuelta
sentimental a la arcadia, o al paraíso terrenal que imaginamos que se dio en
algún tiempo mágico.
Esta distorsión se presenta
junto a la aprehensión por el futuro que se teme y hasta nos causa pavor.
Tener identidad es más bien
el más poderoso y entusiasta abrir las alas hacia lo infinito.
– Mucho menos la identidad se encuentra en los actos formales, por la vía de lo que
podrá significar cantar el himno nacional, saludar a la bandera o tener presente
y honrar oficialmente a los emblemas patrios, o a las instituciones tutelares
de la nación.
Es mucho más que eso, es
algo que está al fondo de todo lo que acabamos de decir y que es la formalidad
detrás de la cual debemos de encontrar un contenido más complejo y rico en
posibilidades de proyección a futuro.
Familia en la jalca de Santiago de Chuco
5. Qué
constituye
identidad
– Sí es identidad la reflexión y las respuestas y actitudes de
compromiso con lo que somos. Y, sobre todo, con lo que queremos ser a partir de
lo que somos y hemos sido.
Es una orientación que
apunta a darnos una ruta para sintonizar con lo que es la identidad.
La identidad cultural ha de estar asociada al desarrollo, puesto que el mundo
evoluciona, hay nuevos desafíos y problemas insospechados que se presentan y
que tienen que tener una solución.
Debido todo ello también a
que hay una mutua interacción entre los pueblos, que nos obliga al intercambio,
a la competencia y a la confrontación que ojalá siempre sean edificantes.
Identidad es partir del ser
al poder ser, en la esencia de lo que nos constituye y define.
Capulí en Calipuy
6. Ser
solidarios
– Identidad es la forja de
un pensamiento genuino en el ámbito de la cultura, de la educación y la
ciencia.
– ¡Es lo qué somos y el
rumbo de adónde vamos! Es diversidad y es unidad.
– Es comprometerse con los
problemas pendientes de resolver aquí y ahora.
– Pero, principalmente, es
ser solidarios con quienes son desfavorecidos por las circunstancias
socioeconómicas.
– Identidad es hacerse
cargo del sufrimiento y el padecer de nuestro pueblo, que viene siendo
consuetudinario, y que hay que ayudar a superar.
– Identidad es aliarse con
los seres empobrecidos por la sociedad tal y como se la vive hoy, para ayudar
solidariamente a salir de esos hoyos.
Pintura de Josué Sánchez
7. Un mundo
nuevo
La identidad no se contiene
ni recoge o resume en un cuerpo de ideas.
No es ella un ejercicio teórico de intelectuales o especialistas.
La identidad no se ofrece a
la elucubración que termina desfigurando ese rostro de suyo ya conturbado,
asustadizo y tembloroso. Ella es conducta y acción.
Sí es identidad alentar un
proyecto histórico en coherencia con nuestro devenir, siendo la literatura uno
de los campos en que más se expresa y manifiesta, y ahonda en ella para saber
quiénes somos y qué destino hemos venido a cumplir en este mundo.
Es construir un mundo mejor
en armonía con las fuerzas y directrices que devienen de nuestra raíz
ancestral.
Trazar y forjar un mundo
nuevo siendo fieles a nuestros orígenes, y responsables de nuestro porvenir.
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